El árbol del “Neem” o “Margosa” es uno de los mejores ejemplos de cómo la naturaleza ha generado sistemas de autodefensa para garantizar la supervivencia de  distintas especies de plantas ante posibles ataques de insectos y/o enfermedades. El  hombre ha sabido sacar provecho de ellas y así ponerlas a su servicio y en pro del medio ambiente.

El Neem (Azadirachta indica) es un árbol de gran porte de la familia de las Meliaceas, con hojas compuestas, frutos pequeños de color crema, tallos y ramas robustas y raíces de gran desarrollo. Están presentes en zonas tropicales y subtropicales, destacando su presencia en lugares como India o el Caribe, incluso en lugares más próximos a nosotros como Mauritania, en donde aparecen adornando las calles. Su uso se conoce desde hace 5.000 años en la medicina Ayurvédica en la India, empleándose en la actualidad en farmacopea y cosmética a nivel mundial.

En su fruto y más concretamente en la semilla se encuentra la mayor parte de las sustancias de origen natural que tienen reconocido efecto insecticida, fungicida y nematicida. Las más destacables son la nimbina, la deacetil nimbina, el meliantriolo, la gedunina, el margosin, y sobre todo la azadiractina; esta última, por sí sola se le reconoce una gran eficacia en el control de 200 especies de insectos distintos.

La Azadirachtina es un limonoide de 7 isomeros presente en la semilla del Neem (su extracto tiene una riqueza del 2 % en azadirachtina); su estructura es muy similar a una hormona denominada “ecdisoneormona” presente en muchos insectos y que es la responsable en el proceso de muda en los cambios larvarios. En concentraciones adecuadas la Azadiractina bloquea la síntesis de esta hormona dada la gran afinidad que posee con el gen responsable de su síntesis, por lo que el individuo muere al no haber podido completar correctamente un proceso fisiológico tan importante.

En la actualidad aparecen formulados realizados a base de lo que se denomina “Azadiractina técnica”, que es la sustancia natural sintetizada en laboratorio y en función a la cual se formulan los distintos productos, bien de forma exclusiva o combinado con el aceite de la semilla para enriquecer el mismo. No olvidemos que trabajamos con una sustancia que actúa a nivel de “flancos genéticos” por lo que pueden aparecer fenómenos de resistencia: el insecto, gracias a su estructura fisiológica muy simple, es capaz de mutar con gran facilidad por lo que consigue, alterando su estructura genética, que determinadas sustancias no le afecten. Esto ya ha ocurrido con este tipo de formulados, que por otro lado poseen un coste desorbitado.

Con los formulados obtenidos de la semilla o del fruto del Neem este fenómeno no llega a ocurrir dado que son muchas las sustancias activas con efecto insecticida y varios los efectos que sobre los insectos pueden causar, además del ya mencionado antagonista de la “ecdisoneormona” (efecto IGR). Esas otras acciones son:

Actividad fagorepelente: crea inapetencia en determinados insectos, sobre todo en Noctuídos (escarabajos de vida nocturna) y Ortópteros (saltamontes).

Actividad repelente: ahuyenta algunos insectos de nuestros cultivos, como son los casos de Lepidopteros (todos los insectos que en sus primeros momentos de vida son orugas para posteriormente pasar a ser mariposas o polillas).

Actividad ovorepelente: consigue evitar que el insecto ponga el huevo o que el macho fecunde las puestas colocadas previamente por la hembra en los cultivos sobre todo en ácaros y cochinillas.

Actividad ovicida: mata los huevos de los insectos.

Actividad postembrionaria: indirectamente relacionado con el efecto IGR, cuanto más joven sea el insecto mayor será el efecto insecticida.

Actividad sobre los adultos: sobre todo en lo que se refiere a perturbar la fecundidad y favorecer la esterilidad, también en lepidópteros y en Coleopteros (escarabajos).

Todos estos efectos llevan a que sea recomendado para numerosas plagas que generan graves perjuicios para nuestros cultivos como es el caso de mosca blanca, pulgones, arañas, minadores de las hojas, mosca de la fruta, trips o nemátodos entre otros muchos, sin que los fenómenos de resistencias supongan una amenaza.

Son varios los factores que debemos tener en cuenta al trabajar con este tipo de productos para que su eficacia sea máxima: al ser productos naturales con una gran riqueza en materia orgánica debemos controlar el pH, preferiblemente en torno al 6 ó 6’5, y para ello recomendados el uso de productos ácidos de origen orgánico combinados con el Neem a la hora de aplicarlo, como el ácido cítrico (0’5 c.c./litro) o vinagre (1 c.c./litro).

Casi todas las sustancias activas son muy fotodegradable (es decir se volatiliza por acción de la luz solar), hasta el punto de que en un día normal caluroso y soleado con unos 23º C el producto permanece sobre la planta un máximo de 3 días; debemos tener en cuenta que estas materias no son sistémicas por las hojas, en cambio por vía radicular si, y ya una vez dentro de la planta es muy fácil de traslocar (llevarlo de las raíces a las hojas); por todo ello se recomienda comenzar ha aplicarlo por la raíz desde que el cultivo esté recién plantado y combinar con algún tratamiento foliar siempre con el empleo de un adherente o mojante (resina de pino o aceite parafínico).

El Neem no es un producto de choque, es decir, no actúa de forma sistemática, trabaja contra factores muy concretos con lo que consigue romper el ciclo de la plaga; por ello se recomienda dar dos tratamientos secuenciados una semana justo cuando comiencen a aparecer los primeros individuos.

Es un producto que actúa por ingestión y/o contacto por lo que se deben mojar bien todas las plantas, incluido el envés de las hojas; para ello aplicar con un sistema de fumigación dirigiéndolo de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba.

Trabaja muy bien con temperaturas elevadas por lo que la hora ideal para aplicarlo es al atardecer que es cuando ha quedado el bochorno del día y prácticamente no hay incidencia solar.

Es en esencia un aceite vegetal con sustancias insecticidas, fungicidas y nematicidas, por lo que temperaturas algo bajas provocan el que el producto se espese; si lo calentamos (bien al “baño maría” o colocándolo junto a una fuente de calor) el producto vuelve a licuarse y no pierde ninguna de sus propiedades.

También cabe reseñar que con el tema del Neem y sus formulados hay actualmente algo de confusión; ya hemos hablado de las diferencias palpables entre el Neem de origen natural y la “Azadiractina técnica”, pero entre los mismos formulados naturales hay contradicciones que debemos aclararte. Esta claro que los formulados que se emplean provienen del fruto, más concretamente de la semilla y a partir de ahí podemos obtener los siguientes productos:

Aceite de Neem: se obtiene directamente del estrujado del fruto, con lo que tenemos un producto rico en aceite vegetales, algunas resinas y sustancias activas. La riqueza es poca (apenas un 0’2% de azadiractina) pero su persistencia es mayor porque queda más adherido a la planta. Se recomienda su uso constante (aún sin la presencia de insectos) cada quince días y con dosis que deben estar entre los 3 y los 5 c.c./litro. No se recomienda su uso por raíz.

Extracto de Neem: de la parte sólida resultante tras el estrujado se obtiene una extracción por métodos químicos (muy agresivos) o por métodos físicos (como el empleo de gases para el arrastre de las sustancias activas separándolas de la parte orgánica). El resultado es un producto con una riqueza de hasta el 2% en Azadiractina, pero con el inconveniente de que al estar muy libre de aceites y resinas le hace más biodegradable; por ello se recomienda aplicarlo siempre a última hora de la tarde, con un mojante o adherente y preferiblemente con alguna aportación por vía radicular.

Oleoextracto de Neem: tras el estrujado la parte sólida no se separa del aceite, sino que permanece junto, y todo se somete al proceso de extracción. El resultado es un producto con 1% de Azadirachtina y algo de aceites vegetales. Este formulado en el punto medio, no siendo tan eficaz como el extracto pero más persistente; pese a todo emplear el mojante y evitar las horas de máxima incidencia solar.

Posteriormente se continua con el proceso de formulación que consiste en diseñar el producto para que pueda ser aplicado sobre nuestros cultivos; para ello se le añade un emulgente (para que una vez se vierta en el agua se disuelva perfectamente) y en algunos casos un anticongelante o disolvente para evitar que se espese, y un mojante; en todo caso daos cuenta que cuantas más adiciones se le apliquen menos cantidad de Neem poseemos y por lo tanto menos eficacia tendrá.

Para saber que estamos con un producto de verdadera calidad desconfiar de los formulados que por debajo de 15ºC no comienzan a solidificarse y exigir al fabricante el número de registro en la Dirección General de Agricultura del Ministerio y un sello de garantía ecológica, ya que con ello sabremos que el producto tiene eficacia reconocida y que en su formulación no se han empleado sustancias prohibidas.

Con todas estas indicaciones te garantizamos que el Neem va a ser una solución para muchos de los problemas de tus cultivos, cultivos ecológicos y naturales dado que es una sustancia totalmente inocua para el hombre, los animales y para la fauna útil. 

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.