Solo 22 de los 150 dispensarios proyectados han abierto, mientras la industria enfrenta trabas burocráticas, disputas legales y la competencia de comercios ilegales

El estado de Nueva York enfrenta un revés en su intento por regular el mercado del cannabis: de los USD 50 millones invertidos en su programa de dispensarios legales, una parte significativa no ha logrado materializarse en negocios operativos. La iniciativa, diseñada para apoyar a empresarios afectados por la criminalización del cannabis, ha tropezado con barreras financieras, regulatorias y legales que han retrasado su implementación.

El Cannabis Social Equity Investment Fund, aprobado en 2022, fue concebido para facilitar la apertura de 150 dispensarios legales, priorizando a aquellos con antecedentes penales relacionados con el cannabis. Sin embargo, hasta la fecha, solo 22 locales han conseguido operar.

Críticas a la ejecución del programa

La administración de la gobernadora Kathy Hochul se enfrenta a crecientes cuestionamientos sobre la gestión de los ingresos fiscales generados por la venta de marihuana legal y su impacto en comunidades que históricamente han sufrido la penalización del consumo de cannabis.

El plan inicial contemplaba que los fondos invertidos serían reembolsados con los ingresos fiscales del cannabis. No obstante, la recaudación ha sido mucho más baja de lo esperado, debido a la lenta apertura de dispensarios y a la competencia de más de 2.000 comercios ilegales en la ciudad de Nueva York.

Joseph W. Belluck, miembro del panel estatal que supervisa el mercado, advirtió que el intento de recuperar la inversión en este momento perjudica a las comunidades afectadas por la prohibición del cannabis. Según datos oficiales, la reinversión prevista para 2025 se mantendrá en USD 5 millones, sin aumento respecto a años anteriores, a pesar del crecimiento de los ingresos por ventas legales.

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El caos regulatorio frena el crecimiento del mercado

Uno de los principales obstáculos que enfrenta la industria es el atasco en la aprobación de licencias. Actualmente, más de 5.000 solicitudes están pendientes de revisión por parte de la Oficina de Gestión del Cannabis (OCM, por sus siglas en inglés). La falta de infraestructura y personal para procesarlas ha generado un efecto dominó: sin licencias aprobadas, hay menos dispensarios operando y, por lo tanto, menos ingresos fiscales disponibles para reinvertir en el programa.

Además, el mercado enfrenta un conflicto legal entre empresarios que han cumplido con los requisitos estatales y aquellos que exigen una mayor flexibilidad en la regulación. Un caso emblemático es la demanda de Chelsea Cannabis Co. contra la OCM, luego de que esta permitiera la apertura de un dispensario rival a solo 213 metros de distancia, cuando la normativa exige un mínimo de 305 metros de separación entre locales.

La amenaza de los dispensarios ilegales

Mientras el mercado legal avanza con dificultades, los comercios ilegales han proliferado sin control. Se estima que en la ciudad de Nueva York existen más de 2.000 dispensarios sin licencia, que operan con menos restricciones y precios más bajos, lo que les permite atraer a la mayoría de los consumidores.

Las autoridades han intentado cerrar algunos de estos establecimientos, pero las decisiones judiciales han complicado los operativos, permitiendo que muchos continúen funcionando.
Resistencia de los municipios y fragmentación del mercado

El problema del cannabis legal no se limita a la ciudad de Nueva York. Más de 400 municipios en el estado han prohibido la venta de marihuana en sus territorios, lo que ha llevado a consumidores a desplazarse a otras localidades o recurrir al mercado ilegal.

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Municipios como Hempstead y North Hempstead han pedido la creación de una zona de amortiguamiento de al menos un cuarto de milla entre sus límites y los dispensarios autorizados, para evitar el flujo de clientes en áreas donde la venta está prohibida.

Un modelo fallido en comparación con otros estados

El lento desarrollo del mercado del cannabis en Nueva York contrasta con la experiencia de otros estados como California y Colorado, donde la legalización ha sido más efectiva. Según el Instituto Rockefeller de Gobierno, las trabas burocráticas, la falta de financiamiento y la presencia de un mercado ilícito consolidado han sido los principales factores que han frenado el éxito del sector en Nueva York.

¿Qué pasará ahora?

El estado enfrenta un dilema: continuar con un modelo que no ha logrado despegar o replantear la estrategia para garantizar el éxito del mercado regulado. Mientras tanto, los empresarios legales luchan contra la competencia desleal, la burocracia y la incertidumbre financiera, mientras el mercado ilegal sigue creciendo sin control.

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Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.