Aunque su producción es ilegal, Líbano es conocido por ser uno de los principales productores de hashish. Las autoridades van a revisar su legislación para lanzarse en la cultura de la marihuana terapéutica con el objetivo de estimular su economía.

El presidente del Parlamento libanés, Nabih Berri, anunció que el Líbano revisará su legislación para autorizar la cultura de la marihuana con fines terapéuticos con el objetivo de estimular la economía del país.

En 2017, Líbano fue catalogado como el cuarto productor mundial de hashish según la ONU. Aunque la marihuana está oficialmente prohibida y su producción se castiga con prisión, todavía es generalizada en el país, con el pleno conocimiento de las autoridades locales.

Una ayuda financiara para luchar contra la crisis económica

El anuncio del presidente del Parlamento viene luego de una propuesta hecha en un informe por el gabinete de consejo internacional McKinsey & Cie. Líbano le había encargado preparar un plan de relanzamiento económico en el país. El plan recomienda “la instauración de regiones para la cultura del cannabis con fines terapéuticos en un marco legal”.

France 24 contactó al Ministerio de Economía, que señaló que esta medida podría traer más de 500 millones de dólares cada año. Hoy en día, Líbano tiene una deuda pública de 150% de PIB.

Al crear un mecanismo de control y una tasación de los productos, el país espera aprovechar el boom del cannabis terapéutico en América del Norte. Según un estudio del gabinete Arc View Market Research, el cannabis legal ha creado en los Estados Unidos un volumen de negocios de 6.9 mil millones de dólares en 2016, 30% de más que en 2015, y podría traer 21.6 mil millones de dólares hasta 2021.

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El ministro del Trabajo, Mohamed Kabbara, declaró al periódico árabe Al Nahar que “la autorización de la cultura de cannabis con fines medicinales es beneficiosa para la sociedad y va a generar ingresos. Y no hay nada de malo en eso, la agricultura tiene que ser limitada a los fines medicinales”.

Ya en 2014, Walid Joumblatt, líder de la comunidad drusa que fue diputado y ministro, había llamado a la autorización de la cultura de cannabis, a través de su cuenta en Twitter: “Ahora tenemos que autorizar la cultura del hashish y cancelar los órdenes de detención a las personas investigadas por esto.”

La cultura de hashish desde los Otomanes hasta las milicias armadas

La cultura de la marihuana, esencialmente concentrada en el Valle de la Bekaa, en el este del país, tiene siglos de tradición.

Durante la guerra del Líbano (1975-1990), el hashish era una ayuda financiera fundamental para las milicias activas en el conflicto, de cualquier religión. A mediados de los años 80, los organismos de inteligencia occidentales estimaban que la producción del Líbano, que era uno de los principales centros de narcotráfico en el mundo, alcanzaba más de 1814 toneladas cada año. En esos años, con la producción de heroína y cocaína, al país entraba casi 4 mil millones de dólares cada año de los traficantes más poderosos.

Durante la ocupación siria del Líbano (1976-2005), una parte de las tropas de Damas eran estaciones en el valle de Bekaa y la cultura y tráfico de marihuana tomo un nuevo avance.

El escritor británico Patrick Seale escribió en una biografía del antiguo presidente Hafez al-Assad, “A partir de 1976, cuando las tropas sirias en Líbano controlaban los corredores de tráfico y puertos como el de Trípoli (…) el tráfico era casi institucionalizado y el ejército sirio participaba en el proceso. Para todos los militares, desde los generales hasta los sargentos, ir al Líbano significaba volverse rico”.

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A partir del 2000, los diferentes gobiernos libaneses empezaron operaciones destinadas a erradicar el consumo de cannabis y de amapola, que permitía a muchas familias vivir. Pero Beirut no logró eliminar la producción porque no creó programas de desarrollo alternativo o de compensación para los cultivadores que vendían a los traficantes.

Escaramuzas y lanzagranadas

Las operaciones contra los cultivos de marihuaa que se llevan a cabo cada año sobre miles de hectáreas a veces llevan a escaramuzas con los clanes chiitas que controlan la producción. En 2012, el ejército libanes fue atacado con lanzagranadas.

En 2016, la fuerza de seguridad había confiscado 7.5 toneladas de cannabis y arrestado más de 540 personas implicadas en el tráfico de drogas. Según ellos, más de 50% de la producción es destinada a un mercado local y el resto a la exportación en Europa a través de Egipto y Libia.

Esos últimos años, la administración estadounidense ha acusado a Hezbolá de obtener beneficios monetarios de la cultura ddel cannabis en el Valle de la Bekaa, una de sus principales zonas de influencia.

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Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.