Investigadores de Yale han descubierto por qué la ketamina, más conocida por su uso como droga alucinógena, mejora «en horas» los síntomas de la depresión.

A muchos les sonará porque está desbancando a la cocaína como droga de uso recreativo, pero la ketamina, también conocida como «vitamina K», «special K» o «K» a secas, es en origen un anestésico que también ha demostrado su eficacia para tratar los síntomas de la depresión severa en pocas horas, a diferencia de otros fármacos del mercado que tardan semanas o meses en hacer efecto en los pacientes. Ahora investigadores de Yale han descubierto cómo actúa este «mágico» antidepresivo. Los resultados, publicados en el último número de la revista «Science», deberían acelerar el desarrollo de una forma más fácil y segura de administrar la ketamina.

Los autores del estudio encontraron que, en ratas, la ketamina no sólo mejora rápidamente los comportamientos depresivos sino que realmente restaura las conexiones entre las células del cerebro dañadas por el estrés crónico. «Es como una droga mágica. Una sola dosis actúa de inmediato y su efecto dura entre siete y diez días», explica el autor principal del estudio, Ronald Duman, profesor de psiquiatría y farmacología en Yale.

La ketamina ha sido tradicionalmente usada como un anestésico en medicina, pero hace una década los investigadores del Centro de Salud Mental de Connecticut descubrieron que, en dosis bajas, el fármaco parecía aliviar a los pacientes con depresión. En estos estudios iniciales, casi un 70% de los pacientes que presentaban resistencias al tratamiento con otro tipo de antidepresivos mejoraron «en horas» después de recibir la ketamina. Sin embargo, su uso clínico se ha limitado porque debe administrarse por vía intravenosa, bajo supervisión médica y en algunos casos pueden causar episodios de brotes psicóticos como efecto secundario.

Cómo actúa

Los investigadores han comprobado el efecto de la ketamina en la corteza prefrontal de un grupo de ratas y han logrado discernir que el fármaco interviene en la creación de nuevas conexiones sinápticas entre las neuronas, un proceso conocido como «sinaptogénesis». Es precisamente la enzima «mTOR» la que controla la síntesis de proteínas necesarias para el desarrollo de nuevas conexiones sinápticas.

«La clave está en el recorrido que hace la ketamina hasta llegar al cerebro», comenta uno de los colaboradores del estudio, George Aghajanian. «Comprendiendo el mecanismo que produce el efecto antidepresivo de la ketamina se podrá atacar el trastorno desde más ángulos consiguiendo una mayor eficacia», añade. Al menos un 40% de las personas que sufren depresión no responden adecuadamente a la medicación, mientras que a muchos otros sólo les hace efecto después de meses o años de intentarlo con diferentes tratamientos.

Los autores de la investigación recuerdan además que la rápida eficacia de la ketamina también ha sido testada en personas con tendencias suicidas, un beneficio que normalmente se aprecia en semanas con los fármacos tradicionales.

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