En el laboratorio estatal de Hinton, en Massachusetts, todos se admiraban de la capacidad de Annie Dookhan para analizar pruebas en tiempo récord. Sus antiguos compañeros aseguran que era capaz de determinar si una sustancia era droga en la mitad de tiempo que ellos, hasta el punto de que sus superiores intentaron que bajara el ritmo para dejar de levantar suspicacias.

Como química, y durante 9 años de carrera, Dookhan analizó decenas de miles de muestras para determinar la presencia de narcóticos e incluso testificaba en los juicios para confirmar sus hallazgos ante el tribunal. Pero algo empezó a torcerse en marzo de 2011. En esa fecha, la investigadora asumió un caso del condado de Suffolk y determinó que dos de las muestras halladas eran cocaína. Una prueba posterior, realizada con espectrometría, reveló que en las muestras no había ni rastro de cocaína. Y la prueba se repitió dos veces.

A finales de septiembre, la policía entró en el domicilio de Dookhan y se la llevó detenida. Comprobaron que otras pruebas habían sido falsificadas y que la empleada estatal había falsificado su titulación universitaria: nunca había realizado el máster en Química en la Universidad de Massachusetts que constaba en su currículum.

El asunto empeoró durante los interrogatorios, cuando Dookhan confesó haberse inventado los resultados de las pruebas durante los últimos dos-tres años. En algunas ocasiones, explicó a la policía, había determinado al azar si una muestra contenía o no restos de droga e incluso había añadido droga a las muestras para asegurarse de que un análisis posterior coincidiera con su resultado. Como no podía determinar qué muestras había contaminado durante estos tres años, todas las investigaciones en las que ha intervenido están ahora en el aire y pueden ser recurridas.

Las cifras del escándalo son impactantes: Dookhan ha analizado 60.000 muestras, hasta 1.100 personas están en prisión por pruebas que pasaron por las manos de esta forense y 34.000 casos podrían verse afectados. La forense se encuentra en libertad provisional tras haber depositado una fianza de 10.000 dólares y se le acusa de obstrucción a la justicia y falsear su titulación académica. De momento la policía ha tenido que dejar en libertad a dos docenas de detenidos a raíz de la detención, pero se espera que sean muchos más.

El escándalo ha llegado hasta las páginas de la revista científica Nature, donde se plantean el sistema de trabajo de la medicina forense en EEUU. El caso de Dookhan, aseguran, pone de manifiesto los fallos de un sistema en el que se acumulan los retrasos y hay demasiada presión. Muchos forenses, explica la revista, dedican más tiempo a testificar en juicios que a las investigaciones y la falta de recursos está poniendo el sistema patas arriba, con más de 8.000 casos con más de un mes de retraso, “el equivalente a un año de trabajo”.

La peor parte del retraso, indican en Nature, es la que se refiere a los análisis de ADN, y las autoridades no están aprobando fondos para desbloquear esta situación, aunque hay algunas iniciativas en el Congreso. El laboratorio en el que trabajaba Dookhan ya ha sido cerrado y varios de sus cargos superiores han sido destituidos. Ahora empieza la ardua tarea de revisar los centenares de casos donde intervino.

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.