En el número anterior comenzamos a explicar las bases para la creación de la cannabicultura ecológica. Este mes vamos a ver los fundamentos para el control de las plagas y enfermedades de la marihuana según la cannabicultura ecológica.
Como bien sabemos, no existe diferencia entre un producto cultivado de forma ecológica de otro que no lo ha sido, por lo menos no organolépticamente hablando, pero si desde un punto de vista sanitario. Los productos no-ecológicos, a diferencia de los ecológicos certificados, pueden tener restos de pesticidas que los hacen menos sanos, e inclusive tóxicos.
Las plagas y las enfermedades son las principales responsables de las pérdidas de producción en el cultivo del cannabis; asociados a estos parásitos están los tratamientos con pesticidas y fungicidas químicos, tóxicos para el aplicador, para el cultivo, para el consumidor y el medio ambiente. La aplicación indiscriminada de los plaguicidas, además de tóxica, tiene más efectos negativos: la repetición de la aplicación da lugar a lo que se denomina como “resistencia” de la población plaga a la materia activa usada: el nacimiento de nuevas plagas por el efecto devastador sobre los distintos artrópodos y microorganismos beneficiosos.
Por tanto podemos decir que uno de los pilares de la cannabicultura ecológica y del cultivo de marihuana medicinal es la ausencia de plaguicidas y fungicidas químicos en todos los procesos de cultivo.
CONTROL DE PLAGAS Y ENFERMEDADES DEL CANNABIS
Es fundamental para mantener el cultivo libre de plagas o enfermedades la fertilización del suelo, como se ha explicado anteriormente. El abonado del suelo con productos químicos solubles, en especial los nitrogenados, interfiere en el metabolismo de la planta, y además de hacerla acumular agua y crecer con excesiva exuberancia la convierte en más apetecible para las plagas y las enfermedades y más sensible a sus ataques. La falta de materia orgánica en el suelo también provoca que se desarrollen exageradamente nematodos y hongos patógenos.
Prácticas culturales en la cannabicultura ecológica
Las prácticas culturales mediante las que se previenen o combaten las plagas, enfermedades y malas hierbas, según la cannabicultura ecológica son:
- La selección de las variedades y subespecies adecuadas. Las variedades más autóctonas suelen estar adaptadas a las plagas y enfermedades habituales en la zona, pero su calidad suele ser muy inferior.
- Un adecuado programa de rotación. Las rotaciones de cultivo son fundamentales en cannabicultura ecológica. Sirven para mantener la fertilidad del suelo a lo largo del tiempo, como ya se ha explicado, y para prevenir la aparición de plagas y enfermedades. Muchos nematodos y hongos del suelo están especializados en atacar a ciertas familias de plantas, y su actuación se ve favorecida si se repite el mismo cultivo o se planta otro de la misma familia. También hay insectos especializados en ciertos cultivos cuyo ciclo puede romperse con la rotación adecuada, o simplemente arrancando y replantando tras las labores adecuadas. El monocultivo en grandes superficies favorece la extensión de los ataques de plagas.
- Los cultivos asociados, o “barreras”, como los setos de plantas aromáticas, pueden interrumpir la propagación de ciertas plagas.
- Medios mecánicos de cultivo. El laboreo del suelo puede ser eficaz contra ciertas plagas que viven en el suelo. Contra las malas hierbas no hay ningún herbicida autorizado. Solo se pueden combatir mediante medios mecánicos o térmicos.
- La protección de los enemigos naturales mediante medidas que los favorezcan. Los productos fitosanitarios, especialmente los muy persistentes o que no son selectivos, alteran el equilibrio que en condiciones normales debería haber entre cada plaga y sus enemigos naturales (otros insectos o ácaros que son sus depredadores o parásitos). Después de un tratamiento no selectivo que elimina por igual a la mayor parte de la plaga y a sus enemigos naturales, la plaga se reproduce con mayor rapidez que sus enemigos y alcanza pronto los mismos niveles que antes del tratamiento. Los enemigos naturales de las plagas pueden ser favorecidos mediante la plantación de setos o de cultivos asociados en los que se favorezca su cría. Otra forma de favorecerlos, la única posible en medios demasiado artificiales como invernaderos, es su cría (varias casas comerciales se dedican a esta actividad) y posterior suelta. Las plagas más dañinas e incontrolables son las de reciente introducción en un lugar donde antes no existían, porque los depredadores propios de ese lugar aún no se han adaptado para alimentarse de ella, o los depredadores específicos (especializados en depredar esa plaga) que tenían en su lugar de origen aún no se han introducido.
- Las solarizaciones con estiércol fresco (biofumigación) también devuelven fertilidad y vida beneficiosa a los suelos.
MALAS HIERBAS
Los rastrojos y restos de cultivo no deben quemarse, aparte de por su peligrosidad, porque es una materia orgánica que se desperdicia y que podría haberse incorporado al terreno. En cambio, está permitido el combate contra las malas hierbas, aparte de mediante labores mecánicas, con la utilización de medios térmicos, como quemadores de butano.
Como queda dicho, entre los fines de la cannabicultura ecológica está el emplear en la medida de lo posible recursos renovables. Por ello, el cannabicultor ecológico debe ser lo más autosuficiente posible y procurar combatir las plagas o enfermedades, principalmente mediante prácticas culturales establecidas.
El uso de productos comerciales debe restringirse a aquellos que están certificados como utilizables en agricultura ecológica, como veremos más adelante. Por este motivo, es frecuente la preparación de maceraciones de plantas, fermentaciones anaeróbicas y aeróbicas de lixiviados de compost, té de humus de lombriz, etc. Sus efectos terapéuticos sobre los cultivos se deben a que aumenta la resistencia, induce la síntesis por parte de la planta de fitoalexinas (toxinas naturales que la planta produce en respuesta a los ataques de sus enemigos), y es caldo de cultivo de microorganismos antagonistas de los microorganismos patógenos.
Materias autorizadas para la cannabicultura ecológica
Insecticidas
– Azadiractina, extraída de Azadiracta indica (árbol neem). Este producto es de los que necesitan el permiso de la autoridad de control para ser empleados. No se debe confundir con el producto en bruto, o aceite de neem, que figuraría dentro del apartado de «aceites vegetales», y que tiene más principios activos aparte de la azadiractina. La azaradictina tiene la ventaja de ser sistémico.
– Lecitina de soja. Se usa como fortificante y como cicatrizante. Ver [6] video sobre aplicaciones de la lecitina de soja.
– Aceites vegetales: Los más comunes son aceite de menta, aceite de pino, aceite de alcaravea, aceite de neem.
– Piretrinas extraídas del Chrysanthemum cinerariaefolium.
– Jabón potásico. La sal de potasio, rica en ácidos grasos (jabón suave) es un producto indicado para combatir los insectos chupadores, como pulgones, moscas blancas, cochinillas, etcétera.
Microorganismos (bacterias, virus y hongos)
Es común la bacteria Bacillus thuringiensis para el control de larvas de lepidópteros (orugas, lagartas o roscas), y el hongo Beauveria bassiana para el control de la mosca blanca.
Los hongos Trichoderma harzianum, las bacterias Bacillus Subtilis y Pseudomonas sp. para control de hongos patógenos del suelo.
En general, los microorganismos entomopatógenos (nemátodos, protozoos, hongos o bacterias que causan enfermedades a los insectos), fungicidas (hongos o bacterias que son antagonistas de los hongos que provocan enfermedades) o nematófagos (hongos enemigos de los nemátodos) pueden emplearse siempre que no estén modificados genéticamente.
Trampas para lepidópteros
– Feromonas. Estos productos se emplean como atrayentes en las trampas para diversas especies de lepidópteros. Están compuestos por la hormona de atracción sexual del macho o la hembra, según la especie. Son insecticidas que sólo se pueden usar en trampas o mosqueros.
– Helicidas. Metaldehído. Este producto se emplea en cebos contra caracoles y babosas.
Fungicidas
– Cobre en forma de hidróxido de cobre, oxicloruro de cobre, sulfato de cobre tribásico u óxido cuproso. Las sales de cobre, como han contaminado el suelo en las zonas donde se ha usado en exceso, tienen limitado su empleo hasta la cantidad máxima de 6 Kg/Ha/año.
– Sulfuro de cal (polisulfuro de calcio). Este producto necesita, para poder utilizarse, un permiso expedido por parte de la autoridad de control. El propio cannabicultor lo puede elaborar hirviendo agua con una mezcla de tres partes de azufre por una de cal.
– Permanganato de potasio. Este compuesto es un poderoso antioídio, útil en pulverizaciones contra este parásito. Puede ser fitotóxico en tratamientos en hojas.
– Harina de cuarzo. La harina de cuarzo se conoce también como polvo de roca. En espolvoreo o en suspensión en agua (ciertos productos comerciales lo contienen en forma finamente molida) es un fungicida usado ampliamente como alternativa a las sales de cobre. Para aplicación exclusiva en suelos o medios de cultivo. No aplicar por vía foliar en floración.
– Azufre. Este elemento sigue siendo el fitosanitario más común, incluso en la agricultura convencional. Es útil contra los oídios, y contra ácaros en espolvoreo o en pulverización, cuando está formulado como mojable. No se debe aplicar al final de la floración, ya que es tóxico cuando se consume por inhalación.
La reconversión a la cannabicultura ecológica es, sin duda, el paso para la obtención de cannabis 100% medicinal.
Referencias
[1] Lampkin N. 1998. Agricultura biológica. Ediciones Mundi-Prensa.
[2] Salami M., 2008. “Cannabis sativa L.” Dr.Grow´s Productions.
[3] Salami M., 201X. “Cannabicultura ecológica” Dr.Grow´s Productions (En preparación)
[4] Salami M., 201X. “Cannabicultura ecológica y marihuana medicinal” Dr.Grow´s Productions (En preparación)
[5] Salami M., 2012. “El aceite de neem y la azaradictina para la marihuana” http://www.drgrowonline.com/blog/el-aceite-de-neem-y-la-azaradictina-para-la-marihuana/2168
[6] Salami M., 2012. “Esquejes marihuana” http://youtu.be/iB10RrdZs0w.
Acerca del autor
Massimiliano Salami
Massimiliano Salami es escritor, autor del libro Cannabis sativa L., colaborador de Cannabis Magazine e investigador en el cultivo del cannabis. Licenciado en matemáticas, es técnico en gestión de empresas agropecuarias con amplia experiencia como breeder.