¿Existió realmente o solo se trata de un mito? ¿Realmente el Gobierno de Estados Unidos sufragó una investigación sobre la marihuana que desembocó en la creación de una nueva semilla para su ejército? Preguntas, preguntas y más preguntas en torno a la siempre misteriosa variedad G-13. ¿Cuánta dosis de realidad hay tras esta leyenda?

Si existe una variedad de cannabis envuelta en un halo de misterio, esa es la marihuana G-13. Son numerosas y variopintas las historias que se cuentan sobre esta semilla, y aún más las incógnitas que asaltan a los que conocen los mitos sobre esta cepa. Para quien no tiene ni la más remota idea de qué va todo esto, la primera pregunta es obligada: ¿qué pensarías si te contasen que allá por la década de 1970 el Gobierno de Estados Unidos desarrolló su propia variedad de maría?

Ahora que los tiempos han cambiado y las autoridades estadounidenses parecen por la labor de cambiar su política prohibicionista, quizá no te sorprenda demasiado saber que algo así realmente ocurrió. Pero piensa que, desde la promulgación de la Marijuana Tax Act en 1937, en el país norteamericano está totalmente prohibido el consumo de cannabis, ya sea para consumo medicinal, muy popular hasta entonces, o para uso recreativo. Es decir, las mismas autoridades que sancionaban a quien consumía marihuana, financiaban con dinero procedente de las arcas públicas investigaciones para crear su propia variedad. ¿No te parece descabellado?

Pese a las leyes que algunos años atrás sus antecesores habían promulgado, alguno de los presidentes de Estados Unidos no tuvo el más mínimo reparo en saltárselas. Las fechas que se barajan no son concretas, por lo que resulta imposible saber si fue John F. Kennedy, Lyndon B. Johnson, Richard Nixon o Gerald Ford quien dio el visto bueno a estos experimentos. Todo lo que se ha escrito al respecto sitúa los experimentos llevados a cabo por las principales agencias de inteligencia de Estados Unidos en la Universidad de Misisipi. Allí, la CIA, el FBI y alguna otra autoridad gubernamental habría intentado fabricar un suero de la verdad.

Cuentan las leyendas que, en busca de ese deseado y codiciado brebaje, el Gobierno de los Estados Unidos experimentó durante la década de 1950 con diferentes fármacos y productos químicos. Se trataba de encontrar una sustancia que hiciera que los malechores confesaran todas sus fechorías y delatasen a los suyos. En mitad de estos ensayos, y aunque es difícil esclarecer por qué, también trataron de crear una potente variedad de marihuana ante cuyos efectos no podrían hacer nada los enemigos del Estado.

Precisamente, de la intervención del Gobierno vendría su nombre. La letra “G” representaría a la máxima autoridad estatal, el Gobierno, ya que fueron muchos los que la catalogaron como la “Marihuana del Gobierno”. Por su parte el número vendría de que, en el alfabeto, la letra “M” de marihuana ocupa la posición decimotercera. Tan sencillo y evidente que resulta difícil poner en tela de juicio la veracidad de esta historia convertida en mito.

La versión más popular del mito

Como comentábamos, todo ocurrió en el estado de Misisipi. En dicho estado, las autoridades estadounidenses crearon un instituto de investigación. Aunque algunos dicen que un funcionario rebelde robó un clon de variedad afgana pura de cannabis y lo distribuyó a lo largo de todo Estados Unidos. Sin embargo, son muchos los que sostienen que esta parte tiene más de ficción que de realidad. Por su parte, sí que cuenta con mayor respaldo que Neville Schoenmakers, uno de los pioneros de los bancos de semillas, persuadió a un investigador para que le consiguiera una cepa del cannabis más puro con el que allí se trabajaba.

Logró convencer a su amigo Sandy Weinstein, que le consiguiera un lote de cepas de pura marihuana afgana índica. Todas ellas fueron etiquetadas con nombres que iban desde G1 hasta G23. El astuto Schoenmakers clonó y distribuyó las que quedaron marcadas como G13, que cuentan las leyendas tenía una calidad muy superior al del resto de la variedad afgana.

Además, a diferencia de la mayor parte de semillas índicas, estas cepas no te noqueaban y te dejaban rendido en el sofá, sino que poseía excelentes facultades para aliviar el dolor, consiguiendo además que quien lo fumase experimentase un subidón sin llegar a un estado de paranoia. De ahí que la leyenda también cuente que el Ejército de EE.UU. incluso pudo haber distribuido esta marihuana entre sus soldados en la Guerra de Vietnam, un porro dentro de cada cajetilla de Lucky Strike (como mostraba sucíntamente la película Platoon) para que los soldados fueran a la batalla henchidos de confianza, como ovejas que van al matadero al grito de “No hay dolor”.

Además, cuentan que estas cepas aventajaban al resto de sus compañeras de investigación. Así, más allá de su excelente potencia, superaba a otras semillas en su rápida floración interior y a la hora de producir mayor cantidad de resina.


Leyendas, leyendas y más leyendas

Entre tantos alicientes que vienen a acrecentar el mito, hay un factor determinante que añade aún más incertidumbre a toda esta trama. Ante la ausencia de control de las autoridades de Estados Unidos en torno al comercio de cannabis, nadie podía determinar si unas semillas han sido etiquetadas correctamente como G13 o alguien, con afán de protagonismo y ansias de dinero, lo ha hecho para venderlas con más facilidad. A costa, eso sí, de estafar a sus clientes.

Y es que, como vino a demostrar la película American Beauty, estas cepas son extremadamente codiciadas. “Esta mierda es de primera. Se llama G-13. Está genéticamente diseñada por el Gobierno de los Estados Unidos. Es extremadamente potente”, le comentaba el traficante Rick Fitts (interpretado por Wes Bentley) al protagonista de la película, Lester Burnham (al que daba vida el actor Kevin Spacey), que parecía dispuesto a pagar 2.000 dólares por apenas 3,5 gramos. Una escena que, sin duda, vino a reforzar más aún la leyenda.

Quizá sea cierto que el Gobierno de Estados Unidos estuvo detrás de su desarrollo, o quizá no. Quizá nunca logremos resolver tan intrigrante y curioso misterio. De lo que sí podemos estar seguros es de que, si ahora compramos unas semillas de G-13 o nos hacemos con algunos cogollos para aliñar nuestros canutos, poco o nada tendrán que ver con los experimentos que llevó a cabo en las cepas allá por los años 70 las autoridades estadounidenses.

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Artículo dedicado a Jota (gran breeder y mejor persona) sin cuya inspiración habría sido imposible de realizar.

Con información de The 420 Shaks, Semillas de Marihuana, SeedsMan, Marijuana Connection, Cannabis Search y Wikipedia.

Variedades G-13 disponibles en LaMota

Fuente: lamota.org

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.