Jeanine Moss nunca pensó que sería parte de la industria del cannabis, hasta su operación de remplazo de cadera.
Moss, de 62 años y habitante de Marina del Rey, California, renunció a su trabajo como consultora de mercadotecnia antes de ser operada de la cadera en 2014. Cuando fue dada de alta, dijo, sus doctores le entregaron una “bolsa llena de opiáceos”. Las drogas la hicieron sentir desorientada y mareada.
Así que ella dejó los opiáceos y empezó a usar marihuana medicinal, legal en California. En tan solo una semana, se deshizo de los farmacéuticos para quedarse con el cannabis.
Resulta que Moss no estaba sola: muchas de sus amistades también estaban usando cannabis para soportar sus malestares. Aunque varias de las mujeres mayores lamentaban no tener dónde guardar su marihuana y se sentían un poco avergonzadas de llevar consigo una droga asociada con estudiantes de preparatoria rebeldes.
“Todas sacaban bolsitas de sus bolsos Gucci y Louis Vuitton, y pensé: ‘¿Por qué nos escondemos como si fuéramos adolescentes?’”, dijo Moss. En 2015, ella fundó un negocio llamado AnnaBis, una línea de bolsos con control de aroma, además de vaporizadores y otros artículos relacionados con el cannabis. Poco después, comenzó a publicar guías de viaje exclusivas para mujeres que utilizan marihuana medicinal, y se convirtió así en parte de un grupo pequeño —pero que va en aumento— de mujeres jubiladas que también son empresarias de la industria del cannabis.
“¿Qué otra industria está creciendo tan rápido que ofrezca esta oportunidad y un costo de arranque bajo?”, dijo Moss.
Es una historia típica para las mujeres en sus años 50, 60 o 70 que han iniciado negocios en el mundo del cannabis. En parte inspiradas por su propio uso de la droga para aliviar el dolor o al preocuparse por otros que lo usan para sus propios dolores, ellas ven oportunidades viables de negocio y ven su labor como terapéutica para sus clientes.
“Definitivamente es una tendencia”, dijo Troy Dayton, presidente y cofundador de Arcview Group, una empresa de inversión e investigación de mercado que se enfoca en la industria del cannabis.
“Muchas mujeres tienen esta receta familiar o estaban haciendo cierta clase de tintura para un ser querido que estaba sufriendo. Ahora que la marihuana es legal, ellas piensan: ‘Oh, esa cosa que estabas haciendo para la abuela podría ser un producto’”. De acuerdo con Dayton, el mercado de marihuana medicinal y recreativa en América del Norte llegó a 6700 millones en 2016, un incremento del 34 por ciento en comparación con el año pasado.
Marijuana Business Daily, una publicación especializada en el tema, reportó en 2015 que las mujeres conforman el 36 por ciento de los ejecutivos en la industria de la marihuana legal, comparado con el 22 por ciento en cargos de alta responsabilidad en otras áreas.
Como la industria apenas está abriéndose camino, no hay “prejuicios institucionales prefabricados contra mujeres, de ninguna edad”, dijo Nancy Whiteman, de 58 años, copropietaria de Wana Brands de Boulder, Colorado. Su empresa vende gomitas ácidas, caramelos salados y otros productos que incluyen THC, el principal ingrediente psicoactivo de la marihuana.
“En muchas otras industrias, hay cientos de años de historia sobre quién es exitoso y quién no, y hay topes que superar”, dijo Whiteman. “Pero aquí no hay norma. Todos lo están descubriendo juntos”.
Las empresas emergentes de cannabis son especialmente atractivas para las mujeres mayores que han tenido carreras profesionales largas. Ellas son “empresarias inteligentes que ven oportunidades”, afirmó John Hudak, miembro sénior del Brookings Institution y autor del libro Marijuana: A Short History.
Hudak dice que son mujeres “que tienen el tipo de experiencias y habilidades que les permite ser muy útiles en una industria como esta: cabildeo, consultoría, finanzas y operaciones”.
Eso es exactamente lo que Jane Heatley descubrió. En 2010, Heatley, quien fue dueña de una compañía de bienes raíces durante 30 años, se mudó de Massachusetts a California para cuidar a su madre después de que esta sufriera una embolia. Heatley, de 66 años, obtuvo su licencia para ser cuidadora en California, lo cual incluyó aprender sobre la marihuana medicinal.
Tras la muerte de su madre en 2012, Heatley se volvió a mudar al este y solicitó una licencia para abrir un dispensario. “Pensé, para la última etapa de mi vida, me gustaría devolverle algo a la sociedad”, dijo Heatley. “Y ¿qué tanto resplandor puedes obtener de una transacción de bienes raíces?”.
Ahora es la presidenta de la William Noyes Webster Foundation, una organización sin fines de lucro autorizada por la ley de Massachusetts para desarrollar, operar y administrar dispensarios de marihuana medicinal. Planea abrir dos de estos en el otoño.
Otras empresarias, como Frances Sue Taylor, de 69 años, se dirigen especialmente a los ancianos. Planea abrir en los próximos meses un dispensario en Berkeley, California, pensado solo para personas mayores de 50.
Parece haber mercado para tales servicios: un estudio de 47.140 participantes estadounidenses, dado a conocer en diciembre, encontró que el uso de cannabis entre personas cuyas edades oscilan entre los 50 y los 64 años aumentó casi 60 por ciento de 2006 a 2013, mientras que el uso entre personas de 65 años o más incrementó 250 por ciento.
Taylor, exdirectora de una escuela católica, pensaba que la marihuana era una “droga dura como el crack o la cocaína”, dijo. “Si alguien me hubiera dicho hace 12 años que sería una defensora del cannabis, habría dicho: ‘Has estado fumando demasiado’”.
Pero ¿ahora? “Me siento muy agradecida por este trabajo y es tan satisfactorio ver a las personas curarse”, dijo. “Mi vida está mejor que nunca. Estoy saludable y empezando un negocio a los 69 años”.
Lyn Kusher, de 66 años, es la fundadora de Ma Kush’s Natural, en Encinitas, California, y vende jabones, lociones, bálsamos y golosinas de cannabis. Es madre de tres hijos y previamente trabajó como representante de ventas y técnica de una farmacia.
“Siempre he cultivado plantas, flores y hierbas, porque me gusta el cultivo”, dijo Kusher, quien posee un invernadero con 30 plantas de cannabis de seis variedades. (Por coincidencia, “kush” es un término usado por los consumidores de marihuana para una cepa de alta calidad de cannabis).
Kusher dice que se encuentra mejor de lo que jamás hubiera imaginado, física y financieramente. “Esta es la primera vez en mi vida que puedo sostenerme económicamente por completo y costear mi estilo de vida”, mencionó.
Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.