La ministra de Sanidad denuncia la confusión deliberada entre uso terapéutico y recreativo del cannabis, y reabre el debate sobre la urgente regulación del cannabis medicinal en España.

Madrid vuelve a ser el escenario de un debate crucial, donde el cinismo político choca frontalmente con los derechos de miles de pacientes. La ministra de Sanidad, Mónica García, ha salido al paso de las declaraciones de Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, que en tono burlesco vinculó su figura al consumo de “porros”, omitiendo de forma deliberada la diferencia entre cannabis recreativo y cannabis medicinal.

Durante una entrevista en La 2, García fue contundente: “El comportamiento de Ayuso está cargado de ignorancia y mala fe. Confundir los porros con el cannabis medicinal solo contribuye a la estigmatización de los pacientes que necesitan esta herramienta terapéutica”.

Frente al negacionismo, empatía sanitaria

La líder de Más Madrid no se quedó ahí. Denunció que discursos como el de Ayuso “banalizan el debate y ocultan la realidad de miles de personas que sufren dolor crónico, espasticidad o efectos adversos de tratamientos oncológicos”. Porque hablar de cannabis medicinal no es hablar de una moda o de una fiesta, sino de salud pública, ciencia y derechos humanos.

Una burla sin base científica ni humana

En un acto reciente, la presidenta madrileña soltó con su habitual tono desenfadado que “a la ministra le gustan los porros, a mí la fruta, a cada uno lo suyo”, intentando ridiculizar a Mónica García en un cruce que muchos califican ya de ofensivo. La respuesta no tardó: García tachó a Ayuso de estar “bastante desorientada” y recordó que “igual no conoce a nadie con dolor crónico, porque si lo hiciera, no trivializaría con una medicina necesaria para muchos”.

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El problema no es el cannabis, es la hipocresía

Mientras Ayuso defiende abiertamente el consumo de alcohol como parte del folclore madrileño —”a todos nos gustan las cañitas”, dijo—, su Gobierno sigue sin ofrecer respuestas reales a los problemas sanitarios. “El problema no es el cannabis, sino cuando se triplican las tasas de alcohol, como ha ocurrido con su jefe de gabinete o algunos de sus consejeros”, ironizó García.

El contraste es rotundo: por un lado, aplausos al alcohol; por otro, criminalización del cannabis, incluso cuando su uso es medicinal y avalado por evidencia científica.

España, a la cola de Europa en regulación del cannabis medicinal

La intervención de Mónica García vuelve a poner sobre la mesa una asignatura pendiente del Estado español: la regulación efectiva del cannabis medicinal. En 2022, el Congreso aprobó un informe que instaba a la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) a crear un marco regulador para su uso médico. Dos años después, la normativa sigue sin implementarse.

Esta parálisis institucional mantiene a miles de pacientes en el limbo: personas con esclerosis múltiple, epilepsia refractaria, cáncer o dolor neuropático que, hoy por hoy, o acceden por vías irregulares o pagan precios abusivos en farmacias internacionales.

El cannabis medicinal no es una broma

En países como Alemania, Canadá, Italia o Portugal, el cannabis medicinal es una realidad clínica. Se dispensa bajo prescripción, en dosis controladas, con seguimiento médico y control farmacológico. En España, el estigma, la ignorancia política y la instrumentalización partidista siguen frenando su desarrollo.

Las asociaciones de pacientes lo tienen claro: el uso terapéutico del cannabis no tiene nada que ver con “fumarse un porro en una terraza”. Es una necesidad médica urgente, y seguir postergando su regulación es, simplemente, una forma más de violencia institucional.

Ayuso, premiada por el abandono y la persecución

La ministra no olvidó mencionar uno de los capítulos más oscuros de la gestión madrileña: “Los protocolos de la vergüenza se hicieron en la Comunidad de Madrid. Y quienes los firmaron y validaron, incluida la señora Ayuso, han sido premiados. Nunca ha dado una sola explicación a los familiares”. Un dardo que recuerda que en tiempos de pandemia, las prioridades del gobierno regional estuvieron lejos de la protección de los más vulnerables.

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¿A qué tiene miedo la derecha española?

La reacción despectiva de Ayuso no es nueva. Parte de un patrón político que prefiere la burla a la evidencia, el eslogan fácil al dato científico. Para quienes defendemos la legalización y regulación del cannabis, especialmente con fines terapéuticos, la postura de Ayuso no solo es irresponsable: es peligrosa.

Ignorar la realidad de los pacientes, desinformar a la opinión pública y ridiculizar una herramienta médica en pleno siglo XXI no es política: es propaganda rancia disfrazada de humor.

Lo urgente no es prohibir, sino regular con responsabilidad

El debate no debería estar en si Mónica García “persigue bollos” o si le gustan “los porros”, sino en por qué España sigue sin ofrecer una alternativa legal, segura y accesible a miles de personas enfermas. La regulación del cannabis medicinal es un imperativo sanitario y ético. Y la desinformación de quienes gobiernan no debería tener más peso que la voz de la ciencia y el derecho de los pacientes a no sufrir más de lo necesario.

Acerca del autor

Manu Hunter
Escritor y periodista cannábico

Periodista cannábico con un estilo desenfadado pero siempre riguroso. Cuenta historias que prenden, informan y desmontan mitos, acercando la cultura cannábica al mundo con frescura y credibilidad. ¡Donde hay humo, hay una buena historia!