Un estudio internacional reconstruye la diversidad genética del cannabis silvestre y cultivado a lo largo de Eurasia, ofreciendo claves para su conservación, uso medicinal e industrial sostenible.
n un hito científico sin precedentes, un equipo liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha realizado la primera aproximación global a la diversidad genética del cannabis, una planta milenaria cuya historia se entrelaza con la de la humanidad. Gracias al uso de tecnologías genómicas de última generación y a la colaboración internacional, el estudio ofrece una radiografía precisa de los linajes genéticos del Cannabis sativa, tanto en su forma silvestre como cultivada.
Lejos de limitarse a su controvertido uso recreativo, el cannabis es una planta de enorme valor ecológico, medicinal e industrial, cuyo conocimiento ha estado históricamente condicionado por restricciones legales, tabúes sociales y escasa financiación. Ahora, con esta investigación puntera, se abre la puerta a una nueva era para la comprensión científica y la gestión racional de este recurso natural.
Una historia milenaria aún por entender
Con más de 12.000 años de historia a sus espaldas, el cannabis ha sido cultivado por culturas de todo el mundo con fines tan diversos como la medicina, la elaboración de fibra textil o la alimentación. Sin embargo, hasta hoy, la mayoría de los estudios genéticos se centraban en variedades modernas de uso comercial, dejando de lado la riqueza genética de las poblaciones silvestres o tradicionales.
“Hasta ahora la mayoría de los estudios genéticos se habían centrado en cultivares modernos, que apenas representan una pequeña fracción de la diversidad genética total de la especie”, explica Manica Balant, investigadora del Instituto Botánico de Barcelona (CSIC-CMCNB) y autora principal del estudio.
Colaboración internacional y ciencia abierta para desentrañar su ADN
El proyecto ha contado con la colaboración de científicos de Armenia, Bangladesh, China, España, Países Bajos, Hungría, Irán, Mongolia, Pakistán y Rusia, lo que ha permitido una cobertura geográfica y genética sin precedentes. Para ello, se han combinado muestras procedentes de herbarios históricos, bancos de semillas y repositorios genómicos de acceso abierto. El procesamiento de los datos se ha llevado a cabo con computación de alto rendimiento, dada la enorme complejidad del genoma del cannabis.
Este enfoque integrador ha permitido identificar tres grandes grupos genéticos del Cannabis sativa: uno en Asia oriental (donde se encuentra la mayor diversidad), otro en la región Paleotropical (Asia suroriental y meridional) y un tercero en la región Boreal, que abarca parte de Eurasia. Dentro de estos grupos, también se han detectado sublinajes más específicos como la zona eurosiberiana o la meseta iraní.
Un recurso para el futuro del cannabis medicinal, industrial y ecológico
“Estos hallazgos ofrecen una base sólida para futuras investigaciones y para una gestión más inteligente del cannabis en todos sus usos”, afirma Lisa Pokorny, investigadora Ramón y Cajal en el Real Jardín Botánico (RJB-CSIC) y coautora del estudio. Desde el punto de vista ecológico, entender la estructura genética de la planta es clave para su conservación en estado natural, pero también para el desarrollo de nuevas variedades mejor adaptadas al cultivo sostenible y a fines terapéuticos específicos.
Los datos aportados por este estudio no solo refuerzan la importancia del cannabis como planta clave en la historia agrícola humana, sino que permiten diseñar políticas de conservación y regulación basadas en el conocimiento científico, alejadas del estigma que aún persiste en muchos países.
Entre el linaje y la legislación: la ciencia marca el camino
En un contexto global donde el cannabis medicinal está ganando terreno en numerosos países, los hallazgos del CSIC suponen un argumento más en favor de su regulación informada. Conocer el origen, diversidad y adaptaciones genéticas de esta planta no es un lujo académico, sino una herramienta esencial para promover su uso responsable, seguro y eficaz.
Además, el trabajo evidencia que el cannabis no es una “droga” monolítica, sino una especie botánica diversa con miles de años de domesticación, cuyos usos abarcan desde el alivio del dolor hasta la construcción sostenible.
Ciencia para una planta maltratada
Durante demasiado tiempo, el cannabis ha estado más presente en tribunales que en laboratorios. Este estudio marca un cambio de paradigma: situar al cannabis donde debe estar, en el campo del conocimiento científico y del patrimonio biocultural de la humanidad.
Mientras algunos aún reducen el debate a clichés y discursos prohibicionistas, la ciencia avanza y demuestra que solo desde el rigor y la información puede construirse una regulación sensata, centrada en la salud, la sostenibilidad y el bienestar colectivo.
Acerca del autor
Amante del cannabis y especializado en el mundo de las sustancias psicoactivas. Escritor y psiconauta.