Hace medio siglo, Nepal era una parada popular en la ‘ruta hippie’ de miles de mochileros que acudían a fumar cannabis en medio del Himalaya. Ahora, las autoridades consideran volver a esos tiempos despenalizando la marihuana.
Con la despenalización de la marihuana, el cannabis puede volver a Nepal como en los tiempos hippies. En esa época, Katmandú atraía a miles de jóvenes con ganas de diversión que compraban potentes variantes de hachís en tiendas autorizadas por el Gobierno en la ‘calle de los friquis’, llamada así en honor a los melenudos y desaliñados visitantes extranjeros.
Pero la guerra global de Estados Unidos contra la droga y la presión que ejerció en gobiernos extranjeros llevaron al cierre en 1973 de estos negocios en la capital y a la prohibición de cultivar el ganja, el término hindi para el cannabis.
Ahora que los gobiernos occidentales flexibilizan el uso de este psicotrópico, tanto el Ejecutivo como activistas de Nepal consideran que ha llegado el momento de dejar de criminalizar este cultivo centenario muy arraigado en la cultura y la religión del país.
«No es justificable que un país pobre como el nuestro deba tratar al cannabis como una droga», señala el ministro de Salud, Birodh Khatiwada. «Nuestro pueblo está siendo castigado (…) y la corrupción está aumentando por el contrabando, porque hemos obedecido las decisiones de países desarrollados que ahora hacen lo que les place», se queja.
Khatiwada promovió la primera moción parlamentaria en Nepal que abogaba por terminar con la prohibición en enero de 2020. Dos meses después, se presentó ante los diputados una ley que perseguía una legalización parcial.
Un cambio en el Gobierno ha paralizado su tramitación, aunque, en diciembre de ese año, Nepal respaldó una campaña para que Naciones Unidas sacara el cannabis de su lista de las drogas más dañinas del mundo.
El Ministerio del Interior de Nepal ha lanzado un estudio sobre las propiedades medicinales y el potencial de exportación de la marihuana que debe apoyar un nuevo intento parlamentario para acabar con la prohibición.
Normalizar la práctica real
«Es una medicina», afirma el destacado activista Rajiv Kafle, que sufre VIH y empezó a promover la legalización tras usar esta sustancia para tratar sus síntomas.
Kafle asegura que terminar con la prohibición sería un «importante impulso» a la industria turística de Nepal, todavía renqueante por la pandemia, y beneficiaría a quienes padecen enfermedades crónicas.
Aunque la ley actual permite el cannabis medicinal, no hay un marco establecido para su uso terapéutico y el Gobierno todavía aplica una prohibición general sobre el consumo y la venta.
«Hay muchos pacientes tomándolo, pero están obligados a hacerlo ilegalmente», asegura Kafle. «Pueden atraparlos en cualquier momento», añade.
La aplicación de la prohibición ya es algo dispar y a los turistas raramente se les molesta por encenderse un porro en un callejón de Katmandú.
Y cada año, el templo Pashupatinath de Katmandú queda sumergido en nubes de humo aromático cuando los santones llenan sus pipas con el ‘regalo’ de Shiva.
Pero en el resto de casos, los castigos son duros y habituales. Los traficantes de marihuana se arriesgan a diez años de cárcel y la Policía incauta y destruye anualmente miles de plantas de cannabis en el país.
«Parte de nuestra cultura»
La prohibición interrumpió una larga tradición de cultivo de marihuana en Nepal, donde las plantas crecen de forma salvaje y sus tallos, hojas y resinas se utilizan para comida, como material textil o como componente de la medicina tradicional del Ayurveda.
«La prohibición destruyó una importante fuente de ingresos en esta región», dice un granjero en el distrito oriental de Dang que pide permanecer en el anonimato. «Ignoraba hasta qué punto forma parte de nuestra cultura y nuestra vida diaria, no solo como estupefaciente», añade.
En los últimos años, varios países del mundo han legalizado la marihuana, incluyendo algunas partes de Estados Unidos, que lideró décadas atrás la guerra global contra la droga.
En California, los dispensarios venden la ‘Himalayan Gold’ (oro del Himalaya), una variante procedente de Nepal que recuerda el histórico vínculo de este país con la cultura de la hierba.
Un nuevo comercio de la marihuana, adaptado a la creciente demanda de exportación y aprovechando el «valor de marca internacional» de la que goza Nepal, podría resultar muy lucrativo, señala Barry Bialek, un médico que trabaja en un centro de investigación de cannabis en la Universidad de Katmandú. «Como cultivo comercial, puede ser bueno a nivel local, pero también en el mercado mundial», añade. «Puede ser líder en el mundo».
Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.