Los estudios sugieren que el sistema endocannabinoide podría jugar un papel clave en la regulación del peso y la insulina, aunque aún hay incógnitas por resolver

Uno de los campos científicos en los que se han producido más hallazgos en relación con el cannabis terapéutico en los últimos años tiene que ver con su implicación en los mecanismos por los que se desarrollan enfermedades como la diabetes. Se trata de un campo interesante pero muy complejo sobre el que intentaremos aclarar algunas cuestiones en nuestra sección sobre novedades en cannabis y ciencia.

Durante los últimos años, de forma esporádica, pero mantenida en el tiempo, nos encontramos con noticias en las que se destacan los supuestos beneficios que el uso de cannabis podría suponer para las personas diabéticas. Titulares como “Cannabis, nueva arma contra la diabetes”, “La marihuana disminuye el riesgo de obesidad y diabetes” o “Los fumadores de cannabis tienen menos riesgo de diabetes”, aparecen con cierta periodicidad tanto en medios generales como especializados.

Es cierto que en este campo se han producido avances científicos importantes en los últimos años, sobre todo en el ámbito de la investigación básica (aquella que corresponde a cultivos celulares o animales de experimentación). Como veremos al final del artículo, no existe fundamento para sostener los titulares que acabas de leer, aunque sí suficientes datos como para considerar que ésta es un área de investigación importante en relación con el sistema endocannabinoide, que sin duda tendrá repercusiones en los próximos años y dará lugar a nuevos tratamientos de los que puedan beneficiarse los pacientes.

Antes de abordar el tema es necesario aclarar algunos conceptos. No pretendemos hacer de esta sección un tratado de endocrinología, pero hay que aclarar algunas ideas para que el lector pueda comprender el tema. La diabetes mellitus es un conjunto de problemas (cardiovasculares, renales y neurológicos) que se presentan por un aumento mantenido (durante años) de los niveles de glucosa (el “azúcar”, combustible básico de las células del cuerpo). La insulina es una hormona secretada por el páncreas que se encarga de reducir los niveles de glucosa en el cuerpo. En algunos casos, el páncreas no es capaz de producir suficiente insulina y es necesario administrarla en forma de inyecciones. Este tipo de diabetes suele aparecer en personas jóvenes y se suele llamar “tipo 1”.

En otros el problema está en que los receptores de insulina del cuerpo (las “cerraduras” a las que se debe unir la “llave” de la insulina) dejan de cumplir bien esta función a pesar de que exista suficiente hormona. Este problema es típico de personas adultas, obesas, con exceso de alimentación y sedentarias. Aunque las cosas son algo más complejas, este tipo de diabetes se llama “tipo 2”, suele tratarse con pastillas y se asocia al llamado “síndrome metabólico”: conjunción de varios factores que incrementan el riesgo de padecer infartos y otros problemas, y que, sobre todo, tiene que ver con estilos de vida (obesidad, sedentarismo, alimentación rica en azúcares…).

Y es en este campo, en el espectro entre la diabetes tipo 2 y el síndrome metabólico, donde se están produciendo los hallazgos más importantes que tienen que ver con el cannabis. En el año 2013 se publicó uno de los estudios más relevantes e innovadores al respecto, que sugiere por primera vez una implicación directa del sistema cannabinoide endógeno al respecto. El hecho de que la marihuana abra el apetito es algo conocido perfectamente por los consumidores recreativos y también puede ser aprovechado con fines terapéuticos. Existen estudios que corroboran que los usuarios de cannabis tienen una mayor ingesta de calorías. Así que la conclusión lógica sería pensar que los consumidores de cannabis deberían ser más obesos que los no consumidores. Sin embargo los estudios epidemiológicos en los que se comparaban ambos grupos no han encontrado estas diferencias, incluso sugerían un menor peso de los usuarios. Por decirlo de una forma coloquial, aunque los usuarios de cannabis tienen más hambre y comen más, no engordan tanto como cabría esperar.

Como decíamos, esta paradoja ha comenzado a ser desentrañada en un estudio publicado en la revista científica The American Journal of Medicine, en el año 20131. Los investigadores utilizaron una selección de ciudadanos que forman parte de un grupo que se considera representativo de la población norteamericana y que se utiliza por parte del Centro Nacional de Estadísticas para la Salud con el objeto de distintas investigaciones científicas. Se preguntó a 4.500 ciudadanos por su uso de cannabis (nunca, alguna vez en el último año, alguna vez en el último mes y días de consumo durante el último mes). Después se tomaron muestras de sangre y se midieron parámetros como la insulina, las lipoproteínas de alta densidad de colesterol (lo que se entiende comúnmente como “el colesterol bueno”) y otros índices para medir la resistencia a la insulina (es decir, la facilidad o dificultad para que las células absorban y metabolicen la glucosa de la sangre). Se realizaron complejos cálculos estadísticos para compensar las diferencias que pudieran existir por edad, sexo, ejercicio físico, consumo de alcohol y tabaco, raza y otras variables. Y en los resultados del estudio se constató que aquellos que habían usado cannabis tenían menores niveles de insulina, menor resistencia a la insulina y menor perímetro abdominal que los no usuarios.

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El efecto resultó más intenso en las personas que habían utilizado marihuana de forma habitual o en el último mes, lo que sugiere una relación con el uso reciente. El resultado de esta investigación es coherente con lo que se había encontrado en modelos animales hasta el momento. La administración de extracto de cannabis a ratas obesas da lugar a una reducción en el peso de los animales2. Otros equipos de investigación animal han conseguido modificar ratas por ingeniería genética hasta conseguir que carecieran de receptores CB1. Cuando se somete a estas ratas a una dieta rica en calorías no aparece obesidad, lo que sí sucede con ratas normales, lo que indica un papel importante del receptor en la regulación del apetito y la distribución de la grasa en el cuerpo3.

 Pero el estudio publicado en el año 2013 es el primer indicador de este efecto en humanos. Otras investigaciones posteriores corroboran estos hallazgos. Un estudio entre la población estadounidense, en el que se analizaban los datos de 8.474 personas entre 20 y 59 años, ha encontrado conclusiones muy parecidas4. El síndrome metabólico se encontró en el 13,8% de los usuarios actuales de marihuana, el 17,5% de los usuarios antiguos y el 19% de los no usuarios. Los consumidores habituales de marihuana tenían una menor probabilidad de tener síndrome metabólico, hasta un 60%. Pero no todas las investigaciones arrojan las mismas conclusiones y otro estudio publicado este mismo año5 asociaba el uso de marihuana con un riesgo incrementado tanto de síndrome metabólico como de hipertensión. Curiosamente, en este último estudio se mezclan de forma deliberada los datos de tabaco y marihuana para obtener las conclusiones negativas. Este hecho puede indicar dos cosas: o bien los investigadores no estaban al tanto del tema o, lo que parece más probable, han juntado los datos a propósito para conseguir las conclusiones negativas que buscaban.

El hallazgo supone un cambio importante sobre lo que sabíamos del sistema cannabinoide y el síndrome metabólico hasta el momento. A principios del siglo XXI se pensaba que la forma de actuar sobre el sistema de los endocannabinoides para incidir sobre el síndrome metabólico era bloquearlos. De hecho, se llegó a comercializar un antagonista de los receptores CB1, el rimonabant, comercializado en Europa con el nombre de Acomplia©. Su indicación, aprobada por la Agencia Española del Medicamento, era el tratamiento de la obesidad en personas con otros factores de riesgo como el azúcar elevado en sangre (diabetes) o problemas de colesterol. El objetivo del tratamiento era producir una disminución del apetito que diera lugar a pérdida de peso y control de estos factores. Además se habían llevado a cabo estudios que parecían indicar que sería una opción de tratamiento más en el tratamiento para ayudar a dejar de fumar, porque modificaba de alguna forma los mecanismos que perpetúan la adicción al tabaco. Incluso se llegó a plantear su uso para tratamientos de desintoxicación al hachís y la marihuana. Pero el fármaco sólo estuvo en el mercado durante un año ya que en el periodo de seguimiento después de su comercialización se detectaron un número muy elevado de suicidios y fue retirado.

Ahora sabemos que las cosas son mucho más complejas. De forma general, la activación de los receptores CB1 produce incremento de la ingesta calórica y de la capacidad del cuerpo para almacenar energía pero en cada tipo de células se produce un efecto distinto. El efecto global es una suma de complejos mecanismos en las que probablemente estén implicados subtipos de receptores y ligandos (“cerraduras” y “llaves”) todavía no bien caracterizados. Por ejemplo se sabe que la activación de los receptores CB1 produce en el cerebro incremento del apetito y de la motivación para comer. Pero la misma acción en el páncreas disminuye la secreción de insulina e incrementa la resistencia a la insulina. En el músculo esquelético disminuye la captación de glucosa y las vías oxidativas y en los tejidos grasos del organismo favorece la diferenciación y acumulación de grasa dentro de las células. La activación de los CB1 incrementa o disminuye la actividad de distintas vías metabólicas dependiendo del tipo de células y puede producir efectos opuestos.

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Es decir, que las evidencias de interacción entre el sistema endocannabinoide y la diabetes o el síndrome metabólico están ahí y son incontestables. Estos hallazgos abren la puerta a conseguir nuevos tratamientos que puedan facilitar la calidad de vida de muchos pacientes. Dificultarlos con la excusa de que implican a una “planta maldita” es inmoral, pero tampoco pueden utilizarse para hacer propaganda barata del tipo “la marihuana es buena para la obesidad y la diabetes”, simplificando mecanismos farmacológicos que son muy complejos y que todavía no están bien comprendidos.

Sobre todo porque en  la diabetes tipo 2 y el síndrome metabólico se implican factores de tipo genético y, sobre todo, de estilo de vida. La dieta, el ejercicio físico, la tensión arterial o el consumo de tabaco y alcohol son factores muy importantes en su desarrollo, y el uso de cannabis es uno más. Los resultados obtenidos, que son preliminares, hacen referencia a grupos de poblaciones y no permiten estimar el riesgo o el efecto sobre un individuo determinado. Antes criticábamos uno de los estudios en los que no se diferenciaba entre el uso de tabaco y el de cannabis, cuando la realidad es que muchos consumidores recreativos mezclan ambas sustancias. No existen dudas sobre los efectos negativos de esta combinación para la salud.

REFERENCIAS

1.- Penner, E. A., Buettner, H., & Mittleman, M. A. (2013). The impact of marijuana use on glucose, insulin, and insulin resistance among US adults. The American Journal of Medicine, 7, 583–589.URL disponible en: http://goo.gl/HlLcjt.

2.- Levendal, R. A., Schumann, D., Donath, M., & Frost, C. L. (2012). Cannabis exposure associated with weight reduction and β-cell protection in an obese rat model. Phytomedicine: International Journal of Phytotherapy and Phytopharmacology, 7, 575–582. URL disponible en: http://goo.gl/HR3b6i.

3.- Ravinet Trillou, C., Delgorge, C., Menet, C., Arnone, M., & Soubrié, P. (2004). CB1 cannabinoid receptor knockout in mice leads to leanness, resistance to diet-induced obesity and enhanced leptin sensitivity. International journal of obesity and related metabolic disorders: Journal of the International Association for the Study of Obesity, 4, 640–648. URL disponible en: http://goo.gl/oxFdgV.

4.- Vidot, D. C., Prado, G., Hlaing, W. M., Florez, H. J., Arheart, K. L., & Messiah, S. E. (2015). Metabolic Syndrome Among Marijuana Users in the United States: An Analysis of National Health and Nutrition Examination Survey Data. The American journal of medicine, 2, 173–179. URL disponible en: http://goo.gl/whib8B.

5.- Yankey, B. N., Strasser, S., & Okosun, I. S. (2016). A cross-sectional analysis of the association between marijuana and cigarette smoking with metabolic syndrome among adults in the United States. Diabetes & Metabolic syndrome. URL disponible en: http://goo.gl/sLOdfV.

Acerca del autor

Fernando Caudevilla (DoctorX)

Médico de Familia y experto universitario en drogodependencias. Compagina su actividad asistencial como Médico de Familia en el Servicio Público de Salud con distintas actividades de investigación, divulgación, formación y atención directa a pacientes en campos como el chemsex, nuevas drogas, criptomercados y cannabis terapéutico, entre otros.