Explorando los efectos de la MDMA en la empatía, la auto-compasión y el comportamiento prosocial según la ciencia.
Ésta es la tercera y última entrega de una serie de artículos que he venido publicando en Cannabis Magazine dentro de mi sección de “Ciencia psiconáutica”. En el primer artículo de esta mini serie sobre MDMA, analicé las evidencias experimentales que existen para considerar a la MDMA un empatógeno, es decir, una sustancia que aumenta los sentimientos de empatía entre las personas. En la siguiente entrega hice un repaso más en profundidad a los estudios que se han hecho sobre los efectos “prosociales” de la MDMA, es decir, aquellos comportamientos que benefician o promueven la conducta social. En esta última entrega me centraré en otro tipo de efectos relacionados con la conducta social y que también se han investigado en un contexto de laboratorio en sujetos voluntarios a los que se les ha dado MDMA (y otras drogas como fármacos de control) para explorar sus efectos sobre el rechazo/aceptación social, la compasión y sobre el pensamiento moral.
Como se ha comentado en otros artículos previos, la MDMA produce alteraciones en la percepción de las “claves” que ayudan a interpretar la información social. Concretamente, el efecto más claro observado en este sentido es el que tiene sobre la capacidad para alterar la interpretación de algunas expresiones emocionales. Bajo los efectos de la MDMA, como ya se explicó, hay una dificultad en el reconocimiento de expresiones emocionales negativas, como tristeza, ira o amenaza. En un estudio reciente, un equipo de investigadores ha querido ir más allá del simple reconocimiento emocional basado en la presentación de fotografías, investigando si este “sesgo” emocional puede ocurrir también en condiciones sociales más complejas como son aquellas en las que una persona es motivo de aceptación o de rechazo social.
Para investigar este fenómeno se utilizó una prueba utilizada en estudios de psicología social que estudian el ostracismo, la exclusión social, o el rechazo. También se ha utilizado para estudiar la discriminación y el prejuicio. La prueba se llama Cyberball y es un juego virtual en la que una pelota se lanza entre tres participantes. En realidad, en el juego sólo hay un participante “real”, los otros dos son jugadores virtuales manejados por los experimentadores. Hay dos condiciones en el juego de tal forma que el participante puede recibir muchas pelotas (aceptación) o recibir pocas (rechazo). En este estudio participaron 36 sujetos (18 mujeres) a los que se les dio, en diferentes sesiones, dosis de 0,75 mg/kg de MDMA, 1,5 mg/kg de MDMA o un placebo. Rellenaron cuestionarios de efectos subjetivos en diferentes momentos de cada sesión y en el efecto máximo jugaron al Cyberball, una vez en la condición que simulaba aceptación y la otra en la que se simulaba rechazo. Al terminar el juego se les preguntaba cómo se sintieron durante el juego con preguntas referentes tanto a su estado de ánimo como a su autoestima, del tipo: “Me siento triste”, “Siento que ocurrió algo inadecuado durante el juego”, “Me sentí un extraño durante el juego”. Para controlar la posible discrepancia entre las condiciones “objetivas” de aceptación o rechazo y con respecto a las “subjetivas”, al terminar cada juego, a los sujetos se le preguntó por el número aproximado de pelotas que creían haber recibido.
En cuanto a efectos subjetivos, la MDMA produjo los efectos consistentes con otros estudios previos, como aumentar con relación al placebo las puntuaciones de “Estar colocado” de o sentirse “Amoroso”. La MDMA también redujo el impacto del rechazo social sobre las puntuaciones en estado de ánimo y autoestima, no teniendo efecto sobre las puntuaciones en la condición de aceptación social. La dosis alta de MDMA también alteró la percepción subjetiva de la cantidad de balones recibidos, calificándola mayor de lo que en realidad fue. Es decir, el rechazo social no tuvo un efecto psicológico negativo sobre los sujetos. Para la dosis baja, esta falta de importancia psicológica de rechazo no estaba motivada por una distorsión perceptiva, pues calcularon adecuadamente el número de balones que recibieron. Para la dosis alta sí se produjo este sesgo. Los resultados encontrados por estos investigadores confirman este efecto de la MDMA de producir un sesgo en la interpretación de carácter negativo que viene del medio social, como ocurría en otros estudios con el reconocimiento de emociones. Entre las conclusiones que se pueden desprender de este estudio, los investigadores dicen: “El deterioro del procesamiento y la consiguiente disminución de los efectos nocivos de la información social negativa podría tener un papel en la psicoterapia asistida con MDMA, donde el fármaco podría reducir en los pacientes la percepción del riesgo asociado con el hablar abiertamente sobre sus problemas, animándoles a percibir que su psicoterapeuta está aceptándoles, y reducir los posibles efectos negativos de difícil manejo en las sesiones de psicoterapia debido a que los pacientes se encuentran en un estado de ánimo y de autoestima aumentados”[1].
Aparte de las conductas de aceptación/rechazo social, hay otros aspectos de las relaciones interpersonales que pueden tener también consecuencias sobre la salud mental. La convivencia humana hace que también desarrollemos pensamientos de auto-referencia, esto es, que evaluemos nuestra competencia con relación a los otros. Por ejemplo, niveles altos de autoevaluaciones negativas tras sufrir un suceso vital estresante pueden aumentar el riesgo de desarrollo de trastornos psicológicos. De hecho, una alta autocrítica puede estar en la base común del desarrollo de diferentes trastornos psicológicos. Por el contrario, pensamientos de “auto-consuelo” y los mensajes positivos que las personas se dan a sí mismas son indicadores de bienestar mental. Por eso, los psicoterapuetas hace tiempo que han reconocido la necesidad de desarrollar estrategias que subviertan los procesos cognitivos responsables de las ideas de auto-referencia negativas promoviendo los pensamientos de auto-consuelo. De hecho, se han desarrollado terapias específicas en este sentido, como la Terapia Centrada en la Compasión, que utiliza la “Imaginería compasiva” dirigida a aumentar la benevolencia, el cuidado y los sentimientos de compasión hacia uno mismo.
Debido a los efectos prosociales ya comentados, un grupo de investigadores ha realizado un estudio enfocado precisamente a estudiar si la MDMA es capaz de aumentar este tipo de experiencias eventualmente beneficiosas para la salud mental, independientemente de que existan o no trastornos psicológicos.
A diferencia de otros estudios aquí comentados, en este estudio los investigadores no administraron la sustancia, sino que se trató de un estudio naturalístico. Se reclutó a una muestra de 20 sujetos (13 hombres) que tenían intención de tomar MDMA. Los investigadores quedaron con los sujetos para hacer con ellos una sesión de Imaginería compasiva después de que tomaran MDMA. También se hizo una sesión de “control”, de tal forma que otro día se hizo una sesión de Imaginería compasiva sin que luego hubiera una toma de MDMA. Se administraron cuestionarios que evaluaban diferentes aspectos relacionados con los efectos psicológicos de la MDMA pero también con la auto-crítica, la auto-compasión, y el estado de ánimo.
Efectivamente, los efectos sobre la auto-crítica cuando se combinó la Imaginería compasiva con MDMA fueron el doble en comparación con la sesión de control. También ocurrió lo mismo, aunque menos intenso, en relación a las puntuaciones de auto-compasión. Sin embargo, el hallazgo más interesante fue que los efectos estaban muy en relación con las características personales de cada sujeto; por ejemplo, personas con puntuaciones más altas en la dimensión psicológica Evitación del apego (o temor a la dependencia y la intimidad personal) mostraron también puntuaciones más altas en auto-compasión[2]. De nuevo, estos eventuales efectos de la MDMA para disminuir los mensajes de autocrítica y aumentar los de auto-compasión, pueden ser de utilidad en la psicoterapia asistida con MDMA para reducir los mensajes negativos que los pacientes se auto-envían sobre sus incapacidades para recuperar su correcta armonía psicológica.
Otro aspecto curioso relacionado con la conducta prosocial que se ha investigado en el laboratorio en sujetos a los que se les ha administrado MDMA ha sido la posibilidad de que la MDMA tenga efectos sobre los juicios morales. Estudios previos con fármacos serotoninérgicos han encontrado efectos de este tipo. En este estudio en concreto participaron 30 sujetos a los que se les administró, en forma de doble ciego 75 mg de MDMA, un fármaco dopaminérgico (40 mg de metilfenidato) y otro inactivo. En este estudio se evaluaron algunos efectos prosociales comentados en artículos previos como reconocimiento emocional, empatía y otras pruebas de comportamiento social. Pero los sujetos también tuvieron que resolver una prueba de juicio moral. Se trata de la presentación de una serie de escenarios hipotéticos sobre los que se deben realizar juicios dicotómicos acerca de cómo se comportaría uno si se enfrentara a ese dilema, aceptando o rechazando la acción que les propone el dilema. Las respuestas afirmativas se conciben como respuestas utilitaristas, ya que en ellas el sujeto acepta llevar a cabo una acción emocionalmente muy aversiva a favor del bienestar grupal; por ejemplo, arrojar al mar a un moribundo para mantener a flote un bote salvavidas. En cambio, en las respuestas negativas el sujeto asume una elección no utilitarista, en contra de lo ventajoso en términos de coste-beneficio; por ejemplo, decidir no arrojar al moribundo pese a que esto pone en riesgo la vida propia y las del grupo[3]. Bien, la MDMA no tuvo ningún efecto sobre esta prueba. Esto es, los sujetos no respondieron de manera diferentes bajo los efectos de ninguno de los tres fármacos ensayados[4].
En definitiva, la MDMA puede aportar sentimientos amorosos, disminuir la capacidad para reconocer expresiones emocionales negativas, importarle a uno un comino la aceptación social, o aumentar los sentimientos de auto-compasión y disminuir los de auto-crítica, pero los científicos aún no han encontrado que la MDMA le haga a uno ser (o parecer) mejor persona. Aunque quizás el hecho de que tampoco hayan encontrado que a uno le hace peor, tal y como están los tiempos, ya es algo posiblemente celebrable.
[1] Frye CG, Wardle MC, Norman GJ, de Wit H. 2014. MDMA decreases the effects of simulated social rejection. Pharmacol Biochem Behav. 117:1-6. doi: 10.1016/j.pbb.2013.11.030.
[2] Kamboj SK, Kilford EJ, Minchin S, Moss A, Lawn W, Das RK, Falconer CJ, Gilbert P, Curran HV, Freeman TP. 2015. Recreational 3,4-methylenedioxy-N-methylamphetamine (MDMA) or ‘ecstasy’ and self-focused compassion: Preliminary steps in the development of a therapeutic psychopharmacology of contemplative practices. J Psychopharmacol. 29(9):961-70. doi: 10.1177/0269881115587143.
[3] La prueba tiene más variables, que no vienen al caso; quien esté interesado en ella la versión española de la misma puede encontrarse aquí: https://goo.gl/GDMGNg.
[4] Schmid Y, Hysek CM, Simmler LD, Crockett MJ, Quednow BB, Liechti ME. 2014. Differential effects of MDMA and methylphenidate on social cognition. J Psychopharmacol. 28(9):847-56. doi: 10.1177/0269881114542454.

Jose Carlos Bouso
José Carlos Bouso es psicólogo clínico y doctor en Farmacología. Es director científico de ICEERS, donde coordina estudios sobre los beneficios potenciales de las plantas psicoactivas, principalmente el cannabis, la ayahuasca y la ibogaína.