Consejos prácticos para maximizar el crecimiento y las podas en el cultivo de marihuana en interiores y exteriores
por Josetxo (Nvidia)
Una vez germinadas correctamente las semillas de marihuana y pasadas a sus correspondientes macetas, comenzamos con el ciclo de crecimiento de nuestras plantas, también conocido como ciclo vegetativo. En el anterior número de Cannabis Magazine ya vimos cuáles son las técnicas más utilizadas a la hora de germinar nuestras semillas. Sea cual sea la que hayas elegido, ahora comenzaremos con el siguiente paso donde explicaremos también todas las opciones disponibles, que no son pocas.
En cultivos de exterior (que pueden llevarse a cabo en mitad de una montaña o en el balcón de casa) lo habitual es sembrar en primavera para que el ciclo de crecimiento sea natural, acorde con la estación y las horas de luz. Aunque si se utilizan variedades autoflorecientes, lo cierto es que se puede cultivar en cualquier época siempre que las temperaturas sean agradables.
En cultivos de interior (los que realizamos dentro de un armario de cultivo o en una habitación adecuada para este fin) debemos elegir la cantidad de horas de luz que vamos a utilizar durante las próximas cuatro u ocho semanas (dependiendo del ritmo de crecimiento de las plantas). Simplemente debemos tener presente que nuestras plantas deben recibir más horas de luz que de oscuridad para evitar que entren en floración cuando alcancen la madurez sexual. Los cultivadores pueden elegir cuántas horas de luz utilizar en función de sus recursos. Lo habitual es utilizar ciclos de dieciocho horas de luz y seis horas de oscuridad (completando así las veinticuatro horas que tiene el día), algo que se conoce como 18/6. También podemos diseñar el ciclo con veinte horas de luz y cuatro de oscuridad, conocido como 20/4 o, incluso, hacer un ciclo constante de veinticuatro horas de luz, 24/0.
Cualquiera de los ejemplos expuestos funciona bien para la etapa de crecimiento, recordando que a mayor cantidad de horas de luz mayor velocidad de crecimiento tendrán las plantas. Y también, mayor gasto eléctrico que se traducirá en facturas más elevadas. Si no tenemos prisa, el 18/6 siempre funciona genial. Si tenemos un poco de prisa el 20/4 es una buena opción. A nivel personal no recomiendo el 24/0 porque, aunque funciona bien, no lo veo natural para una planta (manías de puristas).
Simplemente necesitamos un programador para que controle las horas de luz automáticamente y así nos despreocuparemos de tener que estar atentos a encender o apagar la luz. Es muy importante que las horas de oscuridad sean de total y absoluta oscuridad. También que respetemos el mismo ciclo lumínico durante todo el ciclo vegetativo, para evitar estresarlas en exceso (el mero hecho de ser cultivadas en un interior ya es estrés suficiente).
El tipo de luz que utilicemos también será un factor clave para determinar la velocidad de crecimiento de las plantas y la calidad de las mismas. En la actualidad, la iluminación más utilizada en cultivos de interior para la etapa de crecimiento es la iluminación de bajo consumo (lámparas CFL), la iluminación LED (con configuración de crecimiento) y la iluminación industrial HM (halogenuros metálicos).
El tipo de luz que elijamos irá en función de nuestro clima y de nuestro presupuesto. Clima porque las lámparas de HM emiten mucho calor y en verano no son nada recomendables a no ser que gastemos dinero en aire acondicionado para mantener una temperatura agradable en el cultivo. Y presupuesto porque aunque la iluminación LED es la más eficiente en relación consumo/producción, es también la más cara y con mucha diferencia. Si conoces esos típicos ovnis LED que venden en ebay, comentarte que mejor olvides la idea, porque no son de calidad.
Si estás indeciso y es tu primer cultivo, unos CFL te pueden ir bien. Si tienes algo de experiencia y varias plantas, un balastro electrónico regulable y una buena lámpara de HM harán volar tus plantas, siempre que controles la temperatura ambiente.
La altura a la que se debe dejar el foco con respecto a las plantas es proporcional a la temperatura que emita. Si usas LED y la temperatura no sube de 26ºC, puedes dejarlos incluso a cinco o diez centímetros de las puntas. Si usas HM o CFL deberás ir midiendo la temperatura en la punta de las plantas y subiendo el foco. De forma que la temperatura en las puntas esté sobre los 26ºC. Si ves que debes separar el foco más de treinta centímetros para mantener una temperatura adecuada, es que algo está mal… demasiado calor, lo cual precisa de aire acondicionado o de un sistema de iluminación que aporte menos calor.
Puede parecer complejo pero es muy sencillo. Las plantas de marihuana no crecen bien a partir de 28 o 30ºC de temperatura, porque dedican parte de su energía a no deshidratarse, perdiendo parte de la energía que destinarían al crecimiento. Una temperatura de 24 a 26ºC cuando la luz está encendida es perfecta para obtener un crecimiento rápido y vigoroso. La instalación de un intractor y extractor de aire, con su correspondiente filtro de carbón activo, es muy recomendable para mantener una temperatura estable.
El número de plantas a poner por foco varía en función de la potencia del mismo y de tu espacio de cultivo. Recuerda que las plantas crecen y ensanchan, necesitando espacio para no enredarse unas con otras y crear zonas propensas a la creación de hongos.
Ahora que ya tenemos controlado el ciclo lumínico y el tipo de luz a utilizar, llega otro dato más a tener en cuenta: la humedad relativa. El nivel de humedad del cuarto de cultivo debe ser de entre un 60% y un 70%, incluso un 80% puede ser bueno. Con un nivel alto de humedad durante el ciclo de crecimiento, las plantas pueden hidratarse también a través de las hojas, dedicando mucha más energía al desarrollo de materia vegetal.
Existen humidificadores que vienen con programas electrónicos, los cuales apagan el aparato cuando se llega al nivel de humedad que nosotros le hayamos indicado. Algo súper útil para tener la humedad controlada en todo momento. Como recomendación, si os decidís a comprar un humidificador, comprad uno con el depósito de agua grande (que al menos dure un día completo funcionando).
Teniendo la iluminación, la temperatura y la humedad controladas, nuestro cultivo estará optimizado al 80%. Poner un sistema de circulación de aire que meta aire limpio y fresco a nuestro cultivo, mientras saca el aire caliente y viciado, aportará el otro 20% restante para llegar al 100%.
Una vez lo tenemos todo controlado, hay que recordar que las plantas de marihuana no son cactus ni tampoco algas. Necesitan ser regadas cuando la tierra comienza a secarse. Podemos hundir un dedo en la maceta y si al sacarlo sale con tierra pegada, significa que aún está húmeda y no necesita ser regada, pero si el dedo sale casi limpio… entonces es hora de regar.
Hay que regar de forma que el sustrato quede mojado pero no encharcado, debemos dejar que el agua restante drene. Un sustrato encharcado asfixiará las raíces, que por extraño que parezca, también necesitan oxígeno. Por mucho que lo expliquemos, saber cuándo y cuánto regar es algo que se consigue con la práctica, así que simplemente ve probando.
El agua de riego debe tener el pH ajustado a 6,2 si usamos tierra (en caso de usar coco/arlita o hidro, es diferente). Nos ceñiremos a la tierra ya que es el medio más utilizado y natural. Podemos ajustar el pH del agua de riego con zumo de limón o con un ácido especial que venden en growshops.
Como consejo, no utilicéis ningún tipo de abono durante el primer mes de vida. Si estamos usando una tierra de calidad y unas macetas de un tamaño adecuado (por encima de siete litros) nuestras plantas tendrán todo el alimento que necesitan en la tierra. Si les añadimos más, corremos el riesgo de quemar las raíces, sobrefertilizar, saturar el sustrato, etc. Las plantas de marihuana no crecen más rápido por usar abonos, simplemente hay que usar buena tierra.
Sólo a partir del primer mes de vida podemos comenzar a usar abonos en dosis muy inferiores a las indicadas por el fabricante, en algunos riegos intercalados. Hay quien abona desde el primer día y quien no abona en todo el ciclo de crecimiento. Yo soy más partidario de no abonar, pero cada cual con sus ideas. Aunque si usas abonos, que sean orgánicos (naturales).
Sin embargo, sí que es recomendable pulverizar nuestras plantas con agua, al menos una vez al día (a ser posible en las horas de oscuridad, es decir, justo antes de que se apague el foco). Agua limpia sin más, para hidratarlas de manera foliar y eliminar restos de polvo en las hojas. Podemos añadir en alguna de esas pulverizaciones, algún preventivo natural como el aceite de neem y así evitar molestas plagas.
El ciclo de crecimiento tiene una duración mínima de cuatro semanas, que es lo que tardan las plantas de marihuana en madurar sexualmente, generalmente. Una planta que no ha madurado sexualmente no puede ser pasada a floración, porque sólo conseguiremos que se espigue en busca de luz.
Hay quien tiene sus plantas creciendo cuatro semanas y quien las tiene doce. Todo depende de la altura que quieras que tengan cuando sean cortadas. Pero recuerda que las variedades índicas doblan su tamaño durante el ciclo de floración y las sativas, por lo general, lo triplican. Es decir, si tienes plantadas semillas índicas y quieres cortarlas cuando tengan un metro de altura, lo recomendable es darles un ciclo de crecimiento hasta que midan medio metro.
Podar nuestras plantas correctamente también puede ayudarnos a obtener más producción de cogollos y/o adaptarlas a nuestra altura de cultivo. Si no existen problemas de altura y tenemos varias plantas, lo recomendable es no podarlas, dejando que formen una buena porra central y cogollos secundarios en sus ramas.
Sin embargo, si tenemos muy pocas plantas y queremos abarcar mucho espacio de cultivo, podemos podar nuestra planta para que desarrolle más ramas y sea más ancha. Simplemente debemos cortar la punta principal cuando la planta tenga una altura considerable (deja al menos tres o cuatro nudos bajo el corte, para que ramifique). Algo que se conoce como poda apical y fuerza a la planta a desarrollar más las ramas por debajo del corte.
También podemos podar y moldear las ramas para que se vayan enrollando en, por ejemplo, una malla de obra situada horizontalmente sobre nuestro cultivo, intentando rellenar todos los espacios con ramas. A esta técnica se la conoce como SCROG. En realidad, es muy práctica si la genética de nuestra planta es ramificada (no todas las variedades ramifican bien) y tenemos pocas plantas, porque podemos rellenar una superficie mayor y obtener más producción. Como punto negativo, necesitaremos más tiempo para el ciclo de crecimiento, hasta que se hayan rellenado todos los huecos de la malla.
También podemos optar por la poda FIM, la cual consiste en cortar la yema superior del tallo principal con la finalidad de obtener un mayor número de yemas. Aunque a título personal os recomiendo la poda apical si simplemente queréis dos puntas.
Y por el momento poco más para este ciclo de crecimiento. La poda de ramas bajas no se efectuará hasta llegado el ciclo de floración, del cual hablaremos el próximo mes. Por lo que aunque existen muchos otros tipos de poda, no son necesarios ni presentan grandes beneficios al aplicarse en plantas de marihuana.
Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.