El pulgón de la raíz es una plaga muy poco frecuente en el autocultivo de cannabis, al menos en España.

No obstante, cuando logra proliferar, es devastadora, ya que acabar con ella es sumamente complicado. Además, es bastante difícil de detectar, por lo que cuando damos con el pulgón suele ser demasiado tarde. En este artículo explicaré cómo actúan estos molestos bichejos tan poco conocidos y cómo podemos prevenirlos o retrasar su acción para poder aguantar hasta la cosecha, aunque la producción se reduzca drásticamente.

¿Qué es el pulgón de la raíz?

El pulgón de la raíz, como su propio nombre indica, es un tipo de pulgón que causa lesiones en el sistema radicular de las plantas. Existen muchas especies de áfidos (pulgones) que provocan estos daños y afectan a diversas especies vegetales como frutales, cereales, hortalizas, y también al cannabis. Desafortunadamente, no hay mucha literatura disponible sobre esta plaga en el autocultivo de marihuana y la poca que hay está mayormente en inglés, ya que al parecer en Estados Unidos es algo más común que aquí. Los autores que han escrito sobre este insecto en el cultivo indoor (modalidad en que es más frecuente y dañino) refieren a especies o géneros de pulgón radicular que no son los mismos en muchas ocasiones. Además, las imágenes que circulan por internet de los cultivadores que han sufrido este contratiempo, muestran ciertas diferencias en el color, tamaño y morfología de los insectos, por lo que no es descabellado pensar que son varias las especies que pueden atacar al cannabis. A fin de cuentas, aunque estos pulgones acostumbran a conocerse por el nombre de la planta a la que suelen causar más daño (pulgón de la raíz de la judía, pulgón de la raíz del peral, del arroz, etc.), la mayoría son polífagos y atacan a diversas especies vegetales.

En el ámbito cannábico, hay ciertos autores (como Jorge Cervantes en su web marijuanagrowing.com)1 que afirman que en ocasiones realmente no se trata de un pulgón, sino de una plaga mucho más conocida en la agricultura: la filoxera de la vid, un insecto estrechamente emparentado con el pulgón. Éste también ataca a la raíz de las plantas y, tal como sucede con los pulgones radiculares, también tiene una forma alada. De hecho, hasta su reproducción es bastante similar. Dada la talla de alguno de los autores que afirma que la filoxera también ataca a la marihuana, podríamos considerarla como una posible plaga, aunque es poco muy poco probable ya que sólo afecta a las plantas del género Vitis. A mediados del siglo XIX, la llegada de esta plaga a Europa supuso un cambio en la forma de cultivar la vid por el que empezaron a emplearse pies de variedades genéticamente resistentes procedentes de América y, todavía a día de hoy, se la considera una de las peores plagas agrícolas de la historia. En el año 2011, se publicó en esta misma revista un artículo de Massimiliano Salami en el que reportaba la presencia de pulgones radiculares en cultivos de cannabis en Canarias2, una de las pocas regiones del mundo que sigue libre de filoxera de la vid en la actualidad. Por ende, es muy poco probable que los casos aislados de insectos en la raíces en los cultivos indoor se deban a este organismo, al menos en España. Sin embargo, Jorge Cervantes es estadounidense y la filoxera de la vid no es el único insecto de la familia Phylloxeridae, por lo que dada la poca información disponible, no se puede afirmar ni descartar nada.

¿Cómo actúan estos insectos y cómo se pueden detectar?

Este tipo de insectos actúa exactamente igual que el resto de pulgones, sólo que en lugar de succionar la savia de las hojas y tallos, lo hace directamente de las raíces. Dado que tiene una forma alada que es una pequeña mosca de color negro o muy oscuro, se les confunde a menudo con la mosca del mantillo.

Los pulgones tienen una forma de reproducción sexual y otra asexual en la que las hembras dan lugar a nuevos individuos por partogénesis (método reproductivo basado en el desarrollo de células sexuales femeninas no fecundadas). En la naturaleza, cuando llega el otoño, se da la forma de reproducción sexual, en la que la hembra pone un huevo fecundado que eclosionará al llegar la primavera. De este huevo nace una hembra partogenética que dará lugar a nuevas hembras de igual condición (algunas de ellas aladas) durante las estaciones de primavera y verano. Las hembras de pulgón pueden parir entre 50 y 100 nuevas hembras cada una, por lo que el desarrollo de la plaga es exponencial. El problema en cultivo interior es que no existen las estaciones, por lo que su reproducción no tiene esa “pausa natural” del invierno y la plaga podría prosperar sin ningún tipo de limitación en cualquier época del año. Yo tuve la mala suerte de tener que afrontar esta plaga durante casi un año y no noté que hicieran ningún tipo de pausa, sino que su desarrollo era cada vez más prolífico.

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En cuanto a los síntomas de su presencia, cuando un cultivo es víctima de esta plaga, las plantas empiezan a mostrar carencias de todo tipo y van perdiendo progresivamente su capacidad de absorción de agua y nutrientes debido a las lesiones que estos insectos provocan en el sistema radicular. Las carencias son persistentes y no desaparecen por mucho que reguemos con la mejor agua y el mejor fertilizante. Las plantas afectadas pierden la capacidad de alimentase de forma progresiva y finalmente se acaban secando y muriendo. Si observamos que esto sucede, y además detectamos la presencia de pequeñas moscas de color oscuro, es bastante posible que se trate de esta plaga o de la mosca del mantillo. Para comprobar qué organismo es el causante de estos desbarajustes sólo tenemos que observar la zona radicular y, si vemos pequeños insectos correteando, se trata de pulgón de la raíz. La mosca del mantillo provoca los mismos daños en su estado larvario, pero las larvas son pequeños gusanos: no los veremos correr sobre sus patas porque no tienen.

¿Cómo prevenir esta plaga?

Lo primero que vino a mi mente cuando descubrí esta plaga en mi cultivo fue que el problema era el sustrato. Pensé que estos insectos vivían en la turba, coco o similar, pero que no podrían sobrevivir sin un medio de cultivo tradicional. Me equivocaba: llevan a cabo su ciclo vital en las raíces de las plantas, con independencia del sustrato que se utilice. De hecho, tal como indica Danny Danko en la web de la revista High Times3, y como pude comprobar personalmente, siguen afectando a las plantas en cualquier tipo de sustrato e incluso en ausencia de él, ya que también causan daños en cultivos hidropónicos o aeropónicos.

Esta plaga, como el resto, llega por un mal aislamiento. Normalmente, al referirnos a este concepto pensamos en las condiciones de nuestra sala, como si tenemos un buen filtro en la entrada de aire o si mantenemos la higiene y entramos con ropa limpia al cultivo. Pero no sólo debemos fijarnos en eso, sino que también debemos prestar atención a qué plantas o qué cultivadores traemos a nuestro indoor. Por ejemplo, no es buena idea invitar a alguien que venga del campo directamente a nuestro interior sin que se haya cambiado de ropa antes. En cuanto a las plantas, no debemos introducir en nuestra sala esquejes que nos hayan dado sin tratarlos previamente.

Si practicamos de forma asidua el intercambio de genéticas, es recomendable tener varios habitáculos para mantener los esquejes que recibamos en condiciones de aislamiento durante un tiempo prudencial. Para conservarlos en estado vegetativo no se necesita mucho más que un fluorescente específico para madres y esquejes, una bandeja, macetas pequeñas, y un habitáculo donde preservarlos aislados, a ser posible en una habitación aparte de las plantas madre. Lo ideal es que, cada vez que recibamos nuevos esquejes, los mantengamos en cuarentena durante un tiempo de entre 30 y 45 días para ver cómo evolucionan y si muestran indicios de alguna anomalía. Una vez nos hayamos asegurado de que están libres de plagas y enfermedades, podremos introducirlos en nuestra sala de parentales. Los cannabicultores solemos intercambiar genéticas de forma despreocupada, enviado y recibiendo esquejes de muy distintas ubicaciones, incluso de otros países o continentes, lo cual es muy peligroso ya que podemos ayudar a que determinadas plagas proliferen en lugares donde no son habituales.

¿Cómo se combate esta plaga?

El pulgón de la raíz, dada su naturaleza radicícola, es bastante difícil de combatir. Además, es muy poco frecuente en el cultivo de cannabis, por lo que no hay mucha información acerca de cómo controlarlo. Tanto Jorge Cervantes, en su web marijuanagrowing.com4, como Ed Rosenthal, en la web de la revista Cannabis Culture5, aconsejan la combinación de un insecticida biológico a base de un hongo llamado Beauveria bassiana, cuyas hifas crecen en el interior del insecto provocando su muerte, con la aplicación de nematodos beneficiosos que se alimentan de los insectos que pueda haber en las raíces. Otras alternativas para controlarlos son los riegos con aceite de neem o con extractos de cítricos.

Tratar a los cultivos destinados a la floración es mucho más sencillo que a los parentales. Esta plaga, aunque es muy destructiva, también tiene una progresión relativamente lenta. Mediante la aplicación de insecticidas podemos retrasar su acción, llegando hasta la cosecha con las plantas vivas, aunque produzcan menos. En mi caso, cuando decidí cultivar en aeroponía para eludir la plaga, aunque no pude evitarla y las plantas se mostraron algo débiles, pude llegar a cosechar, obteniendo la mitad de la producción habitual. Las traté ocasionalmente con aceite de neem.

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El verdadero problema está en los parentales que, tras varios meses sufriendo el ataque de estos pulgones radiculares, acaban falleciendo. Según pude observar, detectarlos a tiempo es fundamental si tenemos plantas madre, ya que a medida que la plaga prolifera, sus esquejes van perdiendo capacidad de enraizamiento. Por esta razón, la única solución para salvar las genéticas sería hacer esquejes en las primeras fases de la infestación y mantenerlos sanos y aislados. Una vez estén enraizados, deberemos acabar con el resto de cultivos de forma repentina, ya que mantenerlos implica mantener la plaga. En mi caso, la única forma que hallé de acabar con este molesto insecto fue dejar de cultivar en interior entre los meses de mayo y septiembre, ambos incluidos. Creo que su método de reproducción, además de constituir una fortaleza para ellos, también es una debilidad en el cultivo indoor. Como he explicado anteriormente, estos insectos se reproducen según las estaciones del año: cuando llega el otoño ponen un huevo fecundado (reproducción sexual) que permanecerá en estado latente hasta la primavera. De este huevo nace una hembra que da lugar a otras hembras, todas capaces de crear progenie sin macho hasta la generación otoñal, que estará formada por machos y hembras. Dado que en indoor no existe el otoño, si acabamos con el cultivo de forma repentina, nos deshacemos de todos los restos orgánicos y desinfectamos todos los enseres, en teoría, habremos interrumpido este ciclo reproductivo y acabado con la plaga. Ésta fue la única forma que hallé de acabar con ella definitivamente. Después de una pausa de seis meses, puse en marcha el indoor y ya no volví a ver a este molesto bichejo ni a sus “mosquitas”.

Conclusión

A día de hoy contamos con muy poca información sobre el pulgón de la raíz en el cultivo de cannabis. Dada la variedad de aspectos que presenta, es bastante posible que se trate de varias especies de áfidos que atacan a la raíces, igual que hay muchas especies de pulgones aéreos que normalmente no nos molestamos en identificar. Existen pulgones radiculares que atacan a muy diversas especies vegetales por todo el planeta y muchos son polífagos, pudiendo alimentarse de distintos tipos de planta. También podría ser algún insecto de la familia Phylloxeridae, aunque es menos probable.

Esta plaga provoca daños muy similares a los de la mosca del mantillo, por lo que suele confundirse con ella. Aunque debilita a las plantas por menguar su capacidad de absorción de agua y nutrientes, tarda bastantes meses en matarlas, por lo que se pueden llevar a cabo cultivos hasta la cosecha, aplicando insecticidas biológicos que retrasen su acción. Sin embargo, parece ser que la única opción para salvar a los parentales es hacer esquejes sanos, que debemos mantener aislados durante un tiempo prudencial, hasta que podamos empezar de cero el cultivo.

Antes de finalizar, me gustaría insistir en la importancia de tomar precauciones a la hora de intercambiar genéticas, ya que mediante los esquejes se pueden transmitir todo tipo de plagas y enfermedades, no sólo los más usuales. A fin de cuentas, las plantas son seres vivos y no están exentas de enfermedades o parásitos extraños. Las condiciones de aislamiento de nuestros parentales deben ser lo más escrupulosas que nos sea posible por una razón muy simple: cuidar durante años de plantas a las que se les acaba tomando cariño no tiene ningún sentido si luego las mezclamos disparatadamente con cualquier cosa.

Espero que te haya gustado el artículo y te haya resultado interesante, pero sobre todo, espero que nunca tengas que lidiar con esta plaga.

Acerca del autor

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Mari SH

Aventajada maestra en el arte del cultivo, tiene una larga trayectoria como cannabicultura y redactora de contenidos cannábicos