La propaganda cannábica

En el número anterior de la serie analizamos las dificultades y problemas que las instituciones oficiales suponen para el uso terapéutico del cannabis y los cannabinoides. Revisamos los motivos que desaniman a la industria farmacéutica para investigar sobre la planta del cáñamo y repasamos el papel de las instituciones antidroga que, cuyo ciego afán para evitar el uso recreativo del cannabis lleva a desacreditar cualquier otro empleo de la planta.

Por Fernando Caudevilla

Es seguro que la mayoría de nuestros lectores estarán de acuerdo con los argumentos que desarrollamos en el primer capítulo de esta nueva serie sobre usos terapéuticos del cannabis. Pero un análisis serio y riguroso nos obliga también a revisar cual es el papel del que podríamos denominar movimiento o sector cannábico en relación con el tema que nos ocupa. La tarea puede ser difícil porque primero tendríamos que definir qué entendemos por movimiento cannábico. No soy ni mucho menos un experto en el tema pero, visto desde fuera, parece que en realidad se trata de una suma de distintos intereses (desde el activismo más militante hasta los puros intereses comerciales) atomizadas en distintas federaciones, grupos y asociaciones que parecen siempre estar poniéndose verdes los unos a los otros y donde resulta muy complicado enterarse de qué defiende exactamente cada quién.  Así que en este sector puede haber muy distintos intereses e intenciones y las ideas que expongo en este artículo no son acusaciones dirigidas a ninguna asociación, federación o grupo en concreto. Pero sí me parece muy adecuada una reflexión crítica sobre el papel que desempeñan las personas, colectivos, organizaciones e instituciones favorables a la legalización del cannabis en relación con su uso terapéutico.

Como ejemplo tomaremos la noticia difundida por un conocido portal cannábico (es.growlandia.com) el pasado 11 de Noviembre de este año (1). Bajo el  título: ”El cannabis tiene un potente efecto contra el cáncer de mama” se presentan los resultados de investigación de un estudio en ratones. Explicaré en qué consiste el estudio: en humanos existen distintos tipos de cáncer de mama y algunos de ellos son particularmente agresivos. Es posible determinar el código genético de las células tumorales para poder detectar aquellos que responden mejor o peor a un tratamiento. En concreto los tumores humanos de mama que expresan el gen ErbB2 son particularmente malignos. Los investigadores utilizaron un modelo de tumor de ratón parecido a éste (ratones modificados genéticamente con mucha propensión a desarrollar tumores de mama), en concreto el llamado “MMTV-neu”. Extrajeron las células tumorales del ratón y las cultivaron en un medio artificial, y después expusieron estas células a distintas concentraciones de cannabinoides tanto naturales (THC) como sintéticos (JWH-133). En los resultados del estudio se muestra la mejoría de ciertos parámetros bioquímicos asociados al crecimiento de las células tumorales. En el texto del artículo, los autores indican que existe una “fuerte evidencia preclínica para el uso de terapias basadas en cannabinoides”.

He subrayado el término “preclínico” en el párrafo anterior porque es particularmente importante para contextualizar estos hallazgos. Los ensayos “in-vitro” son un primer escalón en los que se mide la toxicidad de una sustancia o grupo de sustancias y se valora si pueden o no tener algún beneficio. Este aspecto no aparece destacado en la noticia publicada en el portal cannábico y, en su lugar, se sugiere que el tratamiento podría tener alguna aplicación en humanos. Bajo el epígrafe “el tratamiento es seguro” la noticia en la Web señala:

“Recientemente se ha aprobado en España y Reino Unido el uso de un medicamento basado en cannabinoides para el tratamiento de la espasticidad asociada a la esclerosis múltiple. Este hecho ha reabierto el debate social sobre el uso de cannabinoides en la clínica por lo que, según este equipo de investigadores “ahora puede ser el momento apropiado para plantearse el uso de estos compuestos en otras enfermedades como el cáncer de mama” (1)

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El entrecomillado que Growlandia atribuye a los investigadores no se encuentra por ningún lado en el artículo original de la investigación, que se encuentra disponible en Internet y fue publicada en el año 2010 (2). De hecho la fuente de la noticia publicada en Growlandia es un artículo de prensa de un periódico chileno del año 2012 (3). Los investigadores conocen perfectamente la diferencia entre investigación animal y humana y es, como poco, muy dudoso que estén planteando el uso de spray de cannabinoides para tratar el cáncer de mama. Desde luego no hay rastro de esa idea en el original del estudio de investigación. Por supuesto es cierto que los cannabinoides son uno de los campos de investigación más interesantes en oncología, pero no existe indicación en humanos para su uso en el tratamiento de tumores en el momento actual.

El ejemplo expuesto no es una excepción, sino casi la norma cuando hablamos de medios cannábicos e información sobre usos terapéuticos. Cualquier estudio en cultivos de ratón, células de embrión de pollo u ovocitos de pulpo es recogido y titulado como evidencia de las propiedades curativas del cáncer. Exactamente lo mismo que viene haciendo la lucha antidroga desde hace décadas: cualquier caso aislado, estudio en animales o investigación en humanos de dudosa metodología es aprovechada para ilustrar lo requetemalísima que es la droga a golpe de titular escandaloso y sacado de contexto.

El problema es que, detrás, hay sufrimiento humano. Personas que sufren de enfermedades crónicas, de difícil o imposible curación y que ven en el cannabis una esperanza. Esperanza que no tiene una base científica demostrada o basada en datos insuficientes. Un estudio en células de ratones no dice absolutamente nada sobre el comportamiento del cáncer en humanos. Los tumores humanos son infinitamente más complejos que los animales y suelen ser necesario años o décadas para obtener resultados de la investigación básica. Los tumores de mama en perras, por ejemplo, responden de forma excelente a algunos antiinflamatorios (inhibidores selectivos de la COX-2). A nadie en su sano juicio se le recomendaría tomar estos medicamentos para tratar un cáncer humano. Pero cuando se trata de defender a la marihuana se suele hacer oídos sordos a estas consideraciones. La máxima expresión de este disparate lo tenemos en el aceite de cannabis de Rick Simpson, que lo mismo cura el cáncer que las hemorroides o los juanetes (4).

Las empresas que comercializan productos relacionados con el cannabis también son otro factor importante. No hay marca de semillas que no tenga una, dos o mil variedades que supuestamente sean excelentes para uso terapéutico aunque raramente se indican de forma clara la concentración de cannabinoides que puede obtenerse en la planta (que no depende sólo de la genética de la semilla sino de otros factores como el cultivo, curado y procesado del producto final). Tampoco sería justo meter aquí a todos en el mismo saco y es cierto que existen productores que se esfuerzan en obtener marihuanas con alta concentración de CBD, pero la falta de una legislación clara, controles de calidad y verificación mediante análisis facilita el que todo tipo de producto pueda publicitarse como “terapéutico”, lo que dificulta al usuario tomar decisiones formadas e informadas.

Y otro tanto puede decirse de los clubs y asociaciones cannábicas que, en algunas ocasiones, abusan del adjetivo “terapéutico”. Nuevamente tenemos que insistir en que existen importantes diferencias entre distintas asociaciones y, en general, no se discute la buena voluntad. Pero el que una asociación se autodenomine “terapéutica” debería de forma lógica implicar el trabajo de un facultativo especialista en el tema que valore la indicación según la patología del paciente y estudie cada caso de forma personalizada para poder asesorar de forma adecuada al paciente, así como asumir todas las responsabilidades que puedan derivarse, al igual que en cualquier otro acto médico. Esta cuestión fue señalada en la reunión de Fiscales Antidroga en Málaga en Junio de 2013  en la que se trató la proliferación de asociaciones cannábicas (5) y es, bajo mi punto de vista, la aportación más sensata ( en realidad la única aportación sensata) que este colectivo ha hecho con respecto a las Asociaciones. Señalaban los Fiscales que “las asociaciones argumentan un uso terapéutico que exige la intervención de médico o farmacéutico”. Parece razonable que, de la misma forma que se cuenta con abogados o expertos en agricultura, las asociaciones que quieran desarrollar una actividad terapéutica cuenten con un facultativo que asesore a los pacientes. Esperemos que una necesaria y deseable regulación de los Clubes Cannábicos ate este y otros muchos aspectos para dotar de seguridad jurídica a las asociaciones de ciudadanos adultos que libremente deciden utilizar cannabis con fines recreativos o terapéuticos.

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Medios de información, asociaciones, empresarios cannábicos… me parece que en este artículo no he dejado títere con cabeza. Pero no se me enfaden y no se lo tomen a mal, que son muchos artículos escritos criticando a los de siempre y de vez en cuando viene bien un ejercicio de autocrítica. Y ya tiene uno bastante con que los talibanes antidroga le acusen de banalizar el uso de las drogas como para que ahora nuestros lectores también se enfaden. Creo que es un error táctico de lo que he llamado “movimiento cannábico” (que insisto, incluye muchos intereses y sensibilidades distintos) el poner el foco de la atención en una cuestión estrictamente científica como es el uso terapéutico del cannabis y los cannabinoides. Reconociendo que el acceso a la automedicación con cannabis supone un problema para muchos consumidores, el resto de las cuestiones deberían de dirimirse en un ámbito estrictamente científico, sin interferencia de ningún otro agente.

Porque los ciudadanos adultos y responsables deberían tener derecho a cultivar la planta que más les apetezca en el balcón de su casa sin temor a ser denunciados por los vecinos. O a elegir si llevan en su bolsillo un bocadillo de chorizo o unos gramos de hachís para uso propio sin tener miedo de registros, cacheos y multas aleatorias en defensa de una “Salud Pública” que nadie sabe exactamente en qué consiste. O a no ser sometidos a controles de orina en determinadas actividades, vulnerando los principios elementales de la ética médica. Y existen suficientes argumentos éticos, políticos, sociológicos o económicos para defender todas estas cuestiones sin tener que recurrir al argumento terapéutico. Hagamos un ejercicio de imaginación y supongamos por un momento que ninguna de las propiedades medicinales atribuidas al cannabis fueran tales y se tratara de una droga que únicamente puede ser utilizada con fines recreativos ¿dejarían por eso las personas de tener derecho a disfrutar de ella sin perjudicar a otro? o ¿serían en ese caso válidas las leyes que castigan la tenencia o el consumo en espacios públicos?

A partir del próximo número dejaremos estas cuestiones más o menos teóricas y comenzaremos a abordar, una por una y de forma detallada, todas aquellas patologías en las que el cannabis o los cannabinoides han demostrado eficacia como tratamientos.

http://es.growlandia.com/noticias/medicinal/los-cannabinoides-tienen-un-potente-efecto-antitumoral-contra-el-cancer-de-mama.html

Caffarel M, Andradas C, Mira E, Pérez-Gómez E, Cerutti C, Moreno-Bueno G et al. Cannabinoids reduce ErbB2-driven breast cancer progression through Akt inhibition Molecular Cancer 2010, 9:196  URL disponible en: http://www.molecular-cancer.com/content/9/1/196

http://www.elpuertolibre.cl/archivos/9483

Abordamos este tema en profundidad en los números 110-111 de esta revista desarrollo nuevamente el tema.

http://www.20minutos.es/noticia/1844639/0/

Acerca del autor

Fernando Caudevilla (DoctorX)
Médico de Familia y experto universitario en drogodependencias. Compagina su actividad asistencial como Médico de Familia en el Servicio Público de Salud con distintas actividades de investigación, divulgación, formación y atención directa a pacientes en campos como el chemsex, nuevas drogas, criptomercados y cannabis terapéutico, entre otros.