La marihuana está de moda. Barcelona también, ya que se ha convertido en la capital del turismo del porro, como ya explicó detalladamente este diario a principios de año. Desde entonces, una cascada de sucesos no ha hecho más que confirmar la tendencia ya anunciada: investigaciones judiciales a clubes de cannabis y sus responsables, y jueces que piden claridad ante la alegalidad de la actividad que desarrollan estas entidades. Mientras endurecer la legislación no ha hecho disminuir el consumo de esta droga, sino todo lo contrario, un país latinoamericano, Uruguay, se ha convertido en el primero del mundo en legislar su comercialización: desde la semilla hasta la venta. Martin Jelsma, politólogo holandés especializado en políticas internacionales de droga, ha asesorado a este gobierno latinoamericano y augura ahora un efecto dominó que ni las restrictivas convenciones internacionales ni los Estados Unidos no podrán parar.
Los expertos como usted dicen que estamos en un momento crucial por lo que respecta a la despenalización del cannabis, ¿por qué?
A nivel internacional, después de décadas con políticas alternativas, por primera vez un país y dos estados de Estados Unidos empiezan con la regulación de toda la cadena del cannabis. Nunca había pasado antes, ni siquiera en los Países Bajos, con los coffee shops, donde la producción sigue prohibida. Además, una parte del mercado sigue en manos criminales. Son los tres primeros escenarios con una legalización controlada y estoy convencido que es el inicio de cambios que otros países van a seguir. En noviembre dos estados más de Estados Unidos tienen un referéndum, California será en 2016 y es una economía enorme. México ya tiene la discusión en marcha…
¿Por qué Uruguay ha sido el primero, qué debate previo ha habido?
Lo que muestra Uruguay es que se puede hacer. Hasta ahora había siempre la presión de Estados Unidos a países que querían hacerlo. Ahora ha desaparecido porque en su propio país lo están regulando. Jamaica impulsó una legislación el año 2001 para una posible regulación, pero recibió amenazas de los americanos para cortar las ayudas económicas y no se hicieron los cambios. En Uruguay tiene que ver con unos factores de gobierno progresista. También han legalizado el matrimonio de personas del mismo sexo, el aborto… son cuestiones sensibles en el terreno moral. Ha mostrado una actitud liberal. Otro factor es que el presidente mismo estaba convencido de que era la mejor forma de hacerlo y es alguien que no tiene miedo de recibir presiones diplomáticas internacionales. Siendo el primer país, hay muchas críticas dela JIFA, por ejemplo,la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes. José Mujica además estuvo en la cárcel, tiene coraje.
¿Por qué Estados Unidos ha frenado cualquier iniciativa durante tantos años?
Porque era el poder fuerte de protección del sistema internacional de los tratados y de represión en la guerra anti-droga. Pedía a todos los aliados acompañarlos en esa guerra y tenía su sistema de sanciones a los países que no lo hacían. Estados Unidos era un obstáculo para avanzar en la dirección, ahora no pueden hacerlo a nivel internacional porque dentro de su país se ha legalizado.
Cada país tiene sus propias normas, pero hay regulaciones de la ONU, ¿cree usted que hay una especie de dictadura internacional en el control sobre las drogas?
Sí, es un régimen bien estricto con tres tratados. En el 1961 acabaron incluso con los usos religiosos o tradicionales, en India, por ejemplo… Incluso se han impuesto sanciones penales.
En Estados Unidos, dos estados lo han legalizado, Colorado y Washington, pero la ley federal no lo permite, ¿una contradicción jurídica permitida?
Sí, lo es. Los estados hacen algo que no permite ni la ley federal ni la internacional, pero se ha decidido no intervenir en estos estados. La DEA, la agencia federal, puede ir a esos estados y cerrar un negocio, pero no es una prioridad para ellos. Si siguen una serie de normas y condiciones los van a dejar en paz. Los oficiales en Washington son conscientes que es algo irreversible porque hay más estados que quieren hacer lo mismo. La opinión pública en Estados Unidos ya es favorable a la legalización, es decir que los congresistas saben que la mayoría de sus votantes están a favor.
¿Y esto va a provocar un efecto dominó en todo el mundo?
Sí. En América Latina ya hay más propuestas de legislación sobre la mesa y todo el mundo puede ver que el cielo no está cayendo sobre Uruguay, que hay ventajas, ingresos de impuestos… Cuando muestras los beneficios de una regulación, crecen los apoyos.
¿La ONU cambiará algún día las normas?
En el año 2016 habrá una reunión muy importante, pero es demasiado temprano para aprobar enmiendas. Propondremos instalar una comisión de alto nivel para estudiar las inconsistencias de los tratados y las inconsistencias jurídicas con las prácticas de los países miembros. Hay que buscar salidas.
¿En España sería posible la legalización con el gobierno actual?
(ríe) Me parece improbable. España tiene una descriminalización de posesión y cultivo personal, y los clubes. Hasta ahora parece que en Madrid no están dispuestos a ir más allá e incluso con la Ley de Seguridad Ciudadana hay un intento de hacer un paso atrás con sanciones administrativas.
Los clubes de cannabis están en el punto de mira en España. Sobre todo en Catalunya. ¿La situación de alegalidad les ha perjudicado?
Hay persecución a personas de los clubes, hasta 100 personas están en alguna fase de procedimiento judicial. Creo que es necesario empezar con unas normas, un código de buenas prácticas para los clubes y en esa dirección hay que encontrar soluciones. Deteniendo a gente no van a solucionar nada. El modelo original de los clubes se justifica bajo la ley española y los tratados internacionales en el cultivo para uso personal en forma colectiva.
Sí, pero a algunos clubes se les ha acusado de traficar…
Han crecido tan rápido, y algunos clubes son tan grandes, que tienen un carácter comercial, y esto pone en duda su justificación jurídica original. Comparto esta preocupación. Lo mismo pasó con los coffee shops en Holanda y los programas medicinales en California. El origen era justificable, sin duda. En California ya no hay distinción entre uso medicinal o recreativo, cualquier adulto puede comprar un permiso médico e ir a un dispensario. No es por condenar a los clubes grandes, pero la forma en que funcionan ahora requiere cambios legislativos.
Barcelona ha prohibido de forma preventiva abrir nuevos establecimientos durante un año. Va a consultar expertos…
Sí, van a elaborar un código de buenas prácticas, ya han empezado las conversaciones. En septiembre habrá un debate político. Es el momento de acordar unas normas de funcionamiento de los clubes. Si están claras, se podrán abrir nuevos espacios. Hay que aclarar algunas cosas y, mientras, empezar con la discusión sobre las posibles ventajas de los cambios legislativos hacia una regulación legal.
¿Qué le parece que Barcelona se haya convertido en la capital europea del turismo del porro desbancando a Ámsterdam?
Es inevitable que los turistas quieran aprovechar la posibilidad de tener acceso legal al cannabis. En los Países Bajos, los últimos años, hubo una larga discusión sobre si cerrar el sistema de los coffee shops a residentes. Lo intentaron en las ciudades fronterizas, algunas los cerraron, pero en Ámsterdam se han negado a hacerlo. Hubo una rebelión en contra del Ministro de Justicia y Seguridad. Los turistas lo buscarían de todas formas y habría de nuevo una venta a gran escala en la calle, donde se pierde lo que se ha ganado con los coffee shops. No creo que vengan turistas a Barcelona expresamente, pero siempre habrá quien aproveche la oportunidad de ir a un club.
Si se legaliza, el negocio de la droga pasa a pagar impuestos. Quien ahora se lucra de manera ilegal no va a estar de acuerdo, ¿qué puede suceder con el narcotráfico?
Probablemente el mercado negro seguirá un tiempo en paralelo al legal. En algunos lugares, como Marruecos, hay un volumen importante de exportación y muchas comunidades dependen de este negocio. Por ello se puede pensar en importar de forma colectiva, con acuerdos bilaterales con pueblos de allí. Si España quisiera regular el mercado, también podría llegar a un entendimiento para un comercio legal y controlado. Hay que incluir el comercio internacional en los modelos de regulación porque también tiene ventajas en términos de salud, por ejemplo, para controlar el balance de los componentes activos (CBD y THC) del hachís de Marruecos.
¿Si no se regula puede acabar en manos de las mafias?
En el tráfico internacional hay un fuerte componente criminal, también con el cannabis, como los grupos que ahora en México provocan tanta violencia. En ingresos, el cannabis también es una fuente importante para grupos de crimen organizado. Una de las ventajas de la regulación es sacar este negocio de sus manos. Ahora veremos cómo va a funcionar en Uruguay. No creo que haya problemas con los grupos criminales locales ni reacciones violentas en contra del estado.
Hablemos de los efectos de esta droga sobre la salud. ¿Usted es de los que coloca el cannabis en el lado bueno o en el malo? ¿El que se cree los estudios médicos que hablan de sus efectos nocivos o que no?
El potencial medicinal está suficientemente comprobado. También está claro que hay un uso problemático y patrones de consumo que pueden ser dañinos para la salud. Siempre hay que acompañar cualquier forma de regulación con buenas campañas de información sobre los riesgos. Y también hay riesgos en el consumo de cannabis.
El uso terapéutico no exime de sufrir todos los efectos secundarios de fumar esta droga…
No, pero hay muchas otras medicinas que también pueden dañar.
¿Usted ha fumado o es fumador de cannabis?
Antes, cuando era joven, fumaba regularmente. Pero ahora, no, ya no me gusta.
¿Hace falta todavía mucha educación política y social al respecto para prevenir el abuso en el consumo? Parece que fumar cannabis aún está bien visto…
Se necesita más información y campañas, es importante, pero también con el control estatal en la producción se contribuye a la salud pública. Ahí también se puede influir en que el producto sea de buena calidad, poner límites y tener un balance en el porcentaje de componentes activos, no permitir el acceso a menores de edad… todas estas medidas de control son imposibles en un mercado negro.
Usted forma parte de un organismo llamado “Transnacional Institute”, ¿qué hacen exactamente?
Organizamos diálogos informales a nivel internacional para juntar, a puerta cerrada, oficiales, funcionarios de gobiernos de grupos de países, para intentar llegar a posiciones comunes en un debate sobre reformas de políticas de drogas. Ya los hacemos cada año en América latina, Europa y Asia. En septiembre será en la India. También hacemos estudios enfocados a políticas de drogas y analizamos los mercados. Nuestros expertos jurídicos asesoran a países concretos para mejorar sus legislaciones.
¿En España han hecho algún grupo de trabajo?
Sí, hemos organizado su participación en nuestros diálogos en Uruguay, para intercambiar experiencias.
¿Y de qué ha servido la participación española?
En Uruguay han aprendido el sistema español de clubes sociales cannábicos, por ejemplo.
Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.