Descubre por qué pasarte al vapor es la opción más saludable, económica y eficaz para disfrutar de tus esencias sin combustión
Este mes comenzaremos una serie de artículos en los cuales os daremos todas las claves para ser un auténtico experto en vaporización. Conociendo así desde las múltiples ventajas de vaporizar hasta la temperatura idónea para volatilizar los diferentes cannabinoides y terpenos presentes en el cannabis.
Pero antes os contaremos las grandes ventajas que nos ofrece la vaporización y por qué debemos utilizar esta forma de consumo frente a otras con más perjuicios para la salud, como puede ser la combustión.

¿Por qué pasarnos al vapor?
Junto a “qué vaporizador comprarme”, “por qué pasarme al vapor” es una de las cuestiones que más me suelen hacer, tanto los consumidores noveles –ya sean recreativos o medicinales– como los más expertos, que quieren obtener nuevas experiencias al degustar sus esencias.
Aunque son muchos los motivos y las ventajas por las que pasarnos al vapor, nosotros los solemos dividirlas en cinco principalmente:
- Salud: la vaporización es actualmente el modo de consumo de cannabis más recomendado por los médicos. Siendo tal su importancia que en los hospitales en los que se suministra cannabis a los pacientes, suele hacerse mediante vaporización. Esto se debe a que la vaporización no produce agentes nocivos para la salud –como ocurre en la combustión–. Los principales agentes tóxicos que evitaremos son: tolueno, naftalina, benceno, cianuro de hidrógeno e hidruro de amonio. Además, frente a lo que pueda parecer, con la vaporización es imposible llegar a una intoxicación o sobredosis, como sí puede suceder cuando ingerimos cannabis. Tampoco podemos olvidar que el vapor producido –ya sea una vez expirado o antes de inhalarlo– no contiene sustancias tóxicas para terceros, al contrario de lo que ocurre con la combustión. De ahí que no sólo cuidemos nuestra salud, sino la de las personas que nos rodean mientras estamos vaporizando.
- Economía: en estos tiempos de crisis, la economía, desgraciadamente, suele condicionar en exceso nuestra forma de vida y, por consecuencia, nuestra salud. Por ello, nuestra forma de consumo más económica suele ser vaporizar. Esto se debe a que gracias a la popularización de la vaporización, cada vez hay más modelos –fabricados con buenos materiales y ofreciéndonos garantías de su salubridad– de coste medio. Hablamos de coste medio cuando nos referimos a un rango de precios entre 150 y 250 euros. Hace apenas unos años, todos los vaporizadores de calidad superaban, por mucho, esta horquilla de precios. Por ello, si comparamos el precio de vaporizador de calidad media con el precio de un bong de una calidad similar –provisto de sistemas de hidratados, certificación del cristal, etc. – en cuestión de precio es muy parecido. Al igual que si comparamos dicho coste con el coste de tabaco, papel o gas –utilizados en la forma de consumo más popular en España: el “porro”–.
- Rapidez y eficacia: al contrario de lo ocurrido en la combustión, al vaporizar obtenemos un efecto mucho más rápido, reduciendo el tiempo de espera de 5 a 10 minutos que tardaría en la combustión a sólo unos segundos. Reducimos aún más el tiempo de espera si lo comparamos con el consumo mediante ingesta, el cual tarda unos veinte minutos aproximadamente. Este hecho es principalmente apreciado por los consumidores medicinales, que nunca habían conseguido paliar de una forma tan rápida algunas de sus dolencias. Recordemos que un paracetamol tardará sobre treinta minutos en hacer efecto. A esta rapidez hay que sumarle la eficacia para extraer todas las sustancias deseadas –terpenos, cannabinoides, flavonoides, etc. – de nuestras esencias. Si lo comparamos con la combustión, podemos extraer hasta un 60 % más de los principios activos.
- Aislamiento de cannabinoides: éste es el motivo más divertido. Dado que tenemos un rango muy amplio en el que volatilizar nuestras esencias –ya sean cannabinoides, terpenos y/o flavonoides–, vaporizando una misma esencia a diferente temperatura podremos disfrutar de un efecto u otro, pudiendo incluso anular en gran parte el efecto de un cannabinoide, para potenciar el efecto de otro/s. Como ejemplo, si hacemos una primera vaporización a 170 grados Celsius, potenciaremos el efecto del THC. Por el contrario, si tras esta primera vaporización ajustamos el vaporizador a 190 grados Celsius, disfrutaremos del efecto característico del CBD. Gracias a poder jugar con las temperaturas, tanto los consumidores medicinales como los recreativos, pueden elegir el efecto que ellos deseen. Otra de las ventajas de poder aislar los cannabinoides es que gracias a este proceso, si damos una primera pasada a unas esencias –principalmente a las sativas– ajustando la temperatura 170 grados Celsius –sin inhalar este vapor–, podremos hacer una segunda pasada a 190 grados Celsius, obteniendo un efecto con predominancia índica.
- Limpieza: dado que la vaporización apenas produce olores, con esta forma de consumo evitaremos que nuestra casa, trabajo o lugar donde estemos vaporizando se convierta en un lugar maloliente, hecho que se ve complementado por la ausencia de humos en la estancia en la que vaporicemos, evitando así molestar a terceros. Por último, aunque no menos importante, ya que los residuos de las esencias vaporizadas siempre están en una cazoleta y no produce ningún tipo de ceniza, nos facilitarán la limpieza. Pasando de tener un molesto cenicero, a poder tirar los residuos en un simple bote cerrado. De esta forma ya no tendremos ceniza por todos lados.

¿Qué es un vaporizador?
Conocemos como vaporizador a un instrumento, eléctrico o no, capaz de calentar tanto hierbas como resinas, con el fin de volatilizar los diferentes compuestos presentes en la esencia a vaporizar. Este calentamiento controlado permite extraer cannabinoides, terpenos y flavonoides sin la necesidad de llegar a combustionar la esencia vaporizada.
Pese a que el principio de funcionamiento es similar en todos los vaporizadores, la forma en que calentarán nuestras esencias será lo que marque la diferencia entre uno u otro. Esto se debe a que, según el calentamiento, la unidad de vaporización será más o menos adecuada para vaporizar hierbas, resinas o ambas. Por ello, los dividiremos en tres grupos según su manera de calentar, tanto la cazoleta como las esencias:
- Calentamiento por convección: este sistema de calentamiento se basa en una corriente de aire caliente –forzado o no por un pequeño ventilador según el modelo– que circula a través de la cazoleta que alberga las esencias calentándolas a la temperatura deseada. Este sistema de calentamiento es especialmente útil para vaporizar hierbas. Esto no quiere decir que no se puedan vaporizar resinas, sino que sería menos eficaz para este tipo de materia prima. Además, los sistemas con aire forzado son especialmente útiles para los consumidores con problemas respiratorios, ya que al llevar el aire forzado apenas tendrán que hacer esfuerzo para realizar la inhalación del vapor. Una de las grandes desventajas de este modo de calentamiento es el largo tiempo utilizado para alcanzar la temperatura idónea, inconveniente que han ido resolviendo con la evolución de las nuevas unidades de vapor comercializadas durante los últimos meses.

- Por conducción: a diferencia del sistema de convección, en este caso las esencias estarán en contacto con la superficie calefactable, agilizando así el tiempo de calentamiento, llegando a ser de apenas un segundo en los vaporizadores de última generación. Esta rapidez también va acompañada de una mayor potencia, la cual nos facilitará la vaporización de extracciones. Por el contrario, esta agresividad en el calentamiento puede provocar una vaporización de las hierbas poco uniforme. Es recomendable agitar las hierbas tras cada inhalación para facilitar una correcta y uniforme vaporización. Otra de las grandes ventajas de estos sistemas es que necesitan menos energía para realizar el calentamiento, algo muy valorado en los vaporizadores portátiles, especialmente los destinados al consumo de resinas, que nos ofrecen una gran autonomía.
- Calentamiento por radiación: esta forma de calentamiento es la menos conocida y usada. Ya que la producción de dicho sistema encarece mucho los costes de fabricación de la unidad de vaporización y, por consecuencia, el precio final del producto. Dicho sistema produce su calentamiento mediante ondas electromagnéticas, con la gran ventaja de conseguir un calentamiento rápido, a la vez que poco agresivo, de ahí que algunos modelos utilizan este sistema de calentamiento como complemento a la convección obteniendo grandes resultados con esta combinación de sistemas.
¿Con o sin termostato regulable?
Tras el sistema de calentamiento, la segunda característica más importante que determinará el funcionamiento de nuestra unidad de vaporización será si permite regular la temperatura a la que queremos volatilizar nuestras esencias o si, por el contrario, dicha temperatura no es regulable y viene prefijada.
Bajo mi punto de vista, la necesidad de que un vaporizador pueda regular la temperatura a la que vaporicemos es imprescindible, de no ser así nos ocurrirá como sucede en la combustión, no podremos aislar los cannabinoides y no podremos jugar con diferentes efectos a partir de una misma esencia. Dicho esto, la única ventaja que le veo a los vaporizadores sin termostato regulable es que su precio suele ser menor. A medio camino entre la temperatura regulable y la no regulable han surgido unas nuevas unidades de vapor que ya tienen prefijadas tres o más temperaturas, para que así, al menos, podamos jugar un poco con los diferentes efectos. Dichas unidades de vapor son las preferidas por los vaporetas noveles que no quieren complicarse en exceso con los termostatos regulables de última generación capaces, incluso, de ir modificando la temperatura a medida que vaporizamos. Podemos ajustar modos en los que los primeros tres minutos vaporicemos a 170 grados Celsius y, tras ese tiempo inicial, el vaporizador se ajusta a 200 grados Celsius para terminar nuestra sesión de vaporización con un efecto más relajado.

Estos avances tecnológicos han llegado acompañados de termostatos mucho más precisos, en los que podemos ajustar la temperatura de grado en grado. Además, estos termostatos consiguen mantener la temperatura sin grandes variaciones.
Tras conocer por qué debemos pasarnos al vapor y qué es un vaporizador, en la siguiente parte desgranaremos las diferentes temperaturas a las que podemos volatilizar unas u otras sustancias, haciendo acopio de los datos más novedosos al respecto. Además, conoceremos las mayores ventajas y desventajas de los vaporizadores portátiles y de sobremesa, para que podáis elegir el vaporizador ideal según vuestras necesidades. ¡Yo vaporizo!

Acerca del autor

Raro Genetics
Cultivando, extrayendo y vaporizando desde el siglo pasado. Cientos de artículos publicados en los medios más prestigiosos del sector cannábico en España. Juez en las copas más renombradas en Europa. Presidente asociación de CBD-rich. Fundador de Origami Extracts Tools. @raroweed




















