Si bien el acondicionamiento óptimo de la sala de cultivo es importante para la correcta evaluación de la prueba que vamos a realizar, sobre todo por el reparto de luz y temperatura, tampoco vamos a exagerar en su diseño y tecnología. Como veremos en este capítulo, resulta relativamente sencillo realizar una distribución racional de los recursos y mantener unas condiciones medioambientales y lumínicas correctas y equitativas en toda la habitación.

Texto y Fotos: Luis Hidalgo

Vamos pues a terminar con el tema de la ventilación para pasar a continuación al sustrato y plantada inicial. Existen diferentes maneras de configurar las entradas y salidas de aire. Lo más normal es que cuando instalamos el extractor coloquemos un tubo en cada boca, de manera que un extremo de aquel llegue al sitio de donde vamos a coger el aire limpio y fresco (estamos hablando de intracción), y el otro enfocado hacia lo que utilicemos para distribuir el aire (ventiladores, etc…) o directamente hacia las plantas. En este punto debemos tener cierto cuidado, ya que si tenemos en cuenta que del tubo sale un chorro de aire direccional y con una potencia importante, el resultado puede ser más perjudicial que beneficioso ya que la fuerte corriente de aire golpeará directamente a las plantas y sus macetas con más potencia de lo debido desecando la tierra y aumentando el régimen de evapotranspiración, provocando además una gran diferencia de temperatura y humedad entre el área del cultivo afectada por el chorro de aire y el resto del habitáculo.

Intracción eficiente, extracción ambiente

Incluso aunque dirijamos el chorro de aire hacia los focos o bombillas tampoco estaremos realizando una intracción eficiente, pues parte del aire más caliente rebotará desde el reflector hacia las plantas mientras otra parte subirá rápidamente al calentarse provocando extraños efectos de convección que alteran la estabilidad que le gusta a nuestras marías, así que se trata de conseguir que baje la presión del aire que sale y que mejor forma que repartirlo por la sala en vez de focalizarlo en un solo punto.

Podemos conseguirlo de una manera simple y económica a base de ir haciendo agujeros o perforaciones a lo largo de toda la parte inferior de lo que a partir de ahora denominaremos tubo de intracción y es toda la conducción de salida del extractor que ahora hace la función contraria y está metiendo aire. La estructura correcta sería colocando el tubo de intracción estirado (si es flexible) justo medio metro por encima de la altura máxima a la que vayan a crecer las plantas. También podemos colocarlo rodeando las luminarias y sujetándolo a éstas por varios puntos de manera que el tubo suba y baje al subir o bajar el foco. De una u otra forma, haremos una perforación en la parte inferior o en el lateral del tubo con unas tijeras o algo con punta, agrandando a continuación el pequeño agujero con el dedo cada tres o cuatro divisiones (por donde se pliega el tubo).

La cuestión de la extracción óptima también tiene algunos detalles que conviene conocer. Normalmente se suele colocar la boca del tubo debajo o alrededor de la luminaria con el fin de acceder a la zona donde más caliente está el aire. Salvo en el caso de los focos cerrados con salida para extracción, esto es un error, ya que la zona donde más calor se produce es justo en la parte trasera del reflector a la altura del casquillo, por lo que es en esa área donde tendría que estar la boca del tubo de extracción para sacar el aire más caliente posible. Este sistema de extracción, similar al propuesto para la intracción tiene el inconveniente de que también nos veremos obligados a subir y bajar el tubo con la luminaria cada vez que ajustamos la altura de ésta, con las consiguientes molestias e inconvenientes ya que al final nos juntamos con un montón de tubos por la sala de cultivo.

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Existe una forma de soslayar este problema y es utilizando lo que se denomina “extracción ambiente”, esto es, montar un extractor más potente que el que sería necesario para el espacio a ventilar y utilizar esa potencia extra para sacar el aire de la habitación o armario desde un lugar relativamente alejado de las fuentes puntuales de calor. Realmente no es una cuestión de aumentar el caudal de aire extraído sino de incrementar la velocidad de extracción. La idea es sacar el aire con la suficiente velocidad como para que no de tiempo a que se caliente la atmósfera del espacio de cultivo. Aparte, es muy útil colocar un difusor o una campana de extracción en la boca del tubo para que se amplíe la zona de aspiración cercana y si lo hacemos en vertical desde el techo o la parte superior del cultivo, obtendremos la máxima eficacia.

Está claro que lo mejor es tener tanto la intracción como extracción activa de forma simultánea, pero en caso de disponer de un solo extractor, lo mejor es usarlo para meter aire siempre que encontremos una fuente que esté a más baja temperatura que la del interior de la zona de cultivo para coger de ahí el aire.

El medio de cultivo

En el capítulo de presentación de esta serie comentamos que como contenedores usaríamos bolsas de cultivo como en el proyecto anterior por su economía y manejabilidad. Sin embargo, en el capítulo pasado explicamos el tema de la altura de la maceta en relación con el desarrollo radicular de las Automáticas y el retraso de su floración en beneficio de un mayor tiempo de vegetativo, y por lo tanto una mejor estructura morfológica para la entrada en floración. Este es uno de los “secretos” para obtener buenos rendimientos de las Auto.

Podemos encontrar estas bolsas de cultivo en cualquier vivero y existen en distintos tamaños. En nuestro caso, hemos decidido aplicar una técnica adaptada del último proyecto que denominamos “Terraponía”, acuñando un nuevo término en cannabicultura, y más allá, un nuevo concepto de cultivo en interior. Recordemos que la terraponía se basa en que no se trasplanta para floración, o sea que se mantiene el mismo sustrato desde la plantada hasta la cosecha. Esto en si mismo no representa ninguna innovación, pero si contamos con que no pondremos más de 3 litros de sustrato ya la cosa cambia, sobre todo porque con esta técnica se superan con creces los rendimientos obtenidos por un cultivo tradicional en tierra o coco, esto es, con una maceta para vegetativo y un trasplante para la floración aumentando el volumen del contenedor hasta los 10 ó 12 litros.

Cultivando en terrapónico aseguramos un volumen de masa radicular tan grande como el contenedor. El sustrato suele ser completamente colonizado por las raíces durante el vegetativo, momento a partir del cual se inicia un programa de nutrición hidropónica hasta la cosecha. El efecto es espectacular, ya que se produce una sinergia entre los dos sistemas de cultivo, esto es, el tradicional en tierra y el hidropónico, y el motivo no es otro que el tamaño de la raíz y la alta densidad de capilares, imposibles de conseguir en hidro. Cuando la planta se encuentra ya sin alimento y prácticamente sin sustrato, comienza a recibir nutrientes en formato de alta disponibilidad, de asimilación rápida y casi sin residuos.

Resulta sorprendente ver como la velocidad y la fuerza de la floración supera la proporción esperada en relación con la estructura de la planta que, aunque haya desarrollado correctamente su tallo principal y sus ramas, al final producirá cogollos más grandes y densos de lo que cabría esperar. Aquellos que hayan cultivado variedades basadas en Skunk #11 como la C+ en hidropónico sabrán de lo que estamos hablando, ya que es una variedad de ramas y tallos finísimos que al ser cultivada de manera intensiva no soporta el peso de los cogollos.

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Cilindros atómicos

Pues bien, si aplicamos correctamente las técnicas de cultivo terrapónico, todas las líneas, hasta las afghanas más recalcitrantes reaccionarán de la misma manera: cogollos desproporcionados para el grosor de sus tallos y ramas. Nos queda entonces por ver que efecto tiene todo esto en variedades automáticas, teniendo en cuenta que los criadores de los bancos punteros especializados en automáticas como Autofem Seeds (presente en Expocannabis Sur) recomiendan un mínimo de 15 litros de maceta para obtener los rendimientos de catálogo, si bien especifican que no es una cuestión de consumo de nutrientes sino porque en esos volúmenes las macetas suelen ser más altas y las raíces tardan más en alcanzar fondo y paredes.

Siendo así, vamos a customizar las bolsas de cultivo para adaptarlas a nuestros fines, ya que no se comercializan en las medidas que nos interesan. Partimos de la base de que vamos a utilizar un máximo de 5 litros de sustrato, aunque dependiendo de la mezcla y la densidad de la tierra es posible que sólo usemos 3 litros. Recomendamos esto último si disponemos de riego automático o son pocas plantas, pues la desecación del sustrato puede llegar a ser muy rápida en las últimas etapas del cultivo, pudiendo llegar a necesitar 2 ó 3 riegos suaves al día en primavera. Dos litros más marcan la diferencia dando 24 o 36 horas de autonomía.

Por lo tanto usamos bolsas de medida estándar, 40 cm de altura y 20 cm. de diámetro, lo que se traduce en 12,5 litros. Restando el espacio del drenaje en el fondo y en la parte superior vienen a quedar unos 10 litros de volumen, justo el doble de lo que necesitamos, por lo que simplemente doblaremos las bolsas por la mitad (a lo alto) uniendo los bordes con pegamento instantáneo, obteniendo un doble cilindro donde cada hueco tendrá una capacidad de alrededor de cinco litros. Sólo usaremos una de las partes de cada bolsa doblada, dejando la otra vacía. No caer en la tentación de meter 2 plantas por bolsa (una en cada cilindro) ya que se taparán una a la otra bajando el rendimiento de las dos.

Se trata de hacer un “cartucho” con el cilindro, rellenándolo primero con arlita, piedra, o lo que sea que utilicemos como drenaje y a continuación la tierra. Dependiendo de la densidad que decidamos para el sustrato, cabrán de 3 a 5 litros. No conviene apretar mucho, ya que la tierra con los riegos por se irá comprimiendo efecto de la gravedad, y siempre estamos a tiempo de añadir por arriba en caso de que baje mucho el nivel.

En el próximo capítulo explicaremos como preparar un sustrato específico para terraponía y plantaremos nuestras semillas y esquejes para iniciar el vegetativo. Hasta entonces, buenos humos.

 

Acerca del autor

Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.