En este repaso final, con el que cerramos la serie que analiza la visión del cannabis en nuestro cine, se abordan todas aquellas producciones realizadas a partir de la década de los noventa, hasta los últimos años.

por Valeria Vegas

Lo primero a tener en cuenta es que esta nueva época, más reciente, convivió con la llegada masiva de las drogas de diseño, por lo que todas esas escenas en las que hasta el momento gobernaba mayoritariamente el uso de la marihuana, se fueron dosificando. Reflejo todo ello de que el españolito de a pie se encontraba ampliando sus barreras de ocio y experimentación, lejos de los tabúes de décadas pasadas. Aún así, el cine español continuó dando un buen puñado de ejemplos que nos hacen intuir que tales secuencias, espejo de muchas realidades, nunca cesaran.

Durante los años noventa acontecieron nuevas modas estéticas, destacando entre ellas la que se conocería como “generación piercing”, teniendo a la actriz Silke como máximo exponente de dicha época en nuestras pantallas. La intérprete protagonizó “Hola, ¿estás sola?”, junto a una casi también debutante Candela Peña. Sus rostros poco conocidos daban más realismo a las aventuras de dos amigas que caminan por el mundo sin ningún plan determinado. Tanto ellas como el actor Daniel Guzmán, compartían escenas en las que el porro ya se veía con absoluta naturalidad, a diferencia de otras producciones anteriores. Algo similar ocurría en el film de Carlos Saura, “Taxi”, donde unos jóvenes Carlos Fuentes e Ingrid Rubio se reencontraban tras años sin verse, y lo celebraban con un canuto y entre risas, como signo de complicidad. Lo curioso de su argumento es que trata sobre una banda de taxistas que se dedican a asesinar, entre otros, a consumidores de otras drogas, exceptuando el cannabis de su objetivo criminal. Poco después se estrenaría en 1997, “Chevrolet”, en la que se relata la convivencia de algunos personajes marginales, entre ellos un camello que se lamenta de su propio material, en distintas escenas en las que consume los porros que le prepara un amigo que a su vez ejerce de socio.

Daniel Guzmán y Silke comparten confidencias en “Hola, ¿estás sola?”
Daniel Guzmán y Silke comparten confidencias en “Hola, ¿estás sola?”

La marihuana en clave de comedia, y asociada a la meditación trascendental, se vería reflejada en “Perdona bonita, pero Lucas me quería a mí”. En dicho film, Jordi Mollá interpreta a uno de los tres compañeros de piso que protagonizan la película con asesinato de por medio. Tal personaje muestra constantemente un lado más pacífico y evasivo frente al resto, aludiendo a lo bien que le sientan los porros, con un consumo que resulta de lo más natural. Sus directores, Félix Sabroso y Dunia Ayaso, volvieron a emplear el cannabis para estructurar el carácter de futuros personajes, como en su película del 2004, “Descongélate”. En ella, Candela Peña ejerce de profesora de cocina macrobiótica, por lo que no renuncia a ninguna hierba que le sea beneficiosa, predicando con el ejemplo junto a su marido o algunos invitados en su casa; como ocurre con el actor Óscar Jaenada, el cuál acaba falleciendo repentinamente por sobredosis de estupefacientes, desatando así la sinopsis principal de la historia.

Al igual que en los años ochenta, el costo se sigue asociando a los grupos de rock y los directores parecen considerarlo un ámbito natural, una situación en la que no han de dar explicaciones de su uso. Sirva de ejemplo películas como “Shacky Carmine”, que muestra la andadura de distintas bandas independientes, o “Mensaka”, en la que distintos miembros de un conjunto musical que da sus primeros pasos consumen marihuana sin que ello tenga que cruzarse en los diálogos, algo que sí ocurre con la cocaína y otras drogas en ambos films, que sirven para reflejar un aspecto negativo de los personajes que lo consumen, llevados a la crispación y la desesperación. Los noventa en estado puro.

Candela Peña batiendo su record de consumo en “No somos nadie”
Candela Peña batiendo su record de consumo en “No somos nadie”

El acto de liarse un porro o compartir unas caladas comenzó a verse con normalidad conforme se acercaba el nuevo siglo. Nuestro cine comprendía que ya, salvo excepciones de guión, los diálogos podían no verse condicionados por el simple hecho de que un personaje consumiese cannabis, bastando la imagen para darlo por hecho. Tal naturalidad se puede contemplar en “Sagitario”, donde un par de amigos suben a la terraza de su edificio para charlar animadamente mientras uno de ellos fuma, sin que eso tenga que ser motivo de conversación. De igual modo se omite en “No somos nadie”, en la que de nuevo el personaje interpretado por Candela Peña parece estar dispuesto a batir el récord de escenas de porro en mano, sin que en ningún momento se haga alusión a lo que consume. El acto de fumar alcanzaba una cotidianidad hasta entonces impensable, reflejo a su vez de una sociedad avanzada y alejada de los tabúes de años atrás. También cabría destacar, por curiosidad, el film de 1998, “Grandes ocasiones”, donde tres hermanos se lían un porro que llegan a compartir con su padrastro, al que da vida el actor Álex Angulo, que les interrumpe en su pequeño ritual para dar pie a una secuencia de camaradería en la que sólo hablan de relaciones sexuales. Otras veces simplemente serviría para describir los hábitos de un personaje, como ocurre en la coproducción hispano-británica “El factor Pilgrim”, en la que Alex O’Dogherty presenta a su vecino como un peculiar y alocado camello, mientras éste ordena su casa con un porro en la boca. Tras dicha secuencia explicativa, el personaje no vuelve a aparecer en tal situación, aunque sí continúe en la película.

Un negocio con araña roja de por medio en “XXL”
Un negocio con araña roja de por medio en “XXL”

El cambio de siglo traería comedias en las que muchas veces la base del humor se basaba en la exageración del consumo de cannabis, magnificando situaciones concretas. Es el caso de “Isi/Disi. Amor a lo bestia”, parodia delirante del universo heavy; o en el 2000, “Año Mariano”, donde ya el reclamo existía desde su cartel, adornado por una hoja gigante de marihuana, para un argumento que giraba en torno a un hombre que estrellaba su coche contra una plantación clandestina de dicha hierba, que ocasionalmente estaba siendo quemada. En pleno proceso de combustión sufre una serie de alucinaciones en las que asegura haber visto a la virgen. En una situación menos mística pero igual de cómica se encuentra “XXL”, en la que su protagonista, el ya citado anteriormente Óscar Jaenada, monta junto a un amigo su propia cosecha con fines lucrativa, algo que no llega a buen puerto debido a que una plaga de araña roja les estropea el negocio. Sin que girase en torno al argumento, también podemos destacar una divertida secuencia del film de Álex de la Iglesia, “800 balas”, en la que el niño protagonista se dispone a hacer una excursión escolar, no sin antes recibir el consejo de su abuela, encarnada por Terele Pávez, que le recomienda dar unas caladas si le ofrecen algún porro, pero después escupirlo cuando nadie le vea.

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Algunas películas recrearon hechos acontecidos durante la década de los setenta, con historias reales que transcurrieron por entonces. En esa vuelta al pasado aparece de nuevo el cannabis, como reflejo de la novedad que suponía entonces dentro de los aires de libertad. En “La marcha verde”, una compañía de variedades acude a Marruecos a animar a las tropas del ejército español, para servir de distracción frente a un conflicto que se mantiene pausado. Ocurriendo la historia en tal punto geográfico no es de extrañar que la vedette que interpreta Inma del Moral le suplique constantemente a su ligue militar que le ha de pasar tan buen material antes de su regreso a Madrid. Otro caso que nos traslada décadas atrás es “Volando voy”, en la que nos cuentan las peripecias de un pequeño delincuente juvenil, por lo que no faltan los atracos, persecuciones, robos de coche y caladas de porro como guiño a aquel cine quinqui de antaño. En el 2008 se estrenó “Los años desnudos”, reflejo de la Transición a través de la vida de tres actrices del destape. Una de ellas es interpretada por Goya Toledo, la cual manifiesta su alegría siempre que hay marihuana de por medio. Dentro de este compendio nostálgico también se puede incluir “El patio de mi cárcel”, que refleja la estancia de diversas reclusas en una prisión de los años ochenta. Se observa de forma violenta como ya entonces las funcionarias se encargaban de desnudar a las nuevas presas con una revisión exhaustiva, con tal de que no portasen guardado costo en el interior de sus genitales.

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El uso del cannabis con finalidad terapéutica sería expuesto por Pedro Almodóvar en su película del 2006, “Volver”. En ella el personaje al que encarna la actriz Blanca Portillo combate las duras sesiones de quimioterapia con el consumo de marihuana, asegurando que el porro le da el hambre que de por sí no tiene, y además le relaja mucho. Tan contenta está de sus efectos que no duda en ofrecerle a sus vecinas, las cuales se niegan alarmadas, mientras ella se jacta de lo hermosas que tiene las plantas, siendo todo de su propio cultivo. Su intención de compartir caladas no llegaba a su fin, algo que si ocurriría en “Enloquecidas”, comedia en la que Silvia Abascal comparte el porro con su tía en la ficción, Verónica Forqué, y a su vez con la amiga de ésta, Concha Velasco, en una divertida situación de consumo entre tres generaciones y donde el personaje encarnado por esta última actriz no duda en afirmar que “huele a Transición”, en el momento en que entra a su camerino y observa a sus amigas fumando.

A veces, el simple hecho de un título ya dejaba adivinar su argumento, tal y como ocurría con “Atún y chocolate”. Dicho film narra las aventuras de los habitantes de un pueblo gaditano que por su situación costera reparten su actividad entre la pesca y la búsqueda de hachís perdido en la orilla del mar, procedente de Marruecos. Esto último da pie a divertidas situaciones en las que entre los jóvenes montan todo un dispositivo para hacerse con el deseado alijo, e incluso hay algún lugareño oportunista capaz de extorsionar a los marroquís para quedarse él con la mercancía. Nada inusual pero igual de cómico resulta una secuencia de “Rencor”, en la que la cantante Lolita Flores ventila su caravana ante la llamada a su puerta por parte de un policía local. Éste pronto se percata del olor que había dejado el porro, lamentándose de no haber llegado a tiempo y sugiriéndole que cuando quiera le puede invitar a buen material, algo que rompe los esquemas de ella y a la vez nos muestra una visión más humana y realista de tal cargo, siendo la marihuana lo que les unirá en amistad.

Hasta aquí este repaso por la historia más contemporánea de nuestro cine, donde el cannabis ha formado parte del costumbrismo de sus argumentos. Desde situaciones repletas de realismo, pasando por tópicos constantes, hasta llegar a escenas donde reina la naturalidad. Todo ello para mostrar en ocasiones el lado más humano de esos personajes de ficción que aquí se han retratado como un fiel reflejo de la realidad cotidiana.

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Muchos años luchando en la sombra para que el cannabis florezca al sol.