El debate sobre la marihuana se recalienta: ¿qué debe hacer la industria para convencer a los escépticos?

Estados Unidos ha avanzado con paso firme en la legalización del cannabis, pero el panorama sigue siendo un mosaico de normativas dispersas y contradicciones legales. En algunos estados, el consumo recreativo es ya una realidad cotidiana; en otros, la marihuana sigue siendo un tabú castigado con dureza. Esta falta de coherencia convierte en una tarea casi imposible medir con precisión el impacto de la legalización, dejando el terreno abonado para el debate.

El prestigioso medio conservador National Review ha publicado recientemente un artículo en el que plantea si el país debe replantearse la legalización del cannabis. Argumentan que la marihuana ha traído consigo más problemas de los que ha resuelto: un mercado negro que sigue vivo, ingresos fiscales por debajo de las expectativas, aumento del consumo y riesgos para la salud mental, entre otros.

Pero aquí es donde el análisis se bifurca. ¿Ha fracasado la legalización o es que nunca se ha implementado correctamente? Más que dar un paso atrás, lo que urge es avanzar con reformas que hagan realidad los beneficios prometidos y corrijan los errores del camino.
Los puntos de fricción: ¿mito o realidad?

Analicemos con lupa los argumentos en contra de la legalización:

  • El olor en espacios públicos: Sí, la marihuana huele. Pero el mismo criterio debería aplicarse entonces al tabaco, los perfumes intensos o ciertos alimentos de olor fuerte. En lugar de demonizar su consumo, la solución pasa por regular adecuadamente los espacios donde se permite su uso.
  • Persistencia del mercado negro: Si el cannabis sigue vendiéndose fuera del marco legal es, en gran parte, porque la regulación aún pone más obstáculos de los necesarios. Impuestos altos, barreras al comercio interestatal y una banca que, por la prohibición federal, no ofrece servicios financieros a la industria legal, son el caldo de cultivo perfecto para que el negocio ilícito siga floreciendo.
  • Ingresos fiscales decepcionantes: Es cierto que algunos estados han recaudado menos de lo previsto, pero otros, como Colorado y Washington, han generado miles de millones de dólares para financiar educación e infraestructuras. El problema no es la legalización, sino una planificación fiscal más realista y efectiva.
  • Aumento del consumo y riesgos para la salud: Se ha demostrado que el consumo entre adolescentes no ha aumentado tras la legalización e, incluso, ha disminuido en algunos lugares. En cuanto a los riesgos psiquiátricos, como la psicosis, estos son reales, pero afectan a una minoría predispuesta. ¿Prohibimos entonces el alcohol o el tabaco, que generan un daño infinitamente mayor?
  • Deterioro del tejido social: La idea de que la marihuana conduce al «colapso social» es más un temor moral que un argumento basado en evidencia. Países como Canadá y Uruguay han avanzado sin que sus sociedades se desmoronen.
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Hacia una legalización con sentido común

Si EE. UU. quiere recoger los frutos de la legalización y minimizar sus inconvenientes, el camino está claro:

  • Legalización federal: Mientras la marihuana siga siendo ilegal a nivel federal, la industria operará con restricciones absurdas que limitan su crecimiento y empujan a los consumidores hacia el mercado negro.
  • Derecho al autocultivo: Permitir que los ciudadanos cultiven pequeñas cantidades para su propio consumo evita monopolios y precios desorbitados, debilitando el tráfico ilegal.
  • Regulación equilibrada: Ni un paraíso sin normas ni un infierno burocrático. Se necesitan estándares claros de calidad y etiquetado, pero sin asfixiar a los pequeños productores con costes inasumibles.
  • Impuestos razonables: Un esquema fiscal excesivo solo consigue que los consumidores busquen alternativas más baratas en la clandestinidad.
  • Educación basada en la ciencia: Ni demonización ni propaganda. Es necesario informar con rigor sobre los riesgos y beneficios reales del cannabis para que cada ciudadano tome sus propias decisiones con conocimiento de causa.

El verdadero debate: ¿retroceder o avanzar con inteligencia?

En vez de preguntarnos si debemos revertir la legalización, la cuestión correcta es: ¿cómo hacemos que funcione mejor? Los problemas actuales no son culpa de la legalización en sí, sino de una implementación incompleta y desigual.

Si EE. UU. apuesta por un marco normativo bien diseñado y adaptado a la realidad, los beneficios del cannabis legal—reducción del crimen, generación de ingresos públicos, regulación de calidad y libertad individual—serán más evidentes que nunca.

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Retroceder ahora sería un error. La clave no es menos legalización, sino una legalización mejor hecha.

Acerca del autor

Justin Vivero

Escritor especializado en cannabis  y residente en Miami, combina su pasión por la planta con la vibrante energía de la ciudad, ofreciendo perspectivas únicas y actualizadas en sus artículos.