Tusko fue víctima de un experimento que le causó una muerte dolorosa por la combinación de LSD y otros medicamentos. Esta es la historia.

La ciencia se ha servido desde hace mucho tiempo de los animales para llevar a cabo experimentos científicos. Dos de los casos más recordados son los de la perra Laika y la oveja Dolly, pero quizás ninguno alcanza la magnitud de lo vivido por un elefante asiático de tres toneladas llamado Tusko. Esta es la triste historia del día en que un médico administró una dosis mortal de LSD a esta criatura.

Fue el doctor Louis Jolyon “Jolly” West y dos colegas quienes el 3 de agosto de 1962, en la Universidad de Oklahoma, tuvieron la idea de probar los efectos del LSD (dietilamida del ácido lisérgico) sobre el animal.

La intención declarada de West era comprobar si el LSD, que aún no había salido a la calle como droga recreativa, podía inducir en Tusko una condición llamada musth.

El musth es un periodo de mayor producción de testosterona y de gran agresividad, que se produce de forma natural en todos los elefantes macho. No se sabe a ciencia cierta por qué West se interesó en ello, aunque se le ha relacionado repetidamente con el programa MK Ultra de la CIA, que realizó experimentos con LSD en sujetos involuntarios desde 1953.

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El sufrimiento de Tusko

Lo cierto es que los efectos del LSD en Tusko fueron fatales. Al animal le inyectaron 297 mg de la droga, una dosis enorme incluso para un elefante, y más de 30 veces superior a la que podría recibir un humano de tres toneladas.

Al cabo de cinco minutos, Tusko trompeteó, se cayó, defecó y empezó a estremecerse violentamente; sus pupilas se dilataron, sus piernas se pusieron rígidas, se mordió la lengua y comenzó a respirar con dificultad.

Veinte minutos más tarde, en un intento de calmarlo, se le inyectó una gran cantidad del antipsicótico Thorazine, que probablemente le provocó una caída masiva de la presión arterial y palpitaciones.

Al cabo de otra hora, West inyectó a Tusko un tranquilizante, y unos minutos más tarde el elefante murió. Todo el proceso para Tusko duró una hora y 40 minutos. Persisten los rumores de que West consumió LSD durante el experimento y la autopsia posterior, y que inyectó anfetaminas a Tusko.

Aunque el experimento se cita como prueba de la toxicidad del LSD, lo más probable es que la torazina o la combinación de drogas mataran a Tusko, no el ácido.

La autopsia reveló que Tusko murió por asfixia causada por la inflamación de su garganta, lo cual impidió la entrada de aire en sus pulmones.

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Una muerte polémica

Tusko pertenecía al zoológico de Oklahoma City, por lo tanto, su muerte tuvo una gran repercusión entre el personal de mismo, la prensa y el público. Por otro lado, este acontecimiento causó debates entre la comunidad científica y los defensores de los animales.

El jefe del zoológico, Warren Thomas, señaló que habían aprendido que el LSD era letal para los elefantes, añadiendo que podría ser útil para sacrificar elefantes en países donde “son un problema”. También se cubrió las espaldas afirmando que Tusko era un animal agresivo y peligroso.

En 1984, el psicólogo Ronald K. Siegel repitió el experimento con dos elefantes, utilizando sólo LSD. Ambos sobrevivieron.

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