Durante muchos años, el cannabis fue un tema tabú en la sociedad universal.

No solo era ilegal en la gran mayoría de países del mundo, sino que su consumo también estaba estigmatizado. El desconocimiento llevaba a ver el cannabis como un enemigo; un causante de adicciones, enfermedades y problemas sociales.

Esta visión fue modificándose a raíz de que la ciencia y la medicina alternativa descubrieron que el cannabis servía para cuidar la salud y/o combatir enfermedades. Pero, luego, Estados Unidos (al igual que Uruguay o Canadá) decidió ir más allá y crecer a la par de un negocio que lo había hecho ilegalmente por años, por lo que en varios estados se legalizó el cannabis recreacional.

Hoy en día, el negocio de la marihuana recreacional en Estados Unidos se ha aprobado en 16 estados, siendo Colorado el primero de ellos, a inicios del 2012, y Nuevo México el más reciente. Y para fines terapéuticos, la cifra es aún mayor, con 29 estados aprobados.

Legalizar no es sinónimo de un aumento en el consumo

Tras casi una década de cannabis legal en Colorado, el estado se ha vuelto uno de los bancos de datos más interesantes cuando se trata de medir el efecto del cannabis en la sociedad y, a su vez, también una fuente de peculiaridades al respecto.

Al contrario de lo que indicaba a la creencia popular, el consumo de cannabis no aumentó tras su legalización. Siempre se mantuvo entre los estándares, a excepción del colectivo de menores de edad, donde se vio una reducción considerable en el porcentaje de consumidores, el cual era de 12,13% en el estudio de 2013-2014 y bajó a un 9,08% para el 2015-16, según encuestas de la NSDUH.

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Mayores vías de acceso no equivale a mayor número de consumidores. De hecho, parte de los consumidores no tenía como motivo principal de sus actos el efecto de variedades índicas, como Kush, o sativas, como la Moby Dick, sino la rebeldía y/o adrenalina que sentían al romper la ley.

Una cadena de suministro más segura

El cannabis legal es directamente más seguro. Cuando varios estados de Estados Unidos dieron pie al crecimiento de la industria, se cambiaron callejones oscuros de madrugada por grandes tiendas en las calles principales; en teoría, ir a conseguir unos gramos de Haze Berry o mobidic dejó de ser una experiencia mortal y pasó a ser parte del camino hacia la oficina.

Por otro lado, la calidad de las variedades de cannabis también ha experimentado una mejoría, pues se trabaja con máquinas especializadas, con un determinado nivel de aseo y los productos cuentan con un sello de calidad para cuidar cada detalle del consumo.

Un impulso a los ingresos fiscales

La legalización del cannabis no solo repercute en la experiencia de los consumidores, sino también en la economía local. Es por esto que el gran negocio de la marihuana en Estados Unidos podría suponer cerca de 130.000 millones de dólares en ingresos fiscales en el futuro cercano, según cifras y datos de un estudio realizado por New Frontier Data.

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En Canadá, quien ahora mismo surge como el principal rival de Estados Unidos por hacerse con el control de la industria norteamericana, el cannabis ha aportado más de 11.032 millones de dólares al PIB del país.

Con la economía del país in crescendo, los consumidores recibiendo productos de mejor calidad y de forma más segura, Estados Unidos demuestra que la legalización del cannabis no es el fin del mundo, más sí un gran impulso a la nación.

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Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.