Dos de los factores que suelen preocupar más a los consumidores de drogas -en este caso de MDMA- son por un lado el peligro de muerte o lesiones físicas que ello pueda conllevar y por otro la neurotoxicidad de la sustancia en si. ¿Nos come las neuronas? Sigue leyendo y encontrarás respuestas.

Por Fernando Caudevilla

6. Mortalidad.

Los datos más detallados y completos sobre la mortalidad provocada por el éxtasis provienen del Reino Unido, país en el que se estima que hay unas 730.000 personas que lo consumen habitualmente (The Observer, 28/9/03). Entre 1996 y 2002 se detectaron un total de 202 muertes relacionadas con mdma y derivados (Schifano, 2004), con una tendencia progresivamente creciente (doce fallecidos en 1996-1997, frente a 72 en 2001-2002). Los análisis toxicológicos detectaron mdma en 143 casos; en el resto de las muertes se encontraron otras sustancias (mda, mde, pma) o no se pudieron realizar los análisis. De forma sorprendente, en un 48% de los casos se detectaron además heroína y otros opiáceos: muchos de los fallecidos eran «toxicómanos conocidos en los servicios sanitarios» (Schifano, 2003). Únicamente en 34 casos la mdmafue la única droga detectada.

En España, en el mismo período (1996-2002), el número de muertes tras sufrir una reacción aguda a drogas es de 2.023 personas. En un total de 42 casos (2,07% del total) se detectó la presencia de mdma o derivados en la sangre de los fallecidos. Únicamente en cinco casos la causa de la muerte puede atribuirse de forma segura y exclusiva al éxtasis (tres en 2000 y dos en 2001). En veinticuatro casos aparecen combinaciones de heroína, cocaína y/o metadona con mdma (Memorias int, 1996-2002).

Toda muerte prematura constituye un drama humano, pero analizando los datos resulta indiscutible que el riesgo de morir tras consumir mdma es bajísimo desde un punto de vista estadístico. La mortalidad relacionada con el éxtasis es similar numéricamente a la provocada por la aspirina o en accidentes domésticos (McKenna, 2002). En España se producen cada año 12.000 fallecimientos directamente relacionados con el alcohol y 55.000 con el tabaco. Cualquier comparación resulta obscena. Si consideramos además la escasa información que tienen la mayoría de los consumidores de éxtasis, las dificultades para conocer la dosis que se está tomando y las condiciones en las que se realizan muchos consumos, la mortalidad podría ser mucho menor adoptando políticas de drogas más razonables que las actuales.

7. Neurotoxicidad.

Al administrar mdma a animales de experimentación en ciertas condiciones aparecen alteraciones en su sistema nervioso. Algunos científicos opinan que estos mismos efectos pueden producirse en humanos. Ya que el número de neuronas del cerebro es muy elevado y decrece con la edad, las consecuencias no se harían evidentes de forma inmediata, sino que se manifestarían a lo largo de las próximas décadas, donde asistiremos a un incremento del número de enfermedades degenerativas del sistema nervioso (del estilo de los síndromes de Parkinson o Alzheimer), así como trastornos psiquiátricos. Así, por sus potenciales consecuencias, la neurotoxicidad de la mdmaes una de las cuestiones más estudiadas sobre esta sustancia, además de una de las más polémicas.

En 1986 se publicó la primera investigación que señalaba alteraciones en el cerebro de ratas a las que se había administrado mdma. Desde entonces y hasta ahora se han llevado a cabo decenas de investigaciones en animales de experimentación: ratas, ratones, monos ardilla, macacos, babuinos… El equipo del departamento de Farmacología de la Universidad Complutense de Madrid, dirigido por la doctora Isabel Colado, es uno de los más importantes del mundo en esta línea de investigación.

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Los resultados de estos estudios muestran que la mdmaafecta de forma selectiva a las neuronas del sistema de la serotonina. En las autopsias de los animales a los que se administra mdma, los niveles de serotonina y de sus metabolitos se encuentran considerablemente disminuidos, los axones muestran signos de degeneración al microscopio y aparecen alteraciones en el funcionamiento de estas neuronas. También se han demostrado alteraciones en el comportamiento de animales tratados con mdma. Algunas circunstancias hacen que estos efectos se intensifiquen: al administrar mdma a animales en un ambiente caluroso, los efectos tóxicos son más intensos. Igualmente, al privar a los animales de acceso a agua o hacinarlos, la toxicidad es mayor.

La mayoría de los científicos consideran que estas alteraciones son la prueba más sólida de los efectos neurotóxicos de la mdma, aunque otros opinan que se trata de cambios adaptativos, ya que los cuerpos neuronales no se ven afectados. Pero la cuestión más importante es saber si estas las alteraciones encontradas en animales pueden aplicarse al consumo en humanos y cuál es su significado.

En ese sentido, son muchas las objeciones. Las dosis y vías de administración difícilmente pueden compararse a las humanas. Una dosis media de mdma en humanos oscila entre 1,5-2 mg/kg de peso. En animales, las dosis utilizadas en los estudios oscilan entre los 10-40 mg/kg de peso, repitiéndose en ocasiones la administración durante varios días o varias veces al día. La vía de administración es también muy importante. En humanos la mdmase utiliza fundamentalmente por vía oral, mientras que en los experimentos la mdmase inyecta directamente en el músculo, en las venas o en el abdomen del animal, con lo que se consiguen concentraciones de la sustancia mucho mayores.

El motivo de utilizar dosis tan elevadas está en relación con el metabolismo de los animales. El metabolismo de los animales de pequeño tamaño como ratas y ratones es muy distinto al de los humanos (una rata puede comer el equivalente a su propio peso varias veces al día). La forma en la que los riñones y el hígado degradan los productos químicos es muy diferente según la especie, dando lugar a efectos distintos. Por ejemplo, la neurotoxicidad de la mdmasobre los ratones es muy distinta a la que se produce en las ratas. E incluso dentro de la misma especie pueden verse diferencias importantes: algunas razas de ratas ―Wistar, Sprague-Dawley― son mucho más resistentes a los efectos tóxicos que otras ―Dark Agouti― (Green et al., 2003). Todos estos motivos hacen que no sea posible obtener conclusiones para el consumo humano a partir de estos datos. De hecho, al administrar a animales de experimentación dosis masivas de algunos fármacos antidepresivos (fluoxetina o sertralina) o derivados anfetamínicos que han sido utilizados en el tratamiento de la obesidad (sibutramina y dexfenfluramina), las alteraciones que se observan en el cerebro de los animales son similares a las producidas por mdma (Kalia et al., 2000).

La experimentación en animales puede ser interesante desde un punto de vista científico o teórico, pero no permite extraer conclusiones útiles y prácticas de cara al consumo en humanos. Con este objetivo se han llevado a cabo diferentes tipos de investigaciones en consumidores de éxtasis para aclarar si la neurotoxicidad encontrada en los animales tiene alguna expresión en los humanos. Los estudios más importantes en humanos son los estudios de neuroimagen y los de función psicológica.

Las técnicas de radiología como la tomografía axial computerizada (tac) o la resonancia magnética nuclear (rmn) permiten observar cómo es físicamente el interior del cerebro. Las nuevas técnicas de neuroimagen desarrolladas en la última década (pet ―tomografía por emisión de positrones― y spect ―tomografía por emisión de fotones simples―) permiten además valorar su grado de funcionamiento. Esto se consigue a través de escalas de color de distinta intensidad y brillo, que muestran la actividad del cerebro. Se han llevado a cabo distintos estudios empleando técnicas de pet y spect, comparando las imágenes obtenidas enconsumidores y no consumidores de éxtasis. En la mayoría de los estudios se ha observado que ciertos parámetros (cantidad de receptores cerebrales de serotonina, intensidad del flujo sanguíneo del cerebro yconsumo de glucosa) se encuentran disminuidos en las personas que consumen éxtasis, indicando posibles daños en el cerebro.

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Los estudios de función psicológica consisten en diversos tests que miden funciones cognitivas concretas (memoria, atención, tiempo de reacción, agresividad, estado de ánimo…). Cuando se comparan los resultados obtenidos entre consumidores y no consumidores, se observa que los primeros obtienen puntuaciones inferiores en muchas de estas pruebas psicológicas. La memoria, en particular la memoria a corto plazo (la capacidad para aprender, retener y recordar nuevos conceptos), es la función que con más frecuencia se ve afectada en este tipo de estudios.

Pero nuevamente conviene analizar los resultados con detenimiento antes de sacar conclusiones precipitadas. Estos estudios presentan una serie de limitaciones que merecen ser tenidas en cuenta. La más importante de ellas es que de forma constante se trata de estudios en los que el grupo de consumidores de éxtasis ha consumido cientos, en ocasiones miles de comprimidos durante largos períodos de tiempo. El estilo de vida de estos consumidores intensivos implica con frecuencia alteraciones en el sueño y la alimentación, como consecuencia de permanecer despiertos durante largas fiestas con ayuda de estimulantes. Los participantes no son sólo consumidores de mdma, sino también de anfetaminas, cocaína, alucinógenos, alcohol y cannabis. Cuando esta última sustancia se consume de forma habitual, las puntuaciones en los tests de memoria pueden verse afectadas durante semanas. Tampoco está claro si las alteraciones encontradas en estas investigaciones corresponden a cambios adaptativos reversibles con la abstinencia o a lesiones verdaderamente irreversibles.

Con los datos disponibles hasta el momento podemos aventurar dos conclusiones. Primera: la mdma es tóxica a partir de una determinada dosis para el sistema nervioso de todas las especies animales estudiadas, por lo que es lógico suponer que ciertas pautas de consumo puedan producir daños. Segunda: los consumidores intensivos de grandes cantidades de mdma (y otras drogas) presentan alteraciones que sugieren algún grado de afectación del sistema nervioso. Pero no existe evidencia de que una dosis habitual de mdma o varias dosis suficientemente separadas en el tiempo produzcan efectos tóxicos permanentes. Desde mediados de los años setenta se han consumido millones de dosis de mdma sin que exista evidencia de sus efectos neurotóxicos en la mayoría de las personas: las que la utilizan de forma ocasional o esporádica.

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Acerca del autor

Fernando Caudevilla (DoctorX)
Médico de Familia y experto universitario en drogodependencias. Compagina su actividad asistencial como Médico de Familia en el Servicio Público de Salud con distintas actividades de investigación, divulgación, formación y atención directa a pacientes en campos como el chemsex, nuevas drogas, criptomercados y cannabis terapéutico, entre otros.