Un nuevo estudio revela que la música no solo potencia las buenas experiencias con psicodélicos, sino que también puede convertir un mal viaje en una pesadilla emocional

La música, siempre considerada una compañera esencial en las sesiones psicodélicas, puede jugar un papel más peligroso de lo que se pensaba. Según un estudio reciente, las experiencias negativas o «malos viajes» están más ligadas a la música de lo que muchos creen. La música tiene la capacidad de intensificar las emociones durante el uso de sustancias como la psilocibina, el LSD o la MDMA. Así, lo que debería ser una experiencia de crecimiento espiritual o emocional, puede convertirse en una pesadilla cuando la música no es la adecuada.

Andrea Drury, conocida por su trabajo como la música ANILAH, explica la fuerza de la música en estos contextos: “La música es como una motosierra. Con habilidad, puede ser transformadora, pero en manos equivocadas, es terriblemente peligrosa”. Esta afirmación ha cobrado relevancia, especialmente en el marco del programa de psilocibina legal de Oregon, donde la elección musical se ha convertido en motivo de disputa.

Uno de los primeros casos reportados ante la Autoridad Sanitaria de Oregon describía el malestar extremo de un paciente durante una sesión grupal, provocado por la música elegida. Según el testimonio, la mezcla de grabaciones en vivo de grupos de rock y bandas de jam, sumado a un ambiente sobrecargado, desembocó en una hora de ansiedad y sobreestimulación. A pesar de pedir un cambio en la música, el facilitador se sintió ofendido y no accedió, intensificando el malestar del paciente.

El caso no es aislado, y tiene ecos en la historia de las terapias psicodélicas. En los años 60, el psiquiatra Salvador Roquet sometía a sus pacientes a una verdadera sobrecarga sensorial con música religiosa, sonidos de aviones estrellándose y escenas violentas. Esta técnica buscaba forzar un “despertar espiritual”, pero los participantes lo describían como un descenso al infierno emocional.

Por tanto, aunque la música puede ser una herramienta poderosa en las sesiones psicodélicas, su impacto es impredecible y depende de múltiples factores, entre ellos el volumen. Un estudio publicado en el Journal of Psychedelic Studies destaca que las experiencias negativas son más comunes cuando la música tiene un volumen moderado, mientras que los volúmenes extremos —muy altos o muy bajos— parecen reducir la probabilidad de malos viajes.

Curiosamente, el tipo de música no siempre es un factor decisivo. Según los datos de la encuesta, el 26,3 % de los participantes que informaron sobre malas experiencias en realidad disfrutaban del estilo musical. Esto pone de relieve la complejidad del papel que juega la música durante un viaje psicodélico y la necesidad de investigarla más a fondo para minimizar riesgos y maximizar los beneficios terapéuticos.

Acerca del autor

The Swami

Amante del cannabis y especializado en el mundo de las sustancias psicoactivas. Escritor y psiconauta.