El verano alcanza su máxima expresión mientras el país entra en un letargo que es todo un clásico español. Las administraciones bajan –todavía más– la marcha y muchos funcionarios deciden hacer aglomeradas sus vacaciones. Mientras tanto, las horas de luz se reducen lentamente, nuestras plantas de marihuana comienzan a formar sus primeros cogollos y, al igual que ellas, el movimiento cannábico no descansa.

por Xosé F. Barge

Una de las grandes novedades que ha acogido nuestro ajetreado sector durante las últimas semanas ha sido el libro publicado por el Grupo de Estudio de Políticas sobre el Cannabis –GEPCA– o “grupo de estudio multidimensional, institucionalmente independiente, que plantea una propuesta de modelo de regulación del mercado del cannabis en España” cuyo título es Cannabis, de los márgenes a la normalidad. Hacia un nuevo modelo de regulación.

Después de leer detenidamente su “propuesta de un nuevo modelo de regulación”, no nos cabe la menor duda del titánico trabajo que ha llevado a cabo este grupo, abarcando todo el “ciclo del cannabis”, desde el cultivo y la producción hasta el consumidor final, pasando por la regulación de los clubes sociales de cannabis y la venta comercial. Un trabajo por el que queremos darles nuestra más sincera enhorabuena desde Cannabis Magazine.

Sin embargo, también queremos hacernos eco de dos cuestiones expuestas en este libro, referidas al autocultivo, que han generado un considerable revuelo entre nuestros lectores. La proposición de la controversia que, precisamente, es la parte de la regulación que más nos preocupa por la relación directa que tiene con nuestros lectores –mayoritariamente autocultivadores–, es en la que se pone un límite de seis plantas por persona en cultivo con luz natural –generalmente exterior– y dos metros cuadrados por persona en cultivos con luz artificial –interior–. Cabe destacar que GEPCA también propone que un máximo de cinco personas, empadronadas en la misma casa, sumen sus seis plantas por cabeza hasta un máximo de treinta plantas en total. Podéis leer la propuesta íntegra en las páginas 61 y 62 de cualquiera de estos enlaces: https://goo.gl/B24k8e y https://goo.gl/LyCkVa.

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Entendemos que tiene que haber una forma de decirle a la policía, o a las autoridades pertinentes, “oigan, esto es lo que está permitido”, pero reducir el autocultivo a seis plantas en exterior por persona, es, en muchos casos, insuficiente. Hay quien tiene que aprovisionarse para todo el año con sus cultivos de exterior, incluso personas que dependen de las extracciones para mejorar su calidad de vida, y seis plantas pueden quedarse muy cortas. Algunos dirán que creciendo las plantas previamente en interior, haciendo un SCROG, realizando diferentes podas y doblando las ramas o, simplemente, teniendo un poco de suerte podremos conseguir plantas de un tamaño considerable. Sí, es verdad, podemos cubrir extensiones realmente grandes con seis plantas llevando a cabo diferentes tipos de técnicas. Sin embargo, no es esto lo que debiera buscar una regulación justa, sino que cualquier autocultivador, con unos conocimientos y unos medios básicos, pueda autoabastecerse sin grandes complicaciones.

De la misma forma, dos metros cuadrados en interior, para aquellas personas que conservan genéticas que han analizado o que han visto, a lo largo de los años, que les sientan mejor, son insuficientes. Tendría que haber un habitáculo para conservación de madres, otro para realización de esquejes y otro para el crecimiento y la floración, como mínimo. Difícilmente podremos hacer todo esto en dos metros cuadrados, o sí, pero difícilmente podremos autoabastecernos.

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Parece que otros aspectos de la regulación sí están tratados de una forma más profunda y justa en este trabajo. Sin embargo, nosotros creemos que el autocultivo tiene que ser la piedra angular de cualquier posible regulación, con el objetivo de salvaguardar al autocultivador de la inevitable mercantilización del cannabis que está por venir

 Editorial publicado en el N.º 159 (agosto) de Cannabis Magazine 

Acerca del autor

Xosé F. Barge se licenció en Periodismo en la UPSA. Posteriormente realizó el grado en Humanidades y se especializó en literatura distópica del s. XX. Es el Redactor jefe de Cannabis Magazine y El Cultivador.