Las landraces son el primer estadio de domesticación de las variedades de marihuana salvajes, el punto intermedio entre la marihuana silvestre, nacida en plena naturaleza sin intervención alguna del hombre, y el cultivar o híbrido moderno, que se comercializa hoy en día.
por Kushka, Dinafem Seeds
Nacen fruto de la combinación de la acción del hombre y la propia adaptación de la planta al medio natural y son el origen de todas las variedades cannábicas que circulan hoy en día. En el siguiente artículo te contamos todo lo que debes saber sobre estas fascinantes variedades que llevan en sus genes miles de años de historia cannábica.
Gracias a su gran capacidad de adaptación, la planta de la marihuana ha sido capaz de desarrollarse en distintas partes del planeta adaptándose a las diferentes condiciones ambientales. Aunque sus orígenes no están realmente claros, algunos estudios de paleobotánica aseguran que tuvo lugar en el Himalaya y a partir de aquí, las evidencias señalan que el cannabis se fue dispersando alrededor del globo, gracias a los comerciantes, que llevaban consigo semillas de marihuana en sus viajes. Así fue como el cannabis se diseminó por el Medio Este de África y el Sudeste Asiático en el periodo aproximado de entre 2.000 y 500 años atrás. Y del mismo modo llegó a América en el año 1545 y a Australia en 1788.
Antes de que la marihuana fuera cultivada por el ser humano, la planta crecía de manera silvestre en la naturaleza, lo que hoy en día se consideran “parientes silvestres”. Las poblaciones de marihuana silvestre no estaban domesticadas, es decir, no eran moldeadas a través de procesos de selección y por tanto había más diversidad morfológica. De todas formas, sí se fueron fijando algunos rasgos por el proceso evolutivo de la planta en interacción con el medio, es decir, la planta se adaptó a las condiciones ambientales.
Estabilidad frente a rusticidad
Antes de seguir hablando de las landraces es importante aclarar algunos conceptos básicos de genética cannábica como son el de estabilidad y el de rusticidad. Uno de los objetivos clave de los breeders que producen nuevas variedades es que éstas sean lo más estables posible porque sólo con cepas estables se puede garantizar que las semillas que se lanzan al mercado se convertirán en la planta que el cliente espera. De una OG Kush se esperan unas características determinadas –dominancia sativa, sabor a limón y carburante, un elevado efecto psicoactivo…– y el producto debe cumplir con las expectativas del cliente.
Para conseguir aumentar la predictibilidad y disminuir la variabilidad genética hay que estrechar el ancho de banda genético, de manera que en el genotipo de la planta se encuentren los genes que codifiquen para las características que nos interesa imprimir –olor, sabor, niveles de producción, estatura, niveles de cannabinoides…–. Aquí entra en juego el trabajo de los breeders, que aíslan a las plantas hembra en cultivos cerrados, polinizándolas con aquellos machos –también aislados en armarios– que en su fenotipo muestran las características deseadas. Así es como se consigue, tras algunas generaciones y mucho trabajo de selección, variedades con un ancho de banda genético más estrecho, menos variabilidad en su genotipo y mayor predictibilidad sobre su descendencia, es decir, con un mayor grado de homocigosis. Es de esta forma como conseguimos crear genéticas estables. La estabilidad de una variedad está directamente relacionada con el estrecho su ancho de banda genético.
Como contrapartida, las variedades menos domesticadas y con mayor ancho de banda genético tienen mayor capacidad de adaptación a situaciones adversas. Es lo que se conoce como rusticidad, es decir, la habilidad de la planta para sobrevivir en el medio. Cuanto más salvaje es la variedad, más rústica es también, ya que se ha tenido que adaptar al medio. A medida que estrechamos el ancho de banda genético, aumentamos la estabilidad pero disminuimos su rusticidad, y con ello su capacidad de defenderse ante posibles ataques como plagas o condiciones climáticas adversas.

Mano del hombre y adaptación al medio
Si marihuana silvestre es la que podríamos encontrar en plena naturaleza, creciendo en su estado más salvaje. Una variedad landrace de cannabis es aquella que ha sido cultivada y seleccionada por agricultores locales –en lo que se podría considerar un breeding básico, pero breeding al fin y al cabo– y que se ha adaptado al clima y las características de su localización geográfica.
El primer proceso de breeding de cannabis llevado a cabo por el ser humano del que se tiene constancia tuvo lugar hace 6.500 años en Mongolia, un hallazgo revelado por el botánico ruso N. I. Vavilov. Aunque las evidencias señalan que éste fue el primer proceso de crianza y domesticación del cannabis, hay estudios que indican que donde se expandió más el uso de esta práctica fue en China. Sea como fuere, este paso fue importantísimo ya que lo que hicieron los cultivadores locales fue comenzar a dar forma a las poblaciones de cannabis que cultivaban en sus campos, es decir, a trabajar en landraces. A través de la selección, los cultivadores tradicionales fueron eliminando aquellos individuos que por sus características morfológicas no cumplían con los parámetros deseados –olor, tamaño, producción, vigor…–.
Las landraces son genéticas con un grado alto de heterogeneidad pero con las suficientes características morfológicas en común como para ser reconocidas como grupo. Dado que están fuertemente relacionadas con la ubicación geográfica en la que han surgido, sus nombres hacen alusión a la misma. Así, algunas de las landraces más conocidas son la Acapulco Gold, Colombia Gold, Hindu Kush o Panama Red. Para crear las landraces, los cultivadores locales seleccionan aquellos individuos que reúnen las características deseadas, normalmente aquellas que presentan mejores condiciones de adaptación y de cultivo. Por supuesto, este proceso, que se lleva poniendo en práctica desde hace miles de años, se hace “a ojo”, y da lugar a unas características morfológicas determinadas en consonancia con el medio. Al tratarse de una técnica de breeding muy rudimentaria, realizada en campo abierto y mezclando polen de diferentes machos con diferentes hembras, el resultado es una población moldeada pero con una piscina genética muy amplia. Cada óvulo de las hembras será polinizado por un estoma diferente, que no tiene por qué ser del mismo macho, con lo que el grado de variabilidad de la descendencia será muy alto.
Historia viva del cannabis
Esto se traduce en que las landrace son genéticas poco estables si las comparamos con las nuevas generaciones de híbridos que hay en el mercado hoy en día. A pesar de que las landrace tienen un menor grado de estabilidad, ya que en su genotipo hay más heterocigosis en los genes, también es verdad que tienen un grado más alto de rusticidad. De hecho, las landrace, que son el escalón previo al cultivar –que serían las variedades que encontramos hoy en día en el mercado– y el posterior a los parientes salvajes, son capaces de adaptarse a las fluctuaciones climáticas y las amenazas presentes en el medio natural gracias a esta amplia piscina genética.
El importante trabajo de breeding que se ha realizado durante las últimas décadas, hace que si comparásemos la capacidad productiva, el aroma o el periodo de floración de una variedad landrace con una genética que un banco de semillas, escogeríamos la variedad híbrida en lugar de la landrace, pues, a través de largos procesos de selección, se ha conseguido acentuar esos rasgos que valoramos en el cannabis: producción, sabor, duración del ciclo y efecto.
Sin embargo, no podemos negar el valor que las landraces ofrecen en el contexto de breeding moderno: proveer de una amplia representación de la variación genética natural. Mientras las variedades modernas han sido seleccionadas a través de muchas generaciones con el fin de estrechar su ancho de banda genético, las landrace contienen una riqueza genética que en los híbridos modernos se ha perdido, por lo que se puede decir que son historia viva de una tradición milenaria, construida mano a mano entre el hombre y la naturaleza.
Acerca del autor
Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.



















