El estado estadounidense podría eliminar del mercado todos los productos con tetrahidrocannabinol, desatando una ola de incertidumbre económica y legal

Texas está cada vez más cerca de implementar una prohibición generalizada sobre todos los productos que contienen tetrahidrocannabinol (THC), el principal compuesto psicoactivo de la planta del cannabis. La medida, promovida por el vicegobernador republicano Dan Patrick, ya ha superado el trámite legislativo en el Congreso estatal y solo necesita la firma del gobernador Greg Abbott para convertirse en ley.

La iniciativa ha generado un profundo malestar en el sector emergente del cannabis en Texas, una industria que ha florecido especialmente desde 2018, cuando el Congreso federal de Estados Unidos legalizó la producción y comercialización del cáñamo a nivel nacional. Esta variante del cannabis, que contiene concentraciones mínimas de THC, abrió la puerta al desarrollo de un mercado de productos derivados que hoy se venden en establecimientos tan comunes como gasolineras, licorerías o tiendas especializadas.

Desde entonces, han proliferado en todo el estado productos como gomitas con THC, cigarrillos electrónicos (vapeadores) y bebidas con infusión de cannabinoides. Muchos de estos artículos utilizan compuestos derivados de forma sintética a partir del cáñamo, como el delta-8 THC, cuyo estatus legal ha sido motivo de intensos debates en múltiples jurisdicciones del país.

Un impacto económico millonario

De promulgarse la ley, se estima que la prohibición representaría un golpe durísimo para la economía local. Según un informe encargado por la firma Whitney Economics, favorable a la legalización del cannabis, el sector de productos con THC en Texas genera más de 5.500 millones de dólares anuales y aporta cerca de 268 millones en impuestos al estado. Además, esta industria da empleo a aproximadamente 53.300 personas, muchas de ellas en pequeñas y medianas empresas.

“El impacto sería devastador”, advirtió Cynthia Cabrera, presidenta del Consejo de Negocios del Cáñamo, quien alertó de la desaparición de miles de empleos y la ruina de cientos de pequeños negocios. En un comunicado, Cabrera subrayó que la medida privaría a la economía texana de miles de millones de dólares en ingresos y socavaría los esfuerzos de desarrollo económico en muchas comunidades.

Ante la inminencia de la aprobación, varias voces del sector ya han anunciado que están dispuestas a presentar demandas para frenar la prohibición en los tribunales. “La lucha no ha terminado”, declaró Lucas Gilkey, director ejecutivo de la empresa Hometown Hero, dedicada a la fabricación de productos derivados del cáñamo. En un vídeo difundido en la red social X (anteriormente Twitter), Gilkey confirmó que su compañía se está preparando para una batalla legal.

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El argumento: proteger a los menores

Desde el lado conservador, el argumento principal esgrimido por los defensores de la ley es la supuesta amenaza que los productos con THC representarían para los menores de edad. El vicegobernador Dan Patrick, una figura clave del ala ultraconservadora del Partido Republicano en Texas, ha afirmado que la industria canábica está “envenenando” a los jóvenes y contribuyendo a la destrucción del tejido social en el estado.

“No podemos permitir que esto continúe. Están abriendo negocios a pocos metros de nuestras escuelas con la intención de atraer a nuestros hijos. No podemos regularlo, no tenemos suficientes policías para controlarlo. La única solución es la prohibición total del THC”, sentenció Patrick en un vídeo difundido también en la plataforma X.

Patrick y sus aliados legislativos insisten en que la industria está orientando su publicidad y sus productos a un público juvenil, lo cual ha generado indignación entre padres y representantes conservadores. Aseguran que la proliferación de productos con cannabinoides sintéticos —algunos de ellos más potentes que el THC natural— está generando una crisis de salud pública.

Una batalla que trasciende fronteras estatales

Actualmente, el uso recreativo de la marihuana está legalizado en 24 de los 50 estados de Estados Unidos, mientras que el uso medicinal es legal en 47 estados, incluido Texas. Sin embargo, las leyes federales aún clasifican al cannabis como una sustancia controlada, lo que provoca un complejo entramado legal que varía significativamente entre estados.

Texas, históricamente uno de los estados más conservadores del país, ha permitido el uso medicinal del cannabis en casos muy limitados, bajo un programa de acceso compasivo extremadamente restrictivo. A pesar de ello, los vacíos legales en torno al cáñamo y sus derivados han permitido el auge de una industria paralela en la última década.

La iniciativa de prohibición podría convertirse en un precedente para otros estados con gobiernos conservadores que deseen tomar medidas similares. Además, plantea una cuestión clave a nivel nacional: ¿debe permitirse que los estados prohíban productos que son legales a nivel federal, al menos en sus formas no psicoactivas?

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¿Y ahora qué?

Con la firma del gobernador Greg Abbott aún pendiente, la incertidumbre se ha apoderado del sector. Aunque el mandatario republicano ha mostrado en el pasado cierta ambigüedad sobre la cuestión del cannabis, su historial sugiere una afinidad con las posturas más duras de su partido. Si decide firmar la ley, la prohibición podría entrar en vigor en cuestión de semanas.

En ese escenario, los empresarios del sector ya preparan estrategias de respuesta, tanto en el ámbito legal como en el político. Varias organizaciones han comenzado campañas de concienciación pública para advertir de las consecuencias económicas de la prohibición, al tiempo que llaman a sus clientes a contactar con sus representantes para frenar la medida.

En paralelo, expertos jurídicos anticipan una oleada de litigios que podrían llegar a los tribunales federales, argumentando que la prohibición texana viola derechos constitucionales o excede los límites de la regulación estatal.

En definitiva, lo que está en juego en Texas no es solo el futuro de una industria en auge, sino también el rumbo de la política cannábica en Estados Unidos. ¿Prevalecerá el impulso prohibicionista o se impondrá la lógica económica? La respuesta, en las próximas semanas.

Acerca del autor

Justin Vivero

Escritor especializado en cannabis  y residente en Miami, combina su pasión por la planta con la vibrante energía de la ciudad, ofreciendo perspectivas únicas y actualizadas en sus artículos.