El Juzgado de lo Penal 2 de Vitoria absuelve a tres hombres sorprendidos por la Ertzaintza en una lonja con un cultivo de marihuana

Fundar un club de cannabis, preparar una plantación de marihuana bajo techo con todos los aperos precisos (lámparas de calor, ventiladores, aceleradores del crecimiento) y vender lo cultivado no es delito. Siempre, eso sí, que la cosecha se distribuya entre los asociados. Así lo estima una sentencia emitida por el Juzgado de lo Penal número 2 de Vitoria.

El fallo exculpatorio, que puede recurrirse, pone el acento en la escasa cantidad de plantas descubiertas por la Ertzaintza, cuyos agentes sacaron a la luz el invernadero, oculto tras la puerta de una lonja en Alegría, pensando que acudían a comprobar una inundación. En el interior se toparon con un escape de agua, pero también con 84 macetas perfectamente alineadas y la instalación típica de estos cultivos.

Los uniformados abrieron acta contra los tres responsables oficiales, quienes siempre defendieron la tesis de que circunscribían su actividad a los miembros de su asociación. 51 personas en total.

Hace ocho días, dos años después de esa entrada policial, los procesados -con edades comprendidas entre los 30 y 33 años- comparecieron ante el magistrado Roberto Ramos, titular de Penal número 2. En sus interrogatorios, los tres defendieron idéntica tesis. Jamás han acudido al mercado negro, manejan un tope de «80 gramos al mes» para cada integrante, que abona «entre 4 y 6 euros por gramo». Los miembros consumen, explicaron, «por cuestiones medicinales y lúdicas» en la lonja. Este club posee su domicilio social en un bloque de viviendas de Arkaiate. Para ingresar, exigen un pago de 50 euros aparte de la recomendación expresa de algún socio.

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Sin indicios suficientes

Registrado oficialmente en las bases del Gobierno vasco, este club no incluye en sus estatutos nada referente al cultivo para su posterior distribución. Tampoco tiene registrada la lonja. Pero en la novedosa sentencia pesan más otros aspectos.

Dos abonados, consumidores habituales, refutaron la versión de los imputados. Ambos aseguraron que recibieron un documento donde se les explicó el veto de «consumir fuera, vender o traficar con la marihuana» adquirida. La resolución, en este punto, añade que «no consta ninguna actuación policial que acredite que se haya identificado a alguna persona fumando marihuana o consumiéndola fuera de la lonja».

Las 84 plantas confiscadas estaban «verdes», según declararon los ertzainas. Tras secar, arrojaron un peso de 868 gramos. Tocaría, abunda el fallo judicial, «a 17 gramos» por asociado, «cifra para nada excesiva y que no supera la estimada como habitual para el consumo diario de un drogodependiente».

Como tampoco se investigó si existía alguna toma ilegal a la electricidad -un delito en sí mismo-, el juez concluye que el cultivo era para «un grupo reducido de adictos o drogodependientes que estaban debidamente identificados».

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Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.

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