En el artículo que da comienzo en esta entrega Hofmann profundiza aún más en la historia, propiedades y usos de los enteógenos.

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LSD, la medicina del doctor Albert Hofmann

Pioneros de la coca y la cocaína

Aspectos químicos, farmacológicos y médicos de los psicotomiméticos*

Los alucinógenos forman una subclase dentro del extenso grupo de los compuestos psicotrópicos, es decir, las sustancias que ejercen algún tipo de influencia sobre la psique. Estos productos siempre han jugado un papel relevante en la medicina, pero su importancia ha crecido mucho en los últimos años. Los compuestos psicotrópicos pueden dividirse en los seis grupos siguientes:

  1. Analgésicos y euforizantes: morfina, heroína, petidina, metadona, amidopirina.
  2. Sedantes y tranquilizantes: rauwolfia, fenotiazinas, meprobamato.
  3. Hipnóticos: barbitúricos, hidantoínas, hidrato de cloral.
  4. Embriagantes: alcohol, cloroformo, éter, benceno.
  5. Estimulantes: anfetaminas, cafeína, cocaína, iproniazida.
  6. Psicotomiméticos o alucinógenos: mescalina, cannabis, LSD, psilocibina.

Los efectos de estos tipos de sustancias se solapan en gran medida, de forma que podríamos ofrecer una clasificación distinta. De este modo, la cocaína puede incluirse no sólo en el grupo de estimulantes, sino también en el de analgésicos y euforizantes. El alcohol, la droga más conocida, puede incluirse en los euforizantes y en los embriagantes.

Las sustancias del sexto grupo, los psicomiméticos o alucinógenos, de los cuales nos vamos a ocupar, difieren de los otros cinco en que poseen unos efectos característicos propios. Mientras que el de las pertenecientes a los cinco primeros grupos consiste básicamente en una influencia sobre el estado de ánimo, o en la producción de sedación, sueño o estimulación, la acción de los psicotomiméticos es mucho más profunda. Elicitan potentes alteraciones psíquicas, asociadas con cambios en la percepción de la realidad del espacio y el tiempo, dos de las características básicas de nuestra existencia. Generan fuertes cambios en la imagen corporal y la personalidad. No obstante, se conserva la consciencia. En este aspecto hay una importante diferencia entre los efectos de los psicotomiméticos y los de los analgésicos y euforizantes como la morfina o el alcohol, cuyos efectos están asociados con reducciones más o menos marcadas del nivel de consciencia. Los psicotomiméticos transfieren al sujeto a un nuevo mundo, a una especie de universo fantástico que se experimenta como real, generalmente más real e intenso que la vida cotidiana. En este mundo imaginario todo parece tener gran relevancia; los objetos pierden su valor simbólico; los vemos con mayor nitidez, irradiando cada uno su propia existencia. Los colores son más brillantes y adquieren más significado. La condición originada por los psicotomiméticos va generalmente acompañada por una hipersensibilidad visual que puede incluso llevar a ilusiones sensoriales. Sin embargo, las verdaderas alucinaciones no suelen tener lugar; esto ocurre sólo con dosis muy altas. Las alucinaciones no son una característica propia de estas sustancias, y por tanto sería correcto llamarlas, no alucinógenos, sino psicotomiméticos, es decir, sustancias que imitan un estado similar a la psicosis. Otra expresión para estas sustancias es “drogas que alteran la mente”, lo cual no suena demasiado científico, pero sí describe bien sus efectos.

Psicotomiméticos

Anhalonium Lewinii (peyote)

Cannabis indica

Peganum harmala y Banisteria caapi (yagé)

Piptadenia peregrina (cohoba)

Piper Methysticum (kawa-kawa)

Amanita muscaria

Psilocybes y Stropharia cubensis

Rivea corymbosa (ololiuqui)

LSD 25

Mescalina

Tetrahidrocannabinol y otros

Harmina, harmilina

Bufotenina, dimetiltriptamina

Kavalactonas**

Muscarina, ácido iboténico, muscimol**

Psilocibina, psilocina

Derivados del ácido lisérgico

Dietilamida del ácido lisérgico

Esta lista muestra una serie de compuestos que pueden clasificarse como psicotomiméticos. La mayoría se conocen como drogas mágicas o esotéricas. Se utilizaban en rituales y en ceremonias religiosas. Algunas aún se usan en la actualidad para estos propósitos; por ejemplo, por algunas tribus indias de las montañas del sur de México. Puesto que sus propiedades no deben darse a conocer, y además no carecen de riesgos, constituyen un tabú para los nativos. Sólo los curanderos, los magos, pueden manejarlas. Hasta cierto punto, esta restricción se aplica también al empleo de estas sustancias en nuestro mundo cientifista: no deben ser tomadas por legos sin supervisión médica; sólo si existe control por parte del actual sucesor del curandero, el psicoterapeuta.

Tras un breve comentario sobre las drogas de la lista anterior, trataré con más detalle los psicotomiméticos obtenidos en nuestras investigaciones: la LSD, los principios activos de los hongos mágicos mexicanos, y el ololiuqui, otra droga mágica mexicana.

La mescalina es el principal principio activo del peyote, el cacto de la especie Anhalonium Lewinii. La estructura química de la mescalina fue descrita por Späth, quien también logró sintetizar este alcaloide (1). Han aparecido muchas publicaciones sobre el culto al peyote de los indios mexicanos, y sobre los efectos de la mescalina (2,3). Sólo mencionaré algunos aspectos de interés en relación con los efectos de la dietilamida del ácido lisérgico y la psilocibina. De especial interés es la elevada dosis de mescalina necesaria para intoxicarse. La dosis habitual de mescalina está entre 0,3 y 0,6 gramos. Poco después de tomar la droga, se experimentan estos síntomas autonómicos desagradables: náuseas, temblores y sudoración. En realidad, el malestar precede a la embriaguez. Tras una o dos horas, cuando estos efectos desagradables están remitiendo, aparece el estado alucinógeno real, que suele ir acompañado por visiones muy coloridas. Aldous Huxley ofreció una brillante descripción de sus experiencias con la mescalina en su libro Las puertas de la percepción (4).

El hachís es una sustancia procedente del Oriente Próximo que se conoce desde hace miles de años. Procede de la planta Cannabis indica (5). El hachís es famoso en la literatura desde que el poeta francés Charles Baudelaire describió sus experiencias en el libro Los paraísos artificiales. Más recientemente, se ha extendido por el Nuevo Mundo, especialmente en Centroamérica, donde suele consumirse en forma de cigarrillos de marihuana, sobre todo por jóvenes y personas integrantes de ciertas subculturas. De las numerosas sustancias que se han aislado a partir del hachís, parece que el tetrahidrocannabinol es el principal responsable de sus efectos (6). Los tetrahidrocannabinoles son derivados del difenol, los únicos psicotomiméticos no nitrogenados.

Los principios activos harmina y harmalina se han aislado a partir de dos plantas empleadas en ceremonias religiosas en distintas partes del mundo: el Peganum harmala (7), que crece en las estepas asiáticas, y la Banisteria caapi (7,8), una enredadera sudamericana. “Telepatina”, un nombre utilizado en lugar de “harmina”, sugiere el uso de la droga para propósitos místicos y telepáticos.

Algunas tribus indias de la región sudamericana del Orinoco utilizan las semillas y las hojas de la Piptadenia peregrina, una mimosácea, para preparar un tipo de rapé llamado “cohoba”, el cual -se supone- aporta a los guerreros valor e insensibilidad al dolor. De esta planta se han aislado dos sustancias, la bufotenina y la dimetiltriptamina (9).

Los principios psicotomiméticos de la Piper methysticum no se han elucidado aún**. Se toma como embriagante en las Islas del Mar del Sur (10), donde se conoce como kawa-kawa.

Ciertas tribus de Siberia ingieren variedades especiales de la seta Amanita muscaria para inducir un estado de intoxicación y para ritos religiosos. El principio activo aún no se conoce**. La muscarina y las ínfimas cantidades de bufotenina (11) encontradas en las variedades europeas no pueden explicar los efectos psicotomiméticos de la variedad siberiana (12).

Tras este breve repaso, me gustaría tratar con más detalle los psicotomiméticos obtenidos en nuestras propias investigaciones.

(Continuará)

Referencias del artículo original:

  1. Späth, E. and Montas. (1919), Chemie., 40, 129.
  2. Beringer, K, (1927), “Der Meskalin-Rausch”, Springer-Verlag, Berlin.
  3. La Barre. W. (1960), “Twenty years of Peyotl studies”, Current Anthropology, 1, 45.
  4. Huxley, A., “The doors of perception” [“Las puertas de la percepción”], Chatto and Windus, London (1954): con una secuela, “Heaven and hell” [“Cielo e infierno”], London (1956).
  5. Lewin, L. (1927), “Phantastica”, p. 148, 2º ed., Stilke G., Berlin.
  6. Loewe, S. (1950), Arch. Expil. Pathol. Pharmakol., 211, 175.
  7. Henry, Th. A. (1949), “The plant alkaloids”, 4º ed., J. and Churchill Ltd., London, p. 488.
  8. Schultes, R. E. (1957), Botanical Leaflets, Harvard Univ., 18, 1-56.
  9. Stromberg, V. J., (1954), J. Am. Chem. Soc., 76, 1707; Fish, M. S. et al. (1955), ibid., 77, 5892.
  10. Lewin, L., l.c., p. 284.
  11. Wieland, Th., Motzel. W. and Merz, H. (1953), Liebigs Ann. Chem., 581, 10.
  12. Eugster, G. H. (1959), Rev. Mycol, (Paris), 24, 369.

 

Notas:

* Transcripción de una conferencia ofrecida en Calcuta, el 21 de septiembre de 1960 (Sociedad Química India y Sociedad Fisiológica India), y en Bombay, el 3 de octubre de 1960 (Asociación Médica India). Publicado originalmente en J. Exp. Med. Sc., Vol. V, Nº 2, septiembre de 1961. Traducido al español con permiso de Rick Doblin, presidente de MAPS (http://www.maps.org/), en cuyo sitio web está alojada la World Wide Web Psychedelic Bibliography (http://www.maps.org/wwwpb/).

** Los principios activos del kawa-kawa y de la amanita muscaria fueron descubiertos en fechas posteriores a esta conferencia. Son los citados en la lista de psicotomiméticos.

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