Reflexiones sobre la calidad, ética y sostenibilidad en el sector cannábico: ¿dónde trazamos la línea entre el negocio y la responsabilidad?
por Germán Carrera
En muchas ocasiones, cuando lees ciertas barbaridades (cannábicas) en la red, te dices a ti mismo: “bah, no merece la pena”, “para qué dedicarle tiempo”, “sólo me provocará un encontronazo y el consecuente estrés” y un largo etcétera de justificaciones que, en la mayoría de los casos, albergan una considerable cantidad de razón y sentido común.
Sin embargo, también creo que esto de pasar de todo y hacer como que no va contigo la cosa acaba por pasarte factura y nos convierte en seres un poco más cosificados, mecanizados… autómatas.
Hoy vengo a hablar, en clave abstracta pero a la vez muy concreta, de esas personas que dicen ser los verdaderos informadores cannábicos. De aquellos que hablan de las inmundicias del sector como si estuvieran tratando el escándalo Watergate (pero sin el más mínimo rigor periodístico), y que acusan al resto de medios o profesionales de no hacerse eco de ciertas situaciones, según ellos, noticiosas.
Pues bien, en el mercado de los bancos de semillas de cannabis, que normalmente pone un pie en lo legal y el otro donde puede, siempre nos encontraremos con personas que están dispuestas a coger atajos, a hacer trampas o que, simplemente, no saben lo que hacen y las consecuencias que conllevan sus actos.
Uno de los “problemas” que está viviendo el sector es la compra a granel y el reenvase de semillas. Digo “problemas”, entrecomillado, porque de por sí, esta práctica no tiene nada de malo. Me atrevo a decir que hay cientos de miles de empresas en otros sectores, algunas de mucho renombre, que compran ciertos consumibles a un productor y los reenvasan bajo su marca. Si de nuevo nos referimos al sector cannábico, es evidente que el producto final no puede compararse con las casas que se encargan de supervisar el proceso de principio a fin, que escogen minuciosamente los parentales, que dedican años a la selección, que, en definitiva, miman la creación de sus variedades; pero no cabe la menor duda de que el precio final y el tipo de producto es diferente.
Con esto no quiero decir que algunas semillas a granel no tengan una calidad excelente, nada más lejos de la realidad, sino que es difícil confirmar por completo el origen y la forma de producción, a no ser que tengas las suerte de conocer a alguien que te enseñe los pormenores y que te venda las semillas a precio de ganga (una rara avis que no he tenido el placer de conocer todavía).
En definitiva, no creo que existan, actualmente, argumentos lo suficientemente sólidos para descartar por completo las semillas que provienen de la venta a granel. Ni tampoco creo que la gente debiera vociferar en Twitter y medios digitales sobre la ausente potestad que tienen estos señores de hacer lo que les venga en gana, si el producto que llega al comprador cumple con unos mínimos de calidad y ofrece precios competitivos.
Otra cosa, muy diferente, es que a alguien se le ocurra la brillante idea de comprar una gran cantidad de semillas a granel a alguien que no conoce en absoluto sin tener la más mínima idea del producto que está adquiriendo, para luego revenderlas a terceros (sí, incluso en grandes cantidades), y para que estos las vendan a cuartos, y todo sin ni siquiera probarlas.
¿Pero cómo puedo probar un millón de semillas (o cien mil, o las que sean)? Simplemente no debes comprarlas y revenderlas a no ser que tengas una confianza ciega en la persona que te las vende. Y eso de tener confianzas ciegas, amigos lectores, es algo con lo que debemos tener especial cuidado.
¿Debemos los periodistas dar prioridad a este tipo de escándalos? ¿Deben los medios cannábicos hablar en profundidad, o hacer reportajes de investigación, sobre estas vergonzosas situaciones? Desde mi humilde perspectiva, no. Rotundamente no.
Supongo que cuando el sector crezca, cuando se normalice por completo el uso de la planta, que no será demasiado tarde (al menos no para la historia de nuestra civilización), empezarán a surgir otros tipos de medios en clave sensacionalista, pero a día de hoy, hacer una noticia sobre un pobre diablo que ha comprado no sé cuántos miles de semillas y los ha revendido a toda clase de empresas, para luego darse cuenta de que se trataba de cáñamo industrial, en lugar de semillas de cannabis con altos contenidos en THC, la verdad, no encierra ninguna noticia lo suficientemente importante para nuestros lectores.
Cualquier persona que esté relacionada con el sector sabrá a qué me refiero, y como la mayoría ya lo sabe, la labor educativa que puede albergar difundir y profundizar en tamaña metedura de pata, creo que ya se ha desarrollado lo suficiente.
De hecho, con esta breve pieza de opinión, que despotrica concienzuda y educadamente cada mes en Cannabis Magazine, creo que ya le hemos hecho un homenaje más que merecido a la hazaña.
Deseamos que ninguno de vosotros se aventure en este sector metiendo la pata. La mejor forma que tenemos de dignificar la planta a la que decimos querer tanto es haciendo bien nuestro trabajo, jugando limpio y esforzándonos.
Por supuesto que se trata de un sector en crecimiento, claro que hay espacio para nuevas empresas e ideas, pero la mejor forma de llevarlas a cabo es pudiendo responder por nuestros productos.
Cualquiera que haya emprendido algo sabe que no existen atajos ni beneficios extremadamente sencillos de obtener. Entender el producto con el que trabajas es la clave de un éxito, que jamás está asegurado.
Aunque no soy precisamente admirador de Charlie Munger (el empleado nonagenario de los 100.000 dólares mensuales), sí estoy de acuerdo con esta frase lapidaria que os dejo como moraleja. Feliz otoño, queridos lectores.
“Nunca juegues a juegos que no entiendas, incluso si ves a mucha gente ganando dinero en ellos”
Charlie Thomas Munger
Berkshire Hathaway, Wesco Financial Corp. y Daily Journal Corp.
Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.