En la presente entrega, también dedicada a las obras de Sasha Shulgin y su mujer Ann, PIHKAL y TIHKAL (http://www.shulgin.es), ofrecemos un interesante capítulo en el que la parte femenina del famoso matrimonio narra cómo consigue un estado alterado de conciencia, en el transcurso de unos sueños lúcidos (aquellos en los que sabemos que estamos soñando, es decir, no estamos inmersos e integrados en el sueño, tomándolo por algo real, como es habitual), y además llega a tener orgasmos durante los mismos. Se trata, por tanto, de un curioso tema que protagoniza el capítulo 12 del TIHKAL, después del cual ofrecemos información sobre una de las sustancias más interesantes de Shulgin (al menos para quien esto suscribe): la 2C-D, una de las drogas más manejables, que presenta cualidades por sí misma y que puede combinarse con cualquier otra para potenciar los efectos de ésta. Si el lector desea materiales complementarios y los principales libros de Shulgin en español, le recomendamos que se suscriba al grupo http://www.facebook.com/librosdeshulgin.

Nunca había tenido un sueño lúcido en mi vida, hasta hace unos pocos años, cuando pasé por una experiencia de la que escribí en PIHKAL. Duró una semana, e implicó un estado alterado de consciencia sobre el cual no tuve control alguno, y durante el cual aprendí mucho.

Tener sueños lúcidos significa que nos mantenemos conscientes durante el sueño; sabes que estás soñando y el ego se mantiene intacto. En los sueños lúcidos tenemos control sobre la dirección general y el contenido de los sueños. Si las cosas se ponen difíciles, peligrosas o indeseables, al saber que se trata de un sueño, podemos optar por salir o modificarlo. Nunca nos encontramos atrapados, como en las pesadillas, porque somos completamente y continuamente conscientes de la naturaleza de la experiencia.

En los dos últimos años se añadió algo a mis experiencias con los sueños lúcidos. Lo que ocurrió fue lo siguiente: empecé a tener, de forma ocasional, sueños lúcidos en los que experimentaba una intensa energía sexual, pero no en el lugar habitual, no en mis genitales. Sentía deseo y un impulso hacia el orgasmo en una parte de mi cuerpo situada inmediatamente por encima del hueso púbico, exactamente donde se puede sentir la vejiga llena cuando se presiona hacia dentro. La primera vez que sucedió, me provoqué un orgasmo por voluntad propia, y cuando por fin llegó fue el más intenso que jamás había experimentado. Era una sensación viva e intensa, en una parte del cuerpo que no suele estar asociada con impulsos sexuales.

Este tipo de sueños lúcidos ocurría cada cierto número de semanas, y siempre me despertaba después. A veces no era capaz de alcanzar el orgasmo, a pesar de los intensos esfuerzos para concentrarme en ese objetivo; la lucidez se me estaba empezando a escapar, y me sentía decepcionada cuando me despertaba, por lo general intentando, sin éxito, volver a dormirme para recuperar la experiencia. Pero la mayor parte del tiempo, el extraño y maravilloso sueño culminaba en un glorioso, completamente egoísta,  y auto-afirmante orgasmo que hacía temblar todo mi cuerpo, sólo comparable al mejor de los que podemos tener haciendo el amor bajo la influencia de psiquedélicos, pero aún más salvajemente intenso, dejándome sin aliento.

No había compartido todo esto con nadie más que con Shura, aunque quería llegar a conocer si era común para el resto de la gente. Pero, ¿a quién iba a preguntar? Podría considerarse, después de todo, un asunto bastante delicado.

Finalmente, encontré con quien tratar el tema. Shura y yo lo habíamos conocido aproximadamente un año antes, en una de las cenas que organizábamos cada pocas semanas en la casa de mi ex marido. Este hombre amable, de mediana estatura, de delgado y fino cabello rubio, y cálidos y divertidos ojos azules, se presentó como “Karma Tendo”, utilizando su nombre budista. Cuando le miré perpleja, me respondió: “Lo sé, no parezco tibetano. En realidad nací en Londres, pero cuando decidí estudiar budismo, cambié de nombre. ¿De acuerdo?”. Me reí y reconocí que parecía un poco raro ver a alguien con una apariencia completamente diferente a un oriental adoptando un nombre procedente de la cordillera del Himalaya.

Karma se ganó nuestro respeto y afecto, tanto el mío como el de Shura. Le hice un centenar de preguntas y he escuché atentamente sus honestas y reflexivas respuestas, incluyendo “No sé” y “Realmente, no tengo ni idea”.

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Durante una pequeña fiesta en la granja, el cuatro 4 de julio (el aniversario de boda de Shura y yo), me senté con Karma en una mesa bajo la sombrilla en del patio, fuera del comedor, y hablamos de diferentes prácticas y tradiciones del budismo. La mayoría de los demás invitados se habían ido al patio donde se encontraba la barbacoa, al otro lado de la casa, y Karma y yo no esperábamos tener demasiadas interrupciones.

Comencé a hablar sobre el tema diciendo: “Tengo algo bastante interesante que me gustaría describirte. Es una experiencia que he compartido sólo con Shura, porque es un asunto muy personal, pero tal vez tú podrías decirme si has oído antes algo así”.

Tras describirle la naturaleza de la experiencia onírica, le pregunté: “¿Hay algún nombre para este tipo de cosas; es algo conocidos para los budistas?”.

Karma me miró y asintió con la cabeza, sonriendo levemente. “Ese centro, justo encima del hueso púbico, se llama el Lugar Secreto en el budismo”.

“¿El lugar secreto? ¿Y estoy en lo cierto al suponer que este tipo de experiencia sexual no es desconocida entonces?”.

“Bueno”, dijo Karma, “déjame que te cuente sobre cómo me sucedió a mí”.

“Fue hace unos seis meses, y yo estaba plenamente despierto. Había ido a las colinas para tener una experiencia con LSD y me encontraba solo. Todo era especialmente intenso y mágico, y yo estaba allí sentado, asimilando la belleza, cuando de repente sentí que sucedía algo extraordinario justo –como tú has dicho– por encima del hueso púbico. No en los genitales. Era un tremendo y feroz deseo sexual, y una motivación hacia la consumación. Y cuando el orgasmo llegó, fue sin duda uno de los más intensos que he tenido nunca. Me dejó completamente sorprendido y muy bien. En cuerpo y alma”.

“¿Sabes qué significa?”.

Karma se recostó y suspiró, “Sólo tengo una intuición, pero no lo sé con seguridad. ¿Tienes tú alguna idea?”

“Mi respuesta es solo sólo una intuición también, pero siento que era un mensaje de la parte sabia del interior de mi alma, recordándome que estoy viva y que hay fuerzas extraordinarias en mi interior, y que merece la pena vivir la vida, a pesar de toda evidencia de lo contrario. Algo así”.

Karma asintió atentamente: “Y que, básicamente, somos seres saludables y funcionales, no importa cuán deprimidos o cansados podamos sentirnos a veces. Sí”.

Me incliné hacia delante sobre la mesa y le dije: “No puedo creerlo. ¡La primera vez que me atrevo a decírselo a alguien, y resulta ser exactamente la persona correcta!”

Karma sonrió: “Por cierto, ésta es la primera vez que se lo cuento a alguien, también. Después de ese día, me preguntaba si podría suceder de la misma manera en una mujer, y ahora lo sé. ¡De hecho, a partir de tu descripción, veo que no hay ninguna diferencia en absoluto!”.

“Excepto que la tuya fue completamente despierto. A mí nunca me ha ocurrido lo mismo, salvo en sueños. Sueños lúcidos, pero sueños, después de todo”.

“El Lugar Secreto”, repitió, “Y me alegro de que hayas tenido el coraje de preguntarme. Los dos hemos recibido respuestas a algunas de nuestras preguntas”.

“Gracias, gracias”, me reí. “Siempre es bueno ver una experiencia extraña y solitaria confirmada por otra persona. ¿Te ha vuelto a suceder desde aquella vez?”.

“Nunca. Más bien tendría que decir que todavía no, pero sigo esperando. Sigo esperando”. Él se rio entre dientes mientras yo asentía con la cabeza con vehemencia.

“Por el amor de Dios, hazme saber si te pasa de nuevo. Sé que es mucho pedir, pero lo pido de todos modos, y lo quiero saber de verdad”.

“Si soy agraciado con una repetición, estaré feliz de poder contártelo. No me importa en absoluto”.

Hasta el momento, no hay novedades por parte de Karma. Y actualmente mis propios sueños de este tipo son cada vez menos frecuentes, tal vez uno cada tres o cuatro meses, pero agradezco el hecho de tener uno, y siempre despierto de ellos con un saludable sentimiento de profunda satisfacción y un aspecto estupendo, y con una sensación que sólo puedo describir como algo digno de admiración y sobrecogimiento.

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El 2c-d, un tofu farmacológico

Y a continuación, información y trip-reports de una sustancia que últimamente está creciendo en popularidad, la 2c-d, y que si no ha llegado a serlo más es porque su consumo suele conllevar experiencias bastante tranquilas y suaves… mientras se tome en dosis bajas.

La 2c-d, o 2,5-dimetoxi-4-metilfenetilamina, la sintetizó por primera vez un equipo del Instituto de Investigación de Ciencias Mentales de Texas, pero fue Shulgin quien enseguida investigó sus propiedades, incluidas las relacionadas con los seres humanos. Las dosis medias se encuentran entre los 20 y los 60 miligramos. Por debajo de ese nivel, los efectos son muy sutiles y consisten en una mejor atención y un mayor poder de concentración, razón por la que a veces se la considera un nootrópico. Su acción dura entre cuatro y seis horas. Suele administrarse por vía oral, y si se toman menos de 10 miligramos lo más habitual es hacerlo junto con otra sustancia para sentir algún efecto, como por ejemplo el cannabis o la MDMA, con las que se combina muy bien.

De hecho, se puede mezclar con tantas otras drogas que Shulgin solía llamarla “tofu farmacológico”, haciendo referencia a que extiende en el tiempo o potencia la intensidad de los efectos sin aportar mucho por sí misma, igual que el tofu absorbe los sabores de las salsas con las que se cocina. Del mismo modo que Shulgin se interesó por sus propiedades químicas y farmacológicas, el psiquiatra alemán Hanscarl Leuner investigó su empleo para psicoterapia.

Su fórmula molecular es C11H17NO2, y su fórmula estructural es:

A continuación, los comentarios cualitativos que sobre la 2c-d ofrece Shulgin en PIHKAL:

(Con 10 mg): “Ocurre algo, pero es muy sutil. Me doy cuenta de que, en cierto modo, puedo dirigir mi atención para enfocarla de forma más precisa en lo que estoy haciendo. Siento que puedo aprender más deprisa. ¡Estoy ante una droga inteligente!”.

(Con 20 mg): “Cosquillas en el estómago todo el tiempo. Está bien. Esta es, más o menos, la dosis adecuada. Visto en retrospectiva, no demasiado interesante. Es principalmente un estimulante, y no del todo agradable físicamente. Los efectos visuales no son muy excitantes. Me distraigo con facilidad, y una línea de pensamiento me conduce a otra. Siento que una dosis mayor sería demasiado estimulante”.

(Con 30 mg): “Me subió con bastante rapidez (no mucho más de tres cuartos de hora), y obtuvo una puntuación de ++ al final de la primera hora. Hay algo poco satisfactorio a la hora de intentar clasificar esta dosis. Había dicho que estaba dispuesto a aumentar la dosis a un nivel superior, con el objetivo de escaparme de este nivel no muy bien definido y alcanzar un estado psiquedélico. Pero quizás no quiera aumentar más. Aún no le tengo tomada la dosis confortable a este compuesto”.

(Con 75 mg) “Esto es un +++, pero los mayores efectos tienen lugar en el habla, no en la interacción con otras personas. Pude dormir a la sexta hora. La comunicación fue excelente. Se trata de un compuesto de acción rápida, pero no dura mucho. ¿Quizás una herramienta para psicoterapia?”

(Con 150 mg) “Un psiquedélico realmente extraordinario, que podría ser tan bueno como la 2c-b. Hay colores intensos, y tengo la sensación de que una dosis mayor sería excesiva”.

Referencias

http://www.shulgin.es
http://www.facebook.com/librosdeshulgin
http://en.wikipedia.org/wiki/2C-D

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