Varias familias batallan para obtener acceso legal al cáñamo con fines medicinales

Mateo Amador, un niño costarricense de siete años con parálisis cerebral, sufría episodios epilépticos diarios hasta que comenzó a consumir aceite de cannabis, cuenta su padre, que fabrica sus medicinas a la espera de que el Congreso apruebe la legalización del cannabis medicinal.

“Con año y medio, le medicaban clonazepam y valproato de sodio, ambos adictivos. Era difícil verlo, completamente drogado por horas. Ahora no toma nada y no tiene crisis. Ha sido maravilloso el cambio”, dice Isaac Amador, acomodando cariñosamente la cabeza de su hijo en su silla de ruedas.

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Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.