A la hora de realizar un cultivo vertical urbano disponemos de distintas opciones: Comprar la infraestructura necesaria en forma de “sistema completo de cultivo” o bien fabricar nosotros mismos el “invento”.

Por Luis Hidalgo

Es una decisión difícil, ya que como ocurre con los muebles y otros objetos de uso común, hoy en día los materiales necesarios para construir el sistema por nosotros mismos puede llegar a costarnos más que un sistema “comercial”, sin contar el tiempo y el trabajo de diseño y montaje.

Recuerdo que hace algo más de un decenio, cuando uno se planteaba el montaje de muebles en casa, o a la hora de colocar cortinas o ventanas o, en general, cualquier aditamento para el hogar, podías ahorrarte un buen dinero si en vez de adquirir el producto acabado en un comercio cualquiera, se “copiaba” a base de observarlo bien y comprar los materiales por nuestra cuenta y echarle horas de trabajo cortando, pegando y atornillando.

Más tarde llegaron los muebles en “kit” y la fabricación en China y otros países del “tercer mundo”, lo que abarató los costes de forma increíble, hasta el punto de que los materiales sueltos podían salir más caros que comprando todo el “kit” en una tienda, ahorrándonos además el trabajo de cortar las piezas, localizar tornillos y demás complementos necesarios para el montaje, ajustar todo para que el resultado final tuviera la calidad y resistencia del original, etc.

Más o menos lo mismo ha venido sucediendo con todo: televisores que antes eran por “módulos” y ahora son completamente “integrados”, lámparas y sistemas de iluminación, piscinas, sistemas de riego automático y, cómo no, sistemas de cultivo, incluyendo invernaderos, climatización, y lo que nos atañe: huertos urbanos verticales.

Comprar o manufacturar

De cualquier manera, para que el lector se pueda hacer una idea, vamos a comparar un sistema de huerto urbano vertical “casero” con uno “de tienda”, de manera que se pueda tener algo mas de criterio a la hora de decantarse por comprar un producto “terminado” o lanzarse al mundo del bricolaje.

Si nos decidimos por los “trabajos manuales”, proponemos un invento para el cultivo vertical hidropónico. Recordemos que cuando hablamos de cultivos hidropónicos nos referimos usualmente al uso de macetas conectadas entre si para hacer crecer plantas sin usar tierra. Para quienes cultivan con un espacio limitado, el cultivo hidropónico es una forma de aprovechar al máximo un área pequeña con un nivel de higiene alto o muy alto. El sistema que proponemos puede construirse a partir de materiales simples y también puede prepararse para que funcione automáticamente a nivel de riegos, consiguiendo producir una cantidad máxima de cosecha en una cantidad mínima de espacio y con el mínimo esfuerzo y mantenimiento.

Necesitaremos los siguientes materiales:

  • Un tubo de metal de 3/4″ de diámetro (1,9 cm. El diámetro de tubos, mangueras, etc. se mide en pulgadas) y unos 60-70 cm. más largo que la altura que vaya a tener el jardín y una manguera del mismo diámetro y longitud.
  • Baldes plásticos cuadrados que serán los contenedores de las plantas.
  • Un martillo.
  • Un taladro con una broca estándar de 1/4″ (0,6 cm) y otra de 3/4″ (1,9 cm.).
  • Arandelas de 3/4″ (1,9 cm).
  • Sellador de silicona apto para estar en contacto con perlita, que será el sustrato con el que llenaremos los contenedores.
  • Una bomba de agua sumergible con temporizador válido para exteriores .
  • Tubos de unión, un gancho para la manguera y una solución de agua con nutrientes.

Lo primero es “clavar” en el suelo el tubo de metal que hará de “columna” vertebral para el sistema de cultivo vertical que proponemos. Lo ideal es un lugar lo más soleado posible. En principio bastará con clavarlo 60 o 70 cm. pero habrá que comprobar que se encuentra firme y perfectamente recto, pues el terreno puede jugarnos malas pasadas. A continuación taladramos los baldes cuadrados por el centro de sus bases con la broca de 1,9 y limamos los bordes que hayan podido quedar.

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Ahora volvemos a taladrar todos los baldes menos uno con la broca de 1/4″, haciendo entre seis a ocho agujeros cerca del centro y evitando las esquinas. Estos orificios permitirán que la solución nutriente se drene de cada contenedor hasta el siguiente. El siguiente paso es montar la “torre” de cultivo, y comenzaremos colocando el balde inferior, el que tiene sólo el agujero central en la base, introduciéndolo por el tubo y bajándolo con cuidado hasta el suelo. Es muy importante asegurar la estabilidad, ya que esta será la base que soportará el resto del jardín.

Como este primer balde hará de depósito, será necesario colocar una arandela en el tubo, bajarla hasta la base del balde y sellar el agujero y alrededor del tubo con silicona, dejando que seque perfectamente antes de continuar para evitar fugas de líquido. Una vez transcurrido el tiempo necesario, meteremos la bomba sumergible en el balde. Hay que tener en cuenta que necesitaremos un enchufe cerca, o alguna manera de hacer que llegue electricidad hasta la bomba de agua para que ésta funcione.

 La torre de cultivo

Ajustamos la manguera a la salida de agua de la bomba, asegurándonos de que la longitud es superior a la del tubo metálico que hace de soporte a la estructura, ya que es por dicha manguera por donde impulsaremos el agua con la solución nutriente hasta el balde superior, que después irá cayendo de balde en balde por la fuerza de la gravedad hasta el balde inferior que hace de depósito, donde será impulsada de nuevo hasta balde superior y así sucesivamente.

Ahora vamos añadiendo balde tras balde a la torre insertándolos en el tubo por el agujero central de la base y girándolos 45º cada uno, de modo que cada esquina esté sobre uno de los lados del balde que está apoyado. Antes de colocar el siguiente balde, rellenamos el actual con perlita. Una vez tenemos la torre montada con la altura deseada, llenamos el balde inferior con una solución de agua con nutrientes, que será la que alimente a las plantas.

Antes de poner en funcionamiento el “invento”, muy similar en concepto a los Jardines Colgantes de Babilonia (ver números anteriores), subiremos el extremo libre de la manguera hasta el balde superior fijándola (por ejemplo) con un gancho, para asegurarla en su lugar y que el agua no caiga fuera del balde. Dependiendo de la flexibilidad y el tipo de manguera habrá que revisar que no haya dobleces o rizos que impidan un flujo de agua constante.

Llega el momento de ajustar el tiempo e intensidad de riego, así que pondremos en funcionamiento la bomba de agua y mediremos el tiempo que se tarda en llenar de líquido unos tres centímetros por encima de la perlita del balde superior. En principio, el régimen básico de riegos sería ese tiempo encendido por cada seis horas apagado, lo cual es adecuado tanto para el cultivo de cannabis como para el de tomates (ver número anterior), como para el de tomillo (número 118), de manera que podemos ir intercalando plantas, reservando siempre las posiciones más altas para la marihuana.

Las plantas se colocan en las esquinas libres de la torre de baldes, y aquí es dónde podemos jugar combinando por ejemplo sándalo y tomillo en los contenedores inferiores, que acabarán propagándose por el suelo alrededor de éstos, colocando a media altura los tomates combinados con lavándula (esquinas opuestas del balde) e ir intercalando algunas plantas de cannabis, a ser posible de dominancia índica, excepto la que pongamos en segundo balde empezando desde arriba, que debería ser una sativa ramificada y de hojas con foliolo fino que dejen pasar bien la luz.

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El mantenimiento del sistema es sencillo y debería bastar con un par de horas a la semana. Hay que asegurarse siempre de que el enchufe de la bomba y cualquier conexión eléctrica esté protegida del agua y de cualquier posible salpicadura del sistema hidropónico, ya que el agua y la electricidad son siempre una mala combinación.

Es importante controlar el pH y la Ec de la solución nutriente del depósito inferior, cómo en cualquier sistema hidro de flujo y reflujo, ya que el agua se evapora, las plantas comen, y los valores de acidez y electro conductividad pueden salirse del rango adecuado para las plantas que estamos cultivando en nuestras “torres”. Lo ideal sería renovar la solución nutriente al menos una vez por semana, además de poner una bomba de aire en el depósito para mantenerla oxigenada, aunque una de las características de este sistema de cultivo urbanos vertical “casero” es que la solución nutriente cuenta siempre con un buen nivel de aireación debido al goteo de contenedor a contenedor.

Para corregir el pH podemos utilizar los “pH +” y “pH –“ que podremos encontrar en cualquier tienda especializada en cultivo de cannabis, y que son ácidos o álcalis bastante concentrados, por lo que su efecto es duradero y casi no aumentan la electro conductividad. No recomendamos en absoluto los correctores “tradicionales” como el limón, el vinagre o el bicarbonato sódico ya que la solución nutriente vuelve a cambiar de pH a las pocas horas, o incluso minutos, tras haber añadido estos elementos que, si bien pueden servir para pequeños volúmenes de agua sin nutrientes añadidos, son inútiles en este tipo de sistemas hidropónicos.

En la próxima entrega veremos como contrapunto un sistema de cultivo vertical urbano ya fabricado y susceptible de ser utilizado en cultivo de exterior combinado con marihuana. Como podrán apreciar los lectores que siguen esta serie, las diferencias en cuanto a concepto y materiales utilizados en el sistema analizado se encuentran a un abismo de distancia del que hemos propuesto en éste número. Sin embargo, podemos asegurar que este sencillo “invento” funciona a la perfección, sin fallos y con un mantenimiento mínimo. Hasta entonces, un saludo.

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.