Así afirma Pere Munné, especialista del Servicio de Toxicología del Hospital Clínico de Barcelona. Cada vez más jóvenes y adultos recurren al ‘pharming’, el uso de medicamentos con fines recreativos.


Doctor Pere Munné

Cada vez más jóvenes y adultos recurren al ‘pharming’, el uso de medicamentos con fines recreativos. Ansiolíticos, fármacos para tratar el déficit de atención o simples jarabes contra la tos pueden convertir a sus usuarios en adictos, alerta Munné, experto en drogas de diseño e invitado al Congreso de Medicina de Urgencias.

¿Qué es el “pharming”?

Es el uso de fármacos prescritos o no para el sujeto que abusa de ellos y que son utilizados con fines recretativos en lugar de terapeúticos.

¿Cuáles son los más utilizados?

La codeína, el metilfenidato -un estimulante que se encuentra en medicamentos indicados para el déficit de atención y la hiperatividad-, las benzodiazepinas -el alprazolam, principalmente, presentado con la marca comercial Trankimazin- y el dextrometorfano -un antitusígeno presente en la mayoría de composiciones recetadas para resfriados-.

¿Todos producen los mismos efectos?

No, pero lo que todos buscan al consumirlos es estar eufóricos y potenciar la fortaleza física. Algunos de ellos, en concreto el dextrometorfano, que tomado a altas dosis tiene un efecto semejante a la ketamina, tienen capacidad alucinatoria y provocan la sensación al consumidor de estar fuera de su cuerpo.

¿Cómo son los practicantes del “pharming”? ¿Todos están en la misma franja de edad?

Estas drogas no cargan con el sello de lo ilícito y la gente cree que ofrecen un efecto sin riesgo, de ahí que 21 millones de adolescentes en EEUU de entre 12 y 19 años abusen de ellas. Esto significa que hay otra franja de consumidores de entre 25 y 30 años que abusan, pero una forma, digamos, más profesional y crónica. Para los adolescentes pueden ser la puerta de entrada a otras drogas.

¿Son estas sustancias tan adictivas como la cocaína y la heroína?

Crean dependencia e incluso provocan pequeños síndromes de abstinencia, pero no tienen la capacidad de adicción de la cocaína o la heroína.

¿Cómo se accede a ellos?

Un 60% de los consumidores lo obtiene del botiquín familiar o a través de amigos. Del 40% restante, el 81% los consigue en la farmacia pero sin receta médica, bien porque no la precisan o bien porque ellos insisten tanto que el farmacéutico se los da, y el 19% restante utiliza recetas falsas. Desde los años 90, los traficantes de bajo nivel pretenden, en paralelo con las drogas duras, crear otro ámbito de consumo, el pharming, en especial a través de Internet.

¿Resultan difíciles de detectar?

Cuando hacemos los análisis de orina sabemos que no han consumido cocaína y opiáceos como la heroína, pero desconocemos si se trata de dextrometorfano o codeína.

¿El abuso en adultos también tiene una finalidad recreativa?

Éstos suelen empezar por recurrir a ellos cuando tienen experimentan algún problema y luego se habitúan y los toman de forma continuada. Yo he visitado abogados de más de 50 años muy conocidos en Barcelona que no pueden trabajar si dejan esos fármacos.

¿Es un fenómeno creciente?

Sí, aunque estadísticamente es difícil de cuantificar porque las encuestas suelen centrarse en drogas ilegales. Estas otras, como son de consumo ordinario, es imposible conocer su alcance. No obstante, si puede constatarse un incremento de recetas de metilfenidatos porque ahora hay más diagnósticos de trastornos de déficit de atención e hiperactividad, lo que también significa que algunos de estos medicamentos, comercializados con las marcas Rubifen, Concerta o Medikinet, pueden ser derivados para abuso en lugar de para el tratamiento farmacológico. El metilfenidato, que es una anfetamina, aumenta tanto el rendimiento escolar que algunos padres se resisten a dejar de dárselo a sus hijos, además, hay otros progenitores que lo consumen ellos mismos.

¿El abuso del resto también crece?

Es difícil decirlo porque el dextrometorfano está presente en unos cien productos para el resfriado. Sabemos, no obstante, que la codeína provoca el 20,1% del pharming, el metilfenidato, el 11%, el dextrometorfano, el 2,8%, ha crecido, y el alprazolam, el 10%.

¿Pueden los médicos controlar el consumo de estos medicamentos?

Hay que pedir a los médicos que sean absolutamente rigurosos en la prescripción. Esta debe estar ajustada al consumo y no los deseos del paciente.

¿Cuáles son las peores desde un punto de vista toxicológico?

Algunos derivados bromados de las anfetaminas y dentro de éstas la peor es la metanfetamina, que provoca trastornos en el sistema de la adrenalina, en cambio el éxtasis sólo los causa en el de la serotonina. A la larga, la metanfetamina puede generar trastornos crónicos en forma de deterioro cognitivo y también parkinsonismo, en cambio las otras, MDMA, etc… Causan efectos sobre la memoria a largo plazo pero nunca parkinsonismo.

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