Legalización del cáñamo industrial en España

La obsoleta normativa de 1999 limita el cultivo de cáñamo en España, dejando en el limbo a los productores de CBD y frenando el desarrollo de esta industria en auge en Europa.

La reglamentación vigente en España sobre el cáñamo industrial (publicada en el BOE del 13 de noviembre de 1999) establece las condiciones y requisitos para que aquellos agricultores que decidan cultivar cáñamo industrial o lino puedan tener acceso a las subvenciones provenientes de los fondos europeos destinados a incrementar la producción de fibras naturales en la Unión Europea. Tras el desastre que supuso esta línea de ayudas debido al enorme fraude cometido en la gestión de estos fondos (que supuso un escándalo en el seno del Parlamento Europeo) en España no se ha publicado ningún otro documento de referencia con respecto al cultivo y transformación del cáñamo industrial.

El principal problema que supone esta situación es que en este documento de referencia sólo se contempla el aprovechamiento del cáñamo industrial para la producción de fibra y/o semilla y por lo tanto cualquier otro aprovechamiento distinto queda fuera de estas directrices.

Como regla general, para que una variedad de cáñamo industrial sea aceptada en el catálogo común europeo de variedades autorizadas para uso agrícola, además de los requerimientos generales (grado de limpieza, pureza, homogeneidad, poder de germinación, etc.) se exige a las variedades de Cannabis sativa L. que aspiren a este registro que no contengan más del 0,2% m/m de THC en sus inflorescencias. Por lo tanto, se entiende que el THC es el único cannabinoide fiscalizado de la planta.

En los últimos años se han producido grandes avances en la investigación sobre los efectos terapéuticos del cannabidiol o CBD y se ha popularizado su empleo para tratar distintas dolencias, siendo el más extendido el empleo del CBD para tratar de forma efectiva la epilepsia refractaria infantil. En los EE.UU. esta característica del CBD se hizo ampliamente conocida gracias a la emisión de un programa informativo conducido por el doctor Sanjay Gupta, que relataba la mejora en la calidad de vida de la joven Charlotte Figi, que padece esta dolencia.

Las variedades de cáñamo industrial autorizadas por la Unión Europea contienen entre un 2 y un 7% de CBD en sus inflorescencias, por lo que este cultivo constituye la principal fuente de este compuesto para las distintas formulaciones que están entrando en el mercado, ya sea bajo el epígrafe de alimento, complemento alimentario o cualquier otra categoría. Pero este aprovechamiento no está contemplado en la obsoleta reglamentación vigente en España, lo que conlleva que los productores y transformadores de este producto (extracto de cáñamo) estén en el limbo de la regulación y que no existan directrices fiables y claras de cómo realizar el cultivo, cosecha y procesado para este fin.

La mayor parte de los cultivos destinados a la producción de CBD en nuestro país se están llevando a cabo bajo los parámetros clásicos de cultivo adaptado a la producción de fibra y/o semilla (altas densidades de siembra, abonados ricos en nitrógeno, empleo de variedades monoicas, etc.) lo que provoca que, junto con la ausencia de infraestructuras de secado y procesado, maquinaria especializada y know-how, los primeros intentos de realizar este aprovechamiento hayan tenido un resultado irregular y en ocasiones el producto vegetal obtenido no haya alcanzado la mejor calidad.

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Hace pocas semanas tuve el inmenso placer de poder visitar un cultivo experimental de cáñamo industrial destinado a la producción de CBD donde el agricultor, con una larga experiencia en el cultivo de cannabis, planteó su cultivo bajo los parámetros de la producción de cannabis de uso recreativo. Las principales diferencias de este campo piloto respecto a los cultivos destinados a la producción de fibra y/o semilla son dos: por un lado una densidad de cultivo mucho menor y por otro lado la eliminación de los ejemplares masculinos para evitar la polinización y por tanto suprimir la producción de semillas en las plantas femeninas.

Es de sobra conocido por los cannabicultores que la polinización de las plantas hembra provoca que la planta destine sus energías al desarrollo y maduración de las semillas, por lo que la producción de inflorescencias es menor, aparte de que los cogollos con semilla no son aptos para su empleo por vía inhalada (fumada). Mediante la adopción de los parámetros de cultivo sinsemilla y las excelentes condiciones que el agricultor ha proporcionado al cultivo en régimen ecológico a gran altitud, este campo experimental ha dado como resultado unas plantas de gran tamaño y una altísima producción de inflorescencias no polinizadas que bajo mi punto de vista constituirán una excelente materia prima para la obtención de extractos ricos en CBD para uso terapéutico.

La principal incógnita es conocer cómo variará el contenido en cannabinoides de las inflorescencias de este cultivo sinsemilla respecto a los habituales en los cultivos polinizados y de alta densidad de siembra dedicados a otros aprovechamientos industriales. Es de esperar que la creación de resina en las flores aumente debido al estrés que supone para las plantas femeninas la ausencia de polinización y por lo tanto de semillas, que supone el fin último del ciclo de la planta y la garantía de supervivencia al crear descendencia viable. Habrá que prestar atención sobre todo a los niveles de THC y de CBD en las plantas para determinar si el material obtenido de la cosecha es el idóneo para la producción de extractos terapéuticos.

Evidentemente, este campo experimental se escapa al ámbito reglado por la normativa publicada en el año 1999 y, sin embargo, es plenamente legal dado que las semillas empleadas en la siembra están certificadas por la Unión Europea y están incluidas en el catálogo común de variedades agrícolas, único requisito exigido tanto por las fuerzas del orden como por el propio ministerio de agricultura del gobierno español. De nuevo nos encontramos con una situación en la que la ausencia de voluntad política deja en un limbo legal a este productor, al igual que sucede con los usuarios terapéuticos de cannabis y sus derivados o con los miembros de los clubes y asociaciones de consumidores de cannabis.

Aunque la producción y comercialización de extractos de cáñamo ricos en CBD tampoco está perfectamente regulado en los países de nuestro entorno, éste supone el mayor impulso para el cultivo de cáñamo industrial en los últimos años en Europa. España ocupa uno de los últimos puestos en cuanto a superficie cultivada en la Unión Europea, por lo que se puede inferir que otros países de nuestro entorno están avanzando en la conquista de este nuevo mercado. Resulta casi inverosímil que países con condiciones climáticas mucho más adversas para este tipo de producción estén por delante de los países del sur, con condiciones mucho más favorables, esto se debe a que las autoridades nacionales en algunos países del norte y este de Europa han proporcionado ciertas directrices para regular esta actividad y proporcionar un mínimo de seguridad para los actores implicados. Cabe recordar que en España hay un agricultor cumpliendo pena de prisión por cultivar cáñamo industrial.

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Cada día que pasa es más evidente que la prohibición que pesa sobre el cannabis tiene los días contados, sobre todo siguiendo el ejemplo de los Estados Unidos, donde a día de hoy el cannabis es totalmente legal (incluido el uso del cannabis para uso recreativo) en 5 estados, y con un buen número de estados que someterán a votación la legalización del cannabis en los próximos meses. Pese a todas las evidencias científicas que indican que el cannabis es una de las sustancias más seguras para emplear como medicamento o para alimentación, las «autoridades» siguen manteniendo el perverso régimen de prohibición que impera desde hace más de 50 años contra cualquier sentido común y que causa muchísimos más daños y riesgos que la propia sustancia de la que se supone que nos están protegiendo. Es ya una realidad incontestable que el cannabis forma parte de nuestra cultura y nuestra sociedad. En nuestras manos está el seguir reivindicando que se atienda a las evidencias y se regule de forma efectiva el cultivo, transformación y distribución del cannabis y sus productos derivados. El verdadero delito contra la salud pública es el impedir que las personas que pueden mejorar sus condiciones de vida gracias al cannabis se vean privadas de sus beneficios.

Mientras nuestros responsables políticos sigan haciendo oídos sordos a las reivindicaciones de los pacientes, usuarios y activistas, seguiremos cultivando y aprendiendo de la planta santa, difundiendo sus características y propiedades. Si se les llena la boca cuando hablan de sostenibilidad, desarrollo rural y creación de riqueza, habrá que recordarles que el cannabis es el cultivo que puede ayudar a nuestra sociedad a cambiar hacia un modelo de agricultura sostenible si se le dota de un marco regulatorio adecuado.

España ha ocupado tradicionalmente un puesto destacado en la producción y transformación de cáñamo industrial, dado que posee unas condiciones edafoclimáticas óptimas para este cultivo. Si conseguimos que deje de perseguirse con tanta saña a los cultivadores, podremos volver a ocupar un lugar destacado en esta industria que crece a pasos agigantados a nivel internacional.

Acerca del autor

Ramón Servia
Ingeniero Técnico Agrícola

Ingeniero técnico agrícola de profesión, desde el año 2012 ha llevado a cabo diferentes experiencias relacionadas con el cáñamo industrial, buscando ahondar en el conocimiento de los diferentes aspectos del cultivo y las variedades certificadas disponibles. Ha actuado como perito judicial en varios casos relacionados con el cannabis y es colaborador habitual en publicaciones especializadas en el sector.