En la guerra de la Francia Napoleónica contra Inglaterra (1800), Napoleón (1767-1821) decidió ocupar Egipto, que estaba en poder del sultán de Turquía, para cortar la ruta de la India inglesa. Gran Bretaña era inexpugnable gracias a su flota, así que decidió atacarlo en Egipto, lo que pareció muy conveniente a los aduladores de París, puesto que eso suponía alejar de la capital al admirado general. Así, Napoleón, comenzó su andadura mundial como conquistador de Egipto.
© Isidro Marín Gutiérrez
Los misterios de las tierras egipcias
Cuando llegó a las puertas del El Cairo no llegó como un cristiano. Él y su ejército estaban muy imbuidos en un culto revolucionario modelado con ideales masónicos; prácticamente todos sus generales eran francmasones. Napoleón se inició una noche que pasó sólo dentro de la Gran Pirámide de Keops en Giza. Según algunas inscripciones religiosas encontradas en criptas de pirámides de la V Dinastía, las pirámides eran “máquinas de resurrección” para los faraones que pasaban tres días “muertos”. Para conseguirlo los antiguos sacerdotes despertaban a los “muertos” en las pirámides; les provocaban un ascenso al más allá “atravesando los cielos” y se convertían en dioses. Napoleón jamás habló a sus compañeros de qué había sucedido aquella noche bajo la influencia del cannabis y la constelación de Orión y de Sirio. Cuando volvió de Egipto estaba obsesionado con la idea de que le protegían las estrellas, tanto que construyó la plaza de la Estrella en el eje central de París en los campos Elíseos. Napoleón quedó tan impresionado con su viaje a Egipto que ordenó incluir a la estrella Sirio y la a diosa egipcia Isis en la proa del barco del escudo de París. La ciudad contiene muchas referencias a Isis y a Egipto como un techo en el palacio del Louvre en el que se recrea el genio de París y el futuro, un futuro que muestra Isis. Hay un obelisco y una pirámide a sus pies y un ángel anunciando la aparición. El genio de París aparece en una columna en la plaza de la Bastilla donde una multitud se congregó bajo una estatua de Isis para celebrar el primer año de la Revolución Francesa. París puede estar relacionado con el nombre de la diosa Isis. Los romanos llamaban al lugar Par Isis que significa “Cerca del templo de Isis”.
Napoleón pasó una noche en la gran pirámide de Gizé. Fue la noche del 12 de agosto de 1799, su ejército recorrió las tierras egipcias, sirias y palestinas. Misteriosamente Napoleón rondaba los 30 años. También pasó una noche en Nazaret, pueblo de Jesús. Tanto Jesús como Napoleón pudieron haber aprendido técnicas y rituales egipcios que mostraban los caminos de la resurrección y de la vida. Tal vez los mismos rituales que él empleó en la persona de Lázaro. La madrugada del 12 al 13 de agosto de 1799, cuando Napoleón llevaba ya casi un año en tierras de Egipto y Palestina. Decidió someterse a una experiencia singular. Dejó a sus hombres a una prudente distancia de donde se encontraba. Se adentró por los pasadizos de la gran pirámide en la meseta de Giza. Decidió permanecer allí solo y a oscuras durante toda la noche. No explicó a sus hombres cuál era la razón que le llevó a someterse a esa especie de prueba. Pero a la mañana siguiente, Napoleón llevaba el miedo en el rostro. Estaba pálido y desencajado. Sus generales se le aproximaron y le preguntaron que le había sucedido. La respuesta que dio fue que aunque lo contara nadie iba a creerle. Quiso someterse a la misma prueba de resistencia al miedo. La misma prueba iniciática que pasaron Julio César o Alejandro Magno.
Primer edicto en contra del hachís
Entre las tropas de Napoleón Bonaparte que invadió Egipto en 1789 iba un grupo de estudiosos y científicos cuyo trabajo era recuperar y estudiar restos arqueológicos. Pero fue por casualidad que un teniente apellidado Bouchard descubriera la piedra Rosetta. Gracias a este descubrimiento que contenía inscripciones en jeroglíficos egipcios, estructura demótica y textos en griego antiguo, se pudo traducir el egipcio antiguo y comprender su historia. La piedra actualmente está en el Museo Británico. También iba otro grupo de tres científicos (Silvestre de Sacy, Rouyer y Desganettes) que vinieron con las tropas francesas para estudiar el país y sus personas. Utilizaron hachís e, intrigados por su experiencia, enviaron muestras a Francia para que sus colegas pudieran realizar extensos experimentos en los laboratorios (Soler Insa, 1981:188).
Finalmente los franceses fueron derrotados y expulsados de Egipto en 1801. Aniquilada su flota por Nelson en Abuquir, Napoleón combatió a pesar de todo, tan valerosa como inútilmente, en el país del Nilo y, cuando ya no consideró necesaria su presencia, se embarcó rumbo a Francia, donde las cosas no iban precisamente bien. Pero durante la ocupación los soldados franceses pasaban su tiempo de ocio consumiendo cannabis para calmar su nostalgia y su miseria; como la mayoría de la población humilde, ante esta nueva droga aparecieron psicosis al tener consumos excesivos y desconocimiento de su dosis, así que el 8 de octubre de 1800, el general Napoleón Bonaparte dicta la siguiente ordenanza:
Artículo I. Queda prohibido en todo Egipto el consumo del brebaje elaborado por ciertos musulmanes con cáñamo (hachís), así como fumar su grana. Los bebedores y fumadores habituales de esta planta pierden la razón y son presa de violentos delirios que les hacen entregarse a todos tipos de excesos.
Artículo II. La elaboración de la bebida de hachís está prohibida en todo Egipto. Las puertas de todos los cafés y albergues donde se sirva serán tapiadas y sus propietarios encerrados en prisión durante tres meses.
Artículo III. Todos los fardos de hachís que lleguen a la aduana serán confiscados y públicamente quemados.
Según algunos autores que he leído, el consumo de cannabis produjo, que el ejército francés fracasara en Egipto y que a su vuelta trajeran la costumbre de consumir cannabis (Mañoso/Cortés, 2000:90). La verdad fue que el ejército británico, mejor preparado, destrozó el contingente francés. Cuando se entregaron los últimos reductos, uno de cada tres franceses de la expedición original había muerto. Pero la popularidad del hachís en Francia comenzó a crecer. No existía ninguna restricción a su importación. C.S. Sonnini, un francés que viajó por Egipto en 1800, narraba que:
“El preparado a base de cáñamo más usado se obtiene machacando los frutos junto con las cápsulas membranosas de estos: se cuece todo ello en un horno añadiéndole miel, pimienta y nuez moscada. Los pobres, que endulzan su miseria con el estupor que les produce el cáñamo, se contentan con comer la pasta resultante de las semillas trituradas y empastadas con agua. Hay también quien come las cápsulas tal y como están, y quien, por el contrario, las fuma mezcladas con tabaco. Otros sacan las semillas, reducen a fino polvo tan sólo las cápsulas y los piscilos, mezclando dicho polvo con igual cantidad de tabaco. Luego fuman la mezcla en una especie de pipa, que parece una burda imitación de las persas, y que no es más que un cascarón de coco vaciado y lleno de agua. Esta manera de fumar constituye uno de los pasatiempos más comunes del Egipto meridional”.
El primero de los estudios de laboratorio sobre cannabis se publica en 1803 por el doctor Virey que intentó en vano encontrar el principio activo de dicha sustancia. Después de estudiar el hachís afirmó que se trataba del nepenthe de Homero.
Antoine-Isaac Silvestre de Sacy (1758-1838) escribió su Mémoire sur la dynastie des assassins et l´origine de leur nom (1809) y anunció que había descubierto el misterio de la hierba que Marco Polo escribió como el “elixir de los asesinos” de la secta de los “hachichinos” que había aterrorizado a los cruzados en la Edad Media. Y que la palabra asesino se deriva de hachich, término que significa en realidad en árabe “hierba”. “El viejo de la Montaña” daba hachís a sus secuaces antes de una batalla; la droga les causaba un frenesí tremendo para asesinar. Afirma que la intoxicación producida por el hachís puede llevar a un estado de demencia momentánea tal que perdiendo todo conocimiento realice acciones brutales para perturbar la paz pública. Asegura que es posible que el hachís se haya empleado para crear en el consumidor un estado de frenesí y de violencia (Silvestre de Sacy, 1968: 235) (Abel, 1980: 148- 149).
R. Gelpke (1966) escribe al respecto:
“Declarar que estos homicidas ávidos de muerte fumaban hachisch y que su nombre procedería de allí (opinión esta que comparten De Sacy y con él muchos otros orientales y europeos) representa también un intento por encontrar una explicación, en cierto modo natural, a un fenómeno misterioso y sumamente inquietante. Pero la precisión y la exactitud con las cuales los asesinos planificaban y ejecutaban sus atentados, desmienten los efectos que se atribuyen al hachisch. Sin embargo, aún actualmente se afirma que la marihuana conduce al homicidio o lo propicia. Con ello, en la discusión occidental se emitió el primer juicio en contra de la marihuana; esta opinión influenció a todas las demás, a pesar de que su comprobación nunca fue objeto de una investigación seria”.
La aventura continental
Con la firma del Tratado de Tilset (1807) entre Napoleón y el zar Alejandro de Rusia, se prohibía el comercio entre Rusia e Inglaterra. Hay que recordar que Rusia suministraba a Inglaterra el 90% del cáñamo que utilizaba que se destinaba mayoritariamente en la industria naval.
A cambio de que Rusia se sume al bloqueo continental a Gran Bretaña, Napoleón le deja a Alejandro manos libres en Europa Oriental. Lo que intentaba Napoleón era conseguir que Rusia dejara de suministrar cáñamo a Inglaterra, así se destruiría o deterioraría la armada naval británica que necesitaba incesantemente cáñamo o de lo contrario tendría que aprovechar los restos del velamen y aparejos de otros barcos inutilizados. Napoleón pensaba que al faltarle el cáñamo a la armada Inglaterra se vería obligada a poner fin al bloqueo. Pero la realidad era todo lo contrario. La armada británica bloqueaba la mayoría de los puertos franceses tanto en la zona atlántica como en el Mediterráneo gracias a que dominan el punto estratégico de Gibraltar. La armada francesa está muy mermada desde la batalla de Trafalgar. Pese a los intentos de Napoleón por impedir el abastecimiento de este material, el Zar permite el comercio con los ingleses.
Durante todo el siglo XIX el cáñamo será un producto básico para las grandes metrópolis europeas. Inmensos terrenos se destinarán para el cultivo de cáñamo para obtener fibra. Incluso Adam Smith (1776) en su Wealth of Nations (“Investigaciones sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones”) escribe sobre la utilización del cáñamo como producto industrial. También formula sus teorías económicas y cristaliza el espíritu liberal y naturalista, reflejando los progresos técnicos en la agricultura y la industria, las nuevas concepciones comerciales y el espíritu filosófico de la Ilustración. Smith combatió la acumulación de riqueza y metales preciosos por parte de los Estados, y estableció que la base de la riqueza tampoco se hallaba en la agricultura, sino pura y simplemente en el trabajo individual. La actividad económica de un país era la suma de los esfuerzos de los trabajos individuales. La riqueza de las naciones consistía en el acrecentamiento de los productos y los objetos de cambio. Smith proclamó la plena libertad económica, el derecho del hombre a disponer libremente de su trabajo y la ineptitud del Estado como ente económico. Por lo tanto debían suprimirse cuantas restricciones se opusieran a este desarrollo. La supresión de aduanas, el libre cambio entre naciones, la búsqueda del mercado más barato para la adquisición de materias primas, tales debían ser los principios internacionales. En el interior el Estado había de limitar su actividad a una función jurídica.
De 1808 a 1810 Inglaterra confisca barcos y cargueros de los EE.UU. Oficialmente los EE.UU. era un país neutral. Aparte, habían recibido ayuda de Francia para independizarse de Inglaterra. De 1801 a 1805 EE.UU. envía su armada al Mediterráneo para evitar que los piratas de Trípoli atacasen a los mercaderes de los EE.UU. Además compraron a Francia el estado de la Louisiana por 15 millones de dólares. Los ingleses al llevarlos a puertos británicos les ofrecían un pacto secreto a los comerciantes americanos. El pacto consistía en que o perdían para siempre tanto el barco y su cargamento o se convertían en traficantes de cáñamo ruso (ilegal), para Gran Bretaña. Ésta les pagaría en oro y con una cantidad por adelantado y el resto a la entrega de la mercancía. La necesidad inglesa de cáñamo era imperiosa ya que era vital para su supervivencia como potencia. Los comerciantes norteamericanos podían continuar sus actividades mercantiles con el Zar e intercambiar sus propios productos (ron, azúcar, especies, algodón, café, tabaco,….) por cáñamo.
John Quincy Adams (futuro presidente de los EE.UU.), quien era cónsul de los EE.UU. en San Petersburgo (Rusia), escribió en 1809: “En tan sólo dos semanas, unos 600 clíperes, enarbolando la bandera americana, hicieron escala en Kronstadt, dedicándose principalmente a transportar cáñamo hacia Inglaterra y hacia América, donde también había una gran demanda de cáñamo de buena calidad” (Herer, 1999:158).
Napoleón le comunicó al Zar que detuviera el comercio ilegal con los comerciantes independientes de los EE.UU. ya que estaban siendo obligados a llevarle cáñamo de forma ilegal a Gran Bretaña. El Zar se lavó las manos e hizo la vista gorda en cuanto a los traficantes norteamericanos ya que le salía rentable para él y sus nobles (Herer, 1999: 157). De 1810 a 1812 Napoleón ya furioso con el Zar por permitir el tráfico ilegal de cáñamo con Gran Bretaña organizó su ejército e invadió Rusia (invasión planeada como castigo al Zar y para seguir evitando que el cáñamo siguiera llegando a la Armada Británica) llegando a Moscú en junio de 1812 (Herer, 1999:159). Inglaterra desesperada acudió a su colonia de Canadá para abastecerse. Ya en 1806, en una declaración inglesa firmada por el rey de Inglaterra, se obligaba a los campesinos canadienses a cultivar cáñamo. Finalmente Napoleón fue derrotado en Rusia debido al duro invierno. Muchos de sus soldados dejaron sus vidas en las frías tierras rusas; de sus 450.000 a 600.000 soldados consiguieron sobrevivir 180.000. En 1815 Inglaterra derrota a las tropas francesas de Napoleón en 1815 y lo envía a la isla de Santa Elena (en el Atlántico), donde en 1821 muere. Bonaparte fue enviado a Santa Elena, en el Atlántico Meridional al final de sus días. Anteriormente estuvo en la isla de Elba. Cuando fue recluido en esta isla Napoleón se enfadó de forma grave. Su cólera fue “sobrenatural” y sus “clamores, los de un león atrapado”. Después de su desastre en Rusia, llevaba siempre colgado del cuello una píldora para suicidarse, una costumbre que luego utilizaron los líderes nazis en 1945. Napoleón utilizaba un saquito de tafetán que contenía una mezcla de belladona, heléboro y opio. Lo utilizó una vez pero no murió y sólo le provocó espasmos y náuseas. Su médico no le ayudó a morir por su juramento hipocrático y dijo: “No soy un asesino” (Johnson, 2000: 91).
Acerca del autor
Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.