Cada vez estoy más a favor del cultivo bio o ecológico, o al menos en tratar de no utilizar ningún herbicida o pesticida de síntesis química y sí emplear las técnicas de manejo de cultivo más acordes con un tratamiento respetuoso del terreno de cultivo. Tampoco soy demasiado purista en este aspecto, y por poner un ejemplo, los abonos minerales clásicos (NPK) pueden ser una alternativa cómoda y eficaz siempre que se utilicen correctamente y en dosificaciones leves o moderadas y que no provoquen una alteración significativa del equilibrio natural en nuestro suelo.

Por Ramón Servia (Ingeniero Técnico Agrícola)

En este caso, el aspecto más negativo de estos productos es que se elaboran a partir de minerales explotados en régimen de minería industrial, y causa unos impactos atroces allá donde se realizan, muchas veces a miles de kilómetros de distancia, por lo que los costes energéticos y la huella de CO2 que conlleva su extracción, transporte, elaboración y distribución son enormes en el momento de llegar al campo.

Precisamente mientras escribo estas líneas, en el ayuntamiento de Triacastela (Lugo), una empresa dedicada a la minería a cielo abierto está arrasando un paraje arqueológico valiosísimo (A Cova de Eirós), y no sólo el daño se está haciendo sobre esta gruta, sino en entorno a toda la montaña, de alto valor ecológico. Saltándose a la torera las limitaciones de las licencias, permisos y un mínimo sentido común; así como amenazando y acosando a los lugareños que se oponen a tamaña aberración. Pongo este ejemplo que está sucediendo en nuestro país, pero imaginaros lo que estará pasando en el Sáhara, Chile o Colombia.

  1. Como no podía ser de otra manera, nuestra planta amiga podría ser de gran ayuda para resolver estos desastres que causamos en nuestro entorno. En el ejemplo anterior lo podría hacer por partida doble:
  2. Empleando el cáñamo como material de construcción (HempCrete). El incremento de este tipo de material de construcción ayudaría a reducir la demanda de ciertos minerales en el sector de la construcción, por lo que este tipo de explotación tan agresiva dejaría de ser rentable. Este tema lo abordaremos en otro número de Cannabis Magazine.
  3. En las zonas donde se realizan este tipo de técnicas extractivas, el terreno queda en unas condiciones deplorables, no sólo en la zona de excavación, si no en las zonas de tránsito de maquinaria pesada, acopios y demás. En la recuperación de la fertilidad de estos terrenos el cáñamo puede ser de gran ayuda.

Para realizar las tareas de minería, lo primero es disminuir el nivel freático, para ello se drena el terreno, posibilitando el empleo de maquinaria. En grandes proyectos conlleva el desecado de cursos de agua, lagos, riachuelos, etc. y que las zonas adyacentes de conviertan en terrenos de secano. El siguiente paso es retirar la capa de suelo fértil y posteriormente retirar las diferentes capas minerales hasta alcanzar el depósito de mineral buscado.

Aunque en algunos casos, como en la minería de carbón a cielo abierto, las zonas de excavación se vuelven a rellenar con el material excavado previamente, el resultado final es un suelo que ha perdido su estructura, su balance hídrico, ha sufrido una gran compresión y ha perdido el humus y la materia orgánica. Lo que viene siendo un erial. Para recuperar un terreno en este estado tras una actividad minera, el instituto de fibras naturales y plantas medicinales de Polonia ha llevado a cabo un experimento que trata de recuperar una zona degradada de este tipo.

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Para ello se eligieron dos cultivos para sembrar en el terreno:

  • El cáñamo, por su altísima producción de biomasa y por su adaptabilidad a condiciones adversas.
  • La alfalfa, especie perteneciente a la familia Papillonaceae, por su capacidad para crecer en simbiosis con las bacterias Rhizobium, que son capaces de fijar CO2 atmosférico.

Este proyecto abarca una superficie de 25 hectáreas en un terreno en pésimas condiciones tras el cese de la actividad minera en la zona. El objetivo es recuperar la fertilidad agrícola en un plazo de seis años. Además, se pretende aprovechar este proceso para desarrollar la tecnología necesaria para instalar un centro de transformación de fibra cáñamo en la zona.

Con la rotación de cáñamo y alfalfa se pretenden los siguientes objetivos:

  • Incrementar el contenido en humus del suelo entre un 20 y un 50%.
  • Incrementar la capacidad productiva del suelo (cáñamo de 2 Tn a 5-7 Tn

               y alfalfa de 1 Tn a 7-10 Tn).

  • Aumentar la cantidad de CO2 atmosférico absorbido de 1 Tn/Ha a 2 Tn/Ha.
  • La creación de hábitats favorables para los pájaros y para los insectos polinizadores. Esto dentro de un marco de orientación para que los jóvenes agricultores de la zona se orienten hacia sistemas de producción respetuosas con el medio ambiente.

La biomasa de cáñamo triturada e incorporada al suelo es un nicho favorecedor del desarrollo de la flora y fauna del suelo, otro hecho destacable es que el fuerte sistema radicular de la planta crea un sistema de canales verticales en suelos arcillosos y compactos cuando el cultivo alcanza la senescencia. Por su parte, la alfalfa aportará un gran cantidad de nitrógeno al suelo gracias a las bacterias nitrificantes Rhizobium. La alfalfa usará este nitrógeno para generar proteína, y el excedente podrá ser aprovechado por las plantas adyacentes. La combinación de un aporte rico en celulosa que contiene oxígeno, carbono e hidrógeno con la presencia de importantes cantidades de nitrógeno aportadas por la alfalfa crean una masa en el suelo que con un proceso de descomposición acelerado favorecen la rápida generación de humus en el mismo, acelerando la recuperación de la fertilidad y la regeneración de unas condiciones favorables para la agricultura en el terreno tratado.

En un terreno degradado de estas características, las primeras labores preparatorias deben ser las de roturación del terreno, ya sea con grada de discos, arado o subsolador, y con las pasadas que sean necesarias para dejar el suelo esponjado. Posteriormente a estas labores se debe realizar la aplicación de enmiendas calizas si fuese necesario ajustar el nivel de acidez del suelo.

En este caso se aplicaron abonos minerales (NPK) en diferentes proporciones, hay que tener en cuenta que aunque dentro de los objetivos de este programa se encuentre el favorecer los métodos agrícolas ecológicos y respetuosos con el medio ambiente, sin la aplicación de este extra de abonos minerales, la recuperación de los terrenos se alargaría durante muchos años, a no ser que se encuentre disponible una fuente de abonos naturales en las cercanías, cosa bastante difícil de alcanzar dadas las dimensiones del proyecto (25 Ha).

Una vez sembrados los campos, el cáñamo, en combinación con la alfalfa, demostró una asombrosa capacidad para generar biomasa en unas condiciones tan adversas, una vez alcanzada la madurez de los cultivos se cortaron los cultivos en varias secciones para dejarlos sobre el suelo. La cuantificación de la producción bruta de biomasa arrojó los siguientes datos:

  • Cáñamo: 1818 a 2511 Kg/Ha
  • Alfalfa: 843 a 1049 Kg/Ha
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En uno de los campos de ensayo se realizó una aplicación con un acelerador, para favorecer la descomposición de la biomasa en el propio terreno antes de proceder a las labores de arado para incorporar la biomasa compuesta de cáñamo y alfalfa al suelo. Estas labores fueron llevadas a cabo en el mes de octubre, y durante el invierno se tomaron muestras del suelo para medir el contenido de humus. En el primer año de esta experiencia, el nivel de humus en el terreno experimentó un incremento de entre un 16% y un 31%, por lo que se considera más que satisfactorio para el comienzo del tratamiento de remediación.

Este es un ejemplo más de las múltiples aplicaciones que el cáñamo tiene en la agricultura y en muchos otros sectores. Ya no solo se trata de que se pueda emplear como una fuente de materia prima para una multitud de aplicaciones, si no que nos puede ayudar, y mucho, a recuperar muchas de las zonas destrozadas por nuestra actividad industrial.

Como yo mismo estoy experimentando en mis ensayos, muchos de los terrenos agrícolas actuales también se encuentran en pobres condiciones para la producción ecológica. Después de la revolución verde, donde se impulsó el uso de maquinaria y de insumos minerales o sintéticos, la transición a este tipo de agricultura por parte de agricultores poco especializados trajo consigo algunos casos de abuso de herbicidas o pesticidas o aplicaciones de abonos o productos que no eran idóneos en su composición o dosificación para los terrenos y cultivos realizados.

En estos casos, aunque no se trate de zonas tan extremamente dañadas como el del ejemplo anterior, si se hace necesaria una labor de recuperación de la fertilidad del terreno. La pequeña finca donde he plantado el cáñamo se encuentra en estas condiciones, con muy poca materia orgánica y una fertilidad reducida, por este motivo una parte de la producción de fibra (tallos) se empleará como aporte de materia orgánica y estructura en la propia finca. Además, durante el invierno se sembrará una leguminosa a modo de abono verde, con el fin de que aporte un extra de nitrógeno al suelo de cara a la producción del año siguiente. Básicamente se trata de seguir el modelo anteriormente expuesto pero a una escala mucho menor. También trataré de realizar aportaciones de estiércol orgánico para tratar de mejorar la capacidad de producción de la temporada próxima.

Acerca del autor

Ramón Servia
Ingeniero Técnico Agrícola

Ingeniero técnico agrícola de profesión, desde el año 2012 ha llevado a cabo diferentes experiencias relacionadas con el cáñamo industrial, buscando ahondar en el conocimiento de los diferentes aspectos del cultivo y las variedades certificadas disponibles. Ha actuado como perito judicial en varios casos relacionados con el cannabis y es colaborador habitual en publicaciones especializadas en el sector.