El control y la coordinación de la política de drogas es responsabilidad conjunta del Ministro de Salud, Bienestar y Deportes, del Ministro de Justicia y del Ministro del Interior, también depende de la actuación de los alcaldes municipales, fiscalías y policías de Holanda.

La política local en relación con los coffee shops es responsabilidad conjunta de un comité triangular integrado por representantes de las distintas autoridades municipales. Así, en la gran mayoría del territorio holandés están prohibidos los coffee shops, un total de 433 de los 538 municipios holandeses prohíben los coffee shops. Existen alrededor de unos mil de estos establecimientos. La mayoría de estos locales, casi el 50%, se encuentran en Ámsterdam, Rótterdam, La Haya y Utrecht (Autores varios, 2003: 24). En un análisis de una guía sobre la industria del cannabis europea aparecen un total de 638 coffee shops en Holanda repartidos sobre 95 municipios en donde Ámsterdam cuenta con 197 de estos establecimientos seguido por el municipio de Den Haag (con 47 coffee shops); Rótterdam (42); Maastricht (19); Utrecht (15) y Haarlem (14) (Highlife, 2003-2004).

Los que están en contra
 
En opinión de la Letrada del Tribunal Supremo holandés Mappie Veldt, esta política de drogas tiene efectos negativos, ya que ha podido haber provocado el aumento de puntos de venta de droga, donde cocaína y heroína se venden junto al hachís. Michael Bouchet, oficial del Ministerio francés de Interior, y cabeza del equipo de narcóticos de París, enviaba con regularidad a sus oficiales a Holanda en clandestinidad para ver si se estaban vendiendo drogas duras en los coffee shops y afirmaba que sí (Collins, 1999: 91). Los coffee shops para los prohibicionistas contravienen la Convención de 1961 (INCB, 2002). Además, los cultivos ilegales, dada la persecución de los grandes cultivos de cannabis, se encuentran en viviendas privadas, a menudo gestionadas por la criminalidad organizada. Todo esto lleva a una política que pierde su credibilidad, ya que las situaciones que se crean son bastante paradójicas. Por ejemplo, el acto de transportar sustancias a los coffee shops estaría penado, pero es necesario tolerarlo para evitar que los establecimientos se queden sin reservas para vender a los consumidores.

Según los prohibicionistas se han encontrado repetidamente organizaciones criminales que se dedicaban a la importación, cultivo, comercio mayorista y distribución de cannabis, así como a la explotación de coffee shops y también de otros establecimientos hosteleros. Se invierte en bienes inmuebles y en empresas legales, entre otros en el sector sexual y en el ramo de las máquinas tragaperras. En semejantes organizaciones, los dueños de coffee shops no son a menudo más que hombres de confianza de las organizaciones. Sin embargo, en su forma general, el cultivo de marihuana holandesa no está dominado por organizaciones criminales.

Los que abogan por un cambio
 
El Gobierno holandés presentó un informe al Parlamento, en abril de 2000, con el título «El camino a la puerta trasera» sobre qué actitud tomar ante la provisión ilegal de cannabis de los coffee shops. Ya que venden más de medio kilo al día (venta máxima autorizada) y compran al por mayor a traficantes ilegales. Veinte alcaldes propusieron experimentar, en 1999, con la producción y comercio controlados de cannabis, con la finalidad de favorecer la transparencia de la política sobre drogas, disminuir la criminalidad y controlar la calidad del producto. Pero el gobierno Holandés no admitió la propuesta ya que consideró que los problemas de criminalidad no se solucionarían por esa vía, además de considerar que había que tener en cuenta al resto de países miembros de la Unión Europea. El Parlamento pretendía que los propietarios de los coffee shops pudieran comprar cannabis bajo unas condiciones estrictas a productores de cáñamo reconocidos como tales. El Gobierno también rechazó esta propuesta alegando que la tolerancia de la producción viola las obligaciones internacionales contraídas por Holanda (Márkez, 2002:71).

Un coffee shop que disponga de un buen surtido ofrece la posibilidad de elegir entre diversas clases de marihuana, hachís y marihuana holandesa. Se estima que más de la mitad de la cifra de ventas actual consta de marihuana holandesa. El dueño de un coffee shop adquiere su mercancía de comerciantes al por mayor  o de personas que han salido de vacaciones y han traído cannabis o productos derivados del cannabis.

Desde el surgimiento de la marihuana holandesa, algunos dueños de coffee shops han procedido al cultivo de esta marihuana por su cuenta o a sostener relaciones con diversos cultivadores de quienes la adquieren. De este modo, toda la cadena producción y la cadena comercial pueden permanecer libres de la influencia de las organizaciones criminales.

Los coffee shops atraen sobre todo clientela en las zonas fronterizas de los países vecinos con gran inquietud de las autoridades cuya propia política sobre la droga va dirigida, al menos en teoría, hacia la venta ilegal también de raciones para autoconsumo de cannabis.

Como solución al problema del narcoturismo se ha propuesto prohibir la venta a extranjeros, acogiéndose al Acuerdo de Schengen. Sin embargo, esta discriminación entre compradores de cannabis holandeses y extranjeros es por lo demás muy difícil de mantener. Si se hace una diferencia de consumidores se recurrirá a holandeses como intermediarios. La situación desembocó en que el gobierno de Holanda hubo de asumir medidas de control y restricciones como rebajar la cantidad de venta por persona de 30 a 5 gramos, paulatina reducción del número de coffee shops, restricción en la producción y venta de semillas, y un mayor control del cultivo de cannabis.

Los coffee shops han demostrado en Holanda su derecho a existir en los últimos 25 años y por lo tanto necesitan ser reglamentados. Es necesario un mayor control de los coffee shops para eliminar los problemas que ocasionan algunos de ellos y los que no reúnan las condiciones impuestas serán cerrados. En la directiva «Política de investigación criminal concerniente a los coffee shops» (Boletín Oficial del Estado de Holanda, 1994, núm. 203), va orientada a apoyar la política establecida con respecto a los coffee shops. Bajo condiciones estrictas, como (Márkez, 2002:70):

a) Ninguna publicidad de los coffee shops

b) Ninguna venta de drogas duras (cocaína, heroína, etc…)

c) No se debe ocasionar ninguna molestia a los vecinos. Dada la responsabilidad por el orden público y la seguridad, la administración local ha de encargarse de que, estos sitios estén ubicados y sean explotados en tal forma que causen la menor molestia posible a los ciudadanos.

d) Ninguna venta a jóvenes menores de 18  años de edad

e) Ninguna venta mayor de treinta gramos por transacción, por persona. Finalmente la cantidad tolerada con relación al comercio al por menor en coffee shops reglamentados, se reduce de 30 gramos a 5 gramos.

f) Inclusión en la directiva del ministerio público de existencias comerciales en coffee shops de algunos cientos de gramos.

g) No se venden bebidas alcohólicas ni se tiene máquinas tragaperras.

h) Es posible negar que se establezcan coffee shops en la vecindad de escuelas o de calles en donde no son deseables en vista de la situación de tránsito o la función residencial.

i) La municipalidad puede adoptar la decisión de no permitir ningún coffee shop ya que no exista una demanda local de cannabis.

j) Los explotadores de coffee shops están sujetos al pago de impuestos sobre sus ingresos.

k) Conviene contar también con una reglamentación (local) ulterior a fin de poder agudizar la comprobación preventiva de establecimientos, tanto por lo que se refiere a la instalación como al empresario, gerente y administrador. Las personas con antecedentes penales no entran en consideración para ello.

l) A la Unidad Especial Interadministrativa de Seguridad y Ayuda a la Toxicomanía se solicitará que instituya en pro de las administraciones municipales, la policía, el ministerio Público y la enseñanza, una agencia de peritación con relación a los aspectos administrativos y judiciales de la política de la droga, entre los cuales se incluye la regulación de los coffee shops.

m) Los explotadores de coffee shops que se dedican a la venta de existencias de grandes cantidades de cannabis, destinadas obviamente a la exportación serán perseguidos en la medida de lo posible por tomar parte directa en el delito de narcotráfico internacional. Los extranjeros que exporten existencias comerciales a su propio país serán buscados directa y periódicamente para disuadir a otros.

Cierres controvertidos actuales

El número de coffee shops ha bajado desde los 1.200 existentes en 1997 hasta los 754 registrados en 2003, según las últimas estadísticas del instituto holandés Trimbos para el estudio de las adicciones. Pero los coffee shops temen que las normas creen más problemas y lleven a los compradores al ámbito ilegal.

Siguiendo las últimas noticias al respecto, Ámsterdam debe cerrar 43 de sus 228 coffee shops antes del 2011. Una ley estatal prohíbe los bares que venden cannabis a menos de 250 metros de una escuela, pero la medida provoca rechazo incluso en esos colegios. «Nunca hemos tenido ningún problema con los coffee shops, al contrario. Prohíben la entrada a menores y nos avisan cuando ven a muchos escolares en su puerta», explicó la rectora del Barlaeus Gymnasium, en el centro de Ámsterdam, por cuya cercanía deberá cerrar The Bulldog, el coffee shop más famoso de la ciudad.

Los alcaldes temen que el cierre de parte de los 700 establecimientos de este tipo que hay en todo el país abocará el mercado del cannabis a la ilegalidad. También el primer ministro holandés, el democristiano Jan-Peter Balkenende, quiere acabar con los coffee shops al considerar que la política de tolerancia ha fracasado. También desea acabar con los «narcoturistas». Detrás están las presiones de la Unión Europea por acabar con la tolerancia a los fumetas.

Los coffee shops de Maastrich son más papistas que el papa y para garantizar que los menores no entran en sus locales toman las huellas dactilares, escaneen la cara y graban los datos biométricos de sus clientes. Aunque los datos de consumo sólo se guardarán hasta medianoche, el 90% de los usuarios no aprueba la medida.

Los coffee shops holandeses tienen que demostrar que son más legales y que cumplen mejor las normas que los bares y que son una solución, no un problema. Y el gobierno holandés sabe que parte de las ganancias de esos bares repercute en el bien a la comunidad a la que sirven y que los índices bajos de consumo juvenil de cannabis se deben a los coffee shops.
 

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