Por José Carlos Bouso

En la entrega anterior de esta sección se explicaron las técnicas modernas que se están utilizando en la actualidad para entender mejor cómo las drogas modulan el estado emocional de las personas. Se explicó cómo hay diversos métodos para investigar las respuestas emocionales de los voluntarios que se encuentran bajo los efectos de una droga y se pusieron ejemplos de estudios realizados con MDMA para ilustrarlo. Algunos de estos métodos son tan simples como pedirles a los voluntarios que marquen, en una línea de 10 cm, la intensidad de efectos calificados por medio de adjetivos como, por ejemplo, “colocado”, “me gusta el fármaco”, “amoroso”, “hablador”, “amigable”, “alteraciones visuales”, etc. También se habló del concepto de teoría de la mente, y de las técnicas para evaluar los efectos de drogas sobre la capacidad de reconocimiento de estados mentales ajenos. Terminamos el artículo anterior anunciando que, para este artículo, explicaríamos cómo afecta la psilocibina, un alucinógeno clásico, al rendimiento de estas pruebas de tipo emocional, así como al rendimiento en otras de carácter más cognitivo.

En los últimos años ha habido una explosión de estudios neurocientíficos en los que se ha utilizado la psilocibina como fármaco modelo para estudiar las bases biológicas de diversos procesos psicológicos. La razón es que la psilocibina, como ya hemos comentado en artículos previos, es un fármaco bastante específico y selectivo para actuar sobre los receptores cerebrales llamados 5-HT2A. Se sabe que los receptores 5-HT2A son muy importantes en la modulación de estados psicológicos. De hecho, fármacos que bloquean la actividad de estos receptores se utilizan hoy ampliamente en el tratamiento de la esquizofrenia. Y lo que es también muy interesante, todos los fármacos que actúan sobre este tipo de receptores tienen propiedades alucinógenas. Así pues, en los estudios en los que se utiliza la psilocibina para estudiar el papel de los receptores 5-HT2A en la modulación de procesos psicológicos, los diseños experimentales suelen incluir también su combinación con ketanserina, un antagonista de los receptores 5-HT2A.

En estudios previos se ha visto que la ketanserina bloquea los efectos psicológicos de la psilocibina. Esto es, en la condición ketanserina + psilocibina los efectos alucinógenos de la psilocibina, como por arte de magia, desaparecen (al menos en relación con la condición placebo + psilocibina). Al mismo tiempo, se sabe que la psilocibina, aparte de ir por los receptores 5-HT2A, utiliza también la vía 5-HT1A. No se tiene constancia de que los receptores 5-HT1A jueguen ningún papel en los efectos psicoactivos de los alucinógenos. Más bien parece que inhiben el efecto. Un estudio realizado con DMT intravenoso en el que antes de la inyección de DMT se administró pindolol, un bloqueante de los receptores 5-HT1A, encontró que el efecto resultante de la inyección de DMT era mucho mayor que el de la DMT cuando antes se había preadministrado un placebo. Esto quiere decir que los alucinógenos actúan vía ambos tipos de receptores, pero que la acción sobre los receptores 5-HT1A se traduce en una disminución global de la acción psicotrópica. Aparte de esta disminución psicotrópica se desconoce en buena parte el papel de los receptores 5-HT1A en la acción de la psilocibina y otros alucinógenos. Luego en los estudios con psilocibina en los que se sigue encontrando algún tipo de efecto tras la combinación de ketanserina + psilocibina, ese tipo de efecto se achaca a la acción de los receptores 5-HT1A. Por lo general, no son efectos de tipo alucinógeno, sino, como veremos luego, efectos sobre algún tipo concreto de procesamiento cognitivo.

A día de hoy existe una cantidad ya casi incontable de estudios en los que se han utilizado estos diseños para evaluar los efectos de la psilocibina y el papel de los 5-HT2A en la modulación de procesos cognitivos diversos. El primero de estos estudios, que data ya de 1996, es de los más interesantes. En este estudio se utilizó un test de creatividad conocido como “priming semántico”, que no es otra cosa que un test de asociación de palabras. El “priming semántico” se basa en que palabras estrechamente relacionadas semánticamente son más fáciles de reconocer cuando se presentan asociadas que palabras relacionadas semánticamente de una forma, digamos, lejana. Por ejemplo, si se presenta la palabra “azul” y seguidamente la palabra “negro”, se tarda menos tiempo en reconocer la relación semántica que si se presentan palabras con una relación semántica indirecta, por ejemplo “limón” y “dulce”. Este tipo de asociaciones son un indicador de la capacidad creativa. Pues bien, bajo los efectos de la psilocibina los sujetos tardaron igual de poco tiempo en reconocer palabras semánticamente lejanas como en reconocer palabras semánticamente cercanas. Lo curioso de la cosa es que esta prueba también la hacen igual de bien las personas con esquizofrenia en activo. Hay otros estudios que se han realizado también con psilocibina para evaluar procesos cognitivos.

En estudios de laboratorio se ha visto que la psilocibina no altera el rendimiento en tareas de memoria de trabajo a dosis bajas y medias, aunque sí a dosis altas. La memoria de trabajo es la capacidad para manejar información durante breves períodos de tiempo y operar con ella. Es interesante especular si esta merma en los procesos de memoria de trabajo puede estar en la base del estado de expansión de conciencia que induce la psilocibina: si desaparece la capacidad para almacenar brevemente la información en el espacio mental y, sobre todo, qué hacer con ella, es posible que su consecuencia inmediata sea la inmersión en un espacio psicológico eterno. De hecho, se ha demostrado experimentalmente que la noción interna del paso del tiempo se ve alterada tras la administración de psilocibina de tal forma que los sujetos pierden el ritmo cuando se les hace dar golpes en una mesa rítmicamente. Por encima de los intervalos de 2 segundos son incapaces de mantener la ritmicidad. La mayoría de estudios utilizan además pruebas libres de conceptos lingüísticos precisamente por la dificultad que se tiene cuando se está bajo los efectos de la psilocibina para asignar a cada palabra el concepto que le corresponde.

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También se ha visto que la psilocibina disminuye el rendimiento en pruebas de atención, tanto sostenida como visoespacial y que altera lo que se conoce como «inhibición prepulso» (IPP) del reflejo de la respuesta de sobresalto, que es un marcador fisiológico de procesos atencionales tempranos. Sin embargo, otro estudio concluye que es posible que el déficit de atención no se deba tanto a que las capacidades atencionales queden mermadas como a que posiblemente lo que queda disminuida sea la habilidad para suprimir o ignorar estímulos distractores. Esta hipótesis puede estar apoyada además en el hecho de que procesos preatencionales (medidos con la prueba de potenciales evocados conocida como «mismatch negativity») no se ven afectados por la psilocibina.

También existen paradigmas psicológicos para estudiar procesos perceptivos, como la «rivalidad binocular». Los procesos perceptivos responden a un modo peculiar que tiene nuestro cerebro de percibir la realidad en forma de ritmos, es lo que se llama el «modelo del oscilador». Si el ritmo se ve modificado, la percepción también. La rivalidad binocular se ha visto afectada tras la administración de psilocibina. Lo interesante es que sigue estando alterada cuando se administra ketanserina, luego parece que hay procesos perceptivos que, como anunciábamos arriba, van vía receptores 5-HT1A y no vía 5-HT2A.

Todos estos resultados confirman que la alteración de la psilocibina se produce en las estructuras corticales, esto es, de procesamiento cognitivo y no tanto sensorial. Un estudio en el que se utilizó el test de Stroop (ver imagen), una prueba clásica que evalúa control cognitivo, encontró que la psilocibina reducía el rendimiento en esta prueba. Fue interesante ver que bloqueando con ketanserina los receptores 5-HT2A disminuía el déficit, luego esta alteración en el control cognitivo debe de estar mediada de nuevo por este tipo de receptores. Un último estudio en el que se registraba la actividad eléctrica cerebral cuando se presentaban figuras incompletas a las que normalmente nuestro sistema visual les da forma para percibirlas completas encontró diferencia en los diferentes componentes de registro de actividad eléctrica. De nuevo, la mayoría de estos fenómenos también se han encontrado en personas con fases agudas de esquizofrenia, de ahí lo interesante de la psilocibina como modelo experimental para estudiar las psicosis.

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Pero no todo es cognición en la vida. Un reciente estudio muy interesante ha estudiado cómo la psilocibina afecta al procesamiento emocional de la información. Como se explicaba al principio, se administró psilocibina como pretratamiento con placebo o con ketanserina. Se encontró que la psilocibina aumentó el estado de ánimo positivo y pero no el negativo. Cuando se les pasó a los sujetos una prueba de reconocimiento de emociones, concretamente el “Test de lectura de mente en los ojos”, se vio que la psilocibina afectó de manera selectiva al procesamiento emocional de la información. En el “test de lectura de mente en los ojos” se presentan en la pantalla del ordenador fotografías representando expresiones emocionales. Pero no aparece la cara entera, sino solo la mirada junto con diferentes opciones referentes a la expresión emocional y los sujetos tienen que seleccionar una opción según crean el estado emocional que la mirada está representando (ver imagen). También se les pasó una prueba que se llama “prueba emocional go/no go”. En esta prueba aparecen en la pantalla del ordenador palabras con contenido emocional positivo, negativo y neutro (por ejemplo “risa”, “pena”, lápiz”, respectivamente). Los sujetos tienen que apretar un botón según la palabra tenga connotación positiva o negativa. Hay varias fases. Por ejemplo, en la primera, solo tienen que apretar un botón cuando aparezcan palabras de contenido positivo y no responder ni a las negativas ni a las neutras y en otra tanda al revés, esto es, solo responder a las palabras negativas y no responder cuando aparezcan ni las positivas ni las neutras. Estas dos pruebas son muy interesantes porque se ha visto que en muchas enfermedades, sobre todo relacionadas con la ansiedad y con el estado de ánimo, como puede ser la depresión, hay sesgos emocionales en los pacientes de tal forma que tienen a tardar más tiempo en reconocer las palabras con connotación positiva y menos tiempo a reconocer palabras con connotación positiva, y que incluso palabras neutras pueden ser seleccionadas como si fueran palabras de contenido negativo. En este estudio con psilocibina se encontró que había un sesgo hacia el reconocimiento de expresiones emocionales negativas, de tal forma que los sujetos eran más incapaces de detectarlas. Algo similar ocurrió con el reconocimiento de emociones positivas: procesaban más rápidamente las palabras con connotación positiva que las palabras negativas o neutras. De esta forma, se puso en evidencia el importante papel de los receptores 5-HT2A no solo en el procesamiento cognitivo de la información, tal y como se vio en los estudios previos arriba comentados, sino también su importante papel en el procesamiento de las emociones.

De estos estudios en los que se ha comprobado que la psilocibina induce sesgos en el procesamiento emocional de la información, tendiendo los sujetos más facilidad para responder ante estímulos emocionales positivos y teniendo dificultades en reconocer los negativos, se desprende que la psilocibina pueda tener un potencial antidepresivo. A estas pruebas se han venido a sumar algunas más realizadas con técnicas de neuroimagen, según las cuales se ha visto que se modifica una red neuronal encargada del mantenimiento del estado de ánimo. Estos estudios los analizaremos en la siguiente entrega de esta sección.

Acerca del autor

Jose Carlos Bouso
José Carlos Bouso es psicólogo clínico y doctor en Farmacología. Es director científico de ICEERS, donde coordina estudios sobre los beneficios potenciales de las plantas psicoactivas, principalmente el cannabis, la ayahuasca y la ibogaína.