Desde el uso clínico del MDMA hasta la detección precoz de la psicosis en mujeres menopáusicas, la doctora colombiana impulsa un enfoque transformador en salud mental

En medio de una crisis global de salud mental que afecta a millones de personas, una voz científica y serena está proponiendo un cambio radical en la forma de tratar los trastornos más complejos del cerebro humano. Se trata de la doctora Liliana Galindo, psiquiatra, profesora en la Universidad de Cambridge y fundadora del Cambridge Psychedelic Research Group, una institución pionera que explora el uso clínico y supervisado de sustancias psicodélicas como parte de tratamientos intensivos para la depresión, los traumas profundos y otros trastornos mentales.

“Es un cambio de paradigma”, afirma Galindo con convicción. Y no es una metáfora cualquiera. Ella compara las terapias psicodélicas con la cirugía: requieren un equipo profesional, una intervención corta pero intensa, y un proceso posterior de recuperación e integración. Frente a los modelos tradicionales, basados en medicaciones diarias que pueden durar años, esta nueva propuesta busca resolver el problema de raíz en unos pocos meses.

Y los resultados empiezan a hablar por sí solos.

La ciencia al servicio de lo ancestral

Durante décadas, las sustancias psicodélicas estuvieron estigmatizadas y excluidas de la medicina por su asociación con el consumo recreativo y la contracultura de los años 60. Sin embargo, lo que durante siglos formó parte de prácticas chamánicas y rituales indígenas hoy está siendo validado por la neurociencia. “En muchas comunidades de América Latina, sustancias como la ayahuasca se han usado durante generaciones con fines terapéuticos y espirituales. Ahora las estamos estudiando desde un enfoque clínico, con dosis controladas y protocolos seguros”, explica Galindo.

“No se trata de medicalizar la conciencia, sino de abrir espacios donde el dolor pueda ser visto, procesado y sanado”.

Entre las sustancias que están mostrando mayor efectividad clínica se encuentran la psilocibina (presente en hongos alucinógenos), el MDMA (más conocido como éxtasis), y la esketamina, un derivado de la ketamina aprobado en 2019 para tratar casos graves de depresión.

Estos compuestos no actúan como una simple anestesia emocional. Su función es más profunda: abren una “ventana” en el cerebro, una oportunidad de acceder y procesar traumas, bloqueos o patrones de pensamiento rígidos que, en muchos casos, han sido inamovibles durante años.

Un tratamiento estructurado y supervisado

Contrario a la imagen distorsionada que todavía persiste, las terapias psicodélicas no consisten en “dar una droga y ver qué pasa”. Galindo insiste en que se trata de intervenciones altamente estructuradas y supervisadas, que incluyen tres fases fundamentales:

  1. Sesiones preparatorias: el paciente se reúne con un terapeuta especializado para definir objetivos, explorar su historia personal y aprender técnicas de regulación emocional.
  2. Sesión con la sustancia: en un entorno seguro, acompañado por un terapeuta entrenado, se administra la dosis adecuada. Durante esta experiencia, el paciente explora sus recuerdos, emociones y patrones mentales sin intervención directa del profesional, que actúa como un copiloto silencioso.
  3. Sesiones de integración: realizadas al día siguiente, estas sesiones aprovechan el estado de neuroplasticidad del cerebro —su capacidad para reconfigurarse— para procesar lo vivido, reinterpretarlo y transformarlo en aprendizajes estables.

Este protocolo, que se ha demostrado eficaz en estudios recientes, es el eje central de las investigaciones que Galindo y su equipo llevan adelante desde Cambridge.

Cerebro, química y emociones: ¿cómo actúan estas sustancias?

El mecanismo de acción de los psicodélicos varía según el compuesto. En el caso del MDMA, se ha observado un aumento significativo de serotonina, dopamina y noradrenalina, lo que genera una sensación de bienestar, apertura emocional y conexión. Pero lo más interesante es su efecto sobre la oxitocina, la hormona del apego. Galindo destaca su importancia: “La oxitocina es la hormona que se libera durante el parto o la lactancia, cuando se establece el vínculo madre-bebé. También facilita el reprocesamiento de experiencias traumáticas”.

Por su parte, sustancias como la psilocibina actúan sobre los receptores 5HT2A de la serotonina, generando una especie de “reinicio cerebral”. Esto permite desmontar los bucles mentales típicos de la ansiedad, la depresión o los trastornos obsesivos. Pacientes que llevaban años atrapados en rumiaciones o pensamientos negativos, logran en pocas sesiones recuperar una visión más flexible y constructiva de su vida.

“Muchos trastornos mentales se caracterizan por la rigidez cognitiva. Estas sustancias ayudan a romper esos patrones y crear otros nuevos, más funcionales”, afirma Galindo.

¿Son seguras las terapias psicodélicas?

El entusiasmo creciente por estos tratamientos ha llevado a algunas personas a considerarlos inofensivos o incluso milagrosos. Pero Galindo es clara: no son inocuos. “No todas las sustancias sirven para todas las personas, ni en cualquier contexto. El problema es cuando se usan fuera del entorno clínico, sin control de dosis ni acompañamiento”.

Actualmente, una parte importante de la investigación se centra en determinar para quiénes son efectivas estas terapias y para quiénes no. Factores como antecedentes familiares, historial médico, vulnerabilidad a ciertos trastornos mentales o incluso la personalidad del paciente influyen en los resultados.

El uso responsable y científico de estas sustancias es lo que garantiza su seguridad y efectividad.

El tabú olvidado: la psicosis en la menopausia

Además de su trabajo con psicodélicos, la doctora Galindo investiga uno de los grandes silencios de la psiquiatría contemporánea: el aumento de casos de psicosis en mujeres durante la menopausia.

“Hay un segundo pico de aparición de la psicosis que suele coincidir con los cambios hormonales de esta etapa. No se habla de ello porque aún hay mucho estigma, pero es real”, afirma. La mayoría de casos de psicosis comienzan antes de los 20 años y afectan más a hombres. Pero en las mujeres, ese segundo brote en torno a los 50 sigue siendo poco investigado y menos aún diagnosticado a tiempo.

La detección precoz es crucial. “En esos momentos iniciales, se produce un proceso inflamatorio que puede generar cambios duraderos en la memoria y en las funciones cognitivas”, explica Galindo.

En países como Australia ya se aplican modelos de intervención temprana intensiva, que acompañan a la persona durante los primeros tres años del trastorno, no solo con tratamiento médico, sino con apoyo psicológico, social y educativo. Si se logra que la persona entienda lo que está viviendo, detecte los síntomas tempranos de recaída y mantenga su funcionalidad, es posible evitar el deterioro a largo plazo.

MDMA PTSD TEPT

Una psiquiatría con mirada humana y científica

En un mundo saturado de soluciones rápidas, el enfoque de Liliana Galindo ofrece algo distinto: tiempo, profundidad y contexto clínico. Recupera la dimensión humana del tratamiento psicológico sin renunciar al rigor de la ciencia. Reconoce el poder transformador de sustancias milenarias, pero solo cuando se emplean con conocimiento, cuidado y propósito.

Su trabajo, al frente de uno de los grupos de investigación más avanzados de Europa, está poniendo sobre la mesa preguntas incómodas, verdades silenciadas y oportunidades reales de curación. Lo que está ocurriendo en los laboratorios de Cambridge no es una moda pasajera: es el inicio de una nueva era en el cuidado de la salud mental.

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Acerca del autor

Raúl del Pino es un destacado psiconauta, escritor y autoridad en sustancias psicoactivas, especialmente psicodélicos.

Fundador de www.psiconautica.org en 1996, el primer portal en lengua hispana sobre drogas, se ha enfocado en los Estados Modificados de Conciencia y la Psicología Transpersonal. Autor autor de los libros "Guía contemporánea para el viaje psicodélico" y "MDMA, sexo y tantra", Raúl combina rigor científico con introspección personal, explorando la relación entre psicoactivos, sexualidad y prácticas espirituales. Su trabajo contribuye significativamente a la comprensión y uso responsable de sustancias psicoactivas.