Descubre cómo la genética cannábica afecta el sabor, el efecto y la resistencia de las plantas para optimizar tu cultivo

La ascendencia de las plantas es uno de los factores más influyentes en su cultivo. La genética no sólo determina aspectos como el sabor o el efecto de una determinada variedad, sino que también dispone otras características como el tiempo de floración, la capacidad de crecimiento o enraizamiento, la tolerancia a la salinidad, la resistencia a enfermedades y plagas, etc. Tener ciertas nociones de genética cannábica nos permitirá valorar las plantas de cannabis más allá de su sabor y efecto, así como cultivar variedades adaptadas al ambiente de nuestra zona y escoger los mejores ejemplares en caso de querer conservarlos.

Bases de la genética

La genética es aquella parte de la biología que estudia los mecanismos mediante los cuales se transmiten los caracteres hereditarios, es decir, cómo se heredan ciertas características (visibles o no) de generación en generación. Las bases de la genética moderna se remontan al siglo XIX, cuando Gregor Mendel enunció las conocidas Leyes de Mendel, que postuló a raíz de sus experimentos con guisantes y que aún a día de hoy siguen siendo válidas.

Sin embargo, las leyes de Mendel se aplican a un tipo de caracteres llamados cualitativos y que pueden apreciarse fácilmente en el fenotipo, tales como el color, la altura de las plantas, etc. Pero existen otro tipo de rasgos hereditarios que no se pueden apreciar a simple vista porque sólo se expresan en determinadas circunstancias: los caracteres cuantitativos. Se trata de un tipo de caracteres cuya manifestación depende de varios genes que contribuyen al fenotipo de modo aditivo y son especialmente importantes porque, además de ser los más numerosos, entre ellos se encuentran cualidades muy importantes como la resistencia a plagas y enfermedades, por ejemplo.

Actualmente, se dice que estamos en la era post-genómica. A raíz de la completa secuenciación y publicación del genoma humano en el año 2003, empezaron a surgir múltiples estudios sobre cómo se manifiestan los genes y cuál es la función de cada uno de ellos y de sus proteínas. Aunque ya se habían secuenciado otros genomas algunos años antes, éste fue todo un hito de nuestra época. Unos años más tarde, en 2011, se secuenció el genoma del cannabis.

La genética del cannabis y su clasificación taxonómica

Los cultivadores de cannabis clasificamos la planta en tres especies (sativa, índica y ruderalis), pero esta división no siempre ha sido así y puede que no siempre lo sea. Originalmente, Carlos Linneo (científico sueco del siglo XVIII) consideró que sólo había una especie de cannabis, a la que llamó Cannabis sativa Linnaeus. Pero unos años después, Lamarck (naturalista francés de la segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX) resolvió que el cannabis procedente de la India no era como el europeo y lo llamó Cannabis índica Lamarck. Durante la primera mitad del siglo XX, Dmitri Yanishevksi propuso como especie la Cannabis ruderalis Yanish. Aunque se han propuesto otras especies y subespecies, no todas han sido aceptadas y ésta es la clasificación más ampliamente extendida a día de hoy, aunque tal vez no sea la más correcta.

La primera vez que se llevó a cabo un proyecto de secuenciación y transcripción del genoma del cannabis, se utilizaron dos variedades de cáñamo y una de marihuana. Los resultados se publicaron en 2011: van Bakel et al. observaron que el gen que codifica las enzimas que determinan la síntesis de THCA o CBDA (formas ácidas no psicoactivas del THC y CBD que les preceden) a partir del CBG, precursor de ambos, se manifestaba de forma distinta en la marihuana que en el cáñamo, siendo el responsable de que una planta sea o no psicoactiva.1 En 2014 vio la luz otro estudio que proponía la observación de este fragmento del ADN del cannabis para determinar si una planta será o no psicoactiva.2

No obstante, en 2015, Sawler, J. et al. señalaron que este gen no es lo único que diferencia al cáñamo de la marihuana. Tras analizar el genotipo de 81 ejemplares de marihuana y 43 de cáñamo, concluyeron que ambos muestran diferencias significativas a nivel genómico y que la producción de THC o CBD no es lo único que los distingue. También reportaron una correlación moderada entre la estructura genética de las variedades de marihuana de ascendencia índica o sativa y hallaron que, contrariamente a lo que se pensaba, el cáñamo está más cerca a nivel genético de las variedades índicas que de las sativas.3 Hilling, K. ya cuestionó en 2005 esta relación entre las sativas y el cáñamo cuando analizó determinados fragmentos del ADN de 157 muestras de cannabis.4 Los autores de ambos estudios advierten que la actual clasificación del cannabis es poco representativa respecto a su amplitud genética y que resulta complicado llevar a cabo cualquier tipo investigación sobre esta cuestión, dada la dificultad para conseguir muestras por la condición de ilegalidad de la marihuana.

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R.C. Clarke y M.D. Merlin, han propuesto recientemente un sistema de clasificación taxonómica basado en los estudios de Hilling, según el cual existen dos especies principales de cannabis, siendo éstas la Cannabis sativa, que se refiere al cáñamo de hoja estrecha (NLH), y la Cannabis índica. A su vez, Cannabis índica estaría divida en tres subespecies: la C. índica subespecie chinensis (cáñamo de hoja ancha, llamado BLH), C. índica subespecie afgana (droga de hoja ancha, llamada BLD y que se correspondería con el fenotipo afgano-pakistaní) y C. índica subespecie índica (droga de hoja estrecha, llamada NLD y que comprende las marihuanas mal llamadas «sativas»).  También sugieren que ambas especies parecen tener un ancestro común, referido como C. Ruderalis, originario de Asia Central.5

Rasgos del cannabis determinantes en el cultivo

Con independencia de la clasificación a taxonómica, a nivel de cultivo, lo interesante de tener ciertas nociones sobre la genética de la marihuana es que podremos observar ciertos rasgos que nos ayuden a evaluar la calidad de una variedad más allá de su sabor y efecto, así como conocer cuáles son las que mejor se adaptan a nuestra zona y necesidades. Además, también podremos seleccionar plantas con el fin de conservarlas y reproducir estas características en sus esquejes. En las siguientes líneas resumiré brevemente cómo valorar la genética de una planta según los rasgos observables y en qué cualidades deberemos fijarnos si queremos realizar una selección y conservar un ejemplar para obtener esquejes.

Lo más aconsejable a la hora de seleccionar una planta madre es trabajar sobre alguna genética conocida que hayamos cultivado anteriormente y que nos haya funcionado bien. Así nos ahorramos probar plantas cuyos resultados desconocemos y un tiempo precioso a la hora de ver si la variedad elegida cumple nuestras expectativas. Para seleccionar una planta madre de la que queremos obtener esquejes, además de escoger una genética que conozcamos de antemano y sepamos que funciona bien en nuestra zona, tendremos que basarnos en características como su capacidad productiva, su tiempo de floración, su efecto, su facilidad de cultivo, etc. Sin embargo, si la finalidad de la selección fuese producir semillas, además de valorar estos aspectos, hay tener en cuenta que la opción más sencilla es trabajar con variedades estables que muestren poca variabilidad en sus fenotipos, como las landraces o las IBL. Escoger híbridos complica mucho las selecciones posteriores, ya que la descendencia será muy variable. Ni siquiera los F1 son buenos para este fin, ya que estos suelen mostrar un vigor resultante de su hibridación que no tiene porqué transmitirse a la descendencia. Un ejemplo muy ilustrativo de este caso es el de las variedades fast (híbrido F1 de una planta autofloreciente y otra fotodependiente), que suelen mostrar en su mayoría un gran vigor y una buena capacidad productiva en muy corto tiempo, pero que no son aconsejables para cruzar por incorporar el gen o genes de autofloración en su genotipo, aunque pueden ser excelentes madres para obtener esquejes.

Una vez hayamos escogido variedad, tendremos que proceder a cultivarla para poder conservar el mejor ejemplar posible. El número de ejemplares a cultivar varía en función de cuánto queramos afinar la selección. Si la intención es obtener una planta para hacernos nuestros propios esquejes, bastará con germinar unas 20 semillas para su cultivo. Aun así, cuantas más cultivemos, más podremos perfeccionar la selección.

Obviamente tendremos que guardar una copia de cada uno de los ejemplares que estemos cultivando, ya que sólo cuando hayamos podido comprobar los resultados finales, podremos decidir cuál es el mejor. Aunque lo ideal es guardar la planta original que fue criada desde semilla, hay cultivadores que prefieren conservar un esqueje, ya sea por una cuestión de espacio o porque no tienen intención de cultivar la variedad durante mucho tiempo.

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Durante el cultivo, deberemos analizar cómo se muestran las plantas ante las condiciones de nuestra sala. Los primeros aspectos a valorar los podremos apreciar durante la fase de crecimiento. Uno de los rasgos más importantes a considerar es la capacidad de desarrollo vegetativo. Si la idea es obtener esquejes para su posterior cultivo en indoor, debemos tener en cuenta que un crecimiento excesivo suele ser un engorro y que uno deficiente suele acompañarse de poca producción. También valoraremos la estructura, fijándonos en la distancia internodal para descartar aquellas plantas en la que sea demasiado larga o demasiado corta, y la robustez, evaluando la dureza y grosor de las ramas para prescindir de aquellos ejemplares débiles o espigados. En esta etapa también podemos estimar si tienen una buena capacidad de enraizamiento y de absorción de nutrientes, observando los cepellones para ver si están bien poblados y la zona aérea para ver si alguna planta muestra excesos.

Durante la floración, seguiremos observando estos rasgos y también estudiaremos los característicos de esta etapa. En lo referente a la altura, debemos fijarnos en cuánto crecen las plantas en esta fase para hacernos una idea de su tamaño final, ya que algunas variedades pueden doblar el que alcanzaron en crecimiento. También valoraremos el tiempo de floración, la capacidad productiva y la producción de resina, por tal de seleccionar aquellos ejemplares que más producen en un tiempo razonable.

Si queremos observar aquellos caracteres que sólo se manifiestan bajo determinadas circunstancias, podemos forzar un poco las condiciones ambientales de la sala de cultivo para hacerlos visibles. Lo normal cuando autocultivamos cannabis es proporcionar a las plantas un ambiente óptimo para evitar contratiempos, pero cuando hacemos una selección es bueno causar alguno (dentro de unos límites) para ver cómo reaccionan ante las adversidades. Por ejemplo, si tenemos por costumbre regar con agua del grifo con una EC elevada, no tendría sentido usar agua osmotizada para regar los ejemplares que estamos probando, ya que necesitaremos conocer su tolerancia a la salinidad y a estas condiciones de riego. Asimismo, podemos causar algún estrés lumínico en alguna semana concreta de la floración y ver cómo reaccionan las plantas y si muestran tendencia al hermafroditismo. O si tenemos intención de cultivar esta genética en exterior, podemos probar su tolerancia a la sequía y las altas temperaturas para ver la reacción.

Finalmente, una vez cosechada la marihuana, valoraremos el aspecto, sabor, olor y efecto para acabar de escoger el mejor ejemplar.

En resumen, aunque hay rasgos del cannabis que valoramos como consumidores, como el sabor y el efecto, a la hora de cultivar hay muchas otras características que deberemos valorar, tanto para seleccionar una planta para hacer esquejes, como para escoger variedad adecuada a nuestras condiciones de cultivo. Espero que te haya gustado el artículo. ¡Muy buenos humos!

REFERENCIAS

  1. Van Bakel, H., Stout, J. M., Cote, A. G., Tallon, C. M., Sharpe, A. G., Hughes, T. R., & Page, J. E. (2011). The draft genome and transcriptome of Cannabis sativa. Genome biology, 12(10), 1.
  2. Staginnus, C., Zörntlein, S., & Meijer, E. (2014). A PCR marker Linked to a THCA synthase Polymorphism is a Reliable Tool to Discriminate Potentially THC‐Rich Plants of Cannabis sativa L. Journal of forensic sciences, 59(4), pp. 919-926.
  3. Sawler, J., Stout, J. M., Gardner, K. M., Hudson, D., Vidmar, J., Butler, L. & Myles, S. (2015). The genetic structure of marijuana and hemp. PloS one, 10 (8), e0133292.
  4. Hillig, K. W. (2005). Genetic evidence for speciation in Cannabis (Cannabaceae). Genetic Resources and Crop Evolution, 52(2), pp.161-180.
  5. Clarke & MD. Merlin. (2016). Cannabis Taxonomy: The ‘Sativa’ Vs. ‘Índica’ Debate. HerbalGram The Journal of the American Botanical Council, 110, pp. 44-49.

Acerca del autor

Cbd candy - Woman eating edible cannabis leaf for anxiety treatment - Marijuana alternative medicine
Mari SH

Aventajada maestra en el arte del cultivo, tiene una larga trayectoria como cannabicultura y redactora de contenidos cannábicos