Producción de ladrillos con maquinaria artesanal

Por David Hurtado

Introducción

El ladrillo que tradicionalmente ha sido utilizado para la auto-construcción, de barro semi-cocido o incluso crudo, es decir, el adobe, ha ido siendo sustituido por el ladrillo cerámico macizo.

Los primeros eran más económicos porque el fabricante, era a su vez el consumidor y por tanto las energías propias y familiares eran gratuitas por ser la riqueza precisamente de la vida rural.

Sin embargo al llegar el mundo moderno, el aumento de la demanda laboral para fábricas facilitó que la energía de trabajo fuera transformada en dinero, el cual a su vez permitía pagar a otro por realizar el trabajo que hasta ese momento será autogestionado.

Pues bien, aunque parezca muy evidente que las energías fósiles y el cemento Portland han marcado el ritmo que nos ha llevado a la crisis económica y energética actual, no es tan evidente, que en el modelo tradicional y el ultra-moderno exista un punto medio entre ambos sistemas productivos, y que aún siendo también manual, incremente la productividad pero reduzca el esfuerzo de la fabricación tradicional de ladrillos.

Hablamos de las máquinas artesanales para bricks, que son unos artefactos sencillos, aunque los hay también motorizados, que se aprovechan de la propiedad de la plasticidad que tienen los morteros cuando están húmedos antes de fraguar.

Son especialmente adecuados para los morteros cálcicos vegetales con que fabricar ladrillos de cáñamo, pero pueden también usarse igualmente para arcilla, arlita, otros materiales o incluso con hormigón convencional.

Como pueden verse en las fotografías son mecanismos muy sencillos pero realmente pragmáticos, con unos rendimientos nada despreciables trabajando con un pequeño equipo.

Muchas viviendas de ladrillo de cáñamo europeas han sido construidas gracias al suministro de empresas que las han usado para fabricarlos, de mayor o menor complejidad, excepto casos como la cervecería de Inglaterra que usó 90000 unidades y que con toda seguridad fueron encargadas a alguna empresa fuerte del mundo de la construcción usando métodos más mecanizados tecnológicamente.

Antecendentes de estas herramientas

El inventor Clive Iván Doubell creo en Sudáfrica, en 1979, el primer prototipo para hacer ladrillos a mano, de uno en uno, y este proceso de auto-creación de unidades para construcción se le llegaría a llamar el bricolaje Doubell o “Hazlo por ti mismo”.

Aunque lograba un ahorro de hasta el 80% de energía respecto al método convencional y Doubell viajó por el mundo mostrándolo en ferias, el concepto de bricolaje estaba mal visto y asociado al antiguo mundo rural, por lo que no logró que se desarrollará mayor interés.

Fué posteriormente cuando creó una máquina de múltiples ladrillos en molde, que logró que hasta los bancos apoyaran a los emprendedores como no habían hecho hasta entonces con el anterior invento.

Su influencia en África fue enorme y a día de hoy la empresa Doubell exporta al mundo entero por su robustez y calidad de diseños difíciles de superar gracias a la experiencia de este inventor pionero en su campo.

Aunque tuvo imitadores, sólo sus equipos siguen siendo valorados por los clientes mientras que la competencia fue quebrando progresivamente.

El trabajo de este hombre es digno de elogio puesto que permitió a las clases mas pobres de África, totalmente descapitalizadas, acceder a un método cómodo y rápido para crear viviendas con ladrillos de buena calidad.

La necesidad de suministro rápido de material de construcción para levantar viviendas de bajo costo a iniciativa del gobierno de Sudáfrica fue el origen de estas máquinas fabricadas por Doubell, tan asequibles y que logran alcanzar la misma producción que otras fábricas de ladrillo de más escala en ese continente.

Aunque hoy en día, si que está de moda el bricolaje y aunque algunas personas han recurrido a su propia mano de obra para construirse una vivienda, casi nadie llega a ese nivel de auto-construcción, fabricándose los ladrillos inclusive. Sólo en la España rural de nuestros abuelos se concebía crear los adobes del hogar familiar, por tradición, por economía y por calidad aislante.

Sin embargo a día de hoy, con una crisis por recesión económica, que pronostican a diez años, deja planeando la idea cada vez más sensata y obligada de volver al agro y de reconstruir sus edificaciones por el método más natural y barato posible, por lo que podría ser interesante retomar estas técnicas de “ladrillos fríos” que en su momento tan buen resultado dieron en tantas partes del mundo. Como veremos en el siguiente capítulo, Brasil y todo América Latina junto a África y Asia aún lo emplean en zonas con pocos recursos por ser fácil y barato.

Anteriormente describimos de forma muy somera, que tras realizar la mezcla de cáñamo, cal, arena o tierra la vertíamos sobre moldes para fabricar múltiples piezas a la vez y prensando por capas con cuidado. Requiere mucha destreza y se aumenta el riesgo de poca homogeneidad en el ladrillo.

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Pues bien, estas herramientas descritas hasta ahora, incluso las de producción por unidad sencilla, sin embargo, son tan rápidas y manejables que permiten fabricar muchas piezas en minutos, antes de que el mortero preparado por tandas en la hormigonera, pierda las propiedades idóneas de humedad y consistencia que requiere para crear los ladrillos.

No obstante hay modelos que permiten crear piezas incluso por docenas sin estar mecanizadas, pero requieren de más de una persona aplicando la fuerza de prensado a la vez.

La principal ventaja frente al método puramente manual y con moldes, es que se logra un estándar en la calidad del ladrillo, que puede llegar a ser de nivel comercial inclusive y, por otro lado, incrementamos la productividad al mantener un ritmo de trabajo constante sin necesidad de agacharnos en exceso.

Aunque en ambos casos es un proceso relativamente lento, exigente y elaborado, gracias a esta máquina de bricks, podemos hacer un cálculo de las jornadas de trabajo previas que requerimos para levantar “x” metros de vivienda, y de ese modo prever las necesidades de material, la ayuda en mano de obra para cada fase y otros pormenores de la planificación de la auto-construcción.

Aunque tiene un coste de amortización, es relativamente bajo teniendo en cuenta el ahorro logrado.

Análisis económico y consideraciones energéticas

A efectos económicos, si se considera como valor añadido la mano de obra, pueden producirse ahorros de tiempo con la máquina artesanal respecto al método manual de elaboración. No obstante, mas allá de esta consideración, a no ser que parte de la producción de ladrillo sea vendida al haber aumentado el rendimiento, el ahorro de coste sobre el total de la obra gracias al proceso de auto-fabricación con máquina respecto al manual es el mismo.

Si pensamos en términos energéticos para el medio ambiente, el consumir ladrillos que no son cocidos con energía fósil es un apoyo para la naturaleza, pero evidentemente es más una cuestión de gratificación y orgullo personal el acometer una obra por este método. Solo a escala global tendría impacto.

Poco más se puede decir al respecto, excepto que si es una pequeña cooperativa la que aprovecha la técnica, la máquina se amortiza mucho antes. También evidentemente se optimiza mucho la labor multiplicándose los beneficios que otorgan estas sencillas máquinas para la construcción, muy agradecidas para el uso colectivo, ya que uno puede cargarla mientras otro prensa y un tercero retira el ladrillo, logrando un buen ritmo productivo.

Mezcla y metodología

La mezcla no difiere de la explicada con anterioridad pero daremos de nuevo una receta, que puede ser modificada en función de si el ladrillo será por necesidad mas o menos aislante, sobre todo, y más o menos resistente.

Esta vez utilizaremos la medida de una pala de obra (no cuadrada), para indicar la proporción, pero es importante entender que la cantidad total producida de esta manera, puede exceder la capacidad de una hormigonera convencional, y no se da el caso de este problema si utilizamos una específica del cáñamo, es decir, una hormigonera de eje vertical.

Por tanto fijarse sólo en la proporción.

25 litros agua (variable según la humedad de la arena), 20 kg de cal hidráulica o normal, 10 palas de arena fina de 5 mm y 24 palas abundantes de cáñamiza o hurds.

Es muy importante aplicar el agua progresivamente y nunca dejar que se humecte en exceso, aprovechando el cambio de color para ir dominando la cantidad ideal, según se vayan viendo los resultados al retirar los bricks de la máquina. Ni excesivamente prensados ni tampoco con insuficiente presión, pueden ser en torno al 10% o el 12% del volumen de hueco de la máquina, pero debe ser analizado por el arquitecto que supervisa la obra en caso de que el auto-constructor lo tenga, de lo contrario debe asesorarse y estudiar adecuadamente las mezclas que desea realizar.

Como dijimos una vez preparado el mortero y aplicada la presión adecuada se retira el brick, poniéndolo en la zona de curación (protegida del sol y sin cambios de temperatura o expuesta a corrientes de aire) y prosiguiendo con el llenado del hueco de nuevo.

Lo ideal es trabajar en tres personas para lograr un buen rendimiento a la hora.

Poner mucho cuidado de no hacer más material del que el trabajo pida, de lo contrario de deberá re-hidratar el mortero, lo cual no es recomendable porque querrá decir que no hemos trabajado a la velocidad adecuada o que hemos preparado demasiada cantidad. Todo de ver ser calculado y ponderado.

Comparativa con el adobe y la piedra

Las ventajas del ladrillo de cáñamo frente al adobe son por un lado que la conductividad térmica es menor del orden de 0,17 W/m K frente a 0.91, valor claramente superior en condiciones de aislamiento.

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Por otro, que es un material más resistente a la compresión y que aún siendo más ligero es más resistente a flexiones y torsiones por estar compuesto de fibras, el adobe requiere de un aditivo fibroso para mejorar su propiedad de tracción mientras que el cáñamo no.

Una vivienda de cáñamo no sólo es más aislante sino también mas porosa al aire, respirando mejor que el barro y soportando cargas de techos de madera perfectamente, siempre que se le de el grosor adecuado a los muros, aunque lo más normal es que el peso descanse sobre pilares de madera y los ladrillos sean solo para tabicar externa e internamente.

Respecto a la piedra es mucho mejor, con gran diferencia, como aislante ya que la piedra arenisca por ejemplo posee un valor de 1.29 W/m k lo cual lo hace un material frío que requiere de un gran suministro de calorías desde el interior de la vivienda en forma de calefacción, por tener baja inercia térmica y perder la temperatura fácilmente.

En general el cáñamo con un porcentaje alto en cañamiza y un 10 % de cal por ejemplo, es un material superior, capaz de atemperar las zonas pico asociadas al clímax solar de las 12 del mediodía llevando esa temperatura suavizada hasta las 7 de la tarde sin por ello haber llegado a salirse de una acotación superior que es el nivel de aislamiento propio del material. Igualmente, la inercia térmica logra que las calorías captadas al sol a lo largo del día, absorbidas por el muro, sean cedidas al interior de la vivienda poco a poco, cuando más demanda posee la edificación, sobre todo en las horas más frías de la madrugada.

Ventajas y desventajas de los ladrillos respecto a los muros encofrados

El principal avance respecto a un muro encofrado, el cual vamos llenando de mezcla y prensando por capas longitudinales, es la velocidad de ejecución, que usando ladrillo, cualquier albañil de buena experiencia supera con facilidad los metros cuadrados logrados por el método de aplicación de mortero y apelmazado manual. Es por tanto un método rápido, cómodo y que nos permite colocar el material por toda la obra allí donde sea requerido, además de que al estar ya seco ahorramos mucho tiempo de secado al aire, ya logrado pieza a pieza.

Como desventaja podría ser que un pared de mortero garantiza un mayor nivel de homogeneidad y que anula el riesgo, en muros de ladrillo,de que se aplique mal el mortero de unión entre ellos, perdiendo capacidades aislantes o disminuyendo el valor neto de la inercia térmica. El motero debe ser equilibrado respecto al muro para que sea lo más homogéneo posible.

Por otro lado, está claro que el ahorro de no tener que instalar encofrados facilita inmensamente la celeridad de levantar una vivienda en cáñamo, algo que con muros continuos representa una de las principales desventajas de estas construcciones, pero ya se ha solventado ese problema utilizando máquinas de proyección de morteros aligerados.

Este artículo está dedicado, para todas esas personas, colectivos, asociaciones, grupos de apoyo mutuo, personas en riesgo de exclusión social o incluso ciudadanos sin techo, que deseen construir una pequeña o mediana vivienda de cáñamo o de otro tipo de ladrillo, sea tierra, barro o morteros varios. Que no le tengan miedo al trabajo metódico y constante, porque conocer una técnica como esta y disponer de un sistema así de sencillo de fabricación de ladrillos como este, puede representar una auténtica experiencia de orgullo vital por no hablar del maravilloso refugio que podemos crear en un entorno ideal para nuestra salud o nuestro espíritu.

 

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.