Los efectos medicinales del cannabis son de sobra conocidos. Su consumo ya no debería ser un tema tabú porque cada vez existen más países cuya legislación regula su uso, sea con fines terapéuticos o lúdicos. Pero España, como en tantos aspectos, va rezagada también en este tema. Aquí no hay evolución en cuanto a su legalización. Tenemos una ley prohibicionista que, sin embargo, no evita un alto consumo de marihuana, promoviendo el mercado negro de un producto que no solo es mucho menos perjudicial que el tabaco, sino que, además, sus efectos medicinales son evidentes. Portugal y Canadá han sido los últimos en legalizar el consumo de cannabis. Unos con fines recreativos y otros para tratar dolencias. El avance es imparable en la mayoría de las naciones desarrolladas, pero entre nuestras fronteras no tienen valentía para dar el paso. Hay temas más urgentes que tratar, pero eso no puede servir siempre de excusa para seguir a la cola de nuestros vecinos.

La última vez que se abordó el tema fue con la ley mordaza en 2015, así que ya pueden imaginar la involución. El PP, en su imparable afán de retroceder hacia tiempos pasados, endureció todavía más una norma que ya destacaba por restrictiva: no se pueden tener plantas de marihuana en espacios visibles desde lugares públicos. En cambio, con el tabaco nos contentamos con poner fotitos desagradables en las cajetillas. El negocio es el negocio.

«Mientras que en Portugal o Canadá legalizan y regulan su consumo, en España se sigue tratando como un tema tabú»

Las medidas tomadas por el partido azul contrastan con la regulación en lugares como Uruguay, Israel o Alemania, incluso en muchos estados de la EEUU de Trump permiten su venta y consumo. En nuestro país todas las propuestas para permitir el uso terapéutico o lúdico de esta planta han caído en saco roto.

Su ilegalización no es más que otro atentando a la libertad. Con una correcta educación sobre la prevención de riesgos, el cultivo y consumo de marihuana debería estar permitido. Ya solo en el caso del uso medicinal, directamente es una cuestión de derechos humanos. Existen evidencias científicas de que el cannabis posee propiedades que sirven como paliativo para determinadas patologías. Sin embargo, estamos a la cola en legislación. No hay más que observar el panorama internacional. Y aunque desde los partidos se lance el mensaje de que abordarán el tema, la realidad es que la comisión que tiene que estudiarlo lleva meses paralizada.

¿Por qué sigue siendo ilegal una planta cuyos fines terapéuticos son indiscutibles? ¿Por qué no crear una empresa pública que regule su comercio, con los enormes ingresos que generaría al Estado? ¿Por qué seguimos tratando este tema con un ocultismo que roza la ignorancia cuando una gran parte de la población reclama su legalización?

Fuente

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.