Internet es un mercado creciente de compra-venta de drogas ilegales. Según el último informe mundial sobre drogas (2013 Global Drug Survey), un 22% de los internautas han comprado algún tipo de sustancia ilegal por esta vía el año pasado, una cifra que triplica el escaso 8% que había hecho lo propio antes de 2005.

El dato no debería sorprendernos. Ya desde su más temprana infancia, la combinación de inmediatez y anonimato que ofrecía Internet hacía de la red telemática la vía idónea para este tipo de trapicheos. Arpanet –el embrión sobre el que se construyó Internet en 1969- apenas tenía dos años de vida cuando unos estudiantes de la Universidad de Stanford llevaron a cabo la que se considera la primera transacción de comercio electrónico del mundo: la compra de una indeterminada cantidad de marihuana.

El dato lo da el escritor John Markoff en su ensayo ‘What the Dormouse Said’ y lo cita otro colega suyo, Mike Power, en un libro con un título muy ad-hoc, ‘Drogas 2.0: la revolución de la Web que está cambiando cómo el mundo se coloca’:

“En 1971 o 1972, unos estudiantes de Stanford utilizando las cuentas del Laboratorio de Inteligencia Artificial de la universidad llevaron a cabo una transacción comercial con sus homólogos del Massachussetts Institute of Technology (MIT). Antes de Amazon y de eBay, el acto seminal del comercio electrónico fue un trapicheo con drogas. Los estudiantes utilizaron la red para acordar discretamente la venta de una indeterminada cantidad de marihuana”.

Y todo indica que este “acto seminal” dejó su rastro en el código genético de la Red. Hoy, las fórmulas de nuevas drogas ilegales se mueven más rápido de lo que la policía del pensamiento tarda en detectarlas y legislar contra ellas. En esa horquilla de tiempo, combinaciones moleculares inéditas están en un limbo de alegalidad hasta que entran en las listas negras de la ONU y otros veladores de la salud pública.

Pero incluso entonces, las sofisticadas redes de criptografía, como Tor, que permite navegar sin dejar rastro, y BitCoin, la moneda digital cuyo uso no es indetectable, y mercados online como el famoso Silk Road [Tor mediante], hacen que conseguir drogas de calidad y a la puerta de casa sea una opción razonable segura.

Y esto es sólo el principio. Todo apunta a que “tu próximo camello será una impresora 3D”, como titula provocativamente Vice, un tema sobre el que hablaremos largo y tendido próximamente.

Visto en Guardian. Con información de Vice y Global Drug Survey 2013

¿Te han multado por consumir drogas? Tienes tu recurso resuelto a dos clics de distancia.

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Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.