Descubre los beneficios de la hidroponía en el autocultivo de cannabis y aprende a gestionar sus posibles inconvenientes.

En el artículo anterior tratamos el tema de la conservación y la germinación de las semillas de cannabis, haciendo especial hincapié en la importancia de unas condiciones de preservación óptimas para mantener la viabilidad. En éste haremos una breve revisión sobre ciertos aspectos fundamentales de la hidroponía, centrándonos en las múltiples ventajas de esta forma de cultivo, pero también los posibles inconvenientes que puede presentar para aquellos que no están familiarizados con ella. Por tanto, no se trata de una guía donde vayamos a tratar el tema en profundidad, sino más bien de una aproximación muy general que pretende ser de utilidad para quienes se estén planteando iniciarse en el cultivo hidropónico.

Aunque la hidroponía no es la práctica más común en el autocultivo de cannabis (ya sea por desconocimiento de los cultivadores o por el coste inicial del equipo requerido) a esta forma de cultivo la precede su fama. Muchos son los que han probado u oído hablar de una marihuana hidropónica de gran calidad aunque no hayan tenido oportunidad de cultivarla.

Por lo general, se llama hidroponía a cualquier tipo de cultivo que se desarrolle sin tierra (suelo), independientemente del soporte que se utilice. Puede ser sintético, como la lana de roca, u orgánico, como la fibra de coco, y presentar una capacidad de intercambio catiónico variable. No obstante, a efectos prácticos y en general, se consideran sistemas de cultivo hidropónico aquellos que se desarrollan en una solución nutritiva o en sustratos totalmente inertes, y a otros tipos de sistemas como el cultivo sin suelo1. Esta consideración es también la más ampliamente aceptada en el ámbito cannábico.

Ventajas del cultivo hidropónico

Una de las principales ventajas de la hidroponía suele ser la comodidad en relación a la eficiencia. Es decir, esta forma de cultivo produce más, requiriendo un esfuerzo y gasto menores que el cultivo tradicional en sustrato. Por una parte, dado que no hay que encargarse de regar, sino que sólo hay que preocuparse de cambiar la solución nutriente una vez cada diez días aproximadamente, supone un ahorro de tiempo y trabajo bastante considerable. Por la otra, se maximiza el aprovechamiento de los nutrientes y agua, por lo que las plantas cultivadas con este sistema suelen crecer y producir bastante. Para el cultivo de marihuana hidropónica se emplean normalmente sistemas cerrados, es decir, aquellos en que se reutiliza el agua constantemente, siendo esta una de las formas en que se optimiza su consumo y se racionaliza el abonado. También se puede hacer un hidropónico abierto, utilizando un depósito para el riego y otro para el desagüe, pero se reducen eficiencia y comodidad, ya que hay que vaciar el recipiente que recoge el agua sobrante y rellenar el del agua de riego con regularidad. Cabe aclarar que a pesar del grado de automatización de este tipo de cultivos, esto no significa que podamos desentendernos totalmente ellos, ya que hay que ir vigilándolos con cierta constancia para asegurarnos de que prosperan positivamente.

La capacidad de desarrollo que brindan estos sistemas a las plantas cultivadas es otra de las ventajas que presentan. Al estar el entorno radicular en contacto directo con la solución nutritiva, puede absorber con mayor facilidad los elementos que necesita, por lo que las plantas muestran un crecimiento y floración que suelen ser exuberantes. Además, al emplearse sustratos que no intervienen en la nutrición, podemos tener un mayor control de la fertilización.

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La limpieza y mantenimiento de la sala de cultivo también es algo más sencilla cuando cultivamos en hidroponía, ya que el agua se recoge en un depósito y no queda el suelo encharcado, ni tampoco restos de sustrato.


Posibles inconvenientes

El ritmo de desarrollo de las plantas en este tipo de cultivo es considerable, por lo que deberemos controlar que no sea excesivo, ya que podría complicarse bastante la tarea. Por tanto, si pretendemos cultivar variedades sativas o híbridos de predominancia sativa estaremos especialmente atentos al crecimiento de las plantas, siendo recomendable ajustar el fotoperiodo a 12/12 desde el principio y no partir desde semilla, dado que este tipo de variedades suelen crecer mucho. Si cultivamos variedades índicas o híbridos mayormente índicos y decidimos partir desde semilla, también es recomendable programar el cultivo para que tenga doce horas de luz y doce de oscuridad desde el principio. De hecho, a no ser que pretendamos cultivar autoflorecientes, lo más recomendable sería empezar a partir de esquejes siempre que podamos, para evitar cualquier tipo de sorpresa. Las plantas cultivadas desde semilla pueden mostrar varios fenotipos cuya morfología podría ser variable, por lo que si una crece más que otra, podría ensombrecerla. Además, cuando se desarrollan bastante suelen tocarse entre sí y (teniendo en cuenta que en los cultivos hidropónicos el nivel de humedad puede llegar a ser considerable), si esto ocurre, se vería favorecida la propagación de hongos en caso de contagio.

Otra de las dificultades con las que podemos encontrarnos si optamos por la hidroponía como forma de cultivo son las posibles oscilaciones en el pH o la EC, que pueden causar grandes daños si no se detectan a tiempo, especialmente en los sistemas cerrados. Por esta razón, es vital medirlos a diario un par de veces, siempre que nos sea posible. Las causas de estas alteraciones pueden ser varias. Por ejemplo, el consumo de nutrientes por parte de las plantas podría hacer bajar la EC y alterar el pH o, por el contrario, la evaporación del agua del tanque haría que la EC subiera, ya que contendría la misma cantidad de sales en un menor volumen de agua.

Como ya he mencionado en párrafos anteriores, la humedad relativa del ambiente en los cultivos hidropónicos suele ser alta y, siendo este un factor que favorece el desarrollo de determinados hongos, es importante controlar el resto de condiciones que los benefician, como por ejemplo la sobrefertilización. Por una parte, una alimentación altamente nitrogenada puede causar una disminución en la resistencia de las plantas ante este tipo de patógenos y, por la otra, una planta sobrefertilizada no sólo será más débil, sino que también puede presentar ciertas lesiones que faciliten la infección por hongos o algún tipo de podredumbre.

Por último, el principal inconveniente con el que se encuentran los cultivadores que quieren iniciarse en la hidroponía es el elevado precio de los equipos. Si bien es cierto que cultivar cannabis hidropónico supone una inversión inicial elevada, ésta se ve considerablemente amortizada a lo largo del tiempo. Hay que tener en cuenta que, cuando cultivamos en sustrato, normalmente empleamos un volumen mucho mayor que el que se emplea para hidroponía y que la mayoría de ellos no se pueden reutilizar o, en caso de poderse hacer, igualmente acaban perdiendo sus propiedades físicas y resultando ineficientes después de cierto número de cultivos. En cambio, en el cultivo hidropónico, aunque utilicemos algún tipo de sustrato inerte, el volumen que necesitaremos será mínimo en comparación al que requieren los cultivos tradicionales en otros tipos de sustrato. Además, también es bastante probable (dependiendo del tamaño del tanque que utilices) que el consumo de agua sea mucho menor, así como el de fertilizante.

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En relación al agua, hay que tener en cuenta que lo ideal es que sea osmotizada, destilada o con una EC relativamente baja (entre 0,4 y 0,6 mS). Esto se traduce en que si queremos cultivar marihuana en hidroponía en cualquier punto de la vertiente mediterránea, deberemos comprar el agua o hacernos con un osmotizador, ya que en esta zona la calidad de la misma es bastante baja. A pesar de que la capacidad para tolerar una mayor o menor EC por parte de las plantas depende de factores genéticos, el exceso de determinados nutrientes puede acumularse en sus tejidos, variando el sabor a la hora de fumar y hasta el nivel de toxicidad en algunos casos.

Aun con estos potenciales inconvenientes, el cultivo hidropónico ofrece una serie de ventajas que los superan con creces. En primer lugar, nos permite obtener un mayor rendimiento en un menor espacio, por lo que es ideal para aquellos cultivadores de interior que sólo disponen de un pequeño rincón para llevar a cabo su cultivo. En segundo lugar, ciertos tipos de sustrato, como el coco o la turba, producen más suciedad mientras trabajamos con ellos, mientras que en hidroponía suelen emplearse sustratos inertes que generan pocos residuos. Además, para aquellos a quienes siempre se les olvida regar o están demasiado ocupados como para dedicar más de quince minutos diarios al cultivo, este tipo de sistemas son ideales, ya que, una vez trasplantadas las plantas y preparada la solución nutriente, las tareas restantes son medir el pH y la EC, comprobar el estado del cultivo y el buen funcionamiento de los aparatos. Por tanto, la comodidad de la hidroponía no es comparable con la del cultivo tradicional en sustrato. Además, en este tipo de sistemas podemos tener un mayor control de la fertilización, ya que al emplearse sustratos inertes (o directamente no emplearse) no interfieren en la nutrición de las plantas.

Espero que te haya gustado el artículo y que pueda serte de utilidad a la hora de decidir si lanzarte o no al cultivo hidropónico.

¡Muy buenos humos!

 REFERENCIAS

1. Baixauli, C. & Aguilar, J.M. (2002). Cultivo sin suelo de hortalizas, aspectos prácticos y experiencias. P.11 España: Textos i imatges.

Acerca del autor

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Mari SH

Aventajada maestra en el arte del cultivo, tiene una larga trayectoria como cannabicultura y redactora de contenidos cannábicos