Drogas en el deporte – Las sustancias dopantes (II)

Segunda entrega de la serie de artículos sobre las sustancias utilizadas por los deportistas para aumentar el rendimiento.

Qué son los controles antidopaje

Son procedimientos que utilizan las autoridades deportivas para detectar el uso de sustancias y prácticas prohibidas. En España, el Consejo Superior de Deportes (CSD) elabora la lista de sustancias y métodos considerados ilegales y, junto con la Agencia Española Antidopaje -sucursal de la Agencia Mundial Antidopaje- encarga a laboratorios autorizados el análisis de las muestras recogidas a los atletas. Recientemente, a fecha 21 de noviembre de 2006, se ha aprobado una “Ley de protección de la salud y de lucha contra el dopaje” con la que se crea la Agencia Estatal Antidopaje (Ley Orgánica 7/2006, que puede consultarse en http://www.boe.es/g/es/bases_datos/doc.php?coleccion=iberlex&id=2006/20263). Con ello no sólo se intenta ejercer un mayor control sobre las prácticas dopantes, sino que además se podrá castigar con penas de cárcel al entorno que suministra drogas al atleta (se introduce un nuevo artículo en el Código Penal) y realizar un seguimiento de la distribución comercial de medicamentos y otros productos potencialmente ergogénicos. Como decíamos antes, todo esto resulta familiar al lector de una publicación dedicada al cannabis; con el añadido de que, según la ley del medicamento,  no es lícito citar marcas de fármacos con receta en publicaciones no destinadas a especialistas médicos o farmacéuticos.

El control de dopaje consiste en el análisis de una muestra de orina o sangre del deportista en cuestión. Éste puede ser elegido aleatoriamente, o bien a elección de los oficiales deportivos. El control puede comunicarse antes o realizarse sin anuncio previo, y hacerse tanto en competición como fuera de temporada. En caso de encontrarse algún producto prohibido, el deportista puede presentar alegaciones que justifiquen su uso por razones médicas, o pedir que se analice la segunda muestra que se le tomó, el llamado “contraanálisis”.

Si en la segunda muestra también se comprueba la presencia de la sustancia ilegal y no hay justificación médica por parte del deportista, se dice que éste ha dado “positivo” en el control y se pone en marcha la maquinaria legal. Las sanciones son de tres meses a cuatro años sin poder competir, dependiendo de la gravedad de la infracción. En caso de reincidencia, la suspensión puede ser a perpetuidad.

Lista de sustancias prohibidas

En relación con la ley antes citada, el 21 de diciembre de 2006 se publicó una resolución de la Presidencia del Consejo Superior de Deportes con la lista de sustancias prohibidas más reciente, la cual revisa y corrige las anteriores (http://www.boe.es/g/es/bases_datos/doc.php?coleccion=iberlex&id=2006/22698). La “lista negra” contiene diversos grupos de sustancias prohibidas, clasificadas según su acción.

Estimulantes

Se emplean para aumentar la resistencia física, el estado de alerta y la concentración. Disminuyen el cansancio, la sensibilidad al dolor y el tiempo de reacción.

El reglamento de control de dopaje divide los estimulantes prohibidos en dos tipos. Dentro del primero están los que, en general, podemos considerar “estimulantes suaves”, como por ejemplo el heptaminol y el prolintano (presente en el Katovit®, fármaco ya retirado en España y popular hace años entre los estudiantes).

En el segundo grupo se incluyen las anfetaminas y sus derivados, algunas sustancias de uso neuropsiquiátrico que incluimos entre las drogas inteligentes (dopaminérgicos como el amineptino y la selegilina y estimulantes con propiedades nootrópicas como el adrafinil y el modafinil), y la cocaína.

Analgésicos narcóticos

Este grupo comprende las sustancias analgésicas opiáceas y similares, que reducen la sensibilidad al dolor: heroína, metadona, pentazocina, etc.

Agonistas beta-adrenérgicos

Dilatan los bronquios y mejoran la oxigenación. El clenbuterol pertenece a este grupo, pero suele incluirse dentro del grupo de anabolizantes por ser estimulante y aumentar la masa muscular. El formoterol, el salbutamol, el salmeterol y la terbutalina son permitidos, siempre que se administren por vía inhalatoria y para tratar el asma. Por ejemplo, Miguel Induráin dio positivo por salbutamol en el Tour de Francia 1994, uno de los que ganó. Sin embargo, había declarado antes del control que lo utilizaba con fines terapéuticos y fue exculpado.

Cannabis y derivados

Están prohibidos sólo en temporada de competición. Según las autoridades deportivas, aunque no mejoran el rendimiento se incluyen en la “lista negra” a fin de evitar los problemas sociales y para la salud que pueden causar estas drogas.

Alcohol

El alcohol no se encuentra en la lista general de sustancias prohibidas. Su inclusión se deja a voluntad de cada federación deportiva si ésta considera que su consumo puede alterar el rendimiento.

Anabolizantes

Aumentan la masa muscular, la potencia, la agresividad y la fuerza. Permiten unos entrenamientos más intensos y una mejor recuperación. Se clasifican en exógenos, que no pueden producirse por el organismo (por ejemplo: danazol, drostanolona, estanozolol, nandrolona, oximetolona) y endógenos, segregados de forma natural, como la testosterona y la dihidrotestosterona. Los primeros están prohibidos; la detección de los últimos se considera dopaje si supera el nivel admitido.

Beta-bloqueantes (propranolol, acebutolol y similares)

Una federación deportiva puede prohibirlos si estima que pueden modificar artificialmente el rendimiento. Por ejemplo, en los deportes de tiro, en los que es importante la precisión, estos fármacos ayudan a controlar la ansiedad y los temblores.

Hormonas peptídicas

Tienen efectos anabólicos, en general; por ejemplo, la hormona del crecimiento es una sustancia que regula importantes funciones orgánicas de construcción de tejidos. La HCG (gonadotropina coriónica humana) y la LH (hormona luteinizante) son gonadotropinas que estimulan la síntesis de testosterona. La insulina tiene propiedades anabólicas por colaborar en la acumulación de proteínas y de glucógeno. La eritropoietina (la EPO, bien conocida por su uso en el ciclismo) aumenta el número de glóbulos rojos, con todo lo que esto supone: mejor oxigenación y más resistencia, con riesgo de problemas cardiovasculares. Al ser hormonas segregadas por el organismo, hay que superar cierto nivel para dar positivo en un control.

Anti-estrógenos

Al reducir el nivel de estrógenos (hormonas femeninas) pueden aumentar la secreción de andrógenos y mejorar el rendimiento. Son el ciclofenil, el tamoxifeno y el clomifeno.

Agentes enmascarantes

Son sustancias que impiden que el producto dopante aparezca en la orina, disimulan su presencia o alteran los parámetros hematológicos. Un ejemplo muy conocido es el probenecide, la sustancia hallada en la orina de Pedro Delgado durante el Tour de Francia 1988, el que ganó. Perico consiguió librarse de la quema porque este producto aún no estaba prohibido por la Unión Ciclista Internacional, aunque sí por el Comité Olímpico (COI).

Diuréticos

Utilizados para adelgazamientos de última hora en deportes con categorías según pesos. También son útiles para diluir la concentración en orina de las sustancias dopantes y hacer así más difícil su detección.

Sustancias restringidas

Algunas sustancias no están totalmente prohibidas, sino que es lícito cierto nivel en el organismo y se considera positivo superarlo. También depende de cada federación en particular, según el tipo de actividad, el restringir algunos productos.

Las siguientes prácticas son también consideradas dopaje:

-Dopaje sanguíneo: la administración de sangre para aumentar el rendimiento. Se sabe desde hace décadas que el entrenamiento en altura eleva el número de glóbulos rojos para compensar la menor presencia de oxígeno. Aunque a las pocas semanas de volver al entorno habitual se pierdan las mejoras, si se extrae sangre del deportista y se conserva para hacerle una transfusión en los días de competición, se obtiene una poderosa arma ergogénica… prohibida, como es lógico.

-La manipulación genética destinada a mejorar el rendimiento.

Por qué la industria del cannabis experimentó un crecimiento del empleo del 5.4% en 2023 en EEUU

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La industria del cannabis vuelve a crecer después de dos años de inactividad. En 2024, la fuerza laboral legal del cannabis aumentó un 5,4% con respecto a 2023, agregando 23,000 nuevos puestos de trabajo, mientras que las ventas nacionales de marihuana experimentaron un crecimiento de dos dígitos, según un nuevo informe de la plataforma de empleo de cannabis Vangst, que fue obtenido exclusivamente por Forbes.

Las ventas legales de cannabis en 2023, en los 38 estados que permiten alguna forma de marihuana regulada, alcanzaron los 28,800 millones de dólares, según Whitney Economics (que se asoció con Vangst para publicar el informe), frente a los 26,100 millones de dólares de 2022, un aumento del 10,3%. Actualmente, la industria legal del cannabis cuenta con 440,445 empleos a tiempo completo, según el informe, frente a 417,493 en 2023. Con un salario promedio de 40,000 dólares, eso significa que la industria del cannabis añadió 920 millones de dólares en nuevos salarios el año pasado.

“Para las empresas que lograron salir adelante, 2023 se trataba de estabilizarse y sobrevivir”, dice Karson Humiston, fundador y director ejecutivo de Vangst, con sede en Denver. “Estoy contento, pero hace apenas unos años vimos un crecimiento del 41%”.

Aún así, esta es una buena noticia para los inversores, empresarios y trabajadores después de que la industria se contrajera un 2% entre 2022 y 2023, una pérdida de 10.566 puestos de trabajo, lo que marca la primera caída en lo que alguna vez fue la industria de rápido crecimiento de Estados Unidos.

El crecimiento del empleo se debe principalmente a la expansión y a los nuevos mercados en el Medio Oeste. Missouri, que vio su primer año completo de marihuana recreativa legalizada, alcanzó 1.3 mil millones en ventas y agregó 10,735 empleos. Michigan es el mayor generador de empleos relacionados con el cannabis en el país, con un impresionante crecimiento de las ventas del 33 % en 2022. El estado de Wolverine reportó 3 mil millones de dólares en ventas de marihuana el año pasado y agregó 11 000 nuevos empleos, o el 48 % de todo el crecimiento de nuevos empleos. Ayuda que Michigan limite con Indiana y Wisconsin, estados donde la marihuana todavía es ilegal. (Ohio acaba de legalizar el uso en adultos en noviembre de 2023).

La costa este, hogar de nuevos mercados caóticos como Nueva York (que está plagada de tiendas de marihuana sin licencia que eclipsan a los dispensarios autorizados), también contribuyó al crecimiento económico de la industria. Además de Nueva York, estados como Connecticut, Maryland, Nueva Jersey y Rhode Island crearon un total de 13,000 nuevos puestos de trabajo.

Pero el informe no está lleno de buenas noticias: 10 de 38 estados que permiten alguna forma de venta legal de marihuana experimentaron disminuciones económicas. Los mercados maduros, como California y Colorado, se contrajeron el año pasado, gracias a una combinación de exceso de oferta, compresión de precios y competencia de ventas ilegales y sin licencia, así como de productos de cáñamo legales a nivel federal.

California, el mercado de cannabis más grande del país con 5,100 millones de dólares en ventas en 2023, perdió 4,975 puestos de trabajo, o el 6% de su fuerza laboral dedicada a la marihuana. Colorado, que lanzó ventas legales para uso de adultos en 2014, perdió el 16% de sus empleos de cannabis. Washington cayó un 15% y Oregón un 7%, respectivamente. En total, el mercado de cannabis de la costa oeste (incluidos California, Colorado, Nevada, Oregón y Washington) perdió 15,000 puestos de trabajo, o 600 millones de dólares en salarios.

El exceso de oferta de cannabis y la consiguiente crisis de precios en los mercados estatales han sido brutales para la industria. En Colorado, el precio de una onza de marihuana ha caído un 30% desde 2021, según el informe, lo que es una bendición para los consumidores pero terrible para los minoristas, ya que está “exprimiendo” los márgenes de beneficio de los operadores.

POR QUÉ LA INDUSTRIA DEL CANNABIS EXPERIMENTÓ UN CRECIMIENTO DEL EMPLEO DEL 5.4% EN 2023

Y para los estados que dependen del turismo, como Colorado y Nevada, la continua expansión de la legalización en todo el país (20 estados ahora permiten las ventas para uso de adultos) ha afectado considerablemente a estos mercados. La industria del cannaturismo de Colorado es ahora “una fracción de lo que era antes”, afirma el informe, y la “experiencia de comprar marihuana legal en una tienda minorista también puede haber perdido parte de su novedad” también para los visitantes de Nevada, donde el estado publicó 50 millones de dólares menos en ventas anuales en 2023 que en 2022 y perdió 1,000 puestos de trabajo.

Es la historia de dos industrias dentro de una: los nuevos mercados disfrutaron de expansión mientras que los mercados más antiguos viven tiempos difíciles. Pero Humiston no cree que los nubarrones duren indefinidamente. Si bien la marihuana sigue siendo ilegal a nivel federal (se considera una droga de Lista 1 junto con la heroína y el LSD), es posible una posible reclasificación o desclasificación a nivel federal este año, lo que le daría a la industria una inyección de aliento.

“Si las estrellas se alinean, entre 2024 y 2025 se podría ver la mayor creación de empleo en la industria hasta la fecha”, dice Humiston. “2024 se trata de nuevos mercados para el crecimiento del empleo: Ohio, Nueva York, Nueva Jersey, Maryland y Florida votarán sobre el uso de adultos en noviembre. Veo un camino hacia 1 millón de puestos de trabajo en la industria, incluso con el mercado regulatorio restringido”.

Beau Whitney, fundador de Whitney Economics, dice que 2023 demostró que la industria del cannabis es resistente. Frente a las altas tasas de interés, los impuestos agobiantes (las empresas de cannabis pagan una tasa impositiva federal punitiva para los traficantes de drogas ilegales) así como los altos costos de la mano de obra y la cadena de suministro, la industria aumentó su número total de puestos de trabajo en más de un 5% y sus ingresos totales en un 10%. Él cree que una vez que el entorno macroeconómico se ajuste y la ley federal se ponga al día con esta industria única de cada estado, el mercado del cannabis quedará libre. “Estamos en un período de transición”, dice Whitney, “entre pesimismo y rayos de esperanza”

Fuente Forbes

Terapia psicodélica: Lo que los pacientes deben saber antes de aceptar

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Desafíos especiales para el consentimiento informado en el uso de psicodélicos en la salud mental. Lo que los pacientes deben saber antes de aceptar la Terapia Psicodélica.

En un contexto de creciente aceptación de los agentes psicodélicos para el tratamiento de problemas de salud mental, un análisis reciente pone de relieve desafíos únicos y consideraciones esenciales en el diseño e implementación de los procesos de consentimiento informado. Según un estudio publicado en JAMA Psychiatry por Mason Marks, MD, JD, de la Escuela de Derecho de Harvard y colaboradores, existen siete elementos que han sido pasados por alto o insuficientemente destacados en los procesos actuales de consentimiento informado relacionados con los psicodélicos.

Entre los aspectos identificados se encuentran cambios perceptuales agudos y crónicos, cambios de personalidad y alteraciones en las creencias metafísicas, el rol del contacto físico limitado, el potencial de explotación y abuso del paciente, la recolección de datos y la investigación, las revelaciones del practicante, y la educación interactiva del paciente junto con la evaluación de la comprensión.

Las propiedades únicas de estas sustancias, la variedad de contextos en los cuales pueden ser utilizadas y la diversidad de clínicos que las proveen requieren procedimientos especiales de consentimiento informado, destacan los autores. En un editorial acompañante, Paul Appelbaum, MD, del Instituto Psiquiátrico del Estado de Nueva York en la Universidad de Columbia, subraya la importancia de reconocer que estos elementos son solo parte de un proceso de consentimiento informado completo.

La investigación apoya cada vez más el uso de psicodélicos como la psilocibina y el ácido lisérgico dietilamida (LSD), que actúan sobre los receptores 5-HT2A, para tratar numerosas condiciones de salud mental incluyendo depresión, trastorno de estrés postraumático, trastorno obsesivo-compulsivo y diversos trastornos de adicción.

A pesar de los avances regulatorios, los autores del estudio señalan que el consentimiento informado ha estado mayormente limitado a los participantes de investigaciones sobre psicodélicos, y “los estándares para integrar los psicodélicos en la atención sanitaria han quedado rezagados”, incluyendo los procesos para educar a los pacientes y obtener permiso para tratar.

El entorno social y regulatorio en el que se sitúan los psicodélicos complica aún más el consentimiento informado. Las jurisdicciones tienen diferentes leyes sobre el uso de psicodélicos, y las sustancias permanecen estigmatizadas o ilegales en algunos lugares. Los practicantes de psicodélicos pueden estar más influenciados que en otros campos médicos por su experiencia personal con psicodélicos o por relaciones con la industria en un campo emergente financiado en gran parte por intereses privados o filantropía.

Para abordar estas preocupaciones, los autores indican que el consentimiento informado debe utilizar un lenguaje claro para describir exhaustivamente la gama de posibles efectos, incluyendo aspectos que pueden parecer bizarros o sentirse místicos, y los practicantes deben estar disponibles para responder a las preguntas de los pacientes. También deben revisar el potencial de empeoramiento de los síntomas u otros cambios perceptuales que son difíciles de predecir.

Los procesos de consentimiento informado para psicodélicos, sugieren Marks y colegas, deberían incorporarse en la formación de las escuelas de medicina, los programas de entrenamiento de practicantes, las estrategias de mitigación y evaluación de riesgos de la FDA, y las directrices de práctica clínica estatales.

¿Son las plantaciones de cannabis la próxima gran forma de absorber CO2 de la atmósfera?

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Hay 2 teorías acerca de las bondades del cáñamo para ayudar a reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera.

Una de ellas defiende el poder de los campos de cáñamo para absorber el dióxido de carbono (CO2), principal contribuyente del calentamiento global.

La otra pone en duda que el cannabis sea un mejor candidato que cualquier otra planta.

La importancia del CO₂

Las zonas forestales son sumideros de carbono fundamentales, que absorben toneladas de carbono por hectárea al año, reduciendo así el nivel global de CO₂ atmosférico, y emitiendo oxígeno al mismo tiempo.

El CO₂ es un gas de efecto invernadero, y su mayor concentración en la atmósfera está directamente relacionada con el cambio climático.

La deforestación de grandes áreas del planeta ha supuesto un aumento de la temperatura global durante las últimas décadas, ya que ha provocado directamente un aumento del CO₂ de entre el 12% y el 20%.

¿Qué opinan algunos cultivadores y comerciantes de cáñamo sobre el potencial de la planta?

Hay una primera corriente de opinión que asegura que una hectárea de cáñamo captura casi el doble de carbono que un bosque, lo que ha llevado a algunos cultivadores a pedir que se suavice su regulación.

El cáñamo absorbe más CO2 del que se necesita para cultivarlo.

En las condiciones adecuadas, el cáñamo absorbe más CO2 del que se necesita para cultivarlo, capturando entre nueve y 15 toneladas de CO2 por hectárea. Casi el doble que un bosque del mismo tamaño. ¿Podría ser el próximo gran captador de carbono?

Un viajero en el tiempo se asombraría de la cantidad de productos de cáñamo que existen hoy en día. Desde crema para el afeitado hasta barritas contienen cáñamo y CBD.

El CBD se extrae de las flores del cáñamo. Pero a pesar del auge del bienestar que lo rodea, este compuesto no puede cultivarse actualmente en España a no ser que tengas las licencias necesarias para el cultivo de cáñamo industrial. Sin embargo, si se puede comprar CBD online de forma legal.  

Se trata como si fuera un cultivo peligroso, cuando en realidad tiene grandes beneficios para el medio ambiente, esto afirman los defensores de esta primera corriente.

Además de absorber carbono, “el cáñamo regenera el suelo en el que crece, limpiándolo de metales pesados y toxinas que dejan otros cultivos”, explica Tommy Corbyn, del Servicio Nacional del Cáñamo del Reino Unido.

“Teniendo esto en cuenta, el cáñamo es perfectamente adecuado para restaurar las tierras de cultivo entre las rotaciones de cultivos y pensamos que el gobierno debería incentivar a los agricultores a cultivarlo”.

El cáñamo puede utilizarse de muchas formas sostenibles: como fuente de proteínas en una dieta basada en plantas, en ropa, biomasa e incluso en materiales de construcción como el “hormigón de cáñamo”.

“Ahora más que nunca necesitamos tomar medidas inmediatas para hacer frente al cambio climático, estimular nuestro mercado laboral y la economía. Un aumento del cultivo de cáñamo sería una forma de abordar todas esas cosas a la vez”, afirma Corbyn.

¿Es el cultivo de cannabis realmente tan bueno para el planeta?

Hay una segunda línea argumental acerca del beneficio del cultivo de cáñamo en el medio ambiente.

Según estas personas el cultivo de cáñamo tiene un enorme potencial, pero por supuesto depende de cómo se haga. El cultivo al aire libre es el método más respetuoso con el medio ambiente, sobre todo si se cultiva sin utilizar pesticidas y otros productos fitosanitarios que pueden ser perjudiciales para la salud.

Sin embargo, la mayoría de los cultivadores ilegales de cannabis se ven obligados a cultivar “bajo tierra”, en interiores, y tienden a utilizar luz artificial, a veces procedente de generadores de gasóleo o gasolina para pasar desapercibidos.

En este aspecto está claro que la penalización conlleva un uso elevado de fuentes de energía. Aunque hablamos de cultivadores de cannabis con alto contenido de THC y no de plantaciones de cáñamo industrial.

La legalización acompañada de una política medioambiental podría ser buena para el medio ambiente. Sin embargo, también se han visto enormes almacenes llenos de cannabis cultivado a una escala que no debería estar ocurriendo, en ocasiones desviando el agua de los ríos en condiciones de sequía.

Si hablamos de este tipo de plantaciones ilegales, el cultivo industrial de cannabis seguramente sea más perjudicial que beneficioso.

Un artículo en el sensacionalista sitio web Natural News afirma que «los beneficios reparadores del suelo que presenta el cannabis son prácticamente inigualables en la naturaleza, ya que esta planta milagrosa retiene de forma natural mucho más dióxido de carbono que prácticamente cualquier otro árbol, arbusto o planta conocida por el hombre».

El cáñamo se considera un valioso cultivo que absorbe carbono, junto con muchos otros cultivos comerciales, como la soja, el arroz, el trigo y la caña de azúcar.

Sin embargo, la captura neta de carbono realizada por el cáñamo industrial se estima en torno a 0,67 toneladas por hectárea al año.
Está muy por debajo de la afirmación anterior y es comparable a otros cultivos comunes.

El cáñamo al aire libre es un cultivo anual, lo que significa que se cosecha cada año.

Por lo tanto, es diferente de la mayoría de árboles. Mientras que los cultivos anuales tienen un indudable potencial como sumideros de carbono, sobre todo si no son en último lugar quemados o usados como biocarburante (procesos que devuelven el carbono a la atmósfera), se considera que los árboles perennes son generalmente más efectivos para controlar el CO₂.

¿Qué papel puede desempeñar el cannabis?

Gestionando las técnicas adecuadamente, no hay razón por la que el cannabis y el cáñamo no se puedan plantar como parte de una estrategia sostenible para la reducción de emisiones.

Sin embargo, la pregunta de si cualquier planta es o no un mejor sumidero de carbono no es la pregunta correcta en lo que respecta al tema de resolver el cambio climático.

La pérdida de biodiversidad es uno de los principales factores que afectan a la supervivencia a largo plazo de nuestra propia especie y otras especies de las que dependemos. Centrarse en un único cultivo para luchar contra el cambio climático no es una solución a largo plazo.

En lugar de considerar el cannabis como la planta que va a protegernos de un mayor calentamiento global, tenemos que ver el panorama completo.

Un mejor enfoque sería intentar proteger todos los ecosistemas existentes, preservar la mayor cantidad posible de biodiversidad, e intensificar las estrategias de plantación ya en curso, que comprenden una serie de especies apropiadas para el hábitat y para su uso potencial.

Cultivar más cannabis y cáñamo cuando proceda sin duda aportaría múltiples beneficios, pero su importancia no debe exagerarse con el fin de ganar más apoyo para la legalización.

Según las opiniones de este grupo: “Ya contamos con más que suficientes buenas razones para que el cannabis sea regulado sin desvirtuar el debate con afirmaciones disparatadas y datos no contrastados, echando así más leña al fuego y animando a los escépticos a desacreditar el movimiento”.

Una lección en la universidad: La guerra contra las drogas

Guerra contra las drogas

Acaba el capítulo 42 de PIHKAL, titulado “Una lección en la universidad”, en el que Shulgin se refiere a la guerra contra las drogas y arenga contra su prohibición.

por Sasha Shulgin y J. C. Ruiz Franco

Finalizó nuestra labor de traducción de PIHKAL y TIHKAL para publicarlos en español, y ha terminado también la campaña de reservas de las dos obras, con la que hemos podido financiar la edición de las mismas. Cuando los lectores lean este artículo, los primeros compradores ya tendrán los libros de los Shulgin en sus manos. El resultado ha sido relativamente bueno y tendremos ejemplares adicionales para seguir vendiendo. En este caso, quienes los adquieran ya no tendrán el privilegio de saborear estas obras recién salidas de imprenta (como sí harán quienes las han reservado y nos han permitido realizar la edición), pero recibirán sus ejemplares en pocos días: lo que el servicio de correos tarde en ponerlas en sus manos, una vez que la editorial se las despache.

Esta guerra contra las drogas no puede ser ganada. Y sólo perderemos más y más nuestras libertades en un fútil intento por ganarla. Nuestros esfuerzos deben dirigirse hacia las causas, no sólo hacia las consecuencias del uso incorrecto de drogas. Pero, mientras tanto, las cosas van de mal en peor a un ritmo acelerado. La gente me dice que soy un derrotista por sugerir la solución evidente, que es legalizar el uso de drogas para los adultos que elijan usarlas.

Me han acusado de lanzar el mensaje de que el uso de drogas está bien. Retira las leyes, dicen, y la nación se sumergirá de la noche a la mañana en una orgía de uso desenfrenado de drogas. Yo respondo que ya estamos inundados de drogas ilegales, disponibles para cualquiera que pueda pagarlas, y que su ilegalidad ha provocado una erupción de organizaciones criminales y derramamientos de sangre territoriales como no se habían visto desde los gloriosos días de la Prohibición [de bebidas alcohólicas].

Sí, es posible que con la eliminación de las leyes sobre drogas unos pocos tímidos presbiterianos se aventurarán a probar una raya de cocaína, pero, por lo general, el abuso de drogas no será peor de lo que es ahora, y —tras alguna experimentación inicial— las cosas regresarán a un equilibrio natural. No hay una «América profunda» esperando ahí sentada, dispuesta a entregarse al jolgorio tras la derogación de las leyes sobre drogas. La mayoría de la población, en su lugar, se beneficiará de que el sistema penal de justicia vuelva a centrar su atención en los robos, las violaciones y los asesinatos, los crímenes contra la sociedad por los que necesitamos prisiones. Fumar hierba, recordad, no es intrínsecamente antisocial.

Dejadme formular a cada uno de vosotros esta simple pregunta. ¿Qué indicadores aceptarías como una definición de Estado policial, si fuera a materializarse silenciosamente a tu alrededor? Quiero decir, un Estado que no podrías tolerar. Un Estado en el que hay una disminución en el uso de drogas, pero en el cual tu conducta fuera paulatinamente siendo dictada por aquéllos que ostentan el poder.

Cada uno de vosotros, personalmente y en privado, por favor, que trace una línea imaginaria enfrente de sí mismo, una línea que indique: hasta aquí, de acuerdo, pero más allá de aquí, ¡de ninguna manera!

Permitidme sugerir algunos pensamientos para usar como guías. ¿Qué tal el requisito de orinar bajo vigilancia en un recipiente de plástico para el análisis de drogas antes de cobrar un cheque, o para poder mantener u optar a un trabajo en el McDonald’s local, o para permitir la matriculación de tu hijo en una escuela pública? ¿Alguno de éstos te convencería de que nuestra nación se encontraría en peligro?

Cada vez más y más compañías están exigiendo pruebas de orina previas a la contratación, e insistiendo en realizar análisis aleatorios durante las horas de trabajo. No sólo los conductores de autobuses y los policías, sino también vendedores de muebles y empleados de supermercado. Algunos distritos escolares locales están requiriendo pruebas de orina aleatorias a los estudiantes de séptimo grado [primero de la ESO], pero hasta el momento presente todavía solicitan el permiso de los padres. Los beneficiarios de vivienda pública, de préstamos universitarios o de becas académicas deben comprometerse a garantizar que mantendrán un ambiente libre de drogas. Hoy en día, la promesa verbal es aceptable, pero, ¿qué ocurrirá mañana?

Gran parte de lo que he estado hablando tiene que ver con el «otro tipo», no contigo. Es tu vecino que usa drogas quien tendrá que vivir con miedo, no tú. Es fácil desestimar estas invasiones de los derechos personales cuando no te afectan directamente. Pero déjame hacerte una pregunta no tan simple, cuya respuesta es, de hecho, muy importante para ti: ¿dónde se encuentran tus propios límites personales?

¿Hasta qué punto sientes que es justificable que otra persona controle tu conducta personal, si contribuye al beneficio público? Déjame suponer que la idea de pruebas de orina en busca de cocaína resulta aceptable para ti. Probablemente no uses cocaína. ¿Permitirías que te exigieran pruebas aleatorias de orina por uso de tabaco? ¿Y por el uso de alcohol? ¿El uso de café?

¿Hasta qué punto permitirías a las autoridades inmiscuirse en tu vida privada? Supongamos que, no habiendo cometido ningún crimen, permitirías a un policía, que te visita en acto de servicio, entrar a tu casa sin una orden judicial. Sin embargo, ¿qué tal si los agentes registraran tu casa en tu ausencia? ¿Seguirías proclamando: «No me importa, no tengo nada que esconder»?

Dudo que haya muchos de vosotros a quienes les perturbe la existencia de un archivo informático nacional de huellas digitales. Sin embargo, ¿qué te parecería un archivo nacional de marcadores genéticos? ¿Y tarjetas policiales para viajes nacionales? ¿Cómo reaccionarías ante una ley que establezca que debes proporcionar muestras de cabello al volver a entrar al país desde el extranjero? ¿Cómo te sentirías ante la automática apertura y lectura del correo ordinario? Todas y cada una de estas cosas podrían razonarse como herramientas efectivas en la guerra contra las drogas. ¿Dónde trazarías personalmente la línea?

Cada uno de nosotros debe trazar cuidadosamente esa línea para sí mismo. Se trata de una decisión exquisitamente personal, simplemente en qué lugar del suelo clavarías tu estaca para marcar esa frontera. Hasta aquí, y no más allá.

Hay una segunda decisión que tomar, que resulta igualmente importante.

Para facilitar el proceso, hagamos una recapitulación. El primer requisito es establecer una línea, hasta la que permitirás la erosión de derechos y libertades, todo por la buena causa de ganar la guerra contra la droga.

El segundo requisito es decidir, de antemano, qué harás exactamente en caso de que se traspase tu línea personal. El punto en el que dirás: «Esto ha ido demasiado lejos. Es el momento de hacer tal y cual».

Decide qué es realmente tal y cual. Debes decretarlo bien con antelación. Y mantenerte alerta. Resulta muy fácil decir: «Bueno, mi línea ha sido rebasada, pero todo lo demás parece benigno y no amenazador, así que quizás reubique mi línea desde este lugar a aquel otro». Éste es el razonamiento seductor que costó la vida a millones de personas inocentes  bajo la ocupación nazi en Europa.

Si puedes mover tu línea, entonces no situaste tu línea con honestidad la primera vez. ¿Dónde está tu línea? Y, si tus límites son rebasados, ¿qué harás?

Mantente continuamente consciente de dónde están las cosas, políticamente, y qué dirección parecen estar tomando. Considera bien tus planes con anticipación, mientras haces todo lo que esté en tus manos para prevenir un mayor desmantelamiento de los derechos y libertades que les quedan a los ciudadanos de tu país.

Una sociedad de gente libre siempre tendrá crímenes, violencia y turbación social. Nunca estará completamente a salvo. La alternativa es un Estado policial. Un Estado policial puede proporcionarte calles seguras, pero sólo a cambio de tu espíritu humano.

Al inconformista se le debe permitir retirarse a su dominio privado y vivir de cualquier manera que encuentre gratificante, tanto si sus vecinos lo consideran igual como si no. Debería ser libre para sentarse y ver la televisión todo el día, si eso es lo que escoge hacer. O mantener interminables conversaciones con sus gatos. O usar una droga, si elige hacer eso. Siempre y cuando no interfiera con la libertad o el bienestar de alguna otra persona, se le debería permitir vivir como desee, y que le dejen en paz.

Creo que la reducción progresiva de leyes que regulen el uso de drogas por parte de personas adultas y un incremento en la divulgación de verdad sobre la naturaleza y efectos —positivos y negativos— de diferentes drogas, la eliminación de la prueba aleatoria de orina y la perversión de la justicia que trae como consecuencia, ciertamente conducirá a menores poblaciones penitenciarias, y a la oportunidad de usar los fondos de la «guerra contra la droga» para mejoras sociales desesperadamente necesarias y asuntos de salud pública, como la falta de vivienda, la dependencia a las drogas y la enfermedad mental. Y las energías de los profesionales de las fuerzas policiales pueden dirigirse de nuevo hacia crímenes que merecen su habilidad y atención.

Nuestro país podría convertirse posiblemente en un lugar más inseguro en algunos aspectos, pero también será un lugar más saludable, en cuerpo y alma, sin mayores beneficios que obtener con las drogas por parte de jóvenes con pistolas en las calles de nuestras ciudades. Aquéllos que abusan de las drogas podrán encontrar ayuda inmediata, en lugar de esperar seis meses o más, con confusión y desamparo. Y la investigación en el ámbito de los efectos de las drogas y su posible uso terapéutico volverá a cobrar vida en nuestros centros de enseñanza.

Y volveremos a ser una vez más los ciudadanos libres de un país libre, un modelo para el resto del mundo.

Finalmente, quiero leer un extracto de una carta que recibí justo ayer, una carta enviada por un joven que ha descubierto que los psiquedélicos resultan de gran valor para él en su crecimiento como escritor:

¿No es asombroso que las leyes que prohíben el uso de drogas psicoactivas hayan sido tradicionalmente ignoradas? ¡Qué monstruoso ego (¡o estupidez!) ha de tener una persona o grupo de personas para creer que ellos o cualquier otro tienen el derecho, o la jurisdicción, de vigilar el interior de mi cuerpo, o de mi mente!

De hecho, el agravio resulta tan monstruoso que, si no fuera tan triste —¡ciertamente, trágico!— podría parecer humorístico.

Todas las sociedades deben, por lo que parece, tener una estructura de leyes, de reglas y regulaciones bien ordenadas. Sólo los más extremistas y fanáticos anarquistas discutirían ese punto. Pero yo, como ser humano responsable y adulto, nunca concederé el poder, a nadie, de regular mi elección de lo que introduzco en mi cuerpo, o dónde me dirijo con mi mente. De la piel para dentro empieza mi exclusiva jurisdicción, ¿no es así? Elijo yo aquello que debe o no cruzar esa frontera. Aquí yo soy el agente de aduanas. Yo soy la guardia costera. Yo soy el único gobierno legal y espiritual de este territorio, ¡¡¡y sólo las leyes que escojo promulgar dentro de mí mismo son aplicables!!!

Ahora, si fuera a ser culpable de invadir o sabotear ese mismo territorio en otros, entonces la ley externa de la Nación tiene todo el derecho —de hecho, la responsabilidad— de perseguirme de la manera acordada.

¿Pero qué pienso? ¿Dónde enfoco mi consciencia? ¡Las reacciones bioquímicas que elijo causar dentro de los límites territoriales de mi propia piel no es algo que se subordine a las creencias, morales, leyes o preferencias de ninguna otra persona!

Soy un Estado soberano, y las lindes de mi piel me resultan mucho más sagradas que los confines políticos de cualquier país.

Ante eso, sólo puedo decir amén. Eso es todo. Nos vemos la semana que viene.

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Una gran operación internacional contra la estafa piramidal del cannabis Juicy Fields se salda con varios detenidos

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Una investigación conjunta de distintos países europeos, incluida la Audiencia Nacional, lleva a cabo detenciones y registros en diversos países donde se escondían los responsables de esta estafa piramidal

Una gran operación policial europea ha logrado por fin detener a nueve de los presuntos responsables de Juicy Fields, una estafa piramidal de inversión en cannabis que estafó cientos de millones de euros a inversores de todo el mundo, a los que se les prometían grandes intereses a cambio de invertir en supuestas plantaciones de cannabis legal.

La estafa piramidal fue destapada por elDiario.es en un reportaje en mayo de 2022 y dos meses después sus responsables desaparecieron llevándose todo el dinero. Según la Oficina Europea de Policía Europol, hay unos 186.000 inversores afectados y la cantidad defraudada asciende a 645 millones de euros, aunque el propio organismo admite que podría ser mucho más alta.

La operación, en la que han participado más de 400 agentes en 11 países distintos, ha contado con miembros de la UDEF de la Policía Nacional, de la Gendarmería Nacional francesa y del Departamento de Investigación Criminal de Berlín de la policía alemana, a parte de decenas de agentes de Europol y de una docena de países europeos.

En los registros se han incautado 4,7 millones de euros en cuentas bancarias, 1,5 millones en criptomonedas, 106.000 euros en metálico y 2,6 millones en bienes inmuebles que han sido intervenidos. También se han incautado diversos vehículos de lujo, obras e arte, “artículos de lujo” y un gran número de dispositivos electrónicos.

Los detenidos son de distintas nacionalidades. La mayoría son rusos aunque también hay ciudadanos de nacionalidad alemana, holandesa, italiana, letona, maltesa, polaca, jordana, estadounidense y venezolana.

La investigación se inició pocos meses después de que el esquema piramidal colapsara y sus responsables desaparecieran con el dinero. Diversos tribunales europeos recogieron las querellas de cientos de afectados y la Europol empezó entonces a coordinar una investigación trasnacional que ha durado dos años.

“Tras reunir minuciosamente pequeñas pruebas digitales, los investigadores elaboraron un cuadro de inteligencia que permitió a las fuerzas policiales de toda Europa iniciar esta oleada de detenciones”, afirma la Europol en un comunicado.

Uno de los principales sospechosos de organizar la trama, un ciudadano ruso, fue localizado y detenido en República Dominicana, lugar al que también se trasladaron agentes de la UDEF de la policía nacional y de la Europol.

En Alemania se detuvieron a dos personas, una de ellas un empresario vinculado a la nobleza alemana que poseía acciones de Juicy Fields a través de una fundación en Liechtenstein, tal y como apuntó este periódico en una investigación publicada en agosto de 2023.

Fuente eldiario.es

Leyes y juicios sobre la marihuana en los años 30

En 1931 la Food and Drug Act limitó la importación de cannabis sólo para propósitos médicos. Y para 1932 llegó la Ley Uniforme sobre los Narcóticos que intentó mejorar la Ley Harrison, creando unas leyes uniformes que se pudieran aplicar en todos los Estados Unidos.

Misteriosamente ese mismo año el consumo de marijuana se convirtió en un problema grave (New York Times, 31 de diciembre de 1931). Los datos anteriores daban descensos del consumo, el 30 de julio de 1914 el New York Times había comentado que los consumidores habían descendido pero en el New York Times del 11 de enero de 1923 había vuelto la costumbre. En el New York Times (del 16 de septiembre de 1931) el FBN pedía a los estados prohibir el cultivo de marijuana.

Por estas fechas, a principios de los años 30, estaba aceptado que la Ley Volstead, la ley que prohibía el alcohol,  había sido un grave error y que la población seguía bebiendo. La Opinión Pública se había dado cuenta de la influencia corrupta de los distribuidores de alcohol en la política local, sobre todo en las grandes ciudades. Durante 12 años los Estados Unidos se habían gastado millones de dólares en un esfuerzo infructuoso por eliminar el alcohol. El Congreso propuso el cambio de la Ley Volstead el 20 de febrero de 1933; se ratificó el 5 de diciembre de 1933.

La Food, Drug and Cosmetic Act de 1938 era una ley que incapacitaba tanto a pacientes como a médicos para juzgar legítimamente qué sustancia debería de considerarse como “terapéutico”. El paciente ya no podía tratarse con lo que él quisiera y los médicos ya no podían tratar tampoco con lo que era más conveniente para el paciente que cuidaba. Aunque se dio más poder a la profesión médica como un monopolio estatalmente diplomado, ya no había interferencias de curanderos ni de sanadores pero el precio que tuvieron que pagar era que se atendieran a las sustancias que el Estado las consideraba legales y que olvidasen aquellas ilegales. El cannabis, que había sido una medicina durante milenios iba a ser relegada.

En 1933, en Francia, Henry de Monfreid publicó su obra La travesía del hachís. De Monfreid (una especie de Mr. Nice, Howard Mark de la época) se dedicó al contrabando de hachís con Egipto describiéndolos como una institución estatal, secreta y celosamente oculta en cualquier esfera social por todos sus beneficiarios, desde policías y aduaneros hasta el cuerpo diplomático. El consumo de hachís estaba muy arraigado en Egipto a pesar de la prohibición, y la producción de hachís estaba en manos de los griegos. Monfreid envió una carga de 600 kilos desde el Pireo (Grecia) a Marsella (Francia) pagando en Pireo la correspondiente factura de aduana.

Juicios al cannabis

Pero también, en 1931, la Corte Suprema de Lousiana citó la historia de la secta de los asesinos para apoyar la tesis de que la marijuana era una amenaza para la comunidad (el Estado contra Bonoa) (Bonnie y Whitebread, 1974). Otro caso parecido ocurrió en 1933 en el tribunal de Utah (el Estado contra Navarro) en el que un detective de Wichita afirmó que el cannabis provocaba estados violentos. Los pensamientos de Eugene Stanley, fiscal del distrito, sobre el cannabis fueron:

“En muchos sentidos, la acción del cannabis sativa es parecida a la del alcohol o la morfina. Sus efectos tóxicos son el éxtasis, la alegría, una risa incontrolable, la satisfacción con uno mismo, una serie de ideas extravagantes carentes de continuidad, y su resultado es la hiperacidez, con episodios ocasionales de arcadas y vómitos… Las dosis elevadas producen excitación, alucinaciones, el rápido flujo de ideas, un intenso éxtasis, la actividad psicomotora con una tendencia a la destrucción voluntaria y la violencia, y una amnesia transitoria de todo lo que ha sucedido… Suele usarse como afrodisíaco, y su uso constante provoca impotencia… Es una droga ideal para acabar con cualquier inhibición.” (Stanley, 1931)

En 1934 un corresponsal del New York Times afirmaba que el consumo estaba muy extendido en Colorado “y que se vendía de puerta en puerta para adiestrar a los niños” (Abel, 1980). Anteriormente ya se había dado la voz de alarma como en la ciudad de Kansas en los que los informes policiales los jóvenes estaban consumiendo cannabis inducidos por los mejicanos. También ese año se tuvo que enseñar a la policía de Nueva York qué era la marihuana para que pudieran reconocerla (New York Times, 16 de septiembre de 1934). Dos años más tarde seguirá dicha táctica de conocer la planta.

Estudios e investigaciones

Otra investigación, realizada en Nueva York, entre 1932 y 1937, se revisaron fichas sobre unos 17.000 delitos graves y 75.000 leves (Escohotado, 1999:694), pretendía encontrar la relación entre marihuana y delito. Las conclusiones son que no había relaciones entre infracciones penales graves, homicidios o delitos sexuales y marihuana. El resultado fue confirmado 22 años después por otro estudio de 14.954 sentencias de los tribunales de Nueva York. Durante el año 1936 todas las investigaciones que se hicieron en los EE.UU. tanto en Nueva Orleans, como en Nueva York daban como resultado que no había relación entre la droga y la delincuencia y la adicción.

En 1937 el doctor Jules Bouquet realizó un estudio en el norte de Túnez sobre la costumbre musulmana de consumir cannabis. Fue realizado con la ayuda de la Liga de las Naciones. Sus conclusiones fueron xenófobas y se descubre de forma latentes las ideas y la moralidad del momento. Escribe que la base del carácter musulmán es la indolencia; afirmaba que los musulmanes aman la ociosidad y soñar despiertos, y a la mayoría de ellos el trabajo es lo más desagradable de todas las necesidades. El cannabis, que mejora la imaginación, es el mejor narcótico adaptado a su mentalidad. El adicto a hachís puede soñar con una vida que anhela: bajo sus efectos sueñan con dinero, que son dueños de un repleto harén, de jardines de deleitable frescor, de una tabla ricamente proporcionada de viandas exquisitas y copiosas. Entonces sus anhelos están satisfechos, su felicidad es completa. Cuando termina el periodo de intoxicación y se enfrentan de nuevo con la cruda realidad de la vida cotidiana su deseo es volver a encontrar una esquina donde puedan dormir hasta una nueva toma de cannabis que los devuelvan al país de las ilusiones. Además de un racismo visible el Dr. Bouquet asoció el uso de cannabis en las clases más pobres de las comunidades urbanas; también entre artesanos, pequeños comerciantes, obreros, etc… Los grupos delictivos son devotos ardientes del hachís. Su consumo los lleva a abandonar el trabajo, aumenta la propensión al robo y baja la libido. El Congreso de los EE.UU. lo llevó como prueba científica palpable de los peligros que producía (Lupien, 1995).

En 1936, en Nueva York se estaba elaborando el informe La Guardia (alcalde de entonces). Que llegó a las mismas conclusiones que las del ejército francés en 1894. El informe no vio la luz hasta 1968, cuando el sociólogo David Solomon lo encontró cubierto de polvo en un archivo de la alcaldía. La policía de Nueva York destruyó ese año 18.120 Kg. de cannabis cultivado en los terrenos municipales (Courtwright, 2002:75).  Para 1938 el entonces alcalde de Nueva York, Fiorello La Guardia, nombró un equipo de científicos previa consulta a la New York Academy of Medicine con la misión de investigar los efectos de la marihuana, en el que estableció una comisión de médicos para investigar demandas hechas por Harry Anslinger contra el cannabis.

En 1939 el matrimonio Chopra publicó el resultado de ocho años de trabajo y estudio en la India sobre un análisis de 1.200 indios que fumaban cannabis, en la que se indicaba que con dosis moderadas los usuarios se mostraban razonablemente sanos, bien amanerados, sin que el empleo del cannabis interfiera en sus actividades rutinarias. Es más, citan que aquellos percibían un estado de bienestar, con alivio de las penas y el sufrimiento. También mostraron que aunque la droga atraía a los mentalmente inestables la proporción de psicosis entre los fumadores no era significativamente distinta de la que existía en el resto de la población (Chopra, 1939).

Los puritanos

En 1934 la asociación Women´s Christian Temperance Union (WCTU) comienza a preocuparse cada vez más por el tema de la marijuana. Esta asociación se estaba preocupando por el hábito del tabaco pero refleja un cambio de estrategia provocado por el FBN (Federal Bureau of Narcotics). Durante este año Elizabeth Bass, agente del F.B.N. encargada en Chicago, proporcionará la mayoría de la información anticannabis al WCTU. Su publicación, el Union Signal, tendrá línea directa con el FBN. A partir de entonces se publicaron cartas o entrevistas a Anslinger. El Signal afirmaba que estaban aumentando las fiestas de mujeres que con el cannabis finalizaban en orgías. También que muchos jóvenes incluso de buena familia estaban adoptando el hábito de fumar marijuana, sobre todo en las escuelas de Chicago y en las colonias mejicanas. También se afirmaba que en los EE.UU. existían unos 100.000 consumidores de cannabis, la mayoría de ellos eran jóvenes de secundaria o universitarios. Otra idea de la publicación era que el cannabis llevaba a consumos de opio y de cocaína, aunque se afirmaba que la peor de todas estas drogas era el cannabis. La presidenta del WCTU, I.B. Wise Smith, pronunció discursos en la radio CBS reuniendo apoyo público para la ley anticannabis federal (La Uniform Act), afirmaba que el consumo de cannabis estaba aumentando, sobre todo el población joven (Bonnie &Whitebread, 1974: 103-104).

En 1935 aparecen asociaciones como las Sociedades Patrióticas Aliadas (“Allied Patriotic Societies”), los Hombre Claves de América (“Key Men of America”) y Coalición Americana (“American Coalition”), su interés era mantener un país moralmente limpio. Un miembro de esta última asociación, C.M. Goethe de Sacramento (California), escribió al editor del New York Times; advirtió que la marihuana y el problema de los trabajadores mejicanos estaba íntimamente relacionado, afirmaba que era fumado por presidiarios y que los mejicanos se los pasaban a sus hijos:

“La marihuana, quizá el más insidioso de los narcóticos, es consecuencia directa de la inmigración mejicana. Han cogido a traficantes mejicanos regalando cigarrillos a los niños en las escuelas. A nuestra Nación le sobra mano de obra” (New York Times del 15 de septiembre de 1935).

Cine anti-cannabis

En 1936 el director de cine Dwain Esper realizó una película sobre las “nefastas” influencias del cannabis; se trataba de “Marihuana”, conocida también como Marihuana: The Weed with Roots in Hell y The Devil’s Weed. El film, protagonizado por Harley Wood, Paul Ellis y Pat Carlyle narraba las aventuras de unos jóvenes que prueban un porro de marihuana. Después de probarlo, los muchachos se volcaban al crimen, se bañaban “pecaminosamente” desnudos, e incluso, uno de ellos se ahogaba. Otra película de ese mismo año fue “Reefer Madness” (Tell Your Children/ Doppe Addict/ Doped Youth) dirigida por Louis Gasnier, en 1936. Fue elaborada como parte de la campaña de Anslinger. Su productor era Dwain Esper. El film nuevamente mostraba lo sucedido a un grupo de muchachos tras probar la marihuana, quienes esta vez, incluso, cometían asesinatos, se volcaban a la prostitución, las violaciones, al terrorismo y el suicidio. Los protagonistas, David O’Brien, Dorothy Short y Carleton Young, encarnaban, quizás, las sobreactuaciones más ridículas que cualquiera pueda imaginar sobre los efectos de la marihuana. Las primeras palabras de la película señalaban alertando: “Los acontecimientos que va a presenciar en el siguiente film podrían ocurrirle a usted”. No fue hasta los años 70 cuando Keith Stroup, cabecilla de la Organización Nacional por la Reforma de las Leyes Contra la Marihuana (NORML), descubrió el film en los archivos de la Biblioteca del Congreso. Como esta “obra maestra” estaba bajo dominio público, con sólo $297 dólares Stroup pudo rescatarla, para relanzarla en los circuitos de cines de medianoche, en mayo de 1972. La sociedad de ese entonces era diferente y el “revival”, junto a la revolución cultural no podían ser mejores: las salas de cine se atestaron de hippies consumidores de marihuana, mientras gozaban de tan delirante pieza filmográfica. Para el verano, “Reefer Madness” era exhibida en función doble junto a “Confessions of an Opium Eater” (Confesiones de un Consumidor de Opio, Albert Zugsmith). Lo que fue un intento serio de dar al asunto el tratamiento de problema social es hoy en día una película graciosa que nadie se cree. La historia ya había convertido a “Reefer Madness” en una película de culto.

Bibliografía

  • Abel, E.L. (1980). Marihuana: The first 12,000 years. Plenum Press, Nueva York.
  • Bonnie, R. J. y Whitebread, C. H. (1974). The marihuana conviction: A history of Marijuana Prohibition in the United States” University Press of Virginia. Charlottesville.
  • Chopra, R.N. y Chopra, I.C. (1939). Indian Medical Research Memoirs, de 31 de julio.
  • Courtwright, D. T. (2002). Las drogas y la formación del mundo moderno. Breve historia de las sustancias adictivas. Paidós Contextos. Barcelona.
  • Escohotado, A. (1999). Historia general de las drogas, Espasa Forum, Madrid.
  • Lupien, J. C. (1995). Unraveling an American dilemma: The demonization of marihuana. Tesis doctoral. Pepperdine University.
  • Stanley E. (1931). Marihuana as a developer of criminals. American Journal of Police Science, 2: 252-261.

¿Podría el cannabis ayudar a las mujeres a alcanzar el orgasmo?

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Un estudio pionero descubre beneficios del cannabis en el tratamiento del trastorno del orgasmo femenino

Por primera vez, un grupo de investigadores ha explorado los efectos del cannabis en el tratamiento de la dificultad o trastorno del orgasmo femenino (FOD, por sus siglas en inglés), arrojando resultados que señalan un “beneficio significativo”.

Aunque investigaciones previas han sugerido que el cannabis podría tener un potencial terapéutico en trastornos sexuales femeninos, este estudio es el primero en investigar su uso específico en FOD.

La disfunción orgásmica se presenta cuando una persona tiene dificultades para alcanzar el orgasmo, incluso cuando existe excitación sexual. Se estima que este problema afecta a casi la mitad de la población femenina.

Según el estudio, un estimado del 41% de las mujeres reporta sufrir de FOD, una estadística que ha permanecido inalterada durante los últimos 50 años.

Los investigadores Suzanne Mulvehill, sexóloga clínica del Instituto de Investigación del Orgasmo Femenino, y el Dr. Jordan Tishler, de la Asociación de Especialistas en Cannabinoides, son los primeros en evaluar el efecto del uso de cannabis antes del sexo en pareja en mujeres con y sin FOD.

El estudio observacional, llevado a cabo entre casi 400 mujeres de marzo a noviembre de 2022, evaluó datos demográficos básicos, comportamiento sexual, salud mental, uso de cannabis y las preguntas sobre la escala de orgasmo del Índice de Función Sexual Femenina (FSFI), evaluando la frecuencia del orgasmo, la satisfacción y la facilidad para alcanzarlo, con y sin el uso de cannabis antes del sexo.

La mayoría de las mujeres en el estudio que reportaron dificultades para alcanzar el orgasmo tenían entre 25 y 34 años (52%), se identificaron como blancas (75%) y estaban casadas o en una relación (82%).

Entre aquellas encuestadas que reportaron dificultades con el orgasmo, el uso de cannabis antes del sexo en pareja se encontró que aumentaba la frecuencia del orgasmo (72.8%), mejoraba la satisfacción orgásmica (67%) y facilitaba alcanzar el orgasmo (71%).

Según los investigadores, la frecuencia del uso de cannabis antes del sexo en pareja correlacionaba con un aumento en la frecuencia del orgasmo para mujeres con FOD, mientras que la respuesta orgásmica al cannabis dependía de los motivos de su uso.

Salud mental y FOD

El estudio también profundizó en las dificultades de salud mental experimentadas por mujeres con FOD.

Aquellas con la condición reportaron un 24% más de problemas de salud mental, 52.6% más de TEPT, 29% más de trastornos depresivos, 13% más de trastornos de ansiedad, y 22% más de uso de medicamentos recetados que las mujeres sin FOD. Además, las mujeres con FOD eran más propensas a reportar historias de abuso sexual que aquellas sin la condición.

Llamados a una investigación más amplia

“Cincuenta años de investigación sobre la sexualidad respaldan el uso del cannabis para dificultades sexuales. Este es el primer estudio que observa específicamente el FOD, demostrando un beneficio significativo”, escriben los autores en la conclusión del estudio.

Mulvehill y Tischer ahora están llamando a estudios más robustos para examinar el uso de cannabis en FOD, así como su impacto en otros síntomas de salud mental y física.

Añaden: “Se necesitan estudios controlados aleatorios para evaluar la eficacia del cannabis en subtipos de FOD, condiciones de salud mental y física y otras implicaciones clínicas; evaluando dosis, cepa, tiempo y método de ingesta”.

¿La ciencia y la ley sobre drogas psicodélicas alguna vez se sincronizarán?

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La iniciativa para legalizar los alucinógenos probablemente intensificará las tensiones entre las leyes estatales y federales, pero ¿escucharán a la ciencia?

Cuando el primer centro de servicios de psilocibina de Oregón abrió sus puertas en junio de 2023, permitiendo a aquellos mayores de 21 años consumir hongos psicoactivos en una instalación con licencia estatal, el renacimiento psicodélico que se ha venido desarrollando durante las últimas dos décadas entró en una nueva fase importante.

La psilocibina sigue siendo ilegal a nivel federal. Sin embargo, ahora, mientras los investigadores exploran el potencial terapéutico de la psilocibina y otros psicodélicos, incluyendo el LSD y el MDMA (también conocido como Molly o éxtasis), los esfuerzos de reforma legal se están expandiendo por todo el país, aumentando las tensiones entre las leyes estatales y federales.

Como clase, las drogas psicodélicas fueron prohibidas en Estados Unidos por la Ley de Sustancias Controladas de 1970. La ley designó a los psicodélicos como drogas de la Lista I —la clasificación más restrictiva, indicando un alto potencial de abuso y sin uso médico aceptado. Ese estatus limita la investigación a estudios científicos aprobados por el gobierno federal y restringe la financiación federal a la investigación con “evidencia médica significativa de una ventaja terapéutica”.

A pesar de estas limitaciones, los investigadores han demostrado el potencial de los psicodélicos en el tratamiento del trastorno de estrés postraumático, el trastorno depresivo mayor, la ansiedad y la adicción. Una revisión sistemática de 2020 de investigaciones recientes encontró que los psicodélicos pueden disminuir los síntomas relacionados con una variedad de condiciones de salud mental. Aunque esa revisión no encontró efectos adversos físicos o psicológicos serios a largo plazo por la ingestión de psicodélicos, se necesita más investigación sobre este último.

Hoy, décadas después de que la investigación sobre los efectos de los alucinógenos en el cerebro fuera relegada por la ley, el interés académico y cultural en los psicodélicos está en aumento. Más del 60 por ciento de los estadounidenses ahora apoyan el uso terapéutico regulado de los psicodélicos, mientras que casi la mitad apoya la despenalización, y casi el 45 por ciento apoya su uso espiritual y religioso. Se estima que 5.5 millones de adultos en EE.UU. usan psicodélicos cada año.

Al abrir centros de servicios de psilocibina donde los adultos pueden comprar y consumir “hongos mágicos” sin receta médica, Oregón dio el paso más grande hasta ahora hacia la expansión del acceso legal a los psicodélicos en Estados Unidos. En el proceso, se unió a un número creciente de estados y municipios que están trazando sus propios caminos con las leyes sobre drogas. Colorado legalizó el uso y posesión de hongos alucinógenos y otros tres psicodélicos en 2022 y planea abrir instalaciones de uso con licencia para fines de 2024. Y la legislatura de California aprobó un proyecto de ley en 2023 que habría legalizado la posesión adulta de psilocibina, la psilocina relacionada y otros dos alucinógenos (dimetiltriptamina, o DMT, y mescalina), aunque el gobernador Gavin Newsom lo vetó en octubre, pidiendo legislación que se centre en usos terapéuticos.

En total, 20 estados introdujeron legislación relacionada con los psicodélicos en 2023, que van desde planes para establecer consejos de investigación y grupos de trabajo hasta propuestas para legalizar el uso y posesión de ciertas drogas. Mientras tanto, ciudades en California, Michigan y Massachusetts han detenido la aplicación o de otra manera despenalizado la posesión de algunos psicodélicos, típicamente aquellos que se encuentran naturalmente en plantas y hongos. Washington D.C., sede del gobierno federal, también ha suavizado sus leyes sobre psicodélicos.

Algunos de estos esfuerzos de reforma buscan revivir investigaciones que podrían conducir a tratamientos muy necesarios para la salud mental; otros están empujando contra lo que muchos consideran castigos criminales injustos derivados de la “guerra contra las drogas”. El resultado es un creciente mosaico de leyes estatales y locales que están en conflicto con la Ley de Sustancias Controladas.

¿Qué depara el futuro? Robert Mikos, un experto en leyes de drogas en la Facultad de Derecho de la Universidad de Vanderbilt en Tennessee, dice que la historia de la reforma de las leyes sobre la marihuana puede ofrecer algunos indicadores.

En 1996, los votantes de California aprobaron el uso médico de la marihuana, y hoy, 38 estados tienen programas de marihuana médica, mientras que 24 estados y el Distrito de Columbia han legalizado el uso recreativo. Setenta por ciento de los estadounidenses apoyan la legalización de la marihuana, frente a aproximadamente el 25 por ciento cuando California cambió su ley por primera vez. Y aún así, la marihuana, que a veces se considera un psicodélico, sigue siendo una sustancia de la Lista I.

Para la marihuana también, la percepción pública experimentó cambios dramáticos a medida que la investigación demostraba su seguridad relativa y eficacia para el tratamiento del dolor y las náuseas, entre otros males.

Mikos analizó las implicaciones de la historia de la reforma de la marihuana para el futuro legal de los psicodélicos en la Revisión Anual de Derecho y Ciencia Social de 2022. En una entrevista con Knowable Magazine, exploró el camino hacia la reprogramación, por qué se deben considerar diferentes tipos de psicodélicos por separado, y la interacción entre las leyes federales y estatales sobre drogas.

Esta conversación ha sido editada por su longitud.

¿Qué ha aprendido del estudio de la historia de la reforma de la marihuana en términos de lo que está sucediendo ahora con los psicodélicos?

La lección más grande es que no tienes que poner todos tus huevos en una canasta y obtener la aprobación del gobierno federal, lo cual es extremadamente difícil de hacer. Los estados proporcionan un foro alternativo para perseguir reformas. Hemos visto algunos cambios menores en la ley federal, pero en los últimos 26 años o así, hemos visto a los estados encontrar formas de sortear todos los obstáculos erigidos por el gobierno federal. Hay algunos compromisos y sacrificios que se deben hacer para trabajar alrededor de la ley federal, pero puedes lograr esto y tener una reforma significativa sin acuerdo del gobierno federal —incluso con cierta hostilidad por parte del gobierno federal.

¿Cree que el viaje legal de la marihuana debería conformar el futuro de los psicodélicos?

Hay diferencias aquí. Nadie siquiera está de acuerdo en lo que el término psicodélicos abarca. Algunas personas piensan inmediatamente en psicodélicos basados en plantas como la psilocibina. Otros incluirían drogas fabricadas en laboratorios como el LSD. Es un conjunto mucho más diverso de sustancias que la marihuana. Si alguien quiere legalizar los psicodélicos, es posible que tenga que elegir una sustancia y seguir adelante con ella. Ese es un camino más claro hacia el éxito que decir que vas a legalizar todos los psicodélicos. No creo que ningún estado esté dispuesto a hacer eso en este momento.

Enmarcar su uso como ayuda médica —eso ciertamente fue cierto con la marihuana. Es mucho más fácil vender al público la idea de legalizar algo para uso médico en lugar de uso recreativo o espiritual. Bajo la Ley de Sustancias Controladas, el único uso legal de una sustancia controlada es médico, por lo que había una inclinación natural a enmarcar el uso de la marihuana como médico.

Políticamente, sería más fácil convencer a la mayoría del público de apoyar una iniciativa de votación para legalizar algunos psicodélicos, como la psilocibina, para uso médico. Sería una historia más simple que decir: “Algunas personas aquí quieren salir y viajar”.

En 2023, el Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU., que está encargado por la Administración de Control de Drogas de revisar la evidencia médica y científica para la clasificación de una droga, recomendó reclasificar la marihuana de la Lista I a la Lista III, indicando el reconocimiento federal de su uso médico aceptado. Ese movimiento abriría la puerta a la aprobación federal de la marihuana médica pero la mantendría controlada criminalmente. ¿Podría ese ser un camino para la reforma de los psicodélicos?

Si la Administración de Control de Drogas reclasifica la marihuana, demostraría que puedes lograr esto a nivel federal —pero considera que la Ley de Sustancias Controladas se aprobó hace más de 50 años. La marihuana todavía podría terminar moviéndose solo un peldaño, a la Lista II, que está muy controlada —la cocaína está allí ahora mismo. Mi conclusión es: No esperes a que el gobierno federal cambie sus leyes.

Y para los psicodélicos, es más complicado. Necesitarías hacer esa misma demostración a la Administración de Alimentos y Medicamentos —que la droga tiene usos médicos— para cada droga en la que estuvieras interesado. (La FDA evalúa la seguridad de una droga y la eficacia médica, así como el potencial de abuso, entre otros factores, en su análisis.)

Aún así, hay al menos una señal ahora de que puedes convencer al gobierno federal para bajar los controles sobre algunas de estas sustancias prohibidas durante mucho tiempo. Pero dado cuánto tiempo ha tomado y cuán limitado sería ese impacto, sugiere que necesitas hacer algo más —probablemente pasar por los estados de nuevo y no por el gobierno federal.

¿En qué medida la Ley de Sustancias Controladas está dictando la trayectoria de la reforma de los psicodélicos?

La Ley de Sustancias Controladas privilegia el uso médico, lo que va a enmarcar el debate alrededor de estas sustancias. Pero creo que la gente va a encajar en usos que no son genuinamente usos médicos de la droga.

La gente está tratando de probar científicamente estas drogas, pero irónicamente, la Ley de Sustancias Controladas hace que eso sea muy difícil. Si una droga está en la Lista I, para moverla, necesitas ensayos clínicos que demuestren que es efectiva en el tratamiento de alguna condición médica. Pero realizar esos ensayos médicos es realmente difícil porque está en la Lista I.

El gobierno federal quiere asegurarse de que algo que alguien dice que va a ser utilizado en un ensayo de investigación clínica no se venda en el mercado negro. Por lo tanto, impone controles especiales, lo que podría facilitar que universidades, hospitales y científicos prueben la eficacia médica de diferentes psicodélicos.

Aunque a menudo se habla de los psicodélicos como una clase entera de drogas, difieren en su química, cómo se crean y cómo afectan a las personas que los toman. ¿Cómo influirá eso en la forma en que los defensores se acercan a la reforma?

A nivel federal, incluso si conduces montañas de investigación demostrando que el LSD tiene algún uso médico aceptado, eso no tendrá ningún efecto sobre si reclasificar la psilocibina. Políticamente, puede ser difícil formar alianzas en esa situación entre personas que creen firmemente en legalizar la psilocibina frente a aquellos que apoyan la legalización de una droga psicodélica diferente.

A nivel estatal, podría complicarse. ¿Habrá suficientes personas dispuestas a apoyar una iniciativa dirigida a solo uno de estos psicodélicos? No tenemos mucha investigación de opinión pública sobre psicodélicos en general, y ciertamente no sobre psicodélicos individuales, que puede ser la ruta que los reformistas necesiten tomar.

El MDMA recibió el estatus de “terapia innovadora” para ser estudiado como parte del tratamiento para el trastorno de estrés postraumático, y la finalización de un ensayo de fase 3 en el otoño de 2023 significa que podría ser aprobado por la FDA para este uso tan pronto como en 2024. ¿Eso requeriría que la droga sea reclasificada? ¿Y cómo cambiaría eso la trayectoria de los psicodélicos en general a nivel federal?

Eso requeriría la reclasificación. No puedes mantener una droga en la Lista I si tiene un uso médico aceptado. En qué otra lista cae depende de los daños relativos y la probabilidad de abuso. Pero no estoy seguro de que haya ramificaciones más amplias. La Ley de Sustancias Controladas exige la clasificación de sustancias individuales en lugar de clases de sustancias, por lo que la clasificación del MDMA no tiene implicaciones para la clasificación de la psilocibina.

¿Cómo se ve la tensión entre las leyes estatales y federales sobre psicodélicos?

Es un poco como un juego de ajedrez. Los estados pueden liberalizar sus leyes y permitir que las personas usen, fabriquen y distribuyan algunos psicodélicos, como la psilocibina, en Oregón sin temor a ser arrestados por el gobierno estatal.

El gobierno federal podría intentar contrarrestar a los estados haciendo muy difícil para los estados regular los psicodélicos. Esto fue cierto en los primeros días de las reformas de la ley de marihuana estatal. Los estados querían crear un sistema de suministro seguro y fuertemente regulado por el estado, pero el gobierno federal amenazaba con tomar medidas enérgicas contra los proveedores, por lo que los estados no intentaron establecer sistemas de suministro regulados. En California, por ejemplo, la gente estableció colectivos enormes que atendían a decenas de miles de pacientes, pero esos proveedores no estaban regulados en el mismo grado que lo están ahora.

Viste la regulación estatal despegar solo alrededor de 2009 cuando la administración Obama anunció que dejaría de allanar a los distribuidores de marihuana médica. Pero eso fue más de 12 años después de las reformas de la ley de marihuana estatal. Antes de eso, los estados dijeron: “Vamos a llamar a tu farol… No vamos a arrestar a los pacientes. En cambio, vamos a decirles a los pacientes que lo cultiven ellos mismos, lo obtengan de un amigo o del mercado negro”.

Eso es menos que ideal. Los estados no querían que algún paciente con cáncer terminal de 70 años tuviera que cultivar su propia medicina, pero dijeron que eso es mejor que amenazar con arrestar a ese paciente. Podrías ver un vaivén similar en el ámbito de los psicodélicos.

Oregón ha intentado adelantarse un poco con la psilocibina. Lo que están imaginando es un sistema de suministro estatal fuertemente regulado. No puedes comprarlo y usarlo en casa a tu gusto; tienes que usarlo en un centro de servicios de psilocibina con licencia estatal.

El problema con eso es que es mucho más fácil para el gobierno federal cerrar a los proveedores regulados por el estado porque tienes una lista de ellos, por lo que pone a esos proveedores en peligro. Pueden ser arrestados, procesados, encarcelados por largos períodos y sus activos incautados.

Pero si el gobierno federal toma medidas enérgicas contra esos centros de servicios de psilocibina, Oregón podría simplemente levantar su prohibición sobre la fabricación y distribución de esta droga. Y entonces el gobierno federal podría volver a la mesa, como eventualmente lo hizo con la marihuana médica.

Es un vaivén entre los estados y el gobierno federal para averiguar cuánto tolerará el gobierno federal.

¿Qué lecciones hemos aprendido de las primeras etapas de la reforma de la ley de psicodélicos?

Oregón aprobó la Medida 109 en el otoño de 2020. Tomó tres años para que el primer centro de servicios de psilocibina abriera. Lleva tiempo averiguar cómo hacer esto, especialmente para los primeros adoptantes. ¿Podemos tener realmente un sistema donde el estado esté mirando por encima de tu hombro mientras tomas esta droga? ¿O eso va a ser contraproducente, y el gobierno federal va a usar eso para tomar medidas enérgicas contra estos centros?

Mientras el cielo no se caiga y no veas algunos desastres de estos primeros adoptantes, creo que otros estados se calentarán a ello. Pero los primeros años van a ser lentos.

¿Hay indicaciones todavía de si los psicodélicos podrán reunir el mismo tipo de respaldo político que ayudó a impulsar la reforma de la marihuana?

Soy profundamente escéptico. Si miras a la marihuana, hemos tenido la mayoría de los estadounidenses apoyando la legalización para uso recreativo o adulto durante diez años, y ahora estamos obteniendo algunas indicaciones tímidas de que en algún momento en el futuro, la administración Biden podría cambiar la ley federal que rige la marihuana para permitir el uso médico.

Va a tomar un tiempo antes de que obtengas ese tipo de apoyo público para la reforma de los psicodélicos si alguna vez lo obtienes, y necesitarías eso antes de que quien sea que esté en el cargo federal de 10 a 20 años a partir de ahora realmente abrace esto.

El pronóstico a nivel federal no suena favorable para los defensores de la reforma, pero a nivel estatal, ¿cree que la reforma de los psicodélicos es inevitable en este punto?

No necesariamente. Los psicodélicos no son tan populares o familiares para el público general como lo es la marihuana, por lo que los defensores de las reformas tendrán un trabajo más grande educando al público y convenciéndolos de que la legalización es una buena idea.

No creo que vayamos a ver una carrera repentina para abrazar los psicodélicos. Podrías verlo en algunos estados como Oregón y California. Otros estados esperarán al margen y verán cómo funciona. ¿Lo resolvieron? ¿Es seguro? ¿Es efectivo? ¿Pudieron controlarlo? Una vez que veas esa demostración, podrías ver que el impulso se acelera, especialmente si el apoyo público para los psicodélicos crece.

Una década a partir de ahora, tal vez siete u ocho estados habrán legalizado algún psicodélico, probablemente psilocibina, ostensiblemente para uso terapéutico pero, en realidad, para cualquier uso, como ha hecho Oregón. Y entonces tal vez el gobierno federal reclasifique uno de estos psicodélicos. Pero tomó 25 años para la marihuana. Probablemente será similar para los psicodélicos.

Portugal da un salto gigante en la atención médica con la aprobación de nuevas preparaciones de cannabis

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Portugal amplía su programa de cannabis medicinal por primera vez desde 2021

Portugal, un país que votó a favor de la legalización del cannabis medicinal en 2018, ha dado un paso de gigante en la atención médica con la reciente aprobación de tres nuevas preparaciones de cannabis por parte de su regulador, el INFARMED (Instituto Nacional de Farmacología y Medicamentos). Esta ampliación, la primera desde 2021, ha sido descrita como un “avance monumental en la atención al paciente en Portugal”.

Hasta esta semana, el único producto de cannabis medicinal con autorización de mercado en Portugal era la flor seca de Tilray, con un 18% de THC y menos del 1% de CBD, aprobada en 2021. La limitada disponibilidad de productos y la lenta progresión en la aprobación de nuevos ha significado que la oferta no satisfacía la demanda. Paula Mota, líder del grupo de defensa Movimiento de Madres del Cannabis, señaló que el producto no cumplía con las necesidades de muchos pacientes, incluidos menores de 18 años con epilepsia refractaria, ya que su prescripción se limitaba a algunas patologías, dejando fuera, por ejemplo, la epilepsia.

Las tres nuevas preparaciones, esperadas para ser disponibles para los pacientes a finales de primavera, marcan una ampliación significativa en las opciones de tratamiento. Tilray, operando desde una instalación certificada GMP en Cantanhede, Portugal, recibió la aprobación para una segunda preparación en el mercado, una de las dos soluciones orales de cannabis medicinal aprobadas, indicada para su uso en varias áreas críticas de la atención al paciente.

La preparación “Tilray Oral Solution THC 5 CBD 20”, dominante en CBD (con una relación de CBD a THC de 1-4), ya disponible en otros mercados como Alemania, destaca el compromiso de Tilray con la investigación y accesibilidad del cannabis medicinal. Denise Faltischek, Directora de Estrategia y Jefa Internacional de Tilray, expresó: “Esto representa un avance monumental para la atención al paciente en Portugal. Con la aprobación de nuestro primer extracto de cannabis medicinal, estamos orgullosos de estar a la vanguardia de la investigación y accesibilidad del cannabis medicinal”.

La segunda solución oral, de la operadora farmacéutica portuguesa Ferraz Lynce, es otro producto dominante en CBD y estará disponible en cuatro versiones distintas. Finalmente, se aprobó un segundo producto de flor, ‘Hexa 01 Alto THC 20%’ de Hexacan, que se venderá en paquetes de 10g para la vaporización de flor seca.

Estas preparaciones serán prescritas para el dolor crónico asociado a enfermedades oncológicas, epilepsia y tratamiento de trastornos convulsivos graves en la infancia, esclerosis múltiple, náuseas y vómitos causados por quimioterapia, y estimulación del apetito en cuidados paliativos para pacientes en tratamiento oncológico o con SIDA, abriendo nuevas puertas en la atención médica y tratamiento en Portugal.

El consumo recreativo de cannabis podría proteger contra el deterioro cognitivo

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Una nueva investigación vincula el uso recreativo del cannabis con una reducción en el riesgo de deterioro cognitivo

Investigadores de la Universidad Médica Upstate han desvelado una relación significativa entre el consumo de cannabis con fines no médicos, es decir, recreativos, y una notable disminución del riesgo de experimentar declive cognitivo subjetivo (DCS). Frente a quienes no lo consumen, el uso recreativo del cannabis se asoció con una reducción del 96% en la probabilidad de sufrir este tipo de deterioro cognitivo.

El DCS es un indicador clave ya que estudios previos han demostrado que las personas con DCS tienen un riesgo dos veces mayor de desarrollar demencia, una afección para la cual, hasta la fecha, no existe cura ni métodos de prevención definitivos.

Aunque el uso de cannabis con fines médicos y el uso dual (médico y no médico) también mostraron una tendencia a la disminución de las probabilidades de sufrir DCS, estos resultados no fueron estadísticamente significativos. De igual manera, la frecuencia y el método de consumo de cannabis no se asociaron significativamente con el DCS.

Para llevar a cabo este estudio, Zhi Chen, estudiante de la Maestría en Salud Pública (MPH), y el profesor Roger Wong, PhD, MPH, MSW, analizaron datos del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de 4,744 adultos estadounidenses de 45 años o más, recopilados en el Sistema de Vigilancia de Factores de Riesgo Conductual (BRFSS) del 2021.

El DCS se definió como un aumento autoinformado en la confusión o pérdida de memoria durante el último año. La investigación ajustó los datos por factores sociodemográficos, de salud y de consumo de sustancias, tras imputar datos faltantes y aplicar pesos de muestreo.

Este estudio se distingue de investigaciones anteriores al enfocarse en adultos de mediana edad y mayores, considerando de manera única las tres facetas del consumo de cannabis: el tipo de uso (médico o no médico), la frecuencia de uso y el modo de consumo (fumar, vapear, ingerir o dabbing).

El profesor Wong destacó la necesidad de realizar estudios longitudinales para comprender si el consumo de cannabis no médico protege realmente la cognición a largo plazo, dada la naturaleza transversal de este análisis que solo ofrece una instantánea del año 2021.

A pesar de las limitaciones señaladas en el estudio, incluida la incapacidad de considerar las regulaciones del cannabis de estado a estado y el potencial sesgo de selección, el uso de un conjunto de datos nacional aumenta la generalizabilidad de los hallazgos.

Wong subrayó la diferencia en la protección entre el uso médico y no médico, atribuyéndola a los compuestos presentes en el cannabis. El cannabis de grado médico suele contener mayores concentraciones de CBD y niveles más bajos de THC en comparación con el cannabis destinado al uso recreativo. Los autores sugieren que la protección contra el DCS podría derivarse de una mejor calidad del sueño y alivio del estrés que el cannabis proporciona a los usuarios no médicos.

Este estudio, publicado en la revista Current Alzheimer Research, abre nuevas perspectivas sobre el papel del cannabis en la salud cognitiva y subraya la importancia de futuras investigaciones para explorar estos vínculos con mayor profundidad.

 

Reporte de cultivo de Sunset Paradise 

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Sunset Paradise es la versión de Paradise Seeds de la popular Gelato, con análisis de laboratorio que registran un 27% de THC.

Desde su lanzamiento, ha sido galardonada con dos copas de cannabis y la cepa fue presentada en dos episodios del popular canal de YouTube Home Grow TV. 

El Limoneno encabeza la lista de terpenos, que también incluyen niveles altos de Terpinoleno, Humuleno y Alfa Pineno. En el análisis post-cosecha de Home Grow TV, se describe como una “cepa exótica americana gaseosa” con fuertes notas florales a lavanda y un sabor “suave y delicado”. 

Germinación y Estado Vegetativo 

Se cultivaron dos plantas de Sunset Paradise para este informe. Inusualmente para una índica, ambas mostraron un patrón de crecimiento abierto bastante distintivo en la etapa vegetativa, alcanzando solo 37 y 40 cm de altura después de cuatro semanas de crecimiento uniforme. 

Etapa de Floración 

Ambas plantas continuaron mostrando una gran uniformidad y un alargamiento significativo del tallo (nuevamente inusual para una índica), duplicando su tamaño en cuatro semanas. Destacable fue la acumulación de color en el follaje, con hojas de tonos oscuros que pasaban de verde a morado-azul a violeta. 

Este espectáculo de color estuvo acompañado de un encantador aroma floral dulce que llenaba la sala de cultivo; su complejidad incluía notas de frutas cítricas, dulzura afrutada, especias skunky y un toque de lavanda. 

La formación de flores fue impresionante, con muchos cálices desarrollándose (con una alta proporción de cáliz a hoja) en densos racimos redondos. Los cogollos duros como piedras, y muy gordos, mostraron una gran inyección de resina en la segunda mitad del período de floración. 

Después de exactamente 8 semanas, las dos plantas se cosecharon a alturas de 84 y 89 cm. El rendimiento final de estas plantas (cosecha seca) fue de 225 gramos combinados. 

Informe de Olor y efectos. 

Se preparó medio gramo de Sunset Paradise con un poco de tabaco. Un sabor inicial a deliciosa lavanda floral se fundió en dulzura afrutada (con un toque picante de skunk) que perduró en la lengua. 

Solo una calada produjo una sensación de hormigueo en las sienes, la segunda comenzó a generar algo en la frente y la tercera trajo una oleada de euforia. Esto fue seguido por un efecto corporal muy físico que relajó los miembros cansados y un efecto duradero (más de 2 horas).

Datos de cultivo:

Genetica  Sunset Paradise (indica dominante)
Fase Vegetativa  4 semanas (después de la germinación)
Fase de Floración  56 days / approx. 60 dias en total
Medio  Plagron Grow Mix soil, 11 litros
pH  6.2-6.6
EC  1.2–1.8 mS
Luz  up to 12 x SANlight S4W = 1680 watios
Temperatura  19-28°C
Humedad  40-60%
Riego  A mano
Fertilización  Organic Bloom Liquid + Organic More PK de Green Buzz Liquids
Aditivos/Estimulantes Living Organics, More Roots, HuminSäure Plus, Big Fruits, Fast Buds y CleanFruits de Green Buzz Liquids
Herramientas  CleanLight Pro para prevencion de moho
Altura  84 y 89 cm
Cosecha  En conjunto, 225 gramos

 

Fotos de @HomeGrowTV, Echa un vistazo a su repaso de la semilla a la cosecha aqui.

Puedes descargar el análisis completo aquí

California avanza hacia la legalización de Centros de Servicios Psicodélicos

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La propuesta bipartidista busca ofrecer terapias supervisadas a adultos mayores de 21 años

California está en el umbral de un cambio legislativo significativo con la introducción de enmiendas a un proyecto de ley bipartidista que busca legalizar los centros de servicios psicodélicos en el estado. La “Ley de Acceso Terapéutico Regulado a Psicodélicos”, patrocinada por el Senador Scott Wiener (D) y la Asambleísta Marie Waldron (R), propone permitir a los adultos mayores de 21 años el acceso a psilocibina, MDMA, mescalina y DMT en un entorno supervisado por facilitadores capacitados.

Este proyecto de ley ha sido objeto de una serie de cambios técnicos y reguladores claves, en preparación para una esperada audiencia comité el próximo mes. Los ajustes incluyen la creación de una “División de Terapia Asistida por Psicodélicos Regulados” bajo la Agencia de Servicios de Negocios, Consumidores y Vivienda de California, encargada específicamente de regular el programa de psicodélicos. Además, se propone la formación de un “Consejo de Facilitadores Psicodélicos Regulados” para supervisar y licenciar a los facilitadores entrenados que brindarán los servicios.

El proyecto también contempla la creación de un “Fondo de Educación Pública y Reducción de Daños” para apoyar los esfuerzos de educar al público sobre los beneficios potenciales y los riesgos de los psicodélicos. Bajo la ley enmendada, sería responsabilidad del gobernador realizar nombramientos al comité de supervisión experto propuesto.

Entre los cambios técnicos, se incluyen aclaraciones sobre los requisitos de recolección de datos, cambios definitorios, la eliminación de lenguaje duplicativo, actualizaciones en las reglas de evaluación médica y provisiones de ejecución para facilitadores.

Este movimiento legislativo se produce después de que el Gobernador Gavin Newsom vetara una propuesta más amplia el año pasado, que incluía disposiciones para legalizar la posesión de bajo nivel de sustancias como la psilocibina. Sin embargo, la legislación actual no especifica condiciones médicas cualificantes para acceder a los servicios, marcando una diferencia significativa con la propuesta previa.

Senador Wiener expresó su expectativa de que el proyecto de ley reciba consideración inicial en una audiencia comité el próximo mes, habiendo sido referido a tres paneles diferentes. Mientras tanto, Waldron lidera un proyecto de ley separado sobre psicodélicos enfocado en promover la investigación y crear un marco para la posibilidad de acceso terapéutico regulado, el cual ya ha avanzado en la Asamblea este año con apoyo unánime.

Drogas en el deporte: las sustancias dopantes (I)

Comenzamos a ofrecer en la edición digital de Cannabis Magazine una serie de artículos sobre el dopaje en el deporte que se publicaron hace tiempo en la revista impresa. Con ellos esperamos contribuir a desvelar los misterios que rodean a este tema.

Drogas en el deporte. Nandrolona, testosterona, estimulantes, EPO, hormona del crecimiento… ¿Quién no ha oído algo sobre doping? Los que tenemos cierta edad recordamos aquellos emocionantes Juegos Olímpicos de Seúl, año 1988, cuando Ben Johnson vencía en la carrera de 100 metros lisos, por delante del mítico Carl Lewis. Un par de días después, para sorpresa de los aficionados, el control antidopaje revelaba que Big Ben había consumido estanozolol, un anabolizante que aumenta la masa muscular, la fuerza y la potencia. El mundo quedó conmocionado al saber que uno de los mejores atletas de todos los tiempos tomaba drogas, que había aumentado su masa muscular visiblemente. Por cierto, la musculatura de Carl Lewis no estaba mal, aunque menos voluminosa que la de su rival; los rumores y ese prognatismo en la mandíbula apuntaban a que consumía hormona del crecimiento, indetectable por aquella época.

No menos escandaloso fue el Tour de Francia 1998, en el cual todo el equipo Festina, asistentes incluidos, fue acusado de consumo, posesión y administración de fármacos prohibidos, y expulsado de la competición. El ciclismo, deporte exigente donde los haya -sobre todo en las grandes carreras de tres semanas: Tour de Francia, Giro de Italia y Vuelta a España-, siempre había estado bajo sospecha, pero desde aquel momento no ha dejado de recibir acusaciones de prácticas de dopaje.

Más recientemente, a comienzos del año 2004, Heidi Krieger, ex-atleta de la antigua República Democrática de Alemania en los ochenta, revelaba, en una entrevista concedida al New York Times, que había cambiado de sexo -con intervención quirúrgica y nuevo nombre incluidos- debido a los andrógenos que le habían obligado a tomar durante sus años de actividad deportiva. El transexuado Andreas Krieger relató al mundo su metamorfosis de mujer a hombre por culpa del Oral Turinabol, el fármaco en forma de comprimidos azules que le suministraban. En las fotografías de los artículos podíamos ver su tamaño corporal, su vello facial, y nos enterábamos de que se había casado con una ex-nadadora llamada Ute Winter, también conejillo de indias de la política deportiva de la RDA.

Además de estos sonados escándalos, los medios hablan sobre temas algo menos sensacionalistas como los esteroides que pululan por los gimnasios, el clenbuterol, la biggerexia, el caso Marco Pantani… Buena parte de la información que nos ofrecen periódicos, radio, Internet y televisión se dedica al deporte; y el fútbol, deporte rey, omnipresente en nuestra sociedad, se lleva la mayor parte. Le siguen el baloncesto, el tenis, el ciclismo, el automovilismo y otros en los que eventualmente destaque algún representante de nuestro país. En medio de tanta noticia deportiva, de vez en cuando dedican unas líneas o un par de minutos a tratar algún caso de dopaje, un atleta que ha dado positivo en un control o detenciones por posesión y tráfico de sustancias prohibidas. Esta costumbre de incluir algún reportaje sobre doping entre tantos minutos de noticias deportivas y tantos artículos acerca de triunfos, marcas y proezas, se corresponde con la imagen que del deporte se pretende dar a la opinión pública: un espectáculo respetable y limpio de drogas en el que, con cierta frecuencia, surge alguna oveja descarriada que no cumple las reglas del juego y que es sancionada como se merece. Se desea así mostrar a la sociedad que la mayoría de los practicantes juega limpio y que los tramposos son pillados y sancionados en cuanto se atreven a violar las normas. Estoy seguro de que este discurso resulta familiar a los lectores: una sociedad libre de drogas, donde sólo los marginales las consumen y la gente de bien toma medidas para eliminar el problema.

Sin embargo, la realidad es bien distinta. Quienes conocen este mundillo saben que en cualquier deporte profesional con un mínimo de requerimientos físicos y dinero en juego, casi todos los profesionales toman sustancias para mejorar el rendimiento. Y no sólo en actividades que requieran resistencia, sino también en aquéllas donde sea importante la velocidad, la fuerza, la potencia (sprints, gimnasia, halterofilia, lanzamiento…), e incluso en las de precisión y habilidad, como por ejemplo las diversas modalidades de tiro, donde la administración de betabloqueantes facilita que no tiemble el pulso. Lo que nos presentan los medios es una visión parcial, y los pocos casos de dopaje que nos dan a conocer no son más que la punta del iceberg porque, en realidad, el consumo de drogas es una práctica habitual en todo el deporte profesional y en gran parte del amateur.

Las drogas del rendimiento

Según la definición clásica que todos conocemos, droga es aquella sustancia que no se integra en el organismo, sino que origina cierta alteración en él. Los alimentos, en cambio, son asimilados: los carbohidratos y grasas para obtener energía, las proteínas para construir tejidos, las vitaminas para catalizar ciertos procesos bioquímicos, etc.

Cualquier clasificación, en la medida en que intenta imponer un filtro al mundo, es una deformación impuesta por nuestra mente, categorías del Pensar que se proyectan sobre el Ser. No obstante, aunque suponga forzar la realidad, a efectos prácticos soy partidario de dividir las drogas en psicoactivas y drogas del rendimiento, si bien algunas encajan en los dos grupos (por ejemplo, las anfetaminas estimulan y aumentan la ejecución física e intelectual, pero también tienen un uso recreacional bien conocido). Esta clasificación nos indica con qué propósito se consumen: lúdico, de conocimiento o evasión, por un lado; o para incrementar el rendimiento, por otro. Los más puristas, si lo desean, pueden tomar esto no como un intento de categorizar, sino como los dos usos que de las drogas existen: el recreacional y el ergogénico. Este término procede del griego (ergos = trabajo) y significa “que genera trabajo, que ayuda al esfuerzo, al rendimiento”. Lo contrario es “ergolítico”, que se refiere a toda sustancia que disminuye el rendimiento.

Personalmente, mi relación con ciertos sectores me lleva a escribir sobre esta segunda vertiente de las drogas. En nuestro país contamos con bastantes -y muy buenos- autores que se ocupan de las sustancias psicoactivas clásicas, pero muy pocos abordan las ergogénicas desde una perspectiva global y trascendiendo lo meramente deportivo. Esta situación quizá sea un fiel reflejo de una mayor afición por las sustancias recreacionales, dado nuestro carácter más bien fiestero y hedonista, menos proclive al trabajo y al esfuerzo. A propósito de esto, en los ochenta fuimos testigos de un boom de los gimnasios y del culto al cuerpo, pero en los últimos años la tendencia se ha invertido; muchos centros deportivos han tenido que cerrar y la juventud es más sedentaria y obesa en términos generales.

¿Qué es el dopaje?

Empecemos por el aspecto lingüístico. Según el Diccionario de la Real Academia Española, es la acción y efecto de doparse, que consiste en la administración de fármacos y otras sustancias estimulantes para potenciar el rendimiento. Las autoridades deportivas consideran dopaje la detección de una sustancia prohibida, o de alguno de sus metabolitos o marcadores biológicos, en el organismo de un atleta. Si se trata de una sustancia restringida no se permite superar cierto nivel en el organismo. También se considera dopaje el uso de cualquier otra práctica o método para aumentar artificialmente el rendimiento, así como negarse a someterse a un control, a estar disponible para su realización, o hacer trampas en el momento de pasarlo, como por ejemplo llevar entre las piernas un recipiente de plástico con la orina de otra persona -para que no se note al presentarse ante el oficial deportivo- y después verterla en el sitio requerido.

Hace unos años se solía utilizar el anglicismo “doping”, pero últimamente se emplea más “dopaje”, reconocido por el Diccionario de la Real Academia Española aunque no pase de ser un galicismo un tanto castellanizado. En cuanto al origen del vocablo, “doping” procede de “dope”, sustantivo y verbo que se refieren a ciertas combinaciones de plantas con efectos eufóricos o alucinógenos y al acto de administrarlas. Conocer etimológicamente la procedencia de “dope” es algo más complicado, ya que los angloparlantes no cuentan con nada parecido a una academia de la lengua y, en consecuencia, el único recurso consiste en rastrear publicaciones y documentos del pasado. En este sentido, el diccionario Webster (http://www.websters-online-dictionary.org/) cita el año 1807 como fecha en que se utilizó la palabra por primera vez. Existen diversas propuestas etimológicas, y el lector que consulte en Internet podrá encontrar algunas muy curiosas. La más creíble es la que afirma que en la lengua de la tribu sudafricana de los kaffir se llamaba “dop” a una pócima estimulante que bebían durante sus ceremonias religiosas. Los boers habrían adoptado el término, el cual tomaron después los ingleses para referirse a las drogas que administraban a los caballos de carreras, y que más tarde pasaría al ámbito del deporte.

Policías abogan por el derecho a la terapia psicodélica

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Desde las aulas de terapia hasta las conferencias de la ONU: el viaje de los agentes hacia el bienestar psicológico

La demanda de estos agentes por el acceso a terapias asistidas por psicodélicos, como la MDMA, surge en un contexto donde el estrés post-traumático (TEPT) afecta hasta a la mitad de los oficiales, impulsando tasas de suicidio alarmantes. Durante un panel organizado por la Law Enforcement Action Partnership (LEAP) en Viena, exponen la urgente necesidad de integrar estos tratamientos en programas de bienestar para primeros respondedores, sugiriendo un enfoque preventivo para contrarrestar la crisis de salud mental en la policía.

Gergerian, quien antes de incorporarse a la policía ya poseía una formación postgraduada en consejería de salud mental, es hoy uno de los más fervientes defensores de la terapia psicodélica entre los oficiales en servicio. Su entrenamiento en la asociación Multidisciplinaria para los Estudios Psicodélicos (MAPS) y su participación en una serie de Netflix sobre psicodélicos subrayan su compromiso con esta causa.

Este movimiento hacia la aceptación de los psicodélicos como herramienta terapéutica también es visto como una oportunidad para abordar crisis más amplias dentro de la policía, incluyendo las acusaciones de sesgo racial y violencia policial. Gergerian y otros como él ven en las terapias asistidas por psicodélicos un antídoto contra infecciones sociales como el odio, promoviendo un acercamiento y entendimiento mutuo.

Mientras tanto, ex oficiales y agentes de diversos países comparten testimonios sobre cómo la terapia psicodélica les ha ayudado a procesar traumas y mejorar su salud mental y relaciones personales, incluso salvando vidas y matrimonios. En la vanguardia de este movimiento, se encuentran individuos como Neil Woods, ex detective y miembro de la junta de LEAP, quien destaca la necesidad de reformas a nivel de las Naciones Unidas para facilitar la investigación y legalización de los psicodélicos.

Esta corriente de cambio, que propone una visión más humana y comprensiva hacia el tratamiento del TEPT y otros desafíos psicológicos dentro de la fuerza, resalta la importancia de innovar en el cuidado de la salud mental de los oficiales, con el potencial de transformar no solo individuos, sino también instituciones.

La prohibición: principios y consecuencias

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Un imprescindible artículo de Antonio Escohotado sobre la prohibición de las drogas

Por Antonio Escohotado

La experiencia vivida con drogas diferentes en épocas diferentes y lugares diferentes, nos ofrece un banco de datos sobre el modo como el hecho de ser legales, ilegales o ajenas a cualquiera de esos estatutos influyó sobre su producción y consumo. A la luz de estos datos es oportuno repasar el cuadro de las razones expuestas por el prohibicionismo farmacológico.

1. El argumento objetivo

La base de la intervención coercitiva sobre el entendimiento ajeno es el alegato de que determinadas sustancias provocan embrutecimiento moral e intelectual, y por eso mismo son estupefacientes. La característica de este argumento fue basarse en cuerpos químicos precisos y por eso es legítimo distinguir entre un argumento antiguo y uno moderno.

El antiguo afirmaba que estupefacientes eran algunos compuestos químicos (opio, morfina y cocaína hasta 1935) cuyo uso discrecional debía ser desaconsejado, por representar una bendición en manos de médicos y científicos y una maldición en manos de toxicómanos.

La Convención única de 1961 amplió la lista de esos compuestos, aunque ese número haya continuado siendo insignificante en comparación con el de las substancias psicoactivas naturales y producidas por laboratorios. Como hasta mediados de los años 60 todavía era fácil obtener en las farmacias variantes tan activas -o aún más- que los fármacos controlados, la vigencia de un régimen semejante produjo un pequeño mercado negro a la vez que un floreciente mercado blanco, no sólo de alcohol y de otras drogas vendidas en supermercados, sino también de anfetaminas, barbitúricos, opiáceos sintéticos, meprobamato, benzodiacepinas, etc.

La argumentación objetiva antigua entró en crisis cuando toxicólogos del mundo entero coincidieron en declarar indefendible el concepto oficial de estupefaciente, y el propio Comité de Peritos de la OMS se desentendió en relación a ese concepto por considerarlo acientífico. Nadie consiguió precisar en términos biológicos, neurológicos o psicológicos por qué ciertas substancias eran llamadas estupefacientes y otras no. En ese momento -cuando los estupefacientes oficiales tenían una demanda muy escasa, y ya se perfilaba en el horizonte la amenaza psicodélica- cristalizó el argumento objetivo ulterior o moderno, que legitimaría una continuidad de la política antigua, aumentando su indefinición.

En efecto, según el argumento antiguo, los llamados estupefacientes eran medicamentos de prescripción muy delicada, que sólo ciertas personas podrían recetar o investigar. Pero pronto se transformaron en sustancias cada vez más indeseables y superadas por los progresos de la química de síntesis, que en ningún caso podrían quedar libradas al criterio de médicos y científicos. Su concepto pasó a ser estrictamente ético-legal, reflejado en un sistema de listas que marcaban la transición del simple control previo a la prohibición ulterior. A partir de entonces, las leyes no precisarían -ni en el período de deliberaciones previas, ni en sus exposiciones de motivos- esclarecer farmacológicamente cosa alguna; por ejemplo: porqué el alcohol, las anfetaminas o los barbitúricos eran artículos de alimentación o medicamentos, mientras la marihuana y la cocaína eran artículos criminales. Como esto presuponía un elemento de arbitrariedad, la solución última y todavía en vigor, fue declarar que todos los Estados debían velar por el estado anímico de sus ciudadanos, controlando cualquier sustancia que causase efectos sobre su sistema nervioso. Nació así el concepto de psicotrópico, al mismo tiempo en que se disparaba enormemente la producción y el consumo de los estupefacientes, pues sus análogos sintéticos ya eran sustancias psicotrópicas que solo podían ser adquiridas en farmacias con receta médica.

Las objeciones

El argumento objetivo en general, antiguo y moderno, se confronta en primer lugar con la idea científica de fármaco, que no proyecta determinaciones morales sobre cuerpos químicos por considerarlos cosas neutras en sí, benéficas o perniciosas, dependiendo de sus usos subjetivos.

En segundo lugar hay circularidad en la forma antigua y la moderna de exponer el argumento. En el inicio, se afirmó que ciertas substancias son muy útiles en manos de personas competentes -admitiéndose un uso médico y científico-, mientras que al mismo tiempo se creaban dificultades insuperables para que ese personal especializado dispusiese de ellas. Después, cuando terapeutas e investigadores reclamaron su derecho, se alegó que estas substancias eran inútiles para la medicina o la ciencia, porque ya existían productos sintéticos mucho mejores. Por último, cuando algún médico insiste hoy en obtener una explicación técnica sobre las ventajas de los fármacos sintéticos (por ejemplo por qué la metadona es mejor que el opio), se retorna a la premisa inicial, esto es, la de que los tradicionales serían muy útiles e inclusive mejores, si fuera posible prevenir los abusos en su prescripción. Como no existe un modo técnico de probar que son drogas inútiles, se alega que son peligrosas, y, como es imposible hacer valer la peligrosidad ante un diplomado en toxicología, se alega que son inútiles.

En tercer lugar, el argumento objetivo prescinde del hecho de que una droga no es sólo un cierto cuerpo químico, sino algo esencialmente determinado por un rótulo ideológico y ciertas condiciones de acceso a su consumo. Hasta 1910, los usuarios norteamericanos de opiáceos (Pag. 52) naturales eran personas de la segunda y tercera edad, casi todas integradas en el plano familiar y profesional, ajenas a incidentes delictivos; en 1980, gran parte de estos usuarios son adolescentes, que dejan de cumplir todas las expectativas familiares y profesionales, cuyo vicio justifica un porcentaje muy alto de los delitos cometidos anualmente. ¿Será que los opiáceos cambiaron, o cambiaron los sistemas de acceso a estas sustancias? Cabe decir la misma cosa de las sobredosis involuntarias: ¿cuántos usuarios de heroína o cocaína murieron por intoxicación accidental cuando el fármaco era vendido libremente y cuántos murieron después de que se tornaran ilegales? ¿Puede atribuirse a cosa distinta del derecho vigente la inundación del mercado por sucedáneos mucho más baratos y tóxicos que los originales, como el crack?.

Por más que se quieran presentar estos y otros efectos como desgracias imprevisibles, surgidas fortuitamente al defenderse la moralidad y la salud pública, el argumento objetivo deja de lado el hecho de que las condiciones vinculadas a la satisfacción de un deseo determinan decisivamente sus características. La realidad sociológica en materia de drogas es una consecuencia, y no una premisa, de su status legal.

Cuando se escamotea el efecto de la condición sobre lo condicionado, todo queda a merced de profecías autocumplidas, como la de aquel astrólogo inglés que tras adivinar cierto incendio futuro tomó la precaución de encender personalmente el fuego, a la hora y en el lugar ordenado por los astros.

Usando categorías biológicas, o simplemente lógicas, no es sustentable -en cuarto lugar– que el usuario de drogas ilícitas sea un toxicómano (maníaco consumidor de venenos) mientras el usuario de drogas lícitas constituye un bebedoro un fumador. Pero esta incoherencia permite mantener un negocio imperial a nivel planetario, exhibido sin el menor recato en todo el Tercer Mundo. Esos territorios son sometidos a extorsiones políticas, a devastaciones botánicas y a la persecución de sus campesinos, porque producen la materia prima de los principales agentes psicoactivos ilícitos, una materia que mata a occidentales a miles de millas de distancia; al mismo tiempo, es allá, en el Tercer Mundo, donde actualmente son vendidos en masa los agentes psicoactivos lícitos, desde el tabaco y el alcohol a estimulantes y sedantes patentados, con una propaganda destinada a fulminar cualquier competencia de sus fármacos tradicionales. Allá, el tabaco -norteamericano, naturalmente- es de cinco a diez veces más barato que en el sector civilizado del mundo -aunque la pasta dental o las sulfamidas cuesten el triple- y no contiene ningún rótulo indicando que puede perjudicar la salud; allá también el Valium y las demás benzodiacepinas son vendidas por cartones de envases, si el comprador lo quisiera, indicando sus prospectos que no son drogas, son remedios.

2. El argumento de autoridad

La política vigente se apoya también en el peso específico de sus propugnadores, distribuido en un grupo de eminencias y en una masa de personas innominadas (Mayoría Moral, o Silenciosa). Se alega que los líderes más respetados del mundo y una avasalladora masa de (Pag. 53) ciudadanos no podrían estar equivocados. Y, en efecto, a principios de siglo destacados representantes del fundamentalismo religioso -cuya bandera fue levantada después por instituciones policiales, políticas y financieras-, apoyaron la prohibición, sobre todo del alcohol. Hoy es raro encontrar un prelado, un general, un banquero o un estadista que sea hostil al prohibicionismo, y entre los que apoyan con mayor elocuencia sus premisas están próceres antiguos y modernos, desde el obispo Brent o el superdelegado Anslinger a los presidentes Nixon, Reagan, la señora Thatcher o el ayatollah Khomeini.

En lo que respecta al hombre de la calle, un gran número de personas creen sinceramente que “la” droga es un ente real, y debe defenderse de tal cosa como de un asaltante o de un asesino. Si ponemos en un plato de la balanza a los que apoyan la prohibición y en el otro a los que les gustaría revocarla, es bien posible que los primeros superen a los segundos, aunque no sea simple determinar en qué proporción; nunca se hicieron sondeos sobre este preciso extremo, con el rigor exigible para acercarse a estimaciones objetivas. El hecho de que, en algunos países, la disidencia farmacológica (haber usado alguna vez una droga ilícita) sea superior a una cuarta parte de la población -como sucede en los Estados Unidos, en España y en Holanda, por ejemplo- no significa que los disidentes se opongan a la prohibición en general, y tampoco excluye que sí se opongan a ella aquellos que sólo usan drogas lícitas. Lo innegable es que el asunto preocupa a todos seriamente, y que esta inquietud es interpretada en los medios oficiales como un apoyo expreso al régimen vigente.

Las objeciones

Al argumento de que los líderes mas eminentes del mundo y una inmensa mayoría de personas no podrían estar equivocadas, cabe contraponer dos observaciones básicas.

Pero la autoridad de los líderes no es la única, y si de Anslinger a Khomeini o Bush los políticos apoyan unánimemente la cruzada actual, se observa también que es rechazada de manera no menos unánime por quienes representan la autoridad del pensamiento. En otras palabras, hay dos autoridades en abierto conflicto. Así como líderes destacados apoyaron la prohibición, se opusieron a ella destacados representantes de las ciencias y de las artes, cuyos criterios se prolongan en grupos de resistencia activa o pasiva. Si pusiéramos a los primeros en un plato de la balanza y a los segundos en el otro, es tan avasalladora la supremacía del brillo institucional en unos como la del brillo intelectual en otros. Entre los preconizadores de la cultura farmacológica encontramos una larga secuencia, desde Teofrasto y Galeno a Huxley y Bateson, pasando por Paracelso, Sydenham, Coleridge, James y Freud. Y para ser exactos, la disparidad entre ambas corrientes hace recordar a la polémica de la brujería, donde a un lado estaban humanistas como Pomponazzi, Bruno, Cardano, laguna y Porta, mientras hombres de credos tan dispares como Calvino, Bonifacio W, Torquemada y Melanchton formaban un frente común de salvación pública.

En lo tocante a la autoridad del hombre de la calle, la historia nos enseña hasta qué (Pag. 54) punto ha sido receptivo a convocatorias de descontaminación ritual y lo muestra bombardeado por la propaganda con clichés como la llamada “espiral del estupefaciente”, en cuya virtud bastará que alguien se aproxime a los fármacos prohibidos para caer en adicción y crimen. Como el ciudadano común no posee datos fiables sobre la frecuencia con que esto sucede, nos ocuparemos por un momento del asunto.

Apenas uno de cada dieciséis iniciados en la heroína necesitó alguna vez atención médica; los otros quince viven su vida -habituados o no, la mayoría no habituados- sin alertar a las redes epidemiológicas. Con la cocaína la proporción puede ser multiplicada por cien o más, pues mueren por año menos personas por sobredosis de cocaína verdadera que en tiroteos relacionados con su tráfico. En el caso del cannabis y sus derivados, simplemente no se conocen casos de ingresos en clínicas pidiendo tratamientos de desintoxicación; lo mismo puede decirse (por lo menos durante la última década) de los demás fármacos visionarios. Haciendo un promedio de los casos de verdadero abuso y envenenamiento con estos fármacos de la Lista 1, considerados superpeligrosos, el resultado es que, a pesar del rótulo demonizador, solo cerca del 0,01% de los toxicómanos en el sentido legal -usuarios de ciertas drogas sin receta médica- cayó y cae en la llamada espiral de las drogas. Como en algunos países ese 0,01% afecta al 20 ó 25% de la población total, es suficiente para producir directa o indirecta­mente un alto porcentaje de los delitos contra las personas o contra el patrimonio. Con todo, para la inmensa mayoría de los otros toxicómanos, consumir o no una droga de la Lista 1 es un asunto ceremonial y lúdico, raramente místico, sólo un poco diferente de ir al casino, dar una fiesta o visitar un museo, sin efectos psicosomáticos discernibles de tomar una o varias copas.

Se mide la ecuanimidad de los medía calculando las veces en que describen este 99,99% y las veces en que describen el 0,01 % restante. Para mayor claridad, calculamos con qué frecuencia, al narrar la vida de este 0,01 %, se describen el estereotipo satánico, los elevados desembolsos económicos, el peligro de envenenamiento con sucedáneos y la necesaria frecuentación de círculos criminales como elementos de influencia en el abuso farmacológico o en la conducta delictiva. Aunque los medios se alimentan del escándalo como noticia idónea, eso no explica su sesgo, pues mucho más escandaloso seria describir el autocontrol que centenares de miles de personas vienen demostrando, a pesar del clima imperante y de sus peligros muy reales. La realidad censurada es este segmento del mundo que simplemente no acata la Prohibición, sin sentirse justificado para hacer mal a otro sólo por un hábito, ni a entrar en las ceremonias que el represor ofrece para representar sus actos como pura benevolencia. Mientras esta parte del mundo continúe ausente de la televisión y de la prensa, es absurdo presuponer que las personas de la calle poseen elementos de juicio para decidir sobre las ventajas y desventajas del prohibicionismo. Por otro lado, no faltan sorpresas aquí y allá, como un programa de audiencia máxima exhibido en Catalunya, que promovió un debate a principios de este año: jurados escogidos aleatoriamente escucharon los argumentos de prohibicionistas y de anfiprohibicionistas y se decidieron por 11 a 2 a favor de los segundos. Como era de (Pag. 55) prever, poco después algunos periódicos presentaron encuestas en las cuales el 97% de los ciudadanos apoyaban el endurecimiento de las medidas represivas al tráfico y al consumo de drogas ilícitas.

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