Como las personas, más mascotas reciben aceite para tratar distintos cuadros. Pero para ellas no está autorizado el autocultivo.

La respuesta llegó un día de 2020, mientras Titán y toda la familia cumplían el aislamiento obligatorio. Sandra comenzó a seguir a un nuevo veterinario en Instagram. ¿Aceite de cannabis para un doberman? ¿Por qué no?

Habían probado antidepresivos, estímulos de juego y olfato, paseos con collares de ahorque, cambios de dieta y hormonales, homeopatía, entrenamientos con dos especialistas y la resocialización con otros animales. Pero ni los viajes a Córdoba ni las otras terapias funcionaban para este perro de cinco años.

Para Titán, el trauma se había detonado una mañana en el parque. Estaba en un canil de Plaza Irlanda, en el barrio porteño de Caballito, cuando otro perro lo revolcó por el pasto y lo mordió de una forma “muy violenta”. Tenía poco más de un año y su manera de vincularse con otros perros se transformó por completo.

“Estaba aterrorizado”, define su dueña, Sandra Destéfano (60). Si antes se ponía a jugar ni bien salía a la calle, ahora atacaba al primer animal que se le cruzara. “Se les iba encima incluso a los más chiquitos. Él, que pesa unos 40 kilos”.

“Primero lo hice castrar, por recomendación de un veterinario clínico. Me dijo que eso le iba a regular las hormonas y podría calmarlo. No sirvió de nada. Debería haber consultado a un etólogo, que se especializan en comportamiento animal, pero ni sabía de eso hace cuatro años”, explica a Clarín la mujer.

Y sigue: “Yo ya había tenido otro doberman. Y siempre son perros enérgicos. Pero esto era distinto. Con los humanos, Titán seguía siendo amoroso, súper juguetón. El problema era cuando se cruzaba con otro perro”.

Ese detonante se sumaba a una base de miedo que el doberman ya traía, cree Sandra y explica que en los doberman “es muy importante permanecer con la mamá, que les enseña todo, hasta los 90 días”. En el caso de Titán, solo fueron dos meses. “Eso, su personalidad temerosa y la experiencia traumática, que para otro animal puede ser un accidente de auto, hicieron que tuviera este problema de conducta”.

Los primeros educadores usaban la cadena de ahorque para intentar frenarlo, pero “Titán se sentía agredido y empeoró”, cuenta su tutora. También hizo un tratamiento con medicación psiquiátrica por cinco meses y no vio ningún cambio. Logró dar con un “excelente educador” de Entrenamiento Canino Buenos Aires y Titán comenzó a comunicarse mejor, pero faltaba algo. “El trauma había hecho que cuando aparecía el detonante, no había premio que funcionara”.

El veterinario a quien había encontrado por redes sociales le recomendó una terapia con cannabis. Por tres meses, combinaron el adiestramiento con una dosis alta de cannabis full spectrum con predominancia de CBD, que le administraban diariamente en la encía, mediante un gotero.

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“Fue como que pudimos volver a comunicarnos con él. Titán bajó de tal manera los cambios que pudo entender los ejercicios y la dinámica que queríamos enseñarle”, relata Sandra.

Ahora, Titán sigue siendo un “terremoto” que se pone a ladrar sin parar si escucha el timbre de la casa. Ya acepta sin problemas un bozal de goma para salir a pasear y juega con su hermanita, Vita, la nueva integrante canina de la familia. Solo usa cannabis para situaciones puntuales, como antes de un viaje o para manejar los ruidos de pirotecnia.

Sandra muestra a Clarín un video que hizo con su celular, en el que “Tito” salta contento en saludo a otro perro en una de las últimas visitas al parque. “Me puse a llorar de felicidad, porque no podía creerlo”, reconoce.

“El aceite que se usa en animales es lo mismo que se puede usar en humanos”, indica Destéfano, aunque aclara que los perros o gatos “son más sensibles” y suelen requerir concentraciones cannabinoides más bajas. Eso sí: “No solo se usa aceite de CBD, que es lo que hoy está disponible para personas. La planta tiene más de 1.500 principios activos, de los que se utilizan en la actualidad unos 20. Y cannabinoides se usan entre 6 a 8 distintos. Eso va a depender de qué necesite el paciente y su patología”.

Desde la asociación de Veterinarios Cannábicos Argentina (Ig: @veterinarios_cannabicos_arg) defienden que el uso veterinario medicinal sea regulado a través de la Ley 27.350 de Cannabis Medicinal. Hoy, no hay un registro de cultivadores para uso en animales como sí existe el Reprocann para las personas que tratan enfermedades como la epilepsia refractaria o la ansiedad.

Los dueños de animales que plantan en sus casas para el consumo de sus mascotas “están en una situación de clandestinidad”, explica el veterinario. Tampoco pueden pedir un fitopreparado en una farmacia para sus mascotas quienes no pueden cultivar.

En cuestiones de comportamiento, “el cannabis no resuelve el problema por sí solo”, aclara Destéfano. Y sigue: “Permite estar más estable al animal y que con un trabajo interdisciplinario pueda adquirir nuevas experiencias y aprendizajes, como pasó con Titán”.

Para que el tratamiento sea efectivo, influirá además del tipo de planta, la dosificación: “Es importante contar con asesoramiento de un veterinario especializado. Puede que el tutor se quede sino con la imagen de que el cannabis no sirve, cuando la dosis no alcanza, o que se asuste, por efectos no deseados, que son los psicotrópicos, que pueden ser de euforia o ansiedad en el animal”.

Destéfano enumera que, entre otras patologías de comportamiento, el cannabis puede usarse en animales para tratar trastornos de sueño o de ansiedad, fobias, falta de apetito, problemas de memoria, traumas, estados de estrés o de alerta, hiperactividad o dificultad en adquirir aprendizajes.

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“El sistema endocannabinoides actúa modulando funciones a nivel cerebral que regulan los estados emocionales, por lo que el cannabis es una herramienta para el tratamiento de casi cualquier problema de conducta”, describió.

El uso más conocido del cannabis en veterinaria es para el tratamiento de la epilepsia refractaria y dolores crónicos, en especial en gatos y perros gerontes, pacientes oncológicos, animales con artrosis, “picos de loro” o hernias, entre otras patologías, contó a este diario la veterinaria Paula Lezcano, veterinaria especialista en cannabis.

Lezcano, que atiende en la Clínica Vet 365 de Neuquén capital, es uno de los 400 veterinarios que integran la red de Veterinarios Cannábicos Argentinos (VCA), a los que se puede seguir en la cuenta de Instagram @veterinarios_cannabicos_arg). El WhatsApp le estalla. “Cuando la ley empiece a permitir el uso del cannabis en animales, se van a sumar muchos más”, advierte.

El acceso sigue siendo un problema. Algunos veterinarios se arriesgan a cultivar para sus pacientes, hay familias que autocultivan para sus familiares y tienen que hacerse habilitaciones como si usaran el aceite para sí mismos, y otros acceden a la compra. Sólo los aceites altos en CBD están disponibles en farmacias, para pacientes humanos, pero no sirve para tratar el dolor, que precisa formulaciones altas en THC.

Hay asociaciones de cultivadores solidarios que venden sus productos y también hay otros que se consiguen en Internet, dietéticas o en la calle. Lezcano advierte tener cuidado con los productos que no provienen de una fuente de confianza. Con las asociación de veterinarios cannábicos testearon varios. “Hemos comparado cromatografías y en algunos casos no tienen nada de cannabinoides”, explica.

Lezcano alertó, además, que los veterinarios ven con preocupación la llegada de productos industrializados que quiten el “efecto séquito” del cannabis. “Hay una sinergia entre todos los componentes de la planta que potencia los tratamientos”, detalló.

Fuente Clarin

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Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.