Prometedores hallazgos científicos sitúan al cannabigerol como pieza clave en tratamientos oncológicos y analgésicos del futuro
El mundo del cannabis medicinal se encuentra, una vez más, en plena ebullición. Pero esta vez, el protagonismo no recae en los archiconocidos THC o CBD. Una nueva molécula, hasta ahora en la sombra, empieza a subir al escenario científico con una promesa difícil de ignorar: el CBG, o cannabigerol, podría convertirse en una pieza clave en la lucha contra el cáncer y el dolor crónico.
CBG: La madre de todos los cannabinoides
El cannabigerol es conocido como “la madre de los cannabinoides” porque es el precursor químico del THC y el CBD. En términos sencillos: sin CBG, no existirían ni THC ni CBD. Sin embargo, en su forma final, el CBG aparece en cantidades muy pequeñas en las plantas maduras de cannabis, lo que ha hecho que su estudio se haya relegado durante años. Pero eso está cambiando.
Gracias al avance de la investigación, y a la apertura progresiva hacia terapias alternativas, hoy el CBG entra por la puerta grande de los laboratorios con un portafolio terapéutico que abarca desde propiedades antiinflamatorias hasta potenciales efectos antitumorales.
Un rayo de esperanza para el cáncer

Según una revisión reciente publicada en Marijuana Moment, un grupo de científicos de China y Estados Unidos ha analizado en profundidad los mecanismos de acción del CBG. El veredicto es claro: este cannabinoide posee una actividad terapéutica diversificada y potente, aunque su estudio aún se encuentra en una fase inicial.
El hallazgo más llamativo tiene que ver con su capacidad para combatir las células tumorales. El CBG puede inducir la apoptosis —la muerte programada de células cancerígenas— y ralentizar el crecimiento de tumores, además de interferir en la formación de vasos sanguíneos que alimentan las masas cancerosas (angiogénesis) y frenar su expansión (metástasis).
Un estudio de 2014 publicado en Carcinogenesis reveló que el CBG podría ser particularmente efectivo contra el cáncer colorrectal, una de las formas más comunes y mortales de esta enfermedad. No solo logró reducir la proliferación de células malignas, sino que también mejoró la respuesta al estrés oxidativo, un factor clave en el desarrollo tumoral.
Más allá del cáncer: dolor, inflamación y neuroprotección
El potencial del CBG no termina en los tumores. Diversas investigaciones han demostrado que este cannabinoide reduce la sensibilidad al dolor en modelos animales, lo que sugiere que podría ser eficaz como analgésico en condiciones de dolor crónico difíciles de tratar con medicamentos convencionales.
Además, su acción neuroprotectora añade un valor añadido en el abordaje de enfermedades neurodegenerativas o inflamatorias. En palabras de los investigadores: “El CBG presenta un perfil terapéutico prometedor y único. Comprender sus mecanismos puede abrir la puerta a avances significativos en medicina cannabinoide”.
Glioblastoma: el desafío más extremo
Uno de los estudios más impactantes se llevó a cabo en Eslovenia, donde un equipo del University Medical Centre de Ljubljana analizó el impacto del CBG sobre células de glioblastoma, el tipo de cáncer cerebral más agresivo y letal. ¿El resultado? Cuando se aplicó CBG —solo o combinado con CBD— los tumores se volvieron más receptivos a la quimioterapia.
Lo más sorprendente fue su capacidad para inhibir hasta un 90% de los “tentáculos celulares” invasivos del glioblastoma. Para ponerlo en contexto: los fármacos tradicionales logran apenas un 50%. Esta capacidad para frenar el avance de un tumor tan complejo abre una posibilidad que hasta hace poco parecía ciencia ficción.
El efecto séquito: cuando el todo es más que la suma de las partes
Un aspecto clave en la eficacia del CBG es su interacción con otros cannabinoides, como el THC y el CBD. Es lo que se conoce como el «efecto séquito», una sinergia bioquímica que hace que los compuestos del cannabis trabajen mejor juntos que por separado. Estudios recientes han demostrado que las fórmulas que incluyen varios cannabinoides son mucho más eficaces que aquellas basadas en uno solo.
En el caso del cáncer de mama, por ejemplo, una investigación de 2018 descubrió que las preparaciones botánicas que combinaban THC, THCA y CBG eran significativamente más efectivas para inhibir tumores que el THC solo. Este principio podría transformar el enfoque terapéutico hacia productos integrales, en lugar de moléculas aisladas.
Una revolución terapéutica en marcha
Aunque todavía queda mucho camino por recorrer, el CBG ha dejado de ser un desconocido. Hoy, cada nuevo estudio lo empuja más cerca del centro de atención. Si la ciencia confirma su potencial en humanos, podríamos estar ante una revolución terapéutica que no solo alivia el dolor, sino que también prolonga la vida de miles de pacientes oncológicos.
El cannabigerol es mucho más que un cannabinoide menor. Es una promesa, una posibilidad, y tal vez, en un futuro no tan lejano, una esperanza concreta. No reemplazará los tratamientos tradicionales, pero sí podría complementarlos y potenciar su eficacia. Y en una época en la que la medicina busca ser más humana, más integradora y menos invasiva, el CBG podría ser una de las respuestas que estábamos esperando.
Acerca del autor
Amante del cannabis y especializado en el mundo de las sustancias psicoactivas. Escritor y psiconauta.