Por Franco Loja
Green House Seed Company

Este es el sexto artículo de la serie que echa un vistazo a la planta del cannabis en diferentes países del mundo. Trabajando como gerente de Green House Seed Company he tenido la oportunidad de viajar a muchos lugares del mundo; he experimentado de primera mano el auge y declive de muchos países, y es un placer y un honor para mí compartir esta información con todos los lectores de El Cultivador. Este mes miramos hacia el segundo de los países africanos programados para esta sección: Sudáfrica. En los meses siguientes nuestros ojos estarán en Suazilandia y Mauricio, y más adelante cubriremos algunas islas del Caribe que he tenido el privilegio de visitar: Jamaica, Antigua, Santa Lucía, Barbados y San Vicente.

A Sudáfrica se la conoce como el “país arcoíris” por su diversidad de gente y paisajes, así como clima y costa. Es, de hecho, la nación étnicamente más diversa del planeta, y ofrece grandes contrastes entre ricos y pobres, entre la economía del primer mundo y las realidades sociales del tercer mundo. Viajar a través de este país deja claro que muchas cosas han cambado desde los tiempos del Apartheid, pero que muchas otras se mantienen igual. Pese a que presumen de la mayor actividad económica y de los mayores índices de PIB de todo el continente africano, Sudáfrica aún cuenta diariamente con realidades penosas como una abultada tasa de criminalidad, el VIH/SIDA, malos sistemas de escolarización y de salud y corrupción crónica en todos los niveles sociales. La nación aún se está recuperando de las heridas del periodo del racismo y el aislamiento internacional, y este proceso durará mucho tiempo. Pero ya son visibles muchos puntos positivos, como la industria turística floreciente y la Copa Mundial de la FIFA de 2010, que fue un evento clave para introducir la nueva Sudáfrica en el ámbito de las naciones democráticas modernas.

Además de ser un punto de destino turístico, Sudáfrica también es el mayor productor de cannabis del continente, con una estimación producción anual estimada de más de 2.500 toneladas métricas. Las Naciones Unidas publicaron este dato en 2008; en realidad, esta estimación se considera muy baja al compararla con otras fuentes de información.

El cannabis, conocido localmente como “dagga” o “zoll”, está muy difundido. Gran parte de la población joven utiliza el cannabis con bastante regularidad. La mayor parte de la producción viene de la remota zona de Transkei, en la región del Cabo Este, que atiende la demanda local e internacional. Otras áreas producen menores cosechas, normalmente no destinadas al mercado internacional. Algunos tipos de yerba de Transkei son muy famosos desde hace décadas y reciben el nombre de “Rooiebart” o “Red Beard” (Barba Roja), por sus pelos de color rojo intenso. Es la mejor considerada entre todas las variedades sudafricanas. Es una sativa leñosa y especiada, con un colocón entre suave y medio. Desafortunadamente, es muy raro encontrarlas sin semillas y decentemente secadas y empaquetadas.

Las cosechas de cannabis se cultivan en áreas remotas y sin desarrollar, algunas veces ni siquiera conectadas por carreteras ni caminos, y pueblos enteros se encuentran involucrados en el cultivo, la cosecha y la venta. El cannabis es el único recurso económico para gran parte de la población local. Las plantas están normalmente en terrenos que no pertenecen al pueblo, pero lo suficientemente cercanos para estar bien atendidas. El viento y las fuertes lluvias representan el mayor obstáculo para las cosechas, y es muy común la pudrición de los cogollos.

En Sudáfrica hay unas pocas variedades autóctonas, todas de la región de Transkei, y comparten características similares. Todas ellas son sativas altas, con un periodo de floración largo y un contenido de resina medio-bajo. Presentan perfiles interesantes de terpenos y un aroma muy particular que va desde muy leñoso a más especiado o sabor a frutos secos.

En la zona de Durban, durante los años 70 se creó la legendaria Durban Poison cruzando semillas del sur de la India con variedades africanas. Nunca completamente estabilizada, la Durban Poison es aún la variedad africana más conocida mundialmente. Pocos bancos de semillas aseguran tener la original, aunque probablemente a cualquier cruce entre indias del sur y Transkei se le puede llamar Durban Poison

El cannabis es ilegal en Sudáfrica, y las fuerzas de la ley emprenden acciones regularmente contra él. Cada año, los helicópteros del gobierno rocían pesticidas ilegales (como los herbicidas Roundup y Agente Naranja, entre otros) sobre la mayoría de las regiones de mayor cultivo durante los meses de cosecha, abril o mayo. Aunque es improbable que estos vuelos dejen huella en las producciones masivas, sí crean numerosos peligros para la salud de la población local. Destruyen cosechas alimenticias, además de las de cannabis, y contaminan enormes zonas y las convierten en infértiles. Pero las autoridades están muy ocupadas con problemas más importantes (crímenes violentos y drogas duras, principalmente) para dedicar mucha atención a esto.

El cannabis producido en Sudáfrica está en un nivel bajo-medio a escala internacional, y habitualmente está lleno de semillas y mal secado y empaquetado. A consecuencia de esto, tiene precios realmente baratos y se abre camino en la mayoría de los mercados africanos y europeos. Según el último informe de drogas de Naciones Unidas (datos de 1995 a 2007), Sudáfrica es hoy el cuarto productor de cannabis, después de México, EEUU y Paraguay.

En los últimos diez años ha habido un marcado incremento en el número de turistas sudafricanos que visitan Europa y regresan con genéticas y conocimientos para el cultivo en interior. Así que ahora es posible encontrar cultivos de interior de alto nivel en las tres ciudades más grandes (Ciudad del Cabo, Johannesburgo y Durban), a precios europeos (normalmente más de diez veces más caro que el precio de los cogollos de exterior, solo asequible para algunos). Los cultivadores de interior de Sudáfrica normalmente tienen armarios muy básicos, y concentran sus esfuerzos en luchar contra el calor y la humedad. Las soluciones más comunes son el uso de aire acondicionado y reducir la cantidad de luz en los días más cálidos. La mayoría de los cultivadores de interior no utilizan filtros de aire para reducir el olor, y ni siquiera han oído hablar de la película anti-detección. Es muy raro encontrar plantas madres y esquejes. La mayoría de los cultivadores de interior lo hacen con semillas

La mayoría del material de alta tecnología disponible en Europa y Norte América no está en los growshops locales, y el coste de cualquier cosa importada es demasiado caro debido a la distancia de transporte y a los altos impuestos.

Sin embargo, la calidad lograda por los cultivadores sudafricanos es bastante impresionante. En Ciudad del Cabo es posible comprar variedades como Cheese, White Rhino, Top 44 y Mazar de manera regular, de cultivo hidropónico y cubiertas de escarcha resinosa. La calidad es excelente, el precio entre 5 y 12 euros el gramo, dependiendo de la procedencia y la época del año. Durante los meses de diciembre y enero (verano), la demanda aumenta considerablemente, y también los precios.

Muy raramente se encuentra hachís importado de India o Marruecos, principalmente durante la temporada de los festivales al aire libre. Los precios son casi equivalentes a los de Europa y la disponibilidad muy aleatoria

Como la mayoría de los países del mundo punteros en el cultivo, Sudáfrica es un destino vacacional genial para los viajeros cannábicos.

Paz, Amor & THC

 

Acerca del autor

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Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.